¿El colmo del gasto público y el beneficio «privado»? Subsidiar a las telenovelas

¿Es acaso una función del estado subsidiar la producción de telenovelas? Esa parece ser la opinión de algunos empresarios del sector, tal como aparece en esta nota titulada “Más pesos que besos, el alto costo de producir una novela en el país”: http://www.lanacion.com.ar/1723028-mas-pesos-que-besos-el-alto-costo-de-producir-una-telenovela-en-el-pais

Allí se cuenta que el costo por capítulo de una tira es de alrededor de 55.000 a 60.000 dólares, un monto similar al de Colombia, pero bastante más bajo que los 150.000 dólares en Brasil o 130.000 en México. Argentina es un gran productor y exportador de “formatos”.

 

Dice el artículo:

“Tal como explicó Alex Lagomarsino, CEO y socio fundador de MediaBiz, empresa que se desempeña como agente dentro del negocio del entretenimiento, la Argentina se encuentra en el cuarto puesto a nivel mundial en exportaciones de formatos. Este ranking se encuentra liderado por Gran Bretaña, y le siguen Estados Unidos y Holanda. Pero la irrupción de nuevos jugadores a nivel internacional cambió bastante el panorama. Ya que a los clásicos competidores de la Argentina, como podían ser, por ejemplo, México y Colombia -que también exportan a Europa, sobre todo del Este, América latina y Estados Unidos- se les sumó un jugador que era impensado: Turquía. Este país, tal como explica Lagomarsino, pasó de ser un mero importador de formatos a ser productor de contenidos y exportador de latas y formatos. De esta manera, logró penetrar en Europa del Este. Y, si a esto se le suma la crisis europea, países como España e Italia, que redujeron el volumen de importación de latas y formatos argentinos, el panorama se volvió un poco más complejo que años atrás.”

Pero resulta ahora que ingresan en el mercado local producciones más baratas de otros países:

“A este fenómeno hay que sumarle un ingrediente más: las latas que importan los canales argentinos. Tal como afirma Agustín Sacanell, presidente de la productora Kapow, «es una competencia complicada, porque es un capítulo que cuesta muy poco comparado con lo que te sale producir acá». Y es que mientras que producir un capítulo ronda los US$ 60.000, el valor del capítulo de una lata puede costar entre US$ 50 y US$ 10.000. El monto, como explicó Lagomarsino, tiene que ver con dos factores: qué tan exitosa fue la tira en su país y qué tan grande es la población del país que la importa. Mientras mayor sea, más deberá pagar. Aun si se paga el valor más elevado, representa un sexto del costo de producir una tira.”

¿Cuál es entonces la respuesta ante esta circunstancia?

“Es por ello que Alejandro Borensztein, presidente de Capit (Cámara Argentina de Productoras Independientes de Televisión), considera que «habría que pensar en algún tipo de canon que equilibre con lo que se produce acá».”

Es decir, el viejo truco de la protección arancelaria.

Sin embargo, el mismo Borensztein detecta correctamente la causa de los problemas:

“Y a la coyuntura internacional se le debe sumar la nacional, que tampoco es del todo alentadora para el sector. Borensztein definió a la generación de contenidos como un «negocio difícil y en proceso de complicarse». Y mencionó algunos elementos que complicaron la actividad en los últimos años, como la baja inversión publicitaria, la inflación y un dólar supuestamente retrasado, que hacen que haya menos artística en los canales de televisión.”

Pero en lugar de exigir y demandar que se resuelvan esos problemas, que se frene la emisión monetaria y la inflación, que se libere el mercado de cambios para recibir un precio por los dólares que haga competitiva la producción local, mejor es pedir protección, pedir privilegios. Otra productora va incluso más allá, quiere subsidios para las novelas:

“Amadeo remarcó que mientras que en la década de los 90 y hasta alrededor de 2005 una productora tenía al aire unas cuatro novelas en simultáneo, esto cayó cerca de un 50%. Y consideró oportuno que así como se destinan fondos públicos para financiar el cine, ficciones cortas o Fútbol para Todos, lo mismo debería ocurrir con las telenovelas. Por su parte, desde Capit trabajan en algún plan de promoción industrial.”

Decía Bastiat: el estado es esa ficción por la cual todos pretendemos vivir de los demás….

Más análisis y preguntas sobre Mises y las crisis económicas

Los alumnos leyeron a Mises, “Las causas de las crisis económicas”. Aquí va otro resumen presentado y nuevas preguntas:

Mises discrepa de la tesis marxista que por el afán de lucro los empresarios producen a ciegas con independencia de si sus actividades satisfacen o no alguna necesidad, lo que genera las crisis, la anarquía económica y una permanente situación de conflicto.

Por el contrario, en la economía de mercado los empresarios responden a la demanda de los consumidores que es la que determina la pauta y la dirección de los mercados, ya que el faro rector de la actividad empresarial es la rentabilidad, con lo cual evitarán dedicar bienes de capital y de emplear trabajo en producciones que no son rentables y se dedicarán a aquellas que sí lo son por la necesidad que tienen los consumidores, lo que se refleja en precios remunerativos. Esa, es la manera más eficaz y barata de satisfacer las necesidades de los consumidores.

Cuando no se dejan operar las leyes del mercado para que sean ellas las que fijen los precios de los bienes y de los servicios, y las remuneraciones del capital y del trabajo, se generan distorsiones que producen situaciones crónicas de desempleo y de inversiones improductivas. Son las medidas de política monetaria y bancaria dirigidas a reducir artificialmente las tasas de interés acompañadas de controles de precios y alza artificial de salarios, los que desencadenan procesos perniciosos que dan origen a las crisis económicas recurrentes.

Temas más nuevos, novedosos o importantes.

2.1 La excesiva imposición de cargas fiscales a las utilidades y al capital mismo, desestimula la formación de capital y puede incluso producir destrucción de capital. Igualmente, se afectan los trabajadores, ya que a menor relación capital/trabajo, menores serán los salarios.

2.2 Aún en etapas de precios descendentes, el hombre de negocios puede operar con ganancias. Su característica más importante es la flexibilidad, el permanente adaptarse a las circunstancias.

2.3 Las políticas basadas en la expansión del crédito y en la inflación crean auges artificiales en los que se invierten capitales con desacierto, se multiplican los desequilibrios y se incrementan los costos de dar una solución.

2.4 Las intervenciones en la economía no logran alcanzar las metas que sus propugnadores señalan y, en cambio, tienen consecuencias indeseables.

2.5 En un mercado no controlado, el desempleo de activos y de personas no puede alcanzar vastas proporciones ni puede durar mucho tiempo.

Preguntas

Nuevamente me inquieta aquellos sectores de la economía donde el consumo causa externalidades negativas, por ejemplo el mercado de la droga, ¿se debe dejar al libre mercado? ¿Y las consecuencias?

Respuesta: Habrá que ver las consecuencias, pero en todo caso hay que hacer un análisis comparativo, no solamente de las consecuencias de liberar las drogas. Es decir, hay que comparar las consecuencias actuales (enormes gastos inefectivos para frenar el comercio de drogas, cárceles llenas, países destruidos por la violencia y la corrupción, etc, etc.) con lo que sucedería en ese caso. De todas formas, no aconsejaría pensar en soluciones globales o incluso nacionales (que en todo el mundo o en un país está prohibido o permitido) sino en muchas soluciones diferentes a nivel local, que se adapten a las preferencias de la gente (algunos querrán vivir en lugares donde la droga es libre, otros donde no lo es).

¿Qué papel juega la publicidad? Es un ente que induce a la demanda de productos a veces sin necesidad ¿esto no afecta el libre desarrollo? ¿Se le puede considerar una institución?

Respuesta: La publicidad básicamente informa y convierte a una marca en algo conocido y familiar, pero no determina nuestras decisiones. Si así fuera, no habría producto o servicio que fracase en el mercado, todo sería cuestión de hacer publicidad e inmediatamente se generaría una demanda.

Con el mercado laboral siempre queda el mal sabor que genera el dolor y la desesperanza humana. Es triste que un padre llegue a su casa sin con qué alimentar a su familia, ¿cómo manejar esto?

Respuesta: Es triste, muy triste, por lo que es tan importante no poner trabas a la generación de empleos. Esto es lo que ocurre con páginas y páginas de regulaciones laborales, cuantas más hay mayor es el porcentaje de empleo informal.

En épocas de cambios tecnológicos relativamente rápidos y generalizados ciertos tipos de capacitación y de destrezas pierden su utilidad. ¿Es en ese caso apropiado intervenir con subsidios entretanto se readapta la mano de obra con nuevas capacitaciones?

Respuesta: Tenemos que preguntarnos si es ese un servicio que el mercado no estaría en condiciones de dar. La respuesta parece ser afirmativa, el mercado ofrece todo tipo de capacitaciones. En una hipotética situación de un mercado totalmente libre, la función de “subsidio” sería cubierta tanto sea por el ahorro (las personas ahorrarían como previsión de eventos de ese tipo) como por los seguros (existirían seguros de desempleo y las compañías muy probablemente facilitarían el tránsito de un tipo de empleo a otro, precisamente para reducir los pagos.

El cambio tecnológico o el comercio internacional abierto pueden tornar en no rentables sectores o actividades económicas que lo eran. ¿Cómo podría facilitarse el proceso de reajuste y reestructuración sectorial en esos casos?

Respuesta: En particular, quitando todo tipo de cargas y regulaciones que dificultan el paso de una actividad a otra. Y pienso particularmente en los impuestos

Estarían bien los mecanismos de intervención para estimular el empleo de ciertos segmentos de la población como jóvenes sin experiencia y personas mayores?

Respuesta: De nuevo, pienso más en la eliminación de barreras que en la implementación de subsidios. Imagínate si fuera posible emplear a jóvenes sin experiencia pero sin los costos de cargas sociales o salarios mínimos, etc. Sus oportunidades para conseguir trabajo serían muy superiores y a medida que fueran adquiriendo experiencia sus ingresos irían mejorando.

¿La mayoría de los subsidios van para la clase media? ¿Y así todo no sirve políticamente?

Siguiendo el teorema del votante medio, Gordon Tullock argumenta que la mayoría de los subsidios tienden a ir a la clase media. En términos simples, esto sería así porque cuando los ricos quieren una medida que los favorezca es más probable que obtengan el apoyo de la clase media que de los más pobres. Y, al revés, cuando son los más pobres los que buscan obtener algo de la política, será más fácil obtener el apoyo de los sectores medios que de los más ricos.

Tullock

Si esto es así, buena parte de los subsidios irían a parar a la clase media, no a los pobres. No hay que descartar la capacidad de lobby de los sectores más ricos, pero tal vez algunas noticias de estos días puedan corroborar esas ideas.

Comenta el economista Dante Sica en La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1705325-ni-crisis-de-aca-a-2015-ni-soluciones-magicas-en-2016

“La situación energética hace tiempo que dejó de ser un tema exclusivamente sectorial para convertirse en la principal fuente de desbalances de la economía, con efectos negativos tanto en las cuentas fiscales como en las externas. Basta con mencionar que el gasto en subsidios a la energía representa nada menos que 3,5% del PBI: explica casi 80% del rojo fiscal y supera en más de siete veces lo destinado a la Asignación Universal por Hijo.”

El subsidio a la energía va a ricos y clase media, no tanto a los pobres que, o no tienen, o están colgados de los cables como en las villas y no la pagan.

Hoy, también en La Nación, se comenta que se aumentó el presupuesto en 7.000 millones de pesos, en su gran mayoría destinados al sector energético: http://www.lanacion.com.ar/1706365-aumentan-subsidios-en-7000-millones

Sin embargo, esta política de subsidiar el consumo energético de la clase media puede no ser políticamente rentable, como parecen demostrar las últimas elecciones y las encuestas. Es que por más que la factura de la electricidad diga que hay un subsidio, el consumidor siente lo que efectivamente paga, y no tanto aquello que supuestamente debería pagar si no hubiera subsidio. En ese sentido, todo lo poco que esta información pueda agregar a la propensión favorable del votante se pierde con esta otra noticia vinculada también con la energía: http://www.lanacion.com.ar/1706364-subieron-4-los-combustibles-y-acumulan-un-aumento-cercano-al-30-en-el-ano

Subieron un 4% los combustibles y acumulan un aumento cercano al 30% en el año, dice el título. Y esto lo siente claramente la clase media cada vez que llena el tanque, no los pobres que no tienen auto.

En definitiva, la política de subsidios no parece ser políticamente exitosa, y bien puede ser una trampa de la cual no es posible salir sin un elevado costo: quitar los subsidios sí sería visible y doloroso para la clase media.

En el capítulo sobre los incentivos de los políticos del libro, se analiza que éstos persiguen sus propios intereses, pero que lo hacen a través del prisma de una cierta visión del mundo, de una cierta “ideología” para llamarlo de alguna forma. Y esto los lleva a veces a implementar políticas que incluso van contra sus propios intereses cuando se las mira desde otro lado.

Subsidios

Otros dos interesantes informes Policy Analysis del Cato Institute, se refieren a los problemas que generan los subsidios.

En el primero, Michael Tanner (SNAP Failure: The Food Stamp Program Needs Reform: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform) comenta sobre este programa, mejor conocido como «Food Stamps». Tiene tantas características de programas que todos conocemos:

1. Fue iniciado como un programa temporario (no hay nada más permanente que un programa temporario de un gobierno), desde 1939 a 1943. Luego volvió para quedarse en 1964.

2. El objetivo inicial era más bien ayudar a los agricultores, permitía a los ciudadanos de bajos ingresos comprar lo que el Departamento de Estado de Agricultura consideraba «excedentes». Cuando los excedentes se acabaron, el programa terminó.

3. Fue cerrado porque nunca tuvo autorización del Congreso y hubo casos muy publicitados de fraude y corrupción.

4. Volvió en 1964 por medio de una ley que recibió apoyo bipartidario, lo que lo hace imbatible. Por un lado, les gusta a los demócratas como programa social, y a los republicanos porque subsidia a los agricultores.

5. Los dos últimos gobiernos, además, han salido a «venderlo» y a conseguir nuevos clients. Los beneficarios pasaron de 17 millones al comienzo de la administración Bush en 2000 a 48 millones en la actualidad. ¿Hay ese número de malnutridos en los Estados Unidos? Y no se refiere a los que se toman baldes de gaseosas o solo comen fast food.

6. Como otros subsidios, parece generar dependencia: casi 56% de los receptores lo hacen por más de cinco años, lo que sugiere que ya no es una ayuda temporal.

7. Esa dependencia parece extenderse a otros programas sociales. Menos de un 20% de los receptores tiene a  este programa como su ingreso, más del 30% tiene algún tipo de ingreso y el 60% tiene como ingreso otros programas sociales.

8. El gobierno federal tiene actualmente 126 programas contra la pobreza, 72 de los cuales proveen ayuda en dinero o en bienes por más de $668.000 millones anuales.

9. Desde que comenzó la «Guerra contra la pobreza» en 1965 se han gastado más de $15 billones en programas pero la tasa de pobreza ha permanecido relativamente constante desde entonces. Desde 2006 la tasa ha incluso aumentado pese a un masivo incremento en estos gastos.

 

El otro Policy Analysis a comentar es de Dalibor Rohac, «Solving Egypt’s Subsidy Problem», (http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform). Los subsidios a los alimentos y combustibles en este país son 1/3 del gasto public, o 13% del PIB, pero su reforma es prácticamente imposible. Hubo varios intentos de reducirlos pero todos han fracasado. El autor propone su reemplazo por subsidios en dinero dirigido a los pobres, no estos que reciben todos.

El estado egipcio, además, controla los precios de los productos subsidiados y los mantiene por debajo de los precios de Mercado. Y para evitar el desabastecimiento que sería su resultado lógico, interviene también del lado de la oferta proveyendo insumos subsidiados y baratos a los productores o proveyendo los productos directamente. Por ejemplo, compra harina en el Mercado internacional, que provee luego más barata a los panaderos.

Dice el autor: «Como resultado, los subsidios a los precios llevan a sobreconsumo, distorsionan la oferta, reducen el ingreso de competidores y llevan a Baja calidad y malos servicios. Como el sistema de subsidios distorsiona los precios, también invita al arbitraje, mercados negros y contrabando».