Seguimos, 250 años después, con el mismo tema: ¿cómo explicamos la generación de riqueza?

La revista Evolution and Human Behavior (Volume 43, Issue 1, January 2022, Pages 71-82) publica un artículo titulado “Assessing different historical pathways in the cultural evolution of economic development”, por Adam Flitton y Thomas E. Currie , del Human Behaviour and Cultural Evolution Group, Centre for Ecology and Conservation, College of Life and Environmental Sciences, University of Exeter. La pregunta, en definitiva, es la misma de Adam Smith, el origen del progreso y la generación de riqueza. Esto plantean los autores:

“Se han propuesto una gran cantidad de hipótesis para explicar la diversidad sustancial en el desempeño económico que vemos en la actualidad. Ha habido una creciente apreciación de que los factores históricos y ecológicos han contribuido al desarrollo social y económico. Sin embargo, no está claro si tales factores han ejercido un efecto directo sobre la productividad moderna o si influyen indirectamente en las economías al dar forma a la evolución cultural de las normas e instituciones. Aquí analizamos un conjunto de datos globales transnacionales para probar entre hipótesis que involucran una serie de diferentes factores ecológicos, históricos y sociales próximos y una variedad de vías directas e indirectas. Mostramos que el momento histórico de la agricultura predice el momento del surgimiento del estado, que a su vez afecta el desarrollo económico indirectamente a través de su efecto en las instituciones. Los factores ecológicos parecen afectar el desempeño económico indirectamente a través de sus efectos históricos en el desarrollo de la agricultura y dando forma a los patrones de colonización de los colonos europeos. Un desempeño institucional más efectivo también se predice por niveles más bajos de sesgo endogrupo que, a su vez, parece estar relacionado con la proporción de la población de una nación que desciende de países europeos. Estos resultados respaldan la idea de que los procesos evolutivos culturales han sido importantes en la configuración de las normas e instituciones sociales que permiten la cooperación a gran escala y el crecimiento económico en las sociedades actuales.”

https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2021.11.001

El debate sobre las crisis y los ciclos económicos: ¿Keynes y Hayek en el debate del siglo?

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I de la UBA Económicas, vemos el debate “Hayek-Keynes” sobre las crisis y el ciclo económico. Comenzamos con el capítulo 22 de la Teoría General de Keynes, titulado “Notas sobre el ciclo económico” y luego vemos también un artículo de Hayek. Aquí van algunos párrafos que explican la visión de Keynes y otros donde hace referencia a la discusión, aunque en ningún momento menciona con quién está discutiendo, pero se puede inferir con quién.

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“…encontraremos que las fluctuaciones en la propensión a consumir, en la curva de preferencia por la liquidez y en la eficacia marginal del capital han desempeñado su parte (en los ciclos). Pero sugiero que el carácter esencial del ciclo económico y, especialmente, la regularidad de la secuencia de tiempo y de la duración que justifica el que lo llamemos ciclo, se debe sobre todo a cómo fluctúa la eficacia marginal del capital.”

“Las últimas etapas del auge se caracterizan por las esperanzas optimistas respecto al rendimiento futuro de los bienes de capital, lo bastante fuertes para equilibrar su abundancia creciente y sus costos ascendentes de producción y, probablemente también, un alta en la tasa de interés. Es propio de los mercados de inversión organizados que, cuando el desencanto se cierne sobre uno demasiado optimista y con demanda sobrecargada, se derrumben con fuerza violenta, y aún catastrófica bajo la influencia de compradores altamente ignorantes de lo que compran y de los especuladores, que están más interesados en las previsiones acerca del próximo desplazamiento de la opinión del mercado, que en una estimación razonable del futuro rendimiento de los bienes de capital.”….

“De este modo, con mercados organizados y sujetos a las influencias actuales, la estimación que hace el mercado de la eficacia marginal del capital puede sufrir fluctuaciones tan enormemente amplias que no quepa neutralizarlas lo bastante por fluctuaciones correspondientes en la tasa de interés. Además, como hemos visto antes, los movimientos consiguientes en el mercado de valores pueden deprimir la propensión a consumir precisamente cuando es más necesaria. Por tanto, en condiciones de laissez-faire, quizá sea improbable evitar las fluctuaciones amplias en la ocupación sin un cambio trascendental en la psicología de la inversión, cambio que no hay razón para esperar que ocurra. En conclusión, afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de inversión no puede dejarse con garantías de seguridad en manos de los particulares.”

Hasta allí, una muy breve exposición de su análisis y propuesta de solución. Ahora breves párrafos sobre el debate. Así comienza la sección inmediata al párrafo anterior:

“Puede parecer que el análisis precedente está de acuerdo con el punto de vista de quienes sostienen que la sobreinversión es la característica del auge, que el único remedio posible para la siguiente depresión es el evadirla, y que, si bien, por las razones dadas antes, ésta no puede impedirse por medio de una baja tasa de interés, el auge puede evitarse por otra alta. Ciertamente tiene fuerza el argumento de que una alta tasa de interés es mucho más efectiva contra un auge que otra baja contra una depresión.

Pero inferir estas conclusiones de lo anterior llevaría a una mala interpretación de mi análisis; y a mi modo de ver, supondría un error. Porque el término sobreinversión es ambiguo. Se puede referir a las inversiones que se destinan a desanimar las previsiones que las incitaron o para las cuales no hay lugar en circunstancias de intensa desocupación; o puede indicar un estado de cosas en el que cada clase de bienes de capital sea tan abundante que no haya inversión nueva que prometa aun en condiciones de ocupación plena, ganar en el curso de su duración más que su costo de reposición. Es solamente en el último estado de cosas donde hay sobreinversión, estrictamente hablando, en el sentido de que cualquier inversión posterior será sólo un puro desperdicio de recursos:….

…’El remedio del auge no es una tasa más alta de interés, sino una más baja!, porque ésta puede hacer que perdure el llamado auge. El remedio correcto para el ciclo económico no puede encontrarse en evitar los auges y conservarlos así en semi-depresiones permanentes sino en evitar las depresiones y conservarnos de este modo en un cuasi-auge continuo.”

“El auge que está destinado a terminar en depresión se produce, en consecuencia, por la combinación de dos cosas: una tasa de interés que, con previsiones correctas, sería demasiado alta para la ocupación plena, y una situación desacertada de previsiones que, mientras dura, impide que esta tasa sea un obstáculo real. El auge es una situación tal que el exceso de optimismo triunfa sobre una tasa de interés cuya altura excesiva se comprendería si se juzga con serenidad.”

Macroeconomía austriaca: Garrison y el papel de las expectativas en el ciclo económico

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos un par de capítulos del libro de Roger Garrison, “Tiempo y Dinero”. En este caso, del Cap II, cuando el autor trata el tema de las expectativas:

“…es un hecho complejo el que la secuencia de etapas este lejos de ser lineal: hay giros hacia atrás, productos de uso múltiple y otros ejemplos de trayectorias no lineales. Además, cada etapa puede incluir también el uso de bienes de capital duradero (bienes de capital), relativamente específicos y no específicos, y bienes de capital que están relacionados con diversos grados de sustituibilidad y complementariedad con los bienes de capital en otras etapas de la producci6n. Tales son las complicaciones que destaca Lachmann en su Capital and Its Structure.

Este es el contexto en el que los austriacos pueden formular la pregunta «lExpectativas sobre que?» Los objetos pr6ximos de las expectativas empresariales relevantes en un estadio particular de la producci6n comprenden los precios de los insumos, que son los productos de las etapas precedentes, y los precios de los productos, que son los insumos para las etapas siguientes. Los diferenciales de precios esperados (entre insumos y productos) deben valorarse ala luz de los tipos de interés actuales sobre los prestamos y de los usos alternativos de los bienes de capital existentes. Los juicios deben formularse sobre posibles cambios en las condiciones crediticias y en las condiciones de mercado de los bienes de consumo final, a los que contribuye una etapa especifica de la producci6n. Los cambios en los precios, salarios y tipos de interés tendrán efecto sobre las decisiones de los empresarios, y sus decisiones tendrán efecto sobre los precios, salarios y tipos de interés. Esta interdependencia es 10 que justifica la idea general del mercado como un proceso econ6mico.

El proceso económico que se da en el mercado facilita la traslaci6n de las realidades econ6micas subyacentes -disponibilidades de recursos, tecnología y preferencias de los consumidores (incluidas las preferencias intertemporales) -a las decisiones de producci6n guiadas por las expectativas de los empresarios. El proceso acaba de forma diferente dependiendo de que el tipo de interés en que se basa sea un reflejo fiable de las preferencias temporales de los consumidores, debido a una expansi6n crediticia por parte del banco central, refleje una distorsión de esas preferencias. En el primer caso, la economía experimenta un crecimiento sostenible; en el segundo, expansión y depresión. Esta es la esencia de la teoría austriaca del ciclo económico (Mises et aI., [1978] 1996; Garrison, 1986a) que presentaremos gráficamente en el Capitulo 4.”

¿Valor trabajo o utilidad subjetiva? Trotsky sobre Marx y luego Böhm-Bawerk critica

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico de Económicas, UBA, vemos a Trotsky sobre Marx y luego Eugen von Böhm-Bawerk en una discusión central con Marx sobre la Teoría del Valor. BB lanza sus críticas a las bases teóricas de la teoría del valor-trabajo en varios escritos. Pero no deja de analizar porqué esas teorías erróneas terminaron por tener tanta aceptación. Aquí la esencia de la controversia según Trotsky:

«Es completamente imposible buscar las causas de los fenómenos de la
sociedad capitalista en la conciencia subjetiva –en las intenciones o planes- de
sus miembros. Los fenómenos objetivos del capitalismo fueron formulados
antes de que la ciencia comenzara a pensar seriamente sobre ellos. Hasta hoy
día la mayoría preponderante de los hombres nada saben acerca de las leyes
que rigen la economía capitalista. Toda la fuerza del método de Marx reside en
su acercamiento a los fenómenos económicos, no desde el punto de vista
subjetivo de ciertas personas, sino desde el punto de vista objetivo del
desarrollo de la sociedad en su conjunto, del mismo modo que un hombre de
ciencia que estudia la naturaleza se acerca a una colmena o a un hormiguero.»

Como sabemos, Carl Menger presentó una teoría subjetiva del valor que destruye las bases de la teoría de la plusvalía. Sin embargo, Marx tuvo mucho éxito.  Así lo explica Böhm Bawerk:

“La buena suerte de Karl Marx como autor

Como autor, Marx fue un hombre de envidiable ventura. Su obra no se puede clasificar entre los libros fáciles de leer o de comprender. La mayoría de los libros de este tipo –aun aquellos con una dialéctica más asequible y una ilación matemática más liviana— habrían encontrado completamente obstaculizado el camino hacia la popularidad. Pero, contrariamente, Marx se ha transformado en el apóstol de un amplio círculo de lectores, incluyendo a aquellos que, por norma, no leen libros difíciles. Más aún, la fuerza y la claridad de su razonamiento no eran tales como para convencer a nadie. Al revés, hombres calificados como los pensadores más serios y valiosos de nuestra ciencia, por ejemplo Karl Knies, han afirmado, desde un comienzo, mediante argumentos imposibles de pasar por alto, que la enseñanza de Marx estaba repleta, de principio a fin, de toda clase de contradicciones, tanto de lógica como de hechos. Podría fácilmente haber sucedido que la obra de Marx no hubiera encontrado partidarios ni entre el público común —que no podía entender su difícil dialéctica— ni entre los especialistas, que sí la comprendían, pero captaban demasiado bien sus limitaciones. Sin embargo, en la práctica, ha sucedido lo contrario.

Tampoco ha sido perjudicial para su influencia el hecho de que la obra de Marx haya permanecido como una estructura incompleta durante su vida. Generalmente, y con razón, desconfiamos de los primeros volúmenes, no proyectados a nuevos temas. Los principios universales pueden describirse seductoramente en las «Secciones Generales» de un libro, pero sólo se pueden corroborar si realmente poseen la fuerza de convicción que les atribuye su creador cuando, en la elaboración del sistema, se confrontan con todos los hechos minuciosamente. En la historia de la ciencia, muchas veces se ha dado el caso de que un primer volumen, promisorio y respetable, no ha sido continuado en un segundo volumen simplemente porque, bajo el propio análisis investigador del autor, los nuevos principios no soportan la prueba de las situaciones concretas. Pero la obra de Karl Marx no ha sufrido estos contratiempos. La gran masa de sus seguidores, basándose en la fuerza de su primer libro, tenía una fe ciega en sus obras aún no escritas.

Circunstancias que contribuyeron al éxito de Marx

Esta confianza, por una parte, fue sometida a una severa e inusual comprobación. Marx había expresado, en su primer libro, que todo el valor de las mercancías se basaba en el trabajo involucrado en ellas y que en virtud de esta «ley del valor» deberían intercambiarse en proporción a la cantidad de trabajo en ellas invertido; que, además, la rentabilidad o plusvalía ganada por el capitalista era el fruto de la explotación del trabajador; que, sin embargo, el monto de la plusvalía no estaba en proporción al monto total del capital invertido por el capitalista, sino sólo al monto de la parte «variable» —esto es, a aquella parte del capital pagado en sueldos y salarios—, mientras que el «capital constante», el capital empleado en la adquisición de los medios de producción, no aumentaba la plusvalía. En la vida diaria, sin embargo, la rentabilidad del capital está en proporción al capital total invertido; y, principalmente por esto, las mercancías no se intercambian de hecho en proporción a la cantidad de trabajo invertido en ellas. En este punto, por lo tanto, había una contradicción entre teoría y práctica que escasamente admitía una explicación satisfactoria. Pero esta contradicción manifiesta tampoco escapó al análisis de Marx. Con respecto a ella, el autor dice: «Esta ley (esta ley, a saber, establece que la plusvalía está en proporción sólo con la parte variable del capital) contradice claramente toda la experiencia prima facie». Pero al mismo tiempo declara que la contradicción es sólo aparente y su solución requiere juntar muchos cabos sueltos, postergándose para los siguientes volúmenes de su obra. La crítica especializada pensó que podía anticiparse con relativa certeza que Marx nunca cumpliría su compromiso, ya que, como era difícil probarla, la contradicción era insoluble.

Sus argumentos, sin embargo, no produjeron ninguna impresión en el conjunto de sus seguidores. Su simple promesa excedía todas las refutaciones lógicas. La larga demora de Marx para cumplir con su promesa de resolver la paradoja La inquietud fue mayor aún cuando en el segundo volumen de la obra de Marx, que se publicó después de la muerte del maestro, no aparece ningún intento por lograr la anunciada solución (que, de acuerdo al plan completo de toda la obra, se reservaba para el tercer volumen), y tampoco existía el menor indicio sobre el rumbo que Marx tomaría en la búsqueda de una respuesta. Pero el prólogo del editor, Friedrich Engels, no sólo reafirmaba que la solución estaba en el manuscrito dejado por Marx, sino que también incluía un abierto desafío, dirigido principalmente a los seguidores de Rodbertus, para que, en la etapa previa a la aparición del tercer volumen, intentaran con sus propios recursos solucionar el siguiente problema: «cómo puede y debe ser creada una tasa promedio equitativa de rentabilidad sin contraponerse a la ley de valor, sino en virtud de ella».

Respuesta insólita a la propuesta de Engels de presolucionar la paradoja de Marx

Considero que uno de los tributos más impactantes que pudo recibir Marx como pensador fue que el desafío no lo recogió únicamente el grupo al que estaba dirigido, sino que muchísimas otras personas provenientes de diferentes círculos. No sólo los seguidores de Rodbertus, sino que hombres de la misma línea de Marx, e incluso economistas no adheridos a ninguno de estos líderes de la escuela socialista, aun los que Marx llamó probablemente «economistas comunes y corrientes», se enfrentaron en el intento de penetrar la posible trama teórica de Marx, cubierta aún por un velo de misterio. Entre 1885 (año en que apareció el segundo volumen de «El Capital» de Marx) y 1894 (publicación del tercer volumen) se desarrolló un concurso ordinario de premios en ensayo sobre «la tasa promedio de rentabilidad y su relación con la ley de valor».

De acuerdo con el punto de vista de Engels —ya fallecido al igual que Marx— planteado en su crítica a estos concursos ensayísticos, nadie logró resolver el problema ni obtener el premio.

La «solución» de Marx publicada finalmente en 1894, con 27 años de retraso

Finalmente, después de una larga demora en la conclusión del sistema de Marx, el tema ha llegado a una etapa en la cual es posible establecer una decisión definitiva. De la simple promesa de una solución, cada uno podía pensar como quisiera. Eran incomensurables los argumentos. Incluso las refutaciones acertadas frente a los intentos de solución hechos por sus opositores, aun cuando estos autores afirmaron haberlas concebido y realizado en el espíritu de la teoría de Marx, no fueron aceptadas por los partidarios de Marx, ya que éstos siempre podían apelar a la precaria conformidad del prometido original. Pero, finalmente, éste ha sido publicado y ha proporcionado, después de 30 años de lucha, un campo de discusión sólido, escrupuloso y bien definido, donde ambos bandos pueden adoptar una posición y luchar por sus ideas, en vez de, por un lado, contentarse con la esperanza de futuras revelaciones y, por el otro, pasarse de una interpretación falsa a otra, a la manera de Proteo.”

 

 

Mises y la inflación, los precios, la emisión de moneda y la teoría cuantitativa

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos a Mises en Acción Humana. Un capítulo que se titula “Intercambio Indirecto” y que, trata gran parte de los temas relacionados con la moneda. Mises, por supuesto, entendía que la inflación es un fenómeno monetario, pero era crítico de muchos aspectos de la llamada “teoría cuantitativa del dinero”. Aquí algunos comentarios:

Mises1

“Si tantos economistas no hubieran tan lastimosamente errado en estas materias atinentes a los problemas monetarios, aferrándose después con obcecación a sus yerros, difícilmente podrían hoy prevalecer todas esas perniciosas prácticas, inspiradas en populares doctrinas monetarias, que han desorganizado la política dineraria en casi todos los países.

Error, en este sentido, de grave trascendencia fue el de suponer constituía el dinero factor de índole neutral. Tal idea indujo a muchos a creer que el «nivel» de los precios sube y baja proporcionalmente al incremento o disminución de la cantidad de dinero en circulación. Olvidábase que jamás puede variación alguna que las existencias dineradas registren afectar a los precios de todos los bienes y servicios al mismo tiempo y en idéntica proporción. No se quería advertir que las mutaciones del poder adquisitivo del dinero forzosamente han de ser función de cambios sufridos por las relaciones entre compradores y vendedores. Con miras a demostrar la procedencia de esa idea según la cual la cantidad de dinero existente y los precios proporcionalmente han de aumentar o disminuir siempre, adoptóse, al abordar la teoría del dinero, una sistemática totalmente distinta a la que la moderna economía emplea para dilucidar todos los demás problemas. En vez de comenzar examinando, como la cataláctica invariablemente hace, las actuaciones individuales, pretendióse estudiar el tema analizando la economía de mercado en su total conjunto. Ello obligaba a manejar conceptos como la cantidad total de dinero existente en la economía; el volumen comercial, es decir, el equivalente monetario de todas las transacciones de mercancías y servicios practicados en la economía-, la velocidad media de circulación de la unidad monetaria; el nivel de precios, en fin.

Tales arbitrios aparentemente hacían aceptable la doctrina del nivel de precios. Ese modo de razonar, sin embargo, meramente supone lucubrar en típico círculo vicioso. La ecuación de intercambio, en efecto, presupone la propia doctrina del nivel de precios que pretende demostrar. No es más que una expresión matemática de aquella —insostenible’— tesis según la cual existe uniforme proporcionalidad entre los precios y las variaciones cuantitativas del dinero.

Al examinar la ecuación de intercambio, presupónese que uno de sus elementos —la cantidad total de dinero, el volumen comercial, la velocidad de circulación— varía, sin que nadie se pregunte cuál sea la causa motivadora de tal cambio. Esas mutaciones indudablemente no aparecen, en la economía, por generación espontánea; lo que cambia en verdad es la disposición personal de los individuos que en la correspondiente economía actúan, siendo las múltiples actuaciones de tales personas lo que provoca las aludidas variaciones que la estructura de los precios registra. Los economistas matemáticos escamotean esa efectiva demanda y oferta de dinero desatada por cada una de las personas en la economía intervinientes. Recurren, en cambio, al engañoso concepto de la velocidad de la circulación basado en ideas tomadas de la mecánica.

No interesa, de momento, discutir si los economistas matemáticos tienen o no tienen razón cuando proclaman que los servicios que el dinero presta estriban, exclusivamente, o fundamentalmente al menos, en el rodar del mismo, en su circular. Aun cuando el aserto fuera cierto, no por ello dejaría de resultar ilógico pretender basar en tales servicios la capacidad adquisitiva —el precio— de la unidad monetaria. Los servicios que el agua, el whisky o el café prestan al hombre no determinan los precios que el mercado efectivamente paga por tales mercancías. Dichos servicios nos hacen comprender por qué las gentes, una vez advierten las propiedades de aquellas mercancías, demandan, en específicos casos, cantidades determinadas de las mismas. Es invariablemente la demanda, no el valor objetivo en uso, lo que determina los precios.

El «dilema» de Adam Smith: ¿qué somos egoístas o altruistas? Responde Vernon Smith

Ahora con los alumnos de la UBA Económicas buscamos resolver el llamado “dilema de Adam Smith”, leyendo el artículo de Vernon Smith, “Las dos caras de Adam Smith”.

Primero define el derecho de propiedad:

“El derecho de propiedad es una garantía que permite que ciertos actos sean realizados por personas dentro de los marcos definidos por ese derecho. Nosotros automáticamente pensamos en el Estado como el garante contra represalias cuando los titulares del derecho lo ejercen. Pero los derechos de propiedad preceden a los estadosnaciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus precede a la revolución agrícola ocurrida hace solo 10.000 años, un mero pestañeo en la escala de tiempo de la emergencia de los humanos. Tanto el intercambio social como el comercio reconocen implícitamente derechos mutuos para actuar que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”. ¿En qué sentido son estos derechos “naturales”? La respuesta, creo, se encuentra en la universalidad, espontaneidad y valor adaptativo evolucionario de la reciprocidad. La reciprocidad en nuestro actuar, que se observa en la conducta humana (y también prominentemente en la de nuestros parientes cercanos, los chimpancés), es el fundamento de nuestro rasgo distintivo como criaturas de intercambio social, intercambio que hemos extendido para incluir el comercio con personas sin parentesco y también con miembros de otras tribus mucho antes que adoptáramos la agricultura y la ganadería como formas de vida.”

Luego, si somos egoístas o altruistas:

“El enigma implícito en los dos grandes trabajos de Adam Smith es averiguar si pueden coexistir la cooperación y la no-cooperación (competencia clásica) y, en caso afirmativo, cómo y por qué. Hemos visto que incluso en nuestros parientes chimpancés, lo que claramente coexiste es la reciprocidad positiva y negativa. Pero estos comportamientos son complementarios: la reciprocidad positiva necesita a la negativa para impedir que los free riders invadan a las poblaciones de altruistas recíprocos que sí incurren en intercambio social recíproco. Pero esto no es de lo que Adam Smith estaba hablando. Él, hablaba de la yuxtaposición de la reciprocidad positiva con el egoísmo o conducta no cooperativa. ¿Por que coexisten? El comportamiento no cooperativo es la ausencia de reciprocidad positiva, que no es lo mismo que reciprocidad negativa, a la que se recurre como el costo necesario para castigar a quienes rechazan las ofertas de cooperación. La clave para entender esa coexistencia esta en distinguir entre los mercados de intercambio impersonal y el intercambio social personal, y entender que la eficiencia del primero se basa en el comportamiento no cooperativo, mientras que la eficiencia del segundo requiere reciprocidad.”

Joseph Schumpeter, un austriaco que no era de la EA, pero con contribuciones a ella

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, UCEMA, vemos a un autor conocido pero que no se consideraba miembro de esa escuela. Se trata de Joseph Schumpeter. No obstante, sus contribuciones respecto a la función empresarial se ubican fácilmente en el marco de análisis austriaco y no en el neoclásico. No es lo único, también en Capitalismo, Socialismo y Democracia comparte con Mises y Hayek la crítica a la planificación e incluso adelanta algunos de los temas que desarrollarán luego autores del Public Choice. Leemos un texto publicado por el Fraser Institute de Canadá titulado «The Essential Schumpeter», que dice:  

«Durante sus estudios universitarios (en la Universidad de Viena), Schumpeter fue muy influenciado por diversos profesores –incluyendo a Friedrich von Wieser y Eugen von Böhm-Bawerk-, ambos estudiantes con Carl Menger, miembro fundador de la Escuela Austriaca. Ludwig von Mises, uno de los economistas más aclamados en la Escuela Austriaca, era compañero de estudios de Schumpeter en la Universidad de Viena. A diferencia de Mises y muchos contemporáneos en esa universidad, Schumpeter no se consideraba miembro de la Escuela Austriaca de Economía, y se describía como un conservador más que como un ‘austriaco’, en cuanto a la política económica.” 

“Si bien Schumpeter deseaba permanecer en Viena, sus mentores Böhm-Bawerk y von Wieser solo pudieron conseguirle una posición temporaria en la relativamente nueva Universidad de Czernowitz. Mientras estaba allí escribió lo que entonces se consideró un libro que era un descubrimiento sobre el progreso económico, titulado simplemente Teoría del Desarrollo Económico. Por primera vez, Schumpeter introdujo el papel central del emprendedor para explicar el progreso económico. El libro catapultó a Schumpeter a la fama muy rápido.” 

“El renombrado economista de Chicago Jacob Viner alabó el texto de Schumpeter, Historia del Análisis Económico, diciendo…. “por mucho margen es la contribución más constructiva, más original y más erudita y la contribución más brillante sobre la historia de las fases analíticas de nuestra disciplina que jamás se haya hecho. Sin embargo, fue el libro Capitalismo, Socialismo y Democracia, publicado en 1942 el que fuera su trabajo más popular y exitoso. El libro incluye muchos aportes de trabajos previos de Schumpeter pero es el más sucinto, y tal vez el más penetrante, análisis sobre la naturaleza del capitalismo. Schumpeter describe los mecanismos –emprendedores, innovación y reasignación del capital- que impulsan la “incesante” recreación del capitalismo. Es este núcleo dinámico del capitalismo que llevó a Schumpeter s utilizar la frase que mejor captura la singularidad del capitalismo empresarial: “destrucción creativa».  

Gottfried Haberler, un austriaco menos conocido pero con importantes contribuciones

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, en UCEMA, vamos a un austriaco menos conocido, aunque no fuera asi el caso en Estados Unidos, donde fue profesor de Harvard: Gottfried Haberler. Aquí Richard relata brevemente su trayectoria:

Haberler estudió en la Universidad de Viena con tres de las principales
figuras de la escuela de economía austriaca en los años
inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial: Friedrich von
Wieser, Ludwig von Mises y Hans Mayer. En la universidad, sus amigos
más cercanos eran otros tres estudiantes que, como él, iban a ser
reconocidos internacionalmente. Economistas en las próximas
décadas: Hayek, Morgenstern y Fritz Machlup. Después de que
Haberler obtuviera sus títulos en ciencias políticas (1923) y derecho
(1925), Mises ayudó a organizar que recibiera una subvención del
Spelman Fund (más tarde de la Fundación Rockefeller) que le permitió
tener dos años de estudios adicionales en los Estados Unidos y Gran
Bretaña.
Después de regresar a Austria, Haberler se convirtió en un Privatdozent
(profesor no asalariado) en la Universidad de Viena, impartiendo un
seminario conjunto con Hayek y Morgenstern. Mises le consiguió un
puesto remunerado en la biblioteca de la Cámara de Comercio de
Austria, donde Mises trabajaba como analista económico senior.
Haberler fue profesor invitado de economía y estadística en la
Universidad de Harvard en 1931-1932. En 1934, aceptó el
nombramiento de dos años con la Liga de Naciones en Ginebra, Suiza,
que condujo a la publicación de Prosperity and Depression. En el otoño
de 1936, Haberler comenzó una cátedra de economía en la Universidad
de Harvard que duró hasta su jubilación en 1971. También se
desempeñó como consultor económico en la Junta de Gobernadores
del Sistema de la Reserva Federal de 1943 a 1947. Desde 1971 hasta
poco antes su fallecimiento el 6 de mayo de 1995, a la edad de 94 años.

 

Hayek y el significado de la competencia: su importancia aunque no sea perfecta

La economía neoclásica ha centrado su análisis en el modelo de equilibrio general y sobre la competencia de la “estructura de los mercados”, determinando mayores o menores grados de “poder de mercado” en relación a la cantidad de participantes. Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca de UCEMA, vemos el texto de Hayek “El significado de la competencia”. Algunos párrafos:

Hayek

“El argumento en favor de la competencia no se basa en las condiciones hipotéticas que existirían si fuera perfecta. Empero, en los casos en que los hechos objetivos hicieran posible que se aproximara a la perfección, se garantizaría al mismo tiempo la asignación más efectiva de recursos. Y aunque, en consecuencia, siendo éste el caso se eliminarían todos los obstáculos humanos a la competencia, eso no quiere decir que ésta no dé por resultado el uso más efectivo posible de los recursos a través de los medios conocidos en aquellas situaciones donde la naturaleza misma del caso hace que sea imperfecta. Aunque lo único que se asegure mediante la entrada libre en el mercado sea que en un momento dado se produzcan, con la menor cantidad de recursos presentes posible en un determinado momento histórico, todos los bienes y servicios para los que habría una demanda efectiva en caso de estar disponibles — aun cuando el precio que deba pagar el consumidor sea considerablemente mayor, y apenas inferior al costo del próximo bien destinado a satisfacer de la mejor manera su necesidad—, creo que esto es mucho más de lo que podemos esperar de cualquier otro sistema conocido. El punto decisivo radica en la consideración básica de que es muy poco probable (prescindiendo de los obstáculos artificiales que la actividad gubernamental crea o elimina) que durante un período de tiempo determinado un bien o servicio sea ofrecido únicamente a un precio al cual quienes no participan en el mercado pudieran esperar obtener un beneficio superior al normal si entraran en él.

En mi opinión, la enseñanza práctica de todo esto es que no deberíamos preocuparnos tanto porque la competencia sea perfecta en un caso determinado, y ocuparnos mucho más de que haya competencia. Lo que nuestros modelos teóricos de industrias separadas ocultan es que, en la práctica, el abismo que divide a la competencia de la ausencia de competencia es mucho mayor que el que separa a la competencia perfecta de la imperfecta. Con todo, la tendencia actual en las discusiones es ser intolerante ante las imperfecciones y callar ante las restricciones que se oponen a la competencia. Es factible, que aprendamos aún más acerca de la trascendencia real de este proceso si estudiamos los resultados que habitualmente se producen cuando se lo suprime deliberadamente que si nos concentramos en sus deficiencias en la vida real si se lo compara con un ideal que no es pertinente en una situación objetivamente dada. Y digo cuando se suprime (280) deliberadamente la competencia” y no “en ausencia de competencia”, porque sus efectos esenciales operan, aunque con mayor lentitud, siempre y cuando no se la suprima abiertamente con el apoyo o la tolerancia del estado. La experiencia nos enseña que, por lo general, los males que derivan de la restricción de la competencia están en un plano distinto de los que pueden provocar las imperfecciones de ésta. El hecho de que muy probablemente un monopolio artificial tenga costos mucho mayores que los necesarios es más grave que la situación en la cual los precios no correspondan a los costos marginales. Por otra parte, un monopolio que deba su existencia a una eficiencia superior provoca un daño relativamente menor, en la medida en que se asegure que desaparecerá tan pronto como aparezca alguien más eficiente para satisfacer las necesidades de los consumidores.”

Y en un tema que no deja de ser relevante para la Argentina, Hayek comenta la competencia en el mercado que suele ser puesto siempre como ejemplo de “competencia perfecta”, el de granos:

“Cuando comparamos un mercado “imperfecto” como éste con un mercado relativamente “perfecto» como lo es, por ejemplo, el de los granos, nos encontramos en mejor posición para señalar la distinción que ha estado presente en todo este análisis: la diferencia entre los hechos objetivos fundamentales constitutivos de una situación que la acción humana no puede alterar, y la naturaleza de las actividades competitivas en función de las cuales los hombres se adaptan a esa situación. En casos como éste al que hacemos referencia estamos frente a un mercado sumamente organizado de un bien totalmente estandarizado producido por gran número de productores, en el cual la necesidad de que haya actividades competitivas, o el alcance que pueden tener, son limitados en virtud de que, por la naturaleza misma de la situación, las condiciones que esas actividades podrían originar ya están satisfechas desde un principio. En la mayoría de los casos, todos los participantes del mercado cuentan con el mismo grado de información respecto de los mejores métodos para producir un bien, su naturaleza y aplicaciones. El conocimiento acerca de cualquier cambio se difunde con tal rapidez y la adaptación correspondiente se efectúa en (277) forma tan inmediata que habitualmente se atribuye poca importancia a lo que sucede durante esos breves períodos de transición, y el análisis se limita a comparar los dos períodos de cuasi-equilibrio que existen antes y después de ellos. Sin embargo, es precisamente durante ese intervalo breve y subestimado cuando operan y se hacen visibles las fuerzas de la competencia. Y son justamente los hechos que tienen lugar en este intervalo los que debemos estudiar si queremos “explicar” el equilibrio que lo sucede.”

Vernon Smith sobre Adam Smith: juegos, economía experimental y psicología evolutiva

Con los alumnos de Instituciones Derecho y Economia de ESEADE leemos un artículo de otro Smith, Vernon, premio Nobel de Economía 2002 por sus aportes para el desarrollo de la economía experimental. El artículo se llama “Las dos caras de Adam Smith”:

Vernon Smith - copia

“No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del panadero, de quienes debemos esperar nuestra cena, sino de la preocupación de estos por sus propios intereses… Esta división del trabajo no está originada en ninguna sabiduría humana, que anticipa y procura la opulencia a la que da lugar. Lo está en la necesaria, aunque muy lenta y gradual consecuencia, de una cierta propensión que observamos en su naturaleza, que sin buscar esa utilidad generalizada, lo inclina al trueque e intercambio de una cosa por otra”. La riqueza de las naciones, Adam Smith, 1776

“No importa cuán egoísta se suponga al hombre, es evidente que hay ciertos principios en su naturaleza que lo hacen interesarse en la fortuna de los demás, y transforman la felicidad de aquellos en necesaria para él, aunque no obtenga de eso otro placer más que observarla”. La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith, 1759

Para Vernon Smith, como para Coase en un post anterior, no hay contradicción y recurre a la antropología y la sicología evolutiva para concluir:

“Sin embargo, estas dos visiones no son inconsistentes si reconocemos como un rasgo distintivo fundamental de los homínidos su propensión universal al intercambio social. Esta propensión se expresa tanto en el intercambio personal en las transacciones sociales en pequeños grupos, como en el comercio impersonal, por medio de extensos mercados de grandes grupos. De esa manera, podemos decir que Smith tenía solo un axioma de comportamiento: “la propensión al trueque e intercambio de una cosa por otra”, donde los objetos de intercambio los interpretaré de tal manera que incluyan no solo bienes, sino también regalos, asistencia y favores, fundados en la simpatía y preocupación por los demás. Esto es, “en la generosidad, humanidad, amabilidad, compasión, amistad y estima” (Smith, 1759).”

“Como se puede observar en los registros etnográficos y en experimentos de laboratorio, ya sea que se intercambien bienes o favores, en ambos casos se producen ganancias, que son las que los seres humanos buscan incesantemente en todas las transacciones sociales. Así, este axioma de Adam Smith, interpretado de manera que incluya el intercambio de bienes y de favores -cuando éste ocurre en distintos instantes del tiempo-, así como el comercio de bienes -cuando éste es efectuado en un instante preciso del tiempo, ya sea por medio del dinero o por medio del trueque por otros bienes-, es suficiente para caracterizar la mayor parte de los emprendimientos sociales y culturales humanos. Esto explica por qué la naturaleza humana parece inducir a las personas a preocuparse simultáneamente de sí misma y de los demás, y permitiría entender el origen y fundamento último de los derechos de propiedad.”

“El derecho de propiedad es una garantía que permite que ciertos actos sean realizados por personas dentro de los marcos definidos por ese derecho. Nosotros automáticamente pensamos en el Estado como el garante contra represalias cuando los titulares del derecho lo ejercen. Pero los derechos de propiedad preceden a los estados-naciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus precede a la revolución agrícola ocurrida hace solo 10.000 años, un mero pestañeo en la escala de tiempo de la emergencia de los humanos. Tanto el intercambio social como el comercio reconocen implícitamente derechos mutuos para actuar que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”. ¿En qué sentido son estos derechos “naturales”? La respuesta, creo, se encuentra en la universalidad, espontaneidad y valor adaptativo evolucionario de la reciprocidad. La reciprocidad en nuestro actuar, que se observa en la conducta humana (y también prominentemente en la de nuestros parientes cercanos, los chimpancés), es el fundamento de nuestro rasgo distintivo como criaturas de intercambio social, intercambio que hemos extendido para incluir el comercio con personas sin parentesco y también con miembros de otras tribus mucho antes que adoptáramos la agricultura y la ganadería como formas de vida.”