¿La confianza en los medios periodísticos no es mayor en países democráticos que totalitarios? ¿Es la polarización?

Siguiendo con el tema de la confianza en las instituciones, y en particular la Prensa, Gallup ha presentado un informe con resultados que, a primera vista, parecen contradictorios o al menos difíciles de explicar. El informe, a cargo de Zacc Ritter se puede ver en: https://news.gallup.com/opinion/gallup/272999/world-trust-journalists.aspx

Y comienza:

“El grado en que el público confía en los periodistas varía ampliamente en 144 países y territorios incluidos en el estudio Wellcome Global Monitor 2018. A nivel mundial, el El porcentaje que expresa al menos algo de confianza en los periodistas varía desde un mínimo del 12% en Grecia a un máximo del 93% en Uzbekistán. La mediana de la confianza global en los periodistas se sitúa en 59%: el nivel de confianza en los Estados Unidos.

La mediana de confianza en los periodistas es notablemente similar en los países democráticos y no democráticos: aproximadamente el 60%. Sin embargo, las actitudes varían significativamente dentro de estas categorías de sistemas políticos

Entre los países democráticos, según lo designado por el ranking de democracia Polity IV 2017  al menos cuatro de cada cinco encuestados en Finlandia, Myanmar y Noruega confían en los periodistas «a mucho «o» algunos «, mientras que menos de uno de cada cuatro lo hacen en países como Taiwán, Serbia y Grecia., aproximadamente nueve de cada 10 adultos en Uzbekistán, Tanzania y Ruanda dicen que confían en los periodistas, pero aproximadamente uno de cada tres dice lo mismo en Mauritania, Gabón y Yemen.”

Luego llega a esta increíble conclusión:

“La confianza en los periodistas tampoco está asociada con la libertad de los medios, medida por Reporteros sin fronteras. De hecho, la relación entre la confianza en los periodistas y la libertad de los medios es débil y va en la dirección opuesta que se puede esperar, donde una mayor libertad de los medios se asocia con menos confianza.”

La verdad, no sé cómo explicar esto, o si el análisis es correcto. ¿Es porque en muchos países democráticos la opinión pública se ha polarizado, también los medios, y por eso pierden la confianza? Sigue el artículo:

“Si bien la relación entre la polarización política y la confianza en los periodistas es sólida, sigue sin estar claro si una mayor polarización política causa menos confianza en los periodistas. Los periodistas pueden experimentar daños a la reputación por cubrir temas polémicos como árbitros neutrales, pero también es posible que los periodistas sean participantes activos en la arena política Del mismo modo, los medios de comunicación y los periodistas pueden ontribuir a una mayor polarización política generando y amplificando narrativas contenciosas apoyadas por proponentes políticos. “

Confianza en las instituciones: la gente confía más en las empresas y las ONGs que en los Estados y la prensa

Algunos gráficos sobre un tema que creo interesante: la confianza en los medios y otras instituciones. Estas son del Edelman Trust Barometer del año anterior, es decir, 2018, en cuya edición trataron específicamente el tema de la confianza en la prensa:

https://www.edelman.com/sites/g/files/aatuss191/files/2018-10/2018_Edelman_Trust_Barometer_Global_Report_FEB.pdf

Por ejemplo:

Las empresas y las ONGs generan diez puntos más de confianza que el Estado y la prensa…

Esta es la confianza en las instituciones por países. Claro, esto debe estar reflejando la situación en 2017:
Por último, un tema que seguiré tratando en estos posts: el problema de las fake news. ¿Cuánto preocupan a la gente?

 

Para el New York Times el capitalismo arruinó el sistema de salud en China…, pero un video sólo muestra hospitales públicos (?)

Una de las decanas entre las organizaciones libertarias del mundo, la Foundation for Economic Education (FEE) se ha renovado completamente y publica regularmente artículos bien interesantes. En este caso, uno de Sarah Lilly sobre el “capitalismo” en China y un video del New York Times donde se muestran las fallas del sistema “estatal”,… y se lo adjudican a haber cambiado el rumbo hacia el capitalismo.

El artículo completo en: https://fee.org/articles/the-new-york-times-reveals-the-horrors-of-capitalism-by-showing-china-s-state-run-hospitals/

Así comienza:

“El New York Times lanzó un video de 10 minutos el mes pasado titulado «Cómo el capitalismo arruinó el sistema de salud de China». El video intenta culpar al capitalismo por los muchos problemas en el sistema de salud de China.

«Bajo Mao Zedong, el estado comunista proporcionó atención médica gratuita para todos», nos dice el narrador. “Décadas después, China adoptó una forma única de capitalismo que transformó al país de una nación agrícola pobre en una superpotencia económica. La esperanza de vida se disparó. Pero la introducción del capitalismo y la retirada del estado significaron que la atención médica ya no era gratuita «.

Todos los horrores representados en el video de alta calidad ocurrieron en los centros de salud administrados por el gobierno.

Como residente de China y destinataria de una excelente atención médica privada aquí, estaba confundida en cuanto a por qué el Times nos mostraría los horrores de un sistema capitalista sin visitar realmente un centro privado de atención médica.

Todos los horrores representados en el video de alta calidad (las largas colas, el cuero cabelludo y las peleas en el hospital) ocurrieron en los centros de salud administrados por el gobierno. Si el Times hubiera visitado uno de los muchos centros privados de salud de China, habrían encontrado algo muy diferente.

Atención privada versus atención gubernamental

Sé de primera mano lo excepcional que es la atención en instalaciones privadas en China. El año pasado me quitaron el apéndice aquí. Accidentalmente entré en el hospital público directamente enfrente del hospital privado. La sala de emergencias estaba llena de al menos 100 pacientes chinos. Los hospitales privados de China son lo opuesto al caos representado en el video del Times.

Al ver mi rostro blanco europeo, el personal del hospital me dirigió al hospital privado al otro lado de la calle, Shanghai United. Me recibió un personal amable que hablaba inglés con fluidez. El médico de urgencias era estadounidense. Me hicieron una ecografía y una tomografía computarizada en las primeras dos horas. Ocho horas después de eso, me quitaron el apéndice y estaba drogado con morfina.

Los hospitales privados de China son lo opuesto al caos representado en el video del Times. Los tiempos de espera son prácticamente inexistentes. No tienes que sobornar a nadie para que te vean.

La atención excepcional que disfruto aquí junto con los residentes más ricos de China es, lamentablemente, solo un sueño para la mayoría de los chinos de hoy. ¿Por qué? Debido a que es precisamente donde se encuentra el incentivo de ganancias restaurado y la regulación gubernamental ausente, también se encuentra atención médica superlativa.”

Cooperación social en la provisión voluntaria de bienes públicos: es mayor cuando los grupos son homogéneos

La cooperación social se ha vuelto un dilema para la economía neoclásica, ejemplificado en el famoso juego del Dilema del Prisionero. Si las personas persiguen su propio interés, ¿porqué estarían dispuestos a contribuir a la provisión voluntaria de un bien público si pudieran ser free riders? Claro, si todos, o muchos, actúan como free riders el mercado fracasa en proveer ese bien…, y el Estado debe hacerlo.

Sin embargo, los experimentos han mostrado que hay distinto tipo de conductas, y que la mayoría son cooperadores condicionales, es decir, que lo hacen si los demás también. Y son una mayoría. Esto permite sostener la cooperación y la provisión voluntaria de bienes públicos. Pero en un juego finito, hacia el final los cooperadores reducen su aporte ante la presencia de free riders.

Ahora bien, si los grupos se forman homogéneamente, es decir, con miembros de una misma categoría, entonces la cooperación es mayor y se sostiene. Es el resultado de un experimento que se presenta en un paper de Gilles Grandjean, de la Universidad de Bruselas, Mathiew Lefebre, de la Universidad de Estrasbugo y Marco Mantovani de la Universidad de Milan, titulado “Preferences and strategic behavior in public goods games”:

Gilles, Grandjean & Mathieu, Lefebvre & Marco, Mantovani, 2018. «Preferences and strategic behavior in public goods games,» Working Papers 395, University of Milano-Bicocca, Department of Economics, revised 19 Dec 2018.

 

“Analizamos el comportamiento experimental en un juego de bienes públicos finitamente repetido. Uno de los principales resultados de la literatura es que las contribuciones son inicialmente altas y disminuyen gradualmente con el tiempo. Se han desarrollado dos explicaciones de este patrón: (i) la población está compuesta por free riders, que nunca contribuyen, y cooperadores condicionales, que contribuyen si otros también lo hacen; (ii) los jugadores estratégicos contribuyen a mantener una cooperación futura mutuamente beneficiosa, pero reducen sus contribuciones a medida que se acerca el final del juego. Este documento contribuye a cerrar la brecha entre estas opiniones. Analizamos las preferencias y la capacidad estratégica en un diseño manipulando la composición del grupo para formar grupos homogéneos en ambas dimensiones. Nuestros resultados destacan la interacción entre los dos: los grupos que mantienen altos niveles de cooperación están compuestos por miembros que comparten una inclinación común hacia la cooperación y tienen las habilidades estratégicas para reconocer y cosechar los beneficios de una cooperación duradera.”

 

Personalmente, creo que  la idea es aún más fuerte cuando la formación de los grupos no es exógena, como en este caso en que los forman los experimentadores. En realidad, los grupos se forman casi siempre voluntariamente.

Cumpleaños Nerd: sí, es hoy, y agradezco a todos los que me han saludado. Y para no hacer algo diferente, algo sobre edad y felicidad

Hoy es mi cumpleaños, y por pura casualidad, recibo el correo del National Bureau of Economic Research (NBER) con un paper de David Blanchflower, profesor en Darmouth College, que se titula “Unhappiness and Age” , Working Paper 26642; http://www.nber.org/papers/w26642

. Sí, lo sé, muy nerd esto. Tampoco creo mucho en las investigaciones e intentos de medir la felicidad, pero bueno, llegó esto, no lo leí, pero sí el abstract, que traduzco abajo.

Parece ser que nuestra infelicidad tiene un pico que ya ha pasado hace tiempo. Así que estaría en la curva ascendente. La verdad es que no tuve mi peor momento en los 40s, como allí aparece, creo que todo lo contrario. En fin, eso es lo que dicen. Va el gráfico (no es el mismo del paper, pero similar) ésta es de la «felicidad»:

Y va el resumen:

Examino la relación entre la infelicidad y la edad utilizando datos de seis archivos de datos de bienestar en casi diez millones de encuestados en cuarenta países europeos y los Estados Unidos. Utilizo quince caracterizaciones individuales diferentes de infelicidad, incluida la desesperación; ansiedad; soledad; tristeza; tensión, depresión y nervios malos; fobias y pánico; estar desanimado; tener un sueño inquieto; perder la confianza en uno mismo; no ser capaz de superar las dificultades; sentimiento de baja tensión; sentimiento de fracaso; de excluidos; sentirse tenso; y pensando en ti mismo como una persona sin valor También analizo las respuestas a dos medidas de actitud más generales con respecto a la situación en el país del encuestado, así como en el futuro del mundo. Las respuestas a todas estas preguntas de infelicidad muestran, ceteris paribus, una curva con forma de U invertida en edad, con controles y también sin ellos. La resistencia de las comunidades dejadas atrás por la globalización fue reducida por la Gran Recesión que la hizo especialmente difícil para los vulnerables que sufren crisis de mediana edad con pocos recursos, para soportar el shock.

La infelicidad tiene forma de colina con la edad. Hay una curva de infelicidad.”

Otro del mismo autor:

https://www.nber.org/papers/w26641?utm_campaign=ntwh&utm_medium=email&utm_source=ntwg18

Parece que el pico de la desgracia son los 48 años. En fin, no me pasó, pero sí espero que me toque la curva ascendente.

Así es, el progreso se explica por el cambio cultural, de ideas y valores. Pero, ¿ideas científicas o las que determinan instituciones?

Enrico Spolaore del Departamento de Economía de Tufts University repasa y comenta el libro de Joel Mokyr A Culture of Growth: The Origins of the Modern Economy. El tema es fascinante, por supuesto, lo venimos discutiendo desde la Investigación acerca de la Causa y Origen de la Riqueza de las Naciones.

En buena medida, el análisis a regresado a las fuentes, después de un largo período en que la economía neoclásica se limitó a decir que el crecimiento económico de Occidente se debió a la mayor acumulación de capital. Claro, pero ¿porqué se dio esa acumulación en Inglaterra y Holanda y no en China? Se han planteado distintas respuestas. La de Mokyr es una de ellas, basada en el cambio cultural que se produjo en Europa en relación al conocimiento científico y las posibilidades que éste brinda para la innovación tecnológica.

Es decir, en principio Mokyr se ubica en el lado de la cultura, a diferencia de quienes señalan cuestiones geográficas o la disponibilidad de recursos. Hasta ahí, todo muy bien. Pero se diferencia de autores como Dreidre McCloskey o el último Douglass North, quienes también hacen énfasis en la cultura y los valores, pero como la fuente de las innovaciones institucionales, más que tecnológicas, que permitieron luego el despegue de esos países. Me gusta más ésta explicación, que ha aparecido más de una vez en este blog.

En fin, el paper de Spolaore es: Commanding Nature by Obeying Her: A Review Essay on Joel Mokyr’s A Culture of Growth. Enrico Spolaore; NBER Working Paper No. 26061 July 2019

Y su resumen:

“¿Por qué la sociedad moderna es capaz de innovación acumulativa? En una cultura de crecimiento: los orígenes de la economía moderna, Joel Mokyr argumenta persuasivamente que el progreso tecnológico sostenido es derivado de un cambio en las creencias culturales. El cambio ocurrió gradualmente durante el siglo XVII y siglo XVIII y fue fomentado por una élite intelectual que formó una comunidad transnacional y adoptó nuevas actitudes hacia la creación y difusión del conocimiento, estableciendo el fundamento para el ethos de la ciencia moderna. El libro es una contribución significativa a la literatura del crecimientoque une cultura y economía. Esta revisión considera el análisis histórico de Mokyr en relación con las siguientes preguntas: ¿Qué es la cultura y cómo debemos usarla en economía? Cómo puede la cultura explicar el crecimiento económico moderno? ¿La cultura de crecimiento que causó la modernidad y prosperidad persistirá en el futuro?”

¿Existe un «mercado de ideas» donde compiten unas con otras? ¿Es un mercado donde ganan las mejores?

Justin Callais y Alexander Salter, de Texas Tech University, tratan un tema muy interesante: el papel de las ideas en la evolución de la sociedad, compartido en su interés por autores como Max Weber, Ludwig von Mises, F. A. Hayek, Milton Friedman o John Maynard Keynes.

En un paper titulado “Ideologies, Institutions, and Interests: Why Economic Ideas Don’t Compete on a Level Playing Field” critican la idea de considerar la existencia de un Mercado de las ideas. Debo decir que yo mismo utilizo esa figura en muchas de mis conferencias, y no creo estar de acuerdo con lo que los autores afirman, aunque el paper me parece muy interesante.

Callais, Justin and Salter, Alexander William, Ideologies, Institutions, and Interests: Why Economic Ideas Don’t Compete on a Level Playing Field (March 26, 2019). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3360545 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3360545

Como se ve en el resumen, sostienen que un proceso de competencia en el mercado termina dando como resultado que los mejores productores desplazan a los peores, entonces que esto daría a entender que las buenas ideas reemplazan a las malas. Aquí si resumen:

“El término «mercado de ideas» es completamente engañoso. Esta frase se usa a menudo para sugerir que las malas ideas son «derrotadas» por mejores ideas en el discurso público. En el campo de la economía, por ejemplo, se supone comúnmente que la corriente principal, precisamente porque es la corriente principal, ha derrotado a rivales menos dignos. Pero la extensión de la metáfora competitiva de los mercados a las ideas está llena de peligros. Los mercados presuponen una base institucional que rige el proceso de intercambio. Lo que asegura que la competencia en el mercado sea socialmente beneficiosa es una fuerte tendencia a que los buenos productos y empresas tengan éxito sobre los malos y corruptos. Si bien es cierto que las ideas compiten, los arreglos institucionales que rigen la selección de ideas se ven bastante diferentes a los que subyacen a los mercados. Las ideas son suscritas por individuos; los individuos interactúan con una amplia gama de instituciones superpuestas; –Las instituciones seleccionan resultados en márgenes no relacionados con la verdad. Para demostrar esto, exploramos la relación entre la profesión económica y el estado. Clasificamos esta relación como un orden espontáneo y discutimos las implicaciones resultantes.”

Debo decir que nunca lo interpreté o presenté de esa manera. Siempre sostuve que los cambios se producen a partir de una crisis y que ante ésta se presentan distintas interpretaciones acerca de las causas que ocasionaron la crisis. Una de ellas será aceptada por la mayoría y por lo tanto “gana” en la competencia, determinando el rumbo que se seguirá. Pero eso no quiere decir que la que gane sea la interpretación correcta.

Esto escribí en El Foro y el Bazar:

Tomemos como ejemplo el caso de Argentina y su crisis hiperinflacionaria a finales de los años 80 primero y la profunda crisis económica de los años 2001/2002, que incluyó el default de la deuda externa, una profunda devaluación de su moneda y la peor depresión económica de su historia. En ambos casos existía una fuerte demanda de “visiones”, de interpretaciones sobre lo ocurrido y lo que había fracasado. …En ese entonces, la interpretación de la mayor parte de la sociedad fue que el Estado era un pesado paquidermo, ineficiente y grotesco. En términos de un análisis más técnico, lo que ocurrió fue que el Estado financiaba un profundo déficit fiscal con emisión monetaria y esta había generado una caída de la demanda de moneda debido al descrédito respecto a la capacidad de la autoridad política y monetaria para generar una moneda confiable. En ese momento la opinión pública se trasladó hacia la posición que proponía profundas reformas del Estado. De esta manera se produjeron las privatizaciones de las más importantes empresas públicas (petróleo, electricidad, gas, navieras, etc.), políticas que en ese momento representaban el consenso de la mayoría.

Con la crisis de 2001/2002 se hace necesaria también una explicación y se enfrentan allí dos visiones principales: una sostiene que se trata de una profunda crisis fiscal, causada por el exceso de endeudamiento y gasto público, que terminará en una escalada del “riesgo país”, huida de capitales y corrida bancaria, al interpretarse que, si los bancos estaban llenos de bonos de la deuda pública y no era posible honrarla, no habría forma de que los bancos pudieran devolver los depósitos; teniendo en cuenta, además, que el sistema de convertibilidad impedía al Banco Central actuar como prestamista de última instancia, ya que no podría emitir moneda sin el respaldo de divisas;  sostiene que la crisis se debe al modelo “neoliberal”, a los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, y más técnicamente al fenómeno del retraso cambiario que tornara en poco o nada competitiva a la industria local, llevando al cierre de numerosas fábricas que, con altos costos de producción, no podían hacer frente a la competencia externa en el marco de una economía abierta. La historia reciente nos muestra que la curva se traslada ahora hacia la izquierda: la población adopta mayoritariamente la otra interpretación, que ahora representa el consenso y sus propuestas “políticamente posibles”. (Como antes, el político oportunista se traslada, aunque no necesariamente es siempre el que está en el medio.

Sobre cómo se mantienen los regímenes represivos tal como Cuba o Venezuela: lo que aprendieron de la KGB

Para salir un poco de los temas económicos o de ciencias sociales, un paper que trata el funcionamiento de la red de informantes que creara el que ha sido, tal vez, el Estado represor más importante de la historia. Me refiero a la KGB y la URSS.

Tal vez hayan visto la serie de Netflix “The Americans”, que describe este proceso. Si no lo han hecho, es recomendable. En cuanto a la importancia de este trabajo para los temas actuales, tal vez sirvan para entender mejor cómo se sostiene el régimen cubano, y también lo que debe estar pasando al respecto en Venezuela, ya que estas técnicas han sido aprendidas y copiadas.

El paper es de Mark Harrison, del Departamento de Economía de la Universidad de Warwick y se titula: Contracting for Counterintelligence: the KGB and Soviet Informers of the 1960s and 1970s: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3381522

La referencia completa es: Harrison, Mark, Contracting for Counterintelligence: the KGB and Soviet Informers of the 1960s and 1970s (May 1, 2019). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3381522 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3381522

Esto dice su resumen:

“La red de informantes era parte del capital humano del Estado policial de los comunistas, que tenía la propiedad de disolver el capital social independiente de ciudadanos comunes. ¿Cómo se construyó y cuál fue el papel de los informadores en el proceso? Algunos documentos de los archivos de la policía de seguridad soviética nos permite ver buenas prácticas como las vio la KGB.

Muestran algunas de las rutas por las cuales los informadores llamaron la atención de la KGB, sus variadas motivaciones y sus habilidades sociales y psicológicas, fortalezas y debilidades. El eje del proceso fue un contrato para Servicios de contrainteligencia. El contrato en sí fue en parte escrito, en parte verbal o implícito, y muy incompleto. Antes del contrato, se necesitaba un proceso de debida diligencia para identificar posibles reclutas. Después del contrato, para convertir a un recluta en un informador productivo involucrado un nuevo período de capacitación y monitoreo, que a menudo se extiende a la renegociación y nuevas inversiones de ambas partes en las capacidades del informante y la relación de confianza con el manejador. La confianza y el engaño eran dos lados de la moneda del informante.”

Y en el texto:

“En cuanto al efecto general de este secreto a voces en la sociedad, porque los informadores encubiertos eran conocidos por hacer amigos sin otro propósito que traicionarlos, y nadie sabía quiénes eran los informadores, el resultado era erosionar la confianza en los desconocidos.

La disminución de la confianza en la sociedad no es solo una hipótesis. Lichter Löffler y Siegloch (2018) han investigado los correlatos actuales de variación histórica en la densidad de informadores de la Stasi (policía de seguridad) a través de las fronteras del condado en la República Democrática Alemana. Ellos encuentran que una mayor penetración de la sociedad por los informadores bajo el dominio comunista es vinculado causalmente a niveles más bajos de confianza interpersonal e institucional hoy, así como a los peores resultados económicos que el más amplio estudio (encuestada por Alesina y Giuliano 2015) predice que seguiría del capital social reducido.

La atmósfera de sospecha generalizada evidentemente fue beneficiosa para la seguridad del régimen. Una persona que no simpatizaba con los soviéticos, pero temía compartir esos pensamientos internos con alguien que pudiera resultó ser un informador, también era menos probable que compartiera esos pensamientos con otros que podrían haberse inclinado a unirse a ellos sin autorización acción colectiva contra el régimen. El efecto debe haber sido reducir la probabilidad de serios desafíos para el orden político soviético.

Académicos vietnamitas analizan el desarrollo de la teoría de la empresarialidad destacando las contribuciones «austriacas»

Impresionante. En el otro lado del mundo, en un país que fue comunista durante un par de décadas y que aun pretende serlo, aunque su economía sea más abierta y de mercado que la argentina, sus académicos también parecen tener más claro dónde buscar teorías económicas para entender el fenómeno empresarial que allí ocurre.

Así, por ejemplo, este paper: What have Vietnamese scholars learned from researching entrepreneurship?: A systematic review

Quan-Hoang Vuong; Viet-Phuong La; Manh-Toan Ho; Thu-Trang Vuong; Phuong-Hanh Hoang

Working Paper No. PKA-1902; Centre for Interdisciplinary Social Research; Phenikaa University.

https://works.bepress.com/quan-hoang-vuong/248/

Se preguntan qué aprendieron los académicos vietnamitas sobre la empresarialidad, y parece que han acertado en buscar las fuentes. Revisando las referencias se trata de autores con una prolífica actividad de investigación y publicaciones. En una parte del paper, dicen:

“A pesar de la presencia ubicua en la vida cotidiana, el espíritu empresarial sigue siendo un «Forastero» en la teoría económica dominante. Al principio, Adam Smith descartó el papel de los empresarios en su análisis y la exclusión ha continuado a lo largo de la formulación de las ciencias económicas (Landstrom, 2010). En ciencias económicas mainstream, el uso de las matemáticas y el desarrollo de modelos matemáticos son prácticas comunes. Sin embargo, la notable contribución a la teoría del emprendimiento fue desarrollado por académicos de la escuela de economía austriaca, quienes fueron conocidos por su aversión por el uso de modelos matemáticos (Yeager, 1997). Por lo tanto, los estudios de «emprendimiento» fueron dispersos y solo hasta el siglo XIX surgieron algunos análisis significativos. Carl Menger fue uno de los primeros en estudiar la empresarialidad y definió al emprendedor: los emprendedores son aquellos que crean, calculan y gestionan actividades productivas (Campagnolo y Vivel, 2014). Más tarde, los estudiosos de la economía austriaca como Eugen Bohm von Bawerk, Friedrich von Wieser y Joseph Schumpeter – continuaron desarrollando la empresarialidad desde la perspectiva del individuo y elevaron el concepto para convertirse en una disciplina académica. No obstante, no ha habido muchas obras que colocaran con éxito el espíritu empresarial en el centro de las ciencias económicas (Baumol, 1968; Landstrom, 2010). En la actualidad, la investigación empresarial ha seguido demostrando que las actividades empresariales desempeñan un papel importante en la creación empleos y reducción de la pobreza, por lo que es vital para crear una economía fuerte (Brush et al., 2009; Bruton et al., 2013; Kiss et al., 2012) mientras se explora a sí misma más profundamente como una disciplina académica (McDonald et al., 2015; Suddaby et al., 2015).”

 

Lecciones de la hiperinflación. El análisis de Mises sobre Alemania y Austria en la década de los años 1920

Thorsten Polleit es profesor en la Universidad de Bayreuth, y consultor de inversiones. Escribe un artículo en el Mises Institute sobre la hiperinflación, la demanda de dinero y las crisis, teniendo en cuenta las observaciones que hizo Mises como testigo de la hiper en Alemania y Austria en los años 1920. Interesante sobre todo para la Argentina: https://mises.org/es/library/hiperinflaci%C3%B3n-demanda-de-dinero-y-el-crack-boom

A principios de la década de los veinte, Ludwig von Mises se convirtió en testigo de la hiperinflación en Austria y Alemania, acontecimientos monetarios que causaron daños irreparables y (en el caso alemán) cataclísmicos a la civilización.

El asesoramiento político de Mises fue fundamental para ayudar a detener la hiperinflación en Austria en 1922. En sus Memorias, sin embargo, expresó la opinión de que su instrucción –detener la imprenta– era atendida demasiado tarde:

La moneda de Austria no colapsó, al igual que la de Alemania en 1923. El desmoronamiento del auge no ocurrió. Sin embargo, el país tuvo que soportar las consecuencias destructivas de la continua inflación durante muchos años. Sus sistemas bancarios, crediticios y de seguros habían sufrido heridas que ya no podían sanar, y no se podía detener el consumo de capital.1

Como señaló Mises, la hiperinflación en Alemania no se detuvo antes de la destrucción completa del reichsmark. Para ilustrar la catástrofe monetaria, se puede observar el tipo de cambio del reichsmark frente al dólar estadounidense. Antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, alrededor de 4,2 marcos compraban un dólar estadounidense. Tan pronto como comenzó la guerra, se suspendió la convertibilidad de la marca y se emitieron marcas de papel (papiermark), en gran medida para financiar gastos relacionados con la guerra. En 1918, después del final de la Primera Guerra Mundial, 8,4 marcos compraron 1 dólar estadounidense.2 En diciembre de 1919, el marco se había depreciado a 46,8 por dólar estadounidense, y en diciembre de 1920 a 73,4 por dólar.

En julio de 1922, el dólar estadounidense costaba 670 marcos. Sin embargo, cuando las tropas francesas y belgas ocuparon Renania a principios de 1923, el tipo de cambio del marco se desplomó hasta 49.000 marcos por dólar estadounidense. El 15 de noviembre de 1923, cuando la hiperinflación alcanzó su punto máximo, la reforma monetaria hizo que 1 billón (1.000.000.000.000) de papel equivaliera a 1 marco de referencia, y como 4,2 billones de marcos de referencia cambiados por 1 dólar de EE.UU. en ese momento, 4,2 marcos de referencia equivaldrían a 1 dólar de EE.UU.3

Aumentos en la oferta de dinero

En el siglo XX hubo muchas hiperinflaciones, incluyendo China en 1949-50, Brasil en 1989-90, Argentina a finales de los ochenta y principios de los noventa, Rusia en 1992, Yugoslavia en 1994 y, más recientemente, Zimbabwe en 2006-09. Todas estas hiperinflaciones fueron el resultado directo de un sistema de dinero fiduciario sin trabas bajo control del Estado, un sistema que produce dinero de una manera que no se ajusta al mercado: la oferta monetaria se incrementa de la nada con la simple concesión de préstamos (crédito de circulación) y/o la monetización de activos por parte de los bancos.

La hiperinflación es quizás el lado más oscuro de un régimen de dinero fiduciario del Estado. Entre los principales economistas, la hiperinflación denota típicamente un período de aumentos excepcionalmente fuertes en los precios generales de bienes y servicios, lo que denota un período de erosiones excepcionalmente fuertes en el valor cambiario del dinero. Algunas personas consideran que un aumento de los precios generales del 10 por ciento mensual (lo que implica una tasa anual de aumento de los precios de alrededor del 214 por ciento) es hiperinflación; otras identifican la hiperinflación como un aumento mensual de los precios de al menos el 20 por ciento (lo que implica un aumento anual de los precios de casi el 792 por ciento).

Sin embargo, cualquier definición numérica de este tipo puede ser criticada, ya que se refiere al síntoma y no a la causa fundamental de la pérdida acelerada del poder adquisitivo del dinero. Económicamente hablando, la hiperinflación es la consecuencia inevitable de un aumento cada vez mayor de la cantidad de dinero. Y esto es exactamente lo que enseña la teoría monetaria de la Escuela austriaca de economía: De hecho, la teoría austriaca muestra que la inflación es la consecuencia lógica de un aumento de la oferta monetaria, y que la hiperinflación es el resultado lógico de unas tasas de crecimiento cada vez más altas de la oferta monetaria.

Según la escuela austriaca, el dinero está, como cualquier otro bien, sujeto a la ley irrefutablemente verdadera de la utilidad marginal decreciente. Es esta ley, implícita en el axioma de la acción humana, la que está en el corazón de la praxeología de Mises. En lo que se refiere al dinero, la ley de utilidad marginal decreciente establece que un aumento de la cantidad de dinero en una unidad adicional se clasificará inevitablemente por debajo (es decir, se valorará menos) que cualquier unidad monetaria del mismo tamaño que ya esté en posesión de un individuo. Esto se debe a que el dinero nuevo sólo puede emplearse como medio para eliminar un estado de malestar que se considera menos urgente que el menos urgente que hasta ahora se ha estado eliminando con el dinero en su poder.

La demanda de dinero

La gente tiene dinero porque el dinero tiene poder adquisitivo (que la gente desea, dado el hecho de que la incertidumbre es una categoría innegable de la acción humana), y el poder adquisitivo del dinero está determinado por la oferta y la demanda de dinero.

Si un aumento de la oferta monetaria va acompañado de un aumento igual de la demanda de dinero, los precios generales y el poder adquisitivo del dinero permanecen invariables. Sin embargo, una vez que las personas empiecen a intercambiar sus mayores tenencias de dinero por otros bienes, los precios comenzarán a subir y el poder adquisitivo del dinero disminuirá. Dicho esto, es el aumento de la oferta monetaria en relación con la demanda de dinero lo que pone de manifiesto el efecto obvio de un aumento de la oferta monetaria: el aumento de los precios.

Mises vio que la demanda de dinero juega un papel crucial en la posibilidad de que se desarrolle una hiperinflación. Si se espera que el banco central aumente la oferta de dinero en el futuro, se puede esperar que la gente frene su demanda de dinero en el presente, es decir, que renuncie cada vez más al dinero contra artículos vendibles. Esto, en igualdad de condiciones, haría subir los precios del dinero. Mises señaló que «esto continúa hasta que se alcanza el punto en el que no se esperan más cambios en el poder adquisitivo del dinero».4 El proceso de aumento de los precios se detendría una vez que las personas se hayan ajustado por completo al aumento esperado de la oferta monetaria.

¿Qué sucede, sin embargo, si la gente espera que, en el futuro, la tasa de crecimiento de la oferta monetaria aumente a tasas cada vez más altas? En este caso, la demanda de dinero, tarde o temprano, colapsaría. Tal expectativa llevaría (relativamente rápido) a un punto en el que nadie estaría dispuesto a retener dinero, ya que la gente esperaría que el dinero perdiera todo su poder adquisitivo. La gente empezaría a huir del dinero por completo. Esto es lo que Mises llamó un «crack-up boom»:

Pero si la opinión pública cree que va a continuar la creación de dinero, de tal suerte que seguirán subiendo los precios de todas las mercancías y servicios, nadie deja de adquirir cuanto puede ni de reducir al mínimo su tenencia de numerario. Ello es natural, pues los costes normales que supone la tenencia de numerario se incrementan en tales casos con las pérdidas derivadas del progresivo descenso del poder adquisitivo de la moneda. Frente a las ventajas que supone la tenencia de numerario, sus inconvenientes son tales que a nadie le interesa mantener dinero líquido. En las grandes inflaciones europeas de los años 1920-1930, este fenómeno se denominó refugio en valores reales (Flucht in die Sachwerte) o crack-up boom (Katastrophenhausse). A los economistas matemáticos les resulta difícil comprender qué relaciones causales puede haber entre el aumento de la cantidad de dinero y eso que ellos denominan «velocidad de circulación».5