Artículo en La Nación: quince años de análisis de la calidad institucional; principales conclusiones

Calidad institucional: algunas moralejas para la Argentina – LA NACION

Calidad institucional: algunas moralejas para la Argentina

 

Siguiendo a Demsetz y los derechos de propiedad: no siempre la evolución institucional es positiva

Con los alumnos vemos el interesante artículo de Harold Demsetz, Hacia una teoría económica de los derechos de propiedad. No es que lean esto que ahora presento, pero para tener en cuenta la vigencia del artículo, he aquí un paper inspirado directamente en ese trabajo. Se titula: PROPERTY RIGHTS IN HISTORICAL POLITICAL ECONOMY: WHEN DO WEDGES WITHER?

Los autores son Lee J. Alston, de Indiana University y Bernardo Mueller de la Universidad de Brasilia:  Working Paper 29991 http://www.nber.org/papers/w29991  NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH

No siempre la evolución institucional es positiva, es decir, para mejorarlas. Sus conclusiones:

“En la evolución genética, el diseño inadaptado es superado rápidamente. En la evolución cultural, el diseño subóptimo puede persistir durante períodos prolongados incluso cuando se conocen y están disponibles mejores formas de organizar las cosas. Llamamos a esta dislocación del diseño óptimo una cuña de Demsetz, como una ilustración de la expectativa de que los derechos de propiedad existentes que no inducen el uso de los recursos de mayor valor cambiarán con los precios relativos u otros shocks, por ejemplo, demográficos o tecnológicos. En esta breve revisión de los derechos de propiedad en Economía Política Histórica mostramos que la experiencia con los derechos de propiedad cubre el conjunto completo de resultados. Si bien generalmente hay muchas fuerzas que presionan para que los derechos de propiedad cambien para internalizar las externalidades e inducir el uso más productivo y valioso de los recursos, también hay todo tipo de costos de transacción que impiden esos cambios. Especialmente cuando se trata de derechos de propiedad políticos, las transacciones colectivas e intertemporales que están involucradas en lograr nuevos acuerdos de derechos de propiedad a menudo se ven abrumadas por los costos de transacción, por lo que las cuñas de Demsetz pueden durar indefinidamente. El statu quo, con respecto a los derechos de propiedad política, tiene mano dura.”

Calidad Institucional 2022: pandemia, estados de emergencia y recuperación económica

Este lunes (18hs) se presentarán los resultados del Índice de Calidad Institucional 2022 (www.agrositio.com.ar). Así comienza el informe

En el origen de la pandemia, los gobiernos de la región, y en verdad los de todo el mundo, comenzaron a tomar medidas apresuradas para hacer frente al fenómeno, y no tardaron mucho en declarar “estados de emergencia”, una figura constitucional que, de una u otra forma, está presente en todos los países, pero en referencia a amenazas a la seguridad externa, guerras o desastres naturales, no relacionadas con emergencias a la salud pública. Esas iniciativas fueron recomendadas por organizaciones internacionales como la OMS, pero tuvieron una característica nacional, es decir, cada país tomó sus propias medidas (confinamientos y cuarentenas, control de la distancia social y de los contagios e incluso cierre de fronteras o restricciones a los desplazamientos internos). En todos estos casos, fueron sugeridas y apoyadas por la comunidad científica médica y contaron con el apoyo inicial de la población la que, como sucede con muchas crisis, cuando se enfrenta a una de ellas busca una respuesta en la acción estatal, incluso hasta cuando es ésta la que la haya generado, tal como ocurre con muchas crisis económicas.  

Pero los “estados de emergencia” son fácil presa de la sed de poder y sujeto de potenciales abusos. En muchos casos, los gobiernos han buscado que sean parte de la “nueva normalidad”, sobre todo tras la aparición de nuevas cepas del virus. No todos los países recurrieron al uso de esos poderes: Japón, Bangladesh, el Reino Unido o Alemania no lo han hecho, en un caso por las connotaciones históricas relacionadas con el autoritarismo, en otro por no calificar como una “emergencia” según su ordenamiento constitucional. Pero el autoritarismo puede no necesitar poderes de emergencia. En Dinamarca se modificó la legislación sobre salud pública en doce horas, en el Reino Unido en cuatro días, cuestiones que normalmente hubieran requerido mayor tiempo de discusión y debate.  

Es cierto que pueden darse situaciones que requieran respuestas rápidas y precisas, de hecho, ninguno de los autores que dieron forma al sistema republicano que hoy predomina en muchos de nuestros países negó tal cosa. Macchiavello (The Discourses, Penguin Books, 2003.), Rousseau (The Social Contract, Penguin Books, 1968.); John Locke (Two Treatises of Government (Student Edition), Cambridge University Press, 1988.), Montesquieu (The Spirit of the Laws, Cambridge University Press, 1989.) o Benjamin Constant (Political Writings, Cambridge University Press, 1988.) reconocieron la potencial necesidad de esto, basando su análisis en la figura de la “dictadura” desarrollada en la República romana. En ese entonces la palabra tenía una connotación muy diferente a la actual en la que se le asigna a quienes usurpan el poder. En ese caso, el poder extraordinario les era concedido para hacer frente a una emergencia bélica, pero por un tiempo limitado y bajo el control de los otros órganos de poder y no se extendía a áreas que no estuvieran directamente relacionadas con el suceso que la generara. Terminado el lapso se volvía rápidamente a la normalidad e incluso, en el caso de Inglaterra, el gobernante y todos los funcionarios que hayan actuado haciendo uso de esos poderes quedaban sujetos a demandas judiciales por quienes se hubieran visto afectados por sus medidas (A.V. Dicey: Introduction to the Study of the Law of the Constitution, Liberty Fund, Inc., 1982). 

No obstante, otra visión prevalece o influencia a los ámbitos del poder, una que no centra todo el uso de ese poder extraordinario en la protección de los derechos individuales de las personas, sino en la protección y supervivencia del Estado, lo que se encontraría por encima de aquellos (Carl Schmitt: Political Theology: Four chapters on the concept of Sovereignty, The University of Chicago Press,1985, 2005.) Esto termina justificando todo tipo de concentración del poder y su continuidad en el tiempo, más allá de la peligrosidad de la pandemia.  

Por cierto, contener y limitar al poder es la esencia de lo que llamamos “instituciones”: la división de poderes, la independencia de la justicia, la libertad de prensa, la independencia de otras agencias del Estado como los estados subnacionales, los bancos centrales o los sistemas de pensiones configuran un reparto del poder que busca evitar su concentración y potencial abuso. Por supuesto que esto no es nada fácil y mucho menos en situaciones de emergencia cuando es la misma gente, aquella cuyos derechos pueden terminar siendo violados, la que demanda acciones rápidas y está dispuesta a entregar ese poder, aunque luego se arrepienta o sufra las consecuencias, o decida desobedecerlo. Los poderes extraordinarios tienen que estar siempre restringidos por el “imperio de la ley” (rule of law) y tener fundamento constitucional. Cualquier medida restrictiva que no incluya una fecha de finalización o que pueda ser extendida en forma continua sin aprobación parlamentaria contradice ese propósito. Esto ha de incluir decretos de “necesidad y urgencia” que se dictan para obtener luego una sanción parlamentaria sin debate ni consideración y tiempo después de haber sido dictados.  

Alberdi y la reforma de la legislación vigente: ¿por códigos o por leyes?

Con los alumnos de la UBA Derecho seguimos viendo a Alberdi en Sistema Económico y Rentísitico. Alberdi no era partidario de reformar la legislación colonial por medio de Códigos, si bien comenta que la Constitución lo permite.

Al respecto dice:

«Los códigos son el método para satisfacer todas las necesidades legislativas de un país en un solo día y en un solo acto. Esto solo basta para notar que es un mal método en países que dan principio a una vida tan desconocida y nueva en sus elementos y medios orgánicos, como el suelo, el principio, la combinación y fin de su desarrollo.»

Pero prefiere que se legisle a través de leyes, sobre todo para desregular, para eliminar las existentes:

«Dar leyes reglamentarias de nuestros hechos económicos, es legislar lo desconocido, es reglar hechos que empiezan a existir, y muchos otros que ni a existir han empezado. Nadie conoce el rumbo ni ley en cuyo sentido marchan a desenvolverse los intereses económicos de la América del Sud. Sólo sabemos que las antiguas leyes coloniales y españolas propenden a gobernarlos en sentido contrario; y de ahí la lucha entre las necesidades sociales, entre los instintos y los deseos de la sociedad y la legislación presente. En este estado de cosas, el principal deber de la ley nueva es remover la ley vieja, es decir, el obstáculo, y dejar a los hechos su libre desarrollo, en el sentido de las leyes normales que les son inherentes. De aquí el axioma que pide al Estado: -Dejar hacer, no intervenir.

 

 

 

Douglass North: Instituciones, Ideología y resultados; o al revés, primero ideología y luego instituciones

Con los alumnos de la materia Instituciones, Derecho y Economía de ESEADE vemos a Douglass North  en su artículo La Nueva Economía Institucional y el cambio que se produce en su propia visión, reflejado en el artículo “Instituciones, Ideología y Desempeño Económico”. Esto plantea una cuestión de causalidad, ¿qué determina a qué? o ¿qué va primero? ¿Son las ideas las que determinan las instituciones que predominan en una sociedad? o ¿son las instituciones las que determinan las ideas que predominan? Por supuesto, la relación va en los dos sentidos, por eso es difícil aislar un efecto sin el otro:

“Las ideologías subyacen las estructuras que poseen los individuos para explicar el mundo que los rodea. Las ideologías contienen un elemento normativo esencial; es decir, explican tanto cómo es el mundo y cómo debiera ser. Mientras que los modelos subjetivos suelen ser una combinación de creencias, dogmas, teorías cuerdas y mitos, usualmente contienen también elementos de una estructura organizada que los hacen mecanismos económicos para recibir e interpretar información.

La ideología no juega un papel en la teoría económica neoclásica. Los modelos racionales asumen que los actores poseen modelos correctos para interpretar el mundo que los rodea o para recibir información que los llevará a revisar y corregir sus modelos incorrectos. Quienes no se adapten fracasarán en los mercados competitivos que caracterizan a las sociedades. Uno de los temas importantes es la información que reciben los individuos acerca de sus modelos subjetivos, lo cual los llevará a ponerlos al día. Si la racionalidad instrumental de la teoría económica fuese correcta, anticiparíamos que las teorías falsas serían descartadas, y en cuanto a que la maximización de la riqueza es una característica del comportamiento humano, podríamos decir que el crecimiento sería característico en toda economía. Con un horizonte lo suficientemente lejano, puede ser que esto sea correcto, pero luego de 10,000 años de historia económica humana seguimos lejos de un crecimiento económico universal. El hecho simple es que no poseemos la información para poner al día nuestras teorías subjetivas y llegar a una sola teoría verídica; consecuentemente, no hay un equilibrio que se obtenga como producto. Al contrario, lo que existen son varios equilibrios que nos llevan en varias direcciones, incluida la estagnación y el decrecimiento de las economías. La ideología importa, pero ¿de dónde vienen los modelos subjetivos de los individuos, y cómo se alteran?

Los modelos subjetivos que las personas utilizan para descifrar el ambiente son en parte una consecuencia del crecimiento y de la transmisión del conocimiento científico, y en parte de la herencia cultural de cada sociedad. En la medida en que la primera forma de conocimiento (científico) determine las decisiones, un enfoque racional e instrumental es la mejor manera de analizar el desempeño económico, pero la gente siempre ha acudido a mitos, tabúes, religiones, y otras formas de herencia cultural para explicar su ambiente. La cultura es más que una mezcla de distintas formas de conocimiento; está cargada de valores y estándares de comportamiento que han evolucionado para resolver problemas de intercambio, ya sea éste social, político o económico. En toda sociedad evoluciona una estructura informal para estructurar la interacción humana. Esta estructura es el “inventario de capital” básico que define la cultura de una sociedad; es decir, que la cultura provee un orden conceptual basado en el idioma para codificar e interpretar la información que los sentidos le presentan al cerebro. Como resultado, la cultura no sólo juega un papel en formar las reglas formales sino también está por debajo de los frenos informales que son parte de las instituciones.

Las construcciones ideológicas que los individuos poseen para explicar su ambiente cambian. Estas construcciones son claramente influenciadas por los cambios fundamentales en los precios relativos, lo cual resulta en una inconsistencia persistente entre los resultados percibidos y los resultados predichos por los modelos subjetivos que poseen los individuos. Pero eso no es todo. Las ideas importan; la combinación de cambios generados en precios relativos filtrada a través de las ideas condicionadas culturalmente es la responsable de que los modelos subjetivos evolucionen.”

Las ideas tienen consecuencias: el impacto de Henry Manne y el Law & Economics en la justicia

A veces, la tarea de unos pocos puede cambiar el rumbo de las ideas en una sociedad, para bien o para mal, por supuesto, pero es interesante conocer cómo es que se produce, cuál es el camino que las nuevas ideas siguen. El National Bureau of Economic Research (NBER), publica un paper titulado IDEAS HAVE CONSEQUENCES: THE IMPACT OF LAW AND ECONOMICS ON AMERICAN JUSTICE, por Elliott Ash, Daniel L. Chen y Suresh Naidu:  Working Paper 29788 http://www.nber.org/papers/w29788

En el trabajo se puede ver la importancia de tarea de Henry Manne, quien no fuera uno de los principales contribuyentes a esta nueva área de la economía (Law & Economics), aunque tuvo sus aportes destacados, por supuesto, pero cumplió una tarea de suma importancia. Así la describen los autores:

“Este artículo proporciona un análisis cuantitativo de los efectos del primer movimiento de derecho y economía en el poder judicial de los Estados Unidos. Nos enfocamos en el Instituto de Economía Manne para Jueces Federales, un curso intensivo de economía que capacitó a casi la mitad de los jueces federales entre 1976 y 1999. Utilizando el universo de opiniones publicadas en los Tribunales de Circuito de EE. UU. y 1 millón de sentencias penales de Tribunales de Distrito, estimamos el plazo -juzgar el efecto de la asistencia al programa Manne. La selección de asistentes fue limitada: el programa era popular entre los jueces de todos los orígenes, se suscribía en exceso regularmente y admitía jueces por orden de llegada, y los resultados son sólidos para una variedad de covariables seleccionadas automáticamente que predicen el momento de la asistencia. Encontramos que después de asistir a la capacitación en economía, los jueces participantes usan más lenguaje económico en sus opiniones, emiten decisiones más conservadoras en casos relacionados con la economía, fallan en contra de las agencias reguladoras con más frecuencia, favorecen una aplicación más laxa en casos antimonopolio e imponen sentencias penales más largas. . El movimiento de derecho y economía tuvo consecuencias políticas a través de su influencia en los jueces federales de Estados Unidos.”

Cuando los demagogos y populistas contaminan a todo el sistema institucional

Dan Bernhardt, Stefan Krasa & Mehdi Shadmehr, de las universidades de Illinois, Warwick y North Carolina at Chapel Hill tratan un tema que, para quienes vivimos de esta forma ya por décadas parece ser la reinvención de la pólvora. El paper se titula “Demagogues and the Fragility of Democracy”, publicado por el Quantitative and Analytical Political Economy Research Centre de la Universidad de Warwick: https://econpapers.repec.org/RePEc:wrk:wqapec:05

El punto central es que los líderes políticos demagogos y populistas terminarían “contaminando” a los que en principio no lo son en tanto y en cuanto los votantes son miopes y prefieren las promesas de corto plazo a las instituciones de largo plazo. En sus palabras:

“Nuestro artículo estudia la tensión destacada por Hamilton entre los representantes magnánimos y con visión de futuro que protegen los intereses a largo plazo de los votantes y los demagogos que buscan cargos públicos y satisfacen los deseos a corto plazo de los votantes.1 Caracterizamos los resultados a largo plazo de la democracia en un país poblado por una mayoría miope. Los demagogos y los votantes miopes han sido considerados durante mucho tiempo vicios interrelacionados de los gobiernos republicanos. Por ejemplo, “La [creencia] de Madison sobre la democracia se basaba en [una] sobre el ser humano: el hombre, por naturaleza, prefería seguir su pasión antes que su razón; invariablemente eligió intereses a corto plazo sobre intereses a largo plazo” (Middlekauff (2007), p. 678). De hecho, los investigadores definen a los demagogos por esta característica. Según Guiso et al. (2018), los partidos liderados por demagogos “abogan por políticas a corto plazo mientras ocultan sus costos a largo plazo”.2 Lo que no se comprende bien es cómo los demagogos distorsionan el comportamiento de los partidos con visión de futuro y cómo un país democrático surge confrontación a largo plazo entre demagogos egoístas y partidos socialmente benévolos, pero pragmáticos.”

“Investigamos la susceptibilidad de la democracia a los demagogos, estudiando las tensiones entre los representantes que protegen los intereses a largo plazo de los votantes y los demagogos que satisfacen los deseos a corto plazo de los votantes. Los partidos proponen consumo e inversión. Los votantes basan sus elecciones en el consumo del período actual y en los choques de valencia. Las economías más jóvenes/más pobres y los votantes económicamente desfavorecidos se sienten atraídos por las políticas de demagogia de desinversión, lo que obliga a los representantes con visión de futuro a imitarlos. Esta competencia electoral puede destruir la democracia: si el capital cae por debajo de un nivel crítico, se produce una espiral mortal con la caída de los stocks de capital a partir de entonces. Identificamos cuándo el desarrollo económico mitiga este riesgo y caracterizamos cómo el riesgo de espiral de muerte disminuye a medida que el capital crece.”

Hayek, la mano invisible o el orden espontáneo: cosmos y taxis

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca) en Económicas UBA, vemos los distintos órdenes sociales, taxis y cosmos, como los plantea Hayek:

Hayek

“Denominaremos «orden» a un estado de cosas en el cual una multiplicidad de elementos de diversa especie se relacionan entre sí de tal modo que el conocimiento de una porción espacial o temporal del conjunto nos permite formular acerca del resto unas expectativas adecuadas o que por lo menos gocen de una elevada probabilidad de resultar ciertas 3.Es evidente que. en este sentido, toda sociedad debe gozar de un orden y que muchas veces ese orden existirá sin haber sido deliberadamente creado Como ha dicho un conocido experto en antropología social, ‘«el que en la vida comunitaria existe un cierto orden, coherencia y regularidad es algo obvio; de otra manera, ninguno lograríamos ejercer una actividad normal ni satisfacer nuestras más elementales necesidades» .

Al vivir en sociedad y tener que cubrir la mayor parte de nuestras necesidades mediante diversas formas de mutua cooperación, es evidente que, por lo que respecta al ajeno actuar, el logro de nuestros propósitos dependerá de la coincidencia de nuestras expectativas con la realidad. Es tal coincidencia lo que refleja la existencia del orden social; descubrir cómo surge será el tema que nos ocupará de modo inmediato. La primera y casi inevitable respuesta que nuestros hábitos de pensar antropomórfico sugieren al respecto es que todo orden ha de ser fruto del designio de alguna mente’. Debido a ello, el concepto de orden no resulta muy popular entre los partidarios de la libertad, gozando en cambio de especial predicamento entre las gentes de inclinación autoritaria. El orden» social, según este enfoque, ha de basarse en la relación de mando y obediencia, es decir, en la existencia de una estructura en la que la voluntad del superior, y en última instancia la de una sola autoridad suprema, ha de determinar lo que a cada uno corresponde hacer.”

“Diversos son los términos que cabe utilizar para describir cada una de dichas clases de orden. El orden creado que hemos denominado exógeno u ordenación puede también ser calificado de estructura, orden artificial u organización, término este último especialmente adecuado cuando se trata de un orden social dirigido. Por su parte, el orden autógeno o endógeno queda debidamente especificado mediante la expresión orden espontáneo. El griego clásico tuvo la fortuna de disponer de vocablos diferentes para designar estos dos tipos de orden taxis para el creado (por ejemplo, el orden de batalla, y kosmos para el espontáneo (término que originalmente aludía al adecuado orden de un Estado o de una comunidad).”

“No resulta exagerado afirmar que las ciencias sociales nacen y se nutren del descubrimiento de la existencia de estructuras ordenadas que, aunque sean consecuencia de una actividad plural, no son resultado del designio humana. Esto es algo universalmente admitido hoy en día en diversos campos de la investigación científica. Aunque durante mucho tiempo se haya creído que hasta el lenguaje y la moral tenían que haber sido «inventados» por alguna mente genial, en la actualidad todo el mundo reconoce se trata tan sólo del resultado final de procesos evolutivos cuyos efectos nadie previó ni proyectó. En otras esferas científicas, sin embargo, cunde todavía la suspicacia ante la idea de que en los modelos sociales pueda presentarse un orden que no sea consecuencia de deliberada intervención. En la esfera económica, en particular, la famosa frase de Adam Smith relativa a la «mana invisible» sigue siendo vilipendiada; y, sin embargo, se trata de una expresión mediante la cual, en el lenguaje de su tiempo, dicho autor intentó expresar el hecho de que cada ser humano se ve obligado a contribuís al logro de fines que no entraba en su ánima colmar , Sí numerosos reformadores políticos siguen perorando contra el caos en que se debate la actividad económica, en la que tan sólo desorden perciben, ello se debe en parte a su incapacidad de concebir la existencia de un orden que no es producto de la creación deliberada, y en parte también a que, a su modo de ver, todo orden ha de pretender siempre algún conjunto de concretos fines, característica ésta que necesariamente ha de ser ajena al orden espontáneo.”

Juan Bautista Alberdi sobre las reformas legislativas por Códigos o por leyes que desregulen

Con los alumnos de la UBA Derecho seguimos viendo a Alberdi en Sistema Económico y Rentísitico. Alberdi no era partidario de reformar la legislación colonial por medio de Códigos, si bien comenta que la Constitución lo permite.

Al respecto dice:

«Los códigos son el método para satisfacer todas las necesidades legislativas de un país en un solo día y en un solo acto. Esto solo basta para notar que es un mal método en países que dan principio a una vida tan desconocida y nueva en sus elementos y medios orgánicos, como el suelo, el principio, la combinación y fin de su desarrollo.»

Pero prefiere que se legisle a través de leyes, sobre todo para desregular, para eliminar las existentes:

«Dar leyes reglamentarias de nuestros hechos económicos, es legislar lo desconocido, es reglar hechos que empiezan a existir, y muchos otros que ni a existir han empezado. Nadie conoce el rumbo ni ley en cuyo sentido marchan a desenvolverse los intereses económicos de la América del Sud. Sólo sabemos que las antiguas leyes coloniales y españolas propenden a gobernarlos en sentido contrario; y de ahí la lucha entre las necesidades sociales, entre los instintos y los deseos de la sociedad y la legislación presente. En este estado de cosas, el principal deber de la ley nueva es remover la ley vieja, es decir, el obstáculo, y dejar a los hechos su libre desarrollo, en el sentido de las leyes normales que les son inherentes. De aquí el axioma que pide al Estado: -Dejar hacer, no intervenir.

 

 

 

Douglass North: el papel de las instituciones, el cambio institucional y las ideologías

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I , Económicas UBA, vemos a Douglass North  quien, como otros autores que hemos visto en la materia, enfatiza el papel que cumplen las ideas en la evolución de las sociedades. De su artículo “Instituciones, Ideología y Desempeño Económico”:

“Las ideologías subyacen las estructuras que poseen los individuos para explicar el mundo que los rodea. Las ideologías contienen un elemento normativo esencial; es decir, explican tanto cómo es el mundo y cómo debiera ser. Mientras que los modelos subjetivos suelen ser una combinación de creencias, dogmas, teorías cuerdas y mitos, usualmente contienen también elementos de una estructura organizada que los hacen mecanismos económicos para recibir e interpretar información.

La ideología no juega un papel en la teoría económica neoclásica. Los modelos racionales asumen que los actores poseen modelos correctos para interpretar el mundo que los rodea o para recibir información que los llevará a revisar y corregir sus modelos incorrectos. Quienes no se adapten fracasarán en los mercados competitivos que caracterizan a las sociedades. Uno de los temas importantes es la información que reciben los individuos acerca de sus modelos subjetivos, lo cual los llevará a ponerlos al día. Si la racionalidad instrumental de la teoría económica fuese correcta, anticiparíamos que las teorías falsas serían descartadas, y en cuanto a que la maximización de la riqueza es una característica del comportamiento humano, podríamos decir que el crecimiento sería característico en toda economía. Con un horizonte lo suficientemente lejano, puede ser que esto sea correcto, pero luego de 10,000 años de historia económica humana seguimos lejos de un crecimiento económico universal. El hecho simple es que no poseemos la información para poner al día nuestras teorías subjetivas y llegar a una sola teoría verídica; consecuentemente, no hay un equilibrio que se obtenga como producto. Al contrario, lo que existen son varios equilibrios que nos llevan en varias direcciones, incluida la estagnación y el decrecimiento de las economías. La ideología importa, pero ¿de dónde vienen los modelos subjetivos de los individuos, y cómo se alteran?

Los modelos subjetivos que las personas utilizan para descifrar el ambiente son en parte una consecuencia del crecimiento y de la transmisión del conocimiento científico, y en parte de la herencia cultural de cada sociedad. En la medida en que la primera forma de conocimiento (científico) determine las decisiones, un enfoque racional e instrumental es la mejor manera de analizar el desempeño económico, pero la gente siempre ha acudido a mitos, tabúes, religiones, y otras formas de herencia cultural para explicar su ambiente. La cultura es más que una mezcla de distintas formas de conocimiento; está cargada de valores y estándares de comportamiento que han evolucionado para resolver problemas de intercambio, ya sea éste social, político o económico. En toda sociedad evoluciona una estructura informal para estructurar la interacción humana. Esta estructura es el “inventario de capital” básico que define la cultura de una sociedad; es decir, que la cultura provee un orden conceptual basado en el idioma para codificar e interpretar la información que los sentidos le presentan al cerebro. Como resultado, la cultura no sólo juega un papel en formar las reglas formales sino también está por debajo de los frenos informales que son parte de las instituciones.

Las construcciones ideológicas que los individuos poseen para explicar su ambiente cambian. Estas construcciones son claramente influenciadas por los cambios fundamentales en los precios relativos, lo cual resulta en una inconsistencia persistente entre los resultados percibidos y los resultados predichos por los modelos subjetivos que poseen los individuos. Pero eso no es todo. Las ideas importan; la combinación de cambios generados en precios relativos filtrada a través de las ideas condicionadas culturalmente es la responsable de que los modelos subjetivos evolucionen.”