Innovación e iniciativa empresarial en el mercado automotriz, frenada por el lobby…

Hay emprendedores que innovan y traen los cambios que tanto impactan en nuestra sociedad. Hay otros, en cambio, que buscan frenar ese cambio para proteger sus intereses, buscan poner barreras a los innovadores porque éstos trastocan la forma en que los mercados funcionan hasta el momento que ellos entran con ese producto o servicio nuevo. No siempre tienen éxito, y reemplazarán a los anteriores solamente si los consumidores los avalan y prefieren sus productos. Los que se resisten no quieren que sean los consumidores los que decidan eso, sino que buscan que sean los políticos a través de regulaciones y normas que cierran la competencia.

Tesla

 

Probablemente pocos conocemos a Tesla Motors y los autos Tesla, pero es el caso típico de un emprendedor con una innovación que puede ser revolucionaria y se enfrenta con quienes quieren cerrarle las puertas. Aquí va la primer parte de esta historia como aparece en un artículo de Daniel A. Crane, Decano Adjunto y Profesor de Derecho en la Universidad de Michigan. El artículo, publicado en la revista Regulation, del Cato Institute, se titula: “Tesla and the Car Dealers’ Lobby”: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/7/regulation-v37n2-3.pdf

“Tesla Motors, la creación del emprendedor Elon Musk (quien nos diera Pay Pal y SpaceX), es el desarrollo automotriz más apasionante en muchas décadas y una historia típica del dinamismo y la innovación tecnológica norteamericana. Los autos eléctricos de lujo de la compañía han causado sensación en la industria automotriz, incluyendo una evaluación por Consumer Reports diciendo que el Modelo S de Tesla es el mejor auto que alguna vez hayan testeado.

Pese a las loas, Tesla enfrenta enormes desafíos para penetrar el mercado automotriz que ha estado dominado por más de un siglo por los motores de combustión interna. No solamente tiene que construir autos que los consumidores quieran conducir (y hacerlo en forma eficiente en sus costos), pero tiene que construir la infraestructura para cambios y cargas de baterías que hagan que la carga sea tan fácil y confiable como el surtidor de combustible. Y esos son grandes desafíos.

Pero los desafíos de Tesla en términos de investigación y desarrollo, tecnología e infraestructura parecen ser pequeños estos días frente a los desafíos políticos montados por el lobby de los agentes de venta de autos. Tesla ha elegido un modelo de distribución directo al consumidor, uno que evita las tradicionales redes de agentes franquiciados. El fabricante opera sus propios salones de exposición e interactúa directamente con los clientes a través de Internet. No llama la atención, entonces, que este modelo ha ocasionado fuertes quejas entre los agentes de ventas quienes prefieren no quedarse afuera. Los agentes han respondido invocando algunas leyes de varias décadas atrás dirigidas a frenar la distribución directa de los fabricantes de autos, y están buscando nuevas decisiones legales o regulatorias dirigidas a cerrar toda brecha que pueda permitir a Tesla distribuir directamente. Por ahora, los agentes han podido bloquear a Tesla en estados como Texas, Carolina del Sur y Nueva Jersey, y continúan con una campaña estado por estado a medida que la empresa busca expandirse.

Los agentes han tenido éxito hasta ahora principalmente por su peso político en las elecciones locales, donde realizan importantes contribuciones a las campañas. Han intentado justificar las prohibiciones a la distribución directa como una forma de protección al consumidor y de regulación de la seguridad pública. Poco a poco, los consumidores están dándose cuenta que esos argumentos son totalmente infundados. La protección de los consumidores y la seguridad pública no tienen nada que ver con estas restricciones; son proteccionismo para los agentes de venta, puro y simple”.

Y concluye:

La distribución directa de autos se ha vuelto un tema político nacional por la relevancia ambiental y tecnológica de los autos eléctricos y el tremendo atractivo de la marca Tesla. Historias similares surgen cada tanto cuando un conjunto de hechos raros o simpáticos dan forma a una historia, como cuando un grupo de monjes de Luisiana exitosamente demandó por el derecho a fabricar y distribuir ataúdes, contra los intereses de la Junta de Embalsamadores y Directores de Funerales de Luisiana. Lamentablemente, muchas industrias están atrapadas por normas proteccionistas diseñadas para aislar a los que ya están de la competencia. Los fabricantes de autos deben tener el derecho a elegir la forma más eficiente de distribución, y también todos los demás.”

Convenio YPF-Petronas, tribunales en Francia y jurisdicción en Canadá. Competencia inter-jurisdiccional

En el medio del conflicto judicial con los holdouts, La Nación informa que “YPF cerró un acuerdo similar al de Chevron”: http://www.lanacion.com.ar/1722583-ypf-cerro-con-petronas-un-acuerdo-similar-al-de-chevron

El acuerdo, dice el artículo, “activará en 2015 un proyecto de inversión de hasta u$s 550 millones en Vaca Muerta, de los cuales la compañía extranjera pondrá u$s 475 millones”.

Petronas

Muy bien, hasta aquí es la descripción de un acuerdo de inversión en este promisorio yacimiento de shale oil, pero quiero referirme aquí a lo que se comenta en este párrafo:

“El convenio es similar al que YPF cerró con Chevron el año pasado y despertó una fuerte polémica. Estipula que un eventual conflicto entre las partes se definirá en tribunales de Francia, se rige por legislación internacional (del estado de Alberta, Canadá) y no se difundirá públicamente.”

La polémica a la que hace referencia se refiere a su no difusión, amparada en el hecho de que todavía se trata de una empresa “privada”, aunque gestionada por el estado, y que estas empresas no tienen ninguna obligación de hacer públicos sus contratos.

Pero lo que resulta interesante comentar más detenidamente es el resto del párrafo, que los conflictos se definirán en tribunales de Francia y que el contrato se rige por legislación del estado de Alberta, Canadá. Claro, no podía ser New York. Esto muestra un fenómeno importante: la globalización de la justicia, o, mejor dicho, la competencia entre jurisdicciones.

La ciencia política define al estado como aquella entidad que ejerce el monopolio de la coerción dentro de un determinado territorio. Como parte de ese poder administra unas fuerzas armadas, policías y la justicia. Pero he aquí que la llamada “globalización” pone en cuestión al menos parte de ese monopolio. Las partes de todo tipo de contrato internacional pueden elegir la jurisdicción en la cual se van a dirimir sus conflictos. Esto pone en competencia a los distintos sistemas jurídicos, donde aquellos que ofrecen “seguridad jurídica” terminan “atrayendo consumidores” y quienes no los pierden.

Es el caso de este contrato. Al margen de toda retórica nacionalista, lo cierto es que YPF no hubiera podido conseguir inversores, ni Chevron ni Petronas, si hubiera exigido jurisdicción nacional. Esto quiere decir que la jurisdicción nacional no es confiable, que pierde en esa competencia global entre jurisdicciones.

Ante esta circunstancia nos quedan las siguientes opciones:

  1. Dar prioridad a la soberanía, reclamar la jurisdicción local y quedarnos sin las inversiones extranjeras. Esta posición puede adular el sentimiento nacionalista de muchos pero nos deja sin explotar el recurso ya que no existe ahorro interno suficiente como para financiar semejante inversión.
  2. Aceptar una jurisdicción que sea confiable para el inversor, como en este caso los tribunales de Francia. Se obtiene la inversión pero si hay algún problema se tendrá que resolver en otros tribunales.
  3. Lograr que el sistema jurídico sea confiable. Es decir, “competir” exitosamente con las otras jurisdicciones. Esto requeriría parlamentos que no modifican los contratos con sus legislaciones o violan derechos de propiedad y luego jueces que hacen cumplir los contratos y no avalan su violación.

Lamentablemente, toda la discusión actual se centra, básicamente, en las opciones 1 y 2, pero en verdad la mejor es la 3, ya que eso no solamente protegería a inversores extranjeros sino también a todos los ciudadanos locales, que podrían también confiar en su sistema judicial.

En definitiva, el caso YPF-Petronas nos muestra que el sistema jurídico está sujeto a la competencia. Tal vez la mejor forma de honrar el espíritu nacional sería contar con un sistema jurídico que los extranjeros elijan para sus contratos. Imaginemos que un contrato entre una empresa china y otra en Uganda dijera que cualquier disputa se resolverá en los tribunales argentinos. Parece totalmente imposible, pero no lo es. Después de todo, Alberta, Canadá no es muy diferente de, digamos, Chubut. Solo nos diferencia la “seguridad jurídica”.

La «batalla por los alimentos» y a mi me gustan las papas fritas de McDonalds

El lenguaje militar es totalmente inútil para describir lo que ocurre en los mercados, no obstante muchos lo usan y a veces a los periodistas les encanta. Así, Nora Bär publica una nota en La Nación con el título “Alimentos: el campo de batalla del siglo XXI”. http://www.lanacion.com.ar/1712875-alimentos-el-campo-de-batalla-del-siglo-xxi

¿Dónde hay una batalla? ¿Quién está bombardeando a quién? En todo caso habrá competencia, pero eso está lejos de ser una guerra. Es cierto que luego la autora suaviza el título, que seguramente habrá sido puesto para atraer la atención del lector: “Esta metáfora belicista no hace más que reflejar las pasiones que enciende el tema de la alimentación. Pocas esferas de la actividad humana atraviesan todos los planos de nuestro universo cultural -desde la economía hasta la tecnología, la psicología, la medicina y la ecología- y a su vez están atravesadas por controversias tan acaloradas.”

Bien, entonces “batalla” se usa para decir “debate”. Sería más claro decir las cosas como son.

“En esta ensalada de conflictos, se enfrentan vegetarianos contra carnívoros, partidarios de la agricultura orgánica contra defensores de los organismos genéticamente modificados, industrias contra sanitaristas… y todo sazonado por el desafío de producir suficiente cantidad de comida para abastecer las demandas de una población creciente que, se calcula, podría llegar a los 9000 millones de personas en 2050. Una dieta difícil de digerir.”

McDonalds fries

Para todos los que no somos “constructivistas sociales”, es decir que no queremos imponer a nadie el tipo de sociedad en el que nos gustaría vivir, la solución es muy simple, que cada uno elija el tipo de comida que quiere comer.

Por ejemplo, dice el artículo: “La nutrición está en el centro de nuestras preocupaciones. Los vegetarianos reniegan de la carne, los «naturistas» aconsejan prescindir de los lácteos, los partidarios de la «dieta paleolítica», de las harinas y el azúcar refinado. A tono con los tiempos que corren, la industria de la alimentación cultiva una imagen cada vez más cercana a la farmacia y la alta tecnología, con productos que prometen fortalecer los huesos, reducir los niveles de colesterol o mejorar el tránsito intestinal. Sin embargo, es blanco de los nutricionistas por las estrategias que pone en práctica para seducir el paladar de sus clientes, reducir costos y prolongar la «vida de góndola» de sus productos.”

De nuevo, que los vegetarianos no coman carne, que otros no coman lácteos, o harinas, etc. Eso por el lado del consumo. Pero algo similar ocurre por el lado de la producción. “Laissez-faire» significa que cada uno es libre de producir como estima más conveniente.

Por ejemplo. Dice el artículo: “Una de las voces que más se hacen escuchar a favor de una agronomía sustentable es la de Marie-Monique Robin. En Las cosechas del futuro. Cómo la agroecología puede alimentar al mundo (De la Campana, 2013), Robin, periodista de investigación y documentalista, refuta la tesis de que sólo la agricultura industrial sumada a los pesticidas pueden cultivar grandes volúmenes de alimentos. «El modelo agroindustrial promovido incansablemente desde hace medio siglo no ha conseguido ni de lejos «alimentar al mundo»», escribe.”

Otra vez la solución es simple: Marie-Monique…, si tienes una idea de cómo debería ser la producción es fácil, adelante, ponte a producir de esa forma. Mark Zuckerberg o Steve Jobs también tuvieron alguna idea de que había que producir algo y la llevaron adelante. Si tienes éxito, si los consumidores te prefieren, te harás millonaria. El modelo que criticas ha sacado a más gente del hambre de la que existió en la Tierra en los 2000 años anteriores; pero, vamos, muestra que se puede hacer mejor.

“Además de su investigación en nueve países, Robin se basa en la tesis de Olivier de Schutter, jurista belga y relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, que en 2011 presentó un informe en el que afirma que «Resulta imprescindible un cambio de orientación. Las antiguas recetas no son válidas en la actualidad». Hasta ahora, las políticas de apoyo a la agricultura estaban destinadas a orientarla hacia la agricultura industrial. Hoy es necesario orientarlas hacia la agroecología en la mayor cantidad de lugares posibles». Esta última modalidad consiste básicamente en combinar los árboles y cultivos según un sistema «fundado en la asociación y la biodiversidad».”

Perfecto, que haya un cambio de orientación. Muéstranoslo. Pero no nos obligues. A mí me gustan las papas fritas de McDonalds.

El mercado lleva la tecnología hasta los más pobres del planeta

El proceso de innovación empuja a las empresas a ofrecer sus productos a números cada vez más amplios de consumidores. Como Henry Ford al desarrollar el Ford T, si van a hacer autos quieren que todos tengan uno, hay un impulso a querer llegar hasta el último habitante del planeta. Los más ricos pagan, en buena medida, los costos del desarrollo de nuevas tecnologías. Esto es porque están dispuestos a pagar buenas sumas por productos que luego se masifican y llegan muy baratos a todos los demás.

Hoy un lector de DVD se consigue por 50 dólares (http://popular.ebay.com/misc-c-d/dvd-player.htm) cuando los primeros lectores de video salían 2.000. (Tengo que tomar un precio en Ebay en dólares porque resultaría muy complicado hacer esa comparación en pesos luego de tan sólo unos 20 o 25 años). Los primeros celulares pesaban como un ladrillo y salían lo mismo, hoy los regalan en muchos países junto con algún plan de uso.

Pero no es la tecnología, es la competencia la que lleva a extender el mercado hasta sus últimos límites. Muchos no teníamos teléfono porque había un proveedor de telefonía por cable que era monopólico y, usualmente, estatal. La tecnología celular permitió la existencia de varias empresas y esta competencia hizo que hoy cualquiera tenga un celular. Antes, un habitante de una villa o barrio carenciado (e incluso yo en ese entonces), estaba desconectado y sólo tenía acceso a algún teléfono público cercano (si es que funcionaba). Al competir, las empresas quieren llegar a más y más clientes, esto lleva los teléfonos a todos.

Celulares en Africa

Lo mismo está ocurriendo en el continente más pobre. Un informe de Gallup muestra que África es el segundo mercado de celulares luego de Asia y el de mayor crecimiento: http://www.gallup.com/poll/168797/africa-continues-going-mobile.aspx?utm_source=alert&utm_medium=email&utm_campaign=syndication&utm_content=morelink&utm_term=World

Casi dos tercios de las familias del África subsahariana tienen al menos un celular con una cobertura que va desde 96% en Mauritania y 87% en Botsuana hasta el 40% en Madagascar. Por supuesto que los de mayores ingresos tienen más, el 80% del 20% de arriba tiene celular pero lo notable es que el 55% del 20% más pobre también lo tiene. Estas tecnologías igualan a ricos y pobres. Los ricos tendrán “smartphones”, pero en cuanto a la capacidad de comunicarse la tienen tanto unos como otros.

Y el gran cambio es para las poblaciones rurales. El 63% de estas poblaciones africanas tienen ahora un celular, eran solo el 43% hace seis años.

Y aquí no hubo ningún “plan social”, subsidio o política gubernamental, simplemente la “voracidad” de las telefónicas para llegar hasta el último consumidor del planeta.

Concentración del mercado y competencia

Un alumno comenta sobre el grado de concentración de las empresas y el poder de las multinacionales. Esto trae a referencia el tema de la competencia en los mercados. Se mencionan dos mercados en los cuales no hay más de 10 empresas (exportadoras de cereales y cementeras) en la Argentina, y luego sobre las multinacionales cerealeras:

“En el año 2010, había 80.000 empresas transnacionales en todo el mundo, que controlaban 810.000 compañías filiales. Eso sí, a pesar de que existen miles de transnacionales en el mercado global, apenas unos cientos de ellas controlan a las demás: 737 multinacionales monopolizan el valor accionarial del 80% de total de las grandes compañías del mundo, y solo 147 controlan el 40% de todas ellas.”

Lamentablemente no se menciona la fuente para poder verificar los datos, pero asumamos que fueran ciertos. ¿Qué nos dicen? El uso de la palabra “monopolizan” es erróneo ya que “monopolio” quiere decir uno solo, y tanto 737 como 147 están lejos de eso. No hay datos para poder afirmar que alguna de esas sea monopólica en algún mercado en particular. Además, el valor accionarial se refiere a empresas que cotizan en bolsa, hay muchas empresas que no lo hacen. En fin, al no haber fuente no podemos verificar eso.

Pero aún si hubiera una alta “concentración”, ¿qué es lo que nos dice respecto a un cierto mercado? Por ejemplo, en el caso de las cementeras argentinas, fueron acusadas de actuar como un “cartel”, es decir, llegar a acuerdos para actuar al unísono, como si fueran en verdad un monopolio.

Los carteles nunca se sostienen por mucho tiempo. Existen fuertes incentivos por parte de los integrantes para traicionar al cartel: mientras los demás cumplen, por ejemplo, una cuota de producción acordada para restringir la producción, cada uno tiene el incentivo a no cumplirla y aprovechar ese mayor precio con un mayor volumen de producción. Con el tiempo, se caen.

Tomemos un caso por todos conocido con un número menor a diez, el de los buscadores en Internet. Son pocos, pueden cartelizarse, ¿acaso nos están perjudicando?

Concentración mercado

En verdad, los usamos gratuitamente, nos dan un servicio que consultamos todos los días. ¿Cómo podríamos decir que hay abuso?

Lo cierto es que no importa que en un mercado haya uno, cinco o treinta, lo importante es si tienen la capacidad de imponer “precios de monopolio”. Puede haber pocos pero competir duramente entre sí. Puede haber pocos pero en realidad porque los consumidores decidieron que así fuera, porque son buenos y ellos los eligen. Incluso puede haber uno solo pero no poder cobrar “precios de monopolio” por la amenaza de que ingresen competidores si así lo hace. Entonces, estaríamos en presencia de un solo proveedor, pero actuando “competitivamente”.

El problema, entonces, parece estar en otro lado, no en la cantidad de participantes. Sugiero que hay que mirar la capacidad de ingresar al mercado, y si existen barreras de algún tipo. Y esas barreras son algunas veces por cuestiones técnicas o de escala, y otras regulatorias. Esto puede llevarnos a poner la mira en otro lado: muchas de las barreras de ingreso son resultado de regulaciones (buscadas por los que ya están en el mercado en mucho casos), para que otros no puedan ingresar.

Valores y calidad institucional

Seguimos ahora con el tema de los valores y la calidad de las instituciones. ¿Qué valores predominan en las sociedades de alta calidad institucional? ¿Y cuáles en las de Baja calidad?

Otra fuente de análisis sobre los valores que predominan en la sociedad y la calidad de las instituciones es el World Values Survey[1], que se describe como “una red global de científicos sociales que estudian los valores cambiantes y su impacto en la vida social y política. El WVS, en colaboración con el EVS (European Values Study) llevó a cabo informes nacionales representativos en 97 sociedades que contienen casi el 90 por ciento de la población del planeta. Estos informes muestran continuos cambios en lo que la gente quiere de la vida y en lo que creen. Para monitorear esos cambios EVS/WVS ha realizado cuatro olas de informes, desde 1981 a 2007”.

Tomaremos algunos de los puntos considerados en el informe, aquellos que entendemos tienen una vinculación más directa con el desarrollo de instituciones políticas y de mercado, analizaremos el desempeño de los países que más presentan esas características, los que menos, y la situación de los países latinoamericanos. Por una cuestión de espacio no mostraremos la distribución completa de respuestas para cada país que puede encontrarse en la fuente original. Lo datos fueron tomados en los distintos países en los años 2005 a 2007.

  1. Libertad y control sobre sus vidas

La primera es más bien una pregunta descriptiva respecto al grado de libre elección y el grado de control sobre su propia vida que tiene la gente. “Algunas personas sienten que tienen completa libertad de elección sobre sus vidas, mientras que otras sienten que lo que hacen no tiene un efecto real sobre lo que les sucede. Utilice esta escala, donde 1 significa ‘nada en absoluto’ y 10 significa “mucho” para indicar cuanta libertad de elección y control siente que posee sobre la forma en que su vida se desarrolla”:

Escala Promedio total
Nada en absoluto 3.1 %
2 1.7 %
3 3.8 %
4 4.4 %
5 12.2 %
6 12.3 %
7 15.3 %
8 18.5 %
9 11.0 %
Mucho 17.8 %

 

Los países que se encuentran en las primeras posiciones del ICI presentan estos porcentajes en las posiciones a los extremos “Nada en absoluto” y “Mucho”: Finlandia (0,6 y 9,1), Nueva Zelanda (0,8 y 23,3), Suiza (0,0 y 18,0), Suecia (0,5 y 16,0), Australia (1,3 y 20,8), Canadá (0,7 y 16,9), Noruega (0,3 y 12,1), Reino Unido (1, 3 y 14,1), Holanda (1,1 y 4,5), Estados Unidos (0,8 y 16,8).

Los países latinoamericanos y caribeños presentan estos porcentajes: Chile (1,0 y 22,2), Uruguay (1,8 y 28,0), Perú (1,7 y 21,3), Trinidad y Tobago (2,1 y 35,7), Colombia (2,4 y 33,4), México (2,8 y 42,0), Brasil (1,8 y 31,5), Guatemala (3,3 y 16,2), Argentina (1,7 y 32,5).

Los países con mayor calidad institucional se encuentran alrededor y por debajo del promedio en ambos extremos, pero los países latinoamericanos y caribeños claramente por encima en la segunda. ¿Cómo ha de interpretarse esto? Los indicadores de libertad política y económica los ubican por debajo de los primeros.

Responsabilidad individual o del gobierno

La pregunta es: “¿Cómo ubicaría su visión en esta escala? 1 significa que está por completo de acuerdo con la frase “la gente tiene que tomar más responsabilidades para proveerse a sí mismos”, versus 10 que significa que acuerda por completo que “el gobierno debe tomar más responsabilidad para asegurar que cada uno esté provisto”:

Escala Promedio total
El gobierno debe tener más responsabilidad 20.3 %
2 8.6 %
3 9.1 %
4 9.0 %
5 14.3 %
6 8.3 %
7 8.6 %
8 8.6 %
9 4.9 %
La gente debe tener más responsabilidad 8.2 %

 

En este caso presentaremos los porcentajes para algunos países para las dos posiciones límites. En cuanto a los países con mayor calidad institucional: Finlandia (3,8 y 5,0), Nueva Zelanda (6,5 y 13,1), Suiza (4,7 y 9,9), Suecia (2,6 y 7,8), Australia (10,1 y 10,1), Canadá (6,3 y 7,7), Noruega (6,5 y 2,7), Reino Unido (9,3 y 9,9), Holanda (8,8 y 4,8), Estados Unidos (8,8 y 12,8).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presentan estos porcentajes: Chile (17,2 y 9,0), Uruguay (16,7 y 7,8), Perú (14,9 y 19,4), Trinidad y Tobago (25,0 y 20,1), Colombia (30,8 y 14,7), México (27,1 y 19,0), Brasil (27,0 y 8,7), Guatemala (20,1 y 15,7), Argentina (27,2 y 17,2).

Dos conclusiones a primera vista pueden obtenerse en este caso. Los países con mayor calidad institucional presentan una distribución mucho más centrada en las posiciones del medio, en primer lugar, y luego, en general, con un porcentaje algo mayor para los que sostienen que la gente tiene que tener más responsabilidad en relación a los que sostienen que debería el gobierno tenerla.

En el caso latinoamericano y caribeño los porcentajes en los extremos son muy superiores lo que señala una clara falta de consenso sobre el tema y la preferencia por la responsabilidad del gobierno es mayor en casi todos los casos.

La competencia es buena o mala

Las siguientes son respuestas a estas opciones: 10 significa que se está en completo acuerdo con la frase “La competencia es buena, estimula a la gente a trabajar duro y desarrollar nuevas ideas”, versus 1 para “La competencia es dañina. Saca lo peor de la gente”.

Escala Promedio total
La competencia es buena 25.2 %
2 12.4 %
3 13.9 %
4 12.5 %
5 14.9 %
6 6.3 %
7 4.6 %
8 4.0 %
9 2.2 %
La competencia es dañina 3.8 %

 

También en este caso presentaremos los porcentajes para algunos países para las dos posiciones límites. En cuanto a los países con mayor calidad institucional: Finlandia (7,3 y 0,8), Nueva Zelanda (23,2 y 2,6), Suiza (13,0 y 1,6), Suecia (16,6 y 0,8), Australia (18,8 y 2,2), Canadá (15,0 y 1,3), Noruega (13,2 y 0,6), Reino Unido (15,5 y 3,6), Holanda (4,7 y 2,8), Estados Unidos (21,3 y 1,0).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presentan estos porcentajes: Chile (15,3 y 7,6), Uruguay (16,5 y 9,0), Perú (35,9 y 4,7), Trinidad y Tobago (42,3 y 6,5), Colombia (38,8 y 7,9), México (50,5 y 6,8), Brasil (26,5 y 8,4), Guatemala (31,0 y 6,1), Argentina (27,8 y 15,0).

Los países con mayor calidad institucional muestran nuevamente un mayor consenso con extremos mucho menores a favor y, sobre todo, en contra de la competencia. Los países latinoamericanos y caribeños muestran extremos más altos favoreciendo en todos los casos la competencia.

Concentración en los mercados y el libro en París

En distintas clases, alumnos han planteado una preocupación por el “poder” de las grandes empresas, en particular, para manipular la economía según sus conveniencias. Esta idea, contradice una vieja tradición en economía que la competencia en el mercado fuerza a los productores a ofrecer a los consumidores lo que éstos necesitan y prefieren, motivándolos a innovar en forma permanente. En una versión más amplia, es una teoría de origen marxista que plantea que el capitalismo tiende a la concentración inevitablemente, terminando en grandes corporaciones que manejan al mundo.

Como primer comentario sobre esta preocupación quisiera presentar un dato: desde el año 1957 hasta el 2011, el 87% de las empresas que figuraban en el Fortune 500 (es decir las 500 más grandes), no existen más!!!

Nombres que nos son comunes hoy como grandes empresas (Facebook, Google, Twitter, Amazon, Ebay, etc.), no existían hace 20 años, algunas hace 10 años!

La teoría de la continua concentración está equivocada.

Ahora quiero plantear algunas cuestiones respecto a porqué en base a este artículo de La Nación que comenta sobre el mercado editorial en Francia con motivo de la Exposición del libro en París: http://www.lanacion.com.ar/1674846-el-mercado-editorial-frances-se-concentra

El título parece plantear una preocupación y afirmar esa tendencia: el mercado se concentra. Es más, la directora de una editorial “independiente” (¿de quién?), dice que son una de las últimas. A todos nos causa simpatía un pequeño que se ve amenazado por los grandes, pero cuando veamos Public Choice tenemos que entender también que los pequeños pueden quejarse o plantear estos escenarios para obtener subsidios, crédito barato, que efectivamente reciben en Francia.

Cortazar

Otra dato: la famosa editorial Hachette factura 2000 millones de Euros, “una cifra superior al conjunto de los diez siguientes en la lista”. Todo esto parece estar planteando un escenario preocupante, con grandes editoriales que se apoderan el mercado, desplazan a los pequeños y, tarde o temprano, abusarán de los lectores.

Pero el mismo artículo presenta algunos datos que muestran otro panorama. Dice: “El universo francés está compuesto por unos 10.000 editores”. No es un número pequeño, pero tal vez, las grandes ocupan todo. Luego dice: “Las 20 grandes maisons reúnen cerca de 5000 títulos cada una”, pero antes mencionó que el “universo editorial francés” es de 600.000 títulos. Quiere decir que las 20 editoriales más grandes tienen 100.000, o sea tan solo un 16,6% del total. Lejos está esto de ser concentración.

Incluso si hubiera concentración, ¿por qué no debería preocuparnos? La concentración en un mercado puede darse por barreras al ingreso de competidores. Estas barreras pueden ser de dos tipos: regulatorias o tecnológicas.

Las primeras las impone el estado. En tanto exista un mercado desregulado que no ponga trabas regulatorias al ingreso la sola amenaza de ingreso de competidores pondrá a los grandes en guardia y los hará comportarse competitivamente. Y, claramente, habría que remover esas regulaciones que estorban, encarecen o impiden el ingreso de nuevos competidores: ya sea otras grandes editoriales de otros países o pequeños nuevos emprendimientos.

Las barreras tecnológicas (pueden ser necesarias inversiones muy altas para comenzar a operar), suelen ser derribadas por la innovación. Hoy, los libros se pueden imprimir a pedido, cualquiera puede hacerlo. Montar una editorial es sumamente sencillo. Los ebooks son incluso de más fácil acceso. Una prueba es mi propio libro, se vende en Amazon, la librería más grande del mundo. Cualquiera puede acceder a vender un libro de esa forma.

Entre las 10.000 editoriales francesas y estas posibilidades está claro que no nos debería preocupar tal cosa como una “concentración” en grandes empresas.