La marcha de la bronca: Daniel Sznycer y una contribución más: ¿Cómo funciona la ira?

No es un tema del que pueda decir algo, pero quiero destacar el trabajo de un amigo, Daniel Sznycer, investigador en temas de psicología evolutiva y profesor en el Oklahoma Center for Evolutionary Analysis, Department of Psychology, Oklahoma State University, Stillwater, OK, USA. Publica un artículo en la revista Evolution and Human Behavior, Volume 43, Issue 2, March 2022, Pages 122-132, que podríamos titular “¿Cómo funciona la ira?”, How anger works o la bronca tal vez diríamos.

Es en coautoría con Aaron Sellb,  Department of Psychology, Heidelberg University, Tiffin, OH, USA y Department of Criminology, en la misma universidad y Alexandre Dumont, Department of Psychology, University of Montreal, Montreal, QC, Canada

https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2021.11.007

“La ira parece ser una adaptación neurocognitiva diseñada para negociar un mejor tratamiento y se desencadena principalmente por indicaciones de que otro individuo valora insuficientemente al individuo focal. Una vez activada, la ira organiza respuestas cognitivas, fisiológicas y conductuales orientadas a incentivar al individuo objetivo para que le dé más peso al bienestar del individuo focal. Aquí, evaluamos la hipótesis de que la ira funciona haciendo coincidir la intensidad de las diversas salidas que controla con la magnitud de la entrada actual: el grado preciso en que el objetivo parece subestimar al individuo focal. Al hacer coincidir la magnitud de los productos con los insumos, el sistema de la ira equilibra las demandas contrapuestas de eficacia y economía y evita los errores duales de excesiva desconfianza y excesiva beligerancia en la negociación. Para probar esta hipótesis, medimos el grado en que las audiencias devalúan cada uno de los 39 rasgos negativos en los demás, y cómo reaccionarían los individuos, para cada uno de esos 39 rasgos, si alguien los calumniara por poseer esos rasgos. Observamos las correspondencias de magnitud hipotéticas. Las intensidades del sentimiento de ira y de las diversas motivaciones de la ira (decirle al agresor que se detenga, insultar al agresor, atacar físicamente al agresor, dejar de hablar con el agresor y negarle ayuda al agresor) varían en proporción a: (i) uno otro, y (ii) el costo reputacional que impone el calumniador al calumniado (representado por la devaluación de la audiencia). Estos patrones de coincidencia de magnitud se observaron tanto dentro como entre los Estados Unidos y la India. Estos hallazgos cuantitativos se hacen eco de la comprensión popular de la ira de los legos y sugieren que existen regularidades transculturales en la lógica funcional y el contenido de la ira.”

¿La gente es mayormente inteligente, o tonta? Parece que depende si toma decisiones sola o en multitud

Muy buena revisión y comentario del último libro de Daniel Kahneman junto con Olivier Sibony y Cass Sunstein, por Rob Henderson, en Quillette: Noise: A Flaw in Human Judgment—A Review: https://quillette.com/2022/04/05/noise-a-flaw-in-human-judgment-a-review/

No he leído el libro, pero ya lo tengo y lo voy a leer. Mientras tanto, éste es un buen adelanto, que comienza así:

¿Las multitudes son inteligentes o tontas? Es posible que haya escuchado los términos «sabiduría de las multitudes» y «locura de las multitudes». La primera idea es que la opinión colectiva de un grupo de personas suele ser más precisa que la de cualquier persona individual, y que la recopilación de información de muchas personas promedia los errores de cada persona y produce una respuesta más precisa. Por el contrario, la “locura de las multitudes” capta la idea de que, en relación con un solo individuo, es más probable que un gran número de personas se deleite con sus pasiones y se deje llevar por comportamientos impulsivos o destructivos. Entonces, ¿qué concepto refleja con mayor precisión la realidad?

 

Ruido: un defecto en la naturaleza humana de Daniel Kahneman, Olivier Sibony y Cass R. Sunstein proporciona la respuesta. Los autores comparten investigaciones que indican que “la independencia es un requisito previo para la sabiduría de las multitudes”. Es decir, si desea utilizar el crowdsourcing para producir información precisa, debe asegurarse de que las personas emitan sus juicios en privado. Si las personas brindan sus respuestas en un lugar público donde pueden ver las respuestas de todos los demás, entonces la multitud puede transformar la sabiduría en locura.

Ludwig von Mises en Buenos Aires: seis lecciones que serían las mismas que debería darnos hoy

En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos con los alumnos de UCEMA, Escuela Austriaca. Su tercera conferencia se tituló “Intervencionismo” y trata ahora sobre ese supuesto “tercer camino”. Mises comenta:

Mises3

“La idea que existe un tercer sistema – entre el socialismo y el capitalismo – como sus sostenedores dicen, un sistema tan alejado del socialismo como lo está del capitalismo pero que retiene las ventajas y evita las desventajas de cada uno, es puro disparate. La gente que cree en tan mítico sistema puede convertirse en realmente poética cuando  elogian la gloria del intervencionismo. Se puede decir, solamente, que están equivocados.

La interferencia del gobierno, que ellos elogian, provoca condiciones que a ellos mismos les disgustan. Uno de los problemas que trataré más adelante es el proteccionismo. El gobierno trata de aislar el mercado doméstico respecto al mercado mundial. Impone tarifas que elevan el precio doméstico de un producto por sobre el precio en el mercado mundial, haciendo posible a los productores domésticos formar cárteles. Los cárteles entonces son atacados por el gobierno declarando: ‘Bajo estas condiciones, es necesaria una legislación anti – cártel’

Esta es precisamente la situación con la mayoría de los gobiernos europeos. En los EEUU, hay además otras razones para la legislación anti – trust y la campaña del gobierno contra el fantasma del monopolio Es absurdo ver al gobierno – que crea por su propia intervención las condiciones que hacen posible la emergencia de cárteles domésticos – señalar con el dedo a las empresas, diciendo: ‘Hay cárteles, por lo tanto la interferencia del gobierno en los negocios es necesaria’. Sería mucho más simple evitar los cárteles terminando la interferencia del gobierno en el mercado – una interferencia que hace posibles estos cárteles.

La idea de la interferencia del gobierno como una ‘solución’ a los problemas económicos lleva, en cada país, a condiciones que, por lo menos, son bastante insatisfactorias y, a menudo, caóticas. Si el gobierno no se detiene a tiempo, fomentará el socialismo. Sin embargo, la interferencia del gobierno en los negocios es todavía muy popular. Tan pronto como a alguien no le gusta algo que sucede en el mundo, dice: ‘El gobierno debería hacer algo al respecto. ¿Para qué tenemos un gobierno? El gobierno debería hacerlo.’ Y este es un resabio de pensamiento característico de épocas pasadas, de épocas que precedían a la libertad moderna, al moderno gobierno constitucional, antes del gobierno representativo o del republicanismo moderno.

Por siglos existió la doctrina – sostenida y aceptada por todos – que un rey, un rey ungido – era el mensajero de Dios; tenía más sabiduría que sus súbditos; y tenía poderes sobrenaturales. Tan recientemente como a principios del Siglo XIX, la gente que sufría de ciertas enfermedades esperaba ser curada por el toque real, por la mano del rey. Los doctores eran generalmente mejores; sin embargo, hacían que sus pacientes se trataran con el rey.

Esta doctrina de la superioridad del gobierno paternal, de los poderes sobrenaturales y sobrehumanos de los reyes hereditarios, ha desaparecido gradualmente – o por lo menos eso creíamos. Pero apareció nuevamente. Hubo un profesor alemán llamado Werner Sombart (lo conocí muy bien), que era conocido en todo el mundo; era doctor honorario de muchas universidades y miembro honorario de la American Economic Association. Ese profesor escribió un libro que se encuentra disponible en una traducción al inglés, publicada por la Princeton University Press; también existe una traducción al francés, y probablemente exista una versión en español. Y espero que exista porque deseo que verifiquen lo que estoy diciendo. En este libro – publicado en nuestro siglo y no en la Edad Media – Werner Sombart, profesor de Economía, simplemente dice: ‘El Führer, nuestro Führer,’ – desde ya se refiere a Hitler – ‘recibe sus órdenes directamente de Dios, el Führer del Universo’

Antes ya mencioné esta jerarquía de Führers, y en esta jerarquía mencioné a Hitler como el ‘Supremo Führer’… Pero existe, de acuerdo con Werner Sombart, un más alto Führer: Dios, el Führer del Universo. Y Dios, escribió, le da Sus órdenes directamente a Hitler. Desde ya, el Profesor Sombart dijo, bastante modestamente; ‘No sabemos cómo Dios se comunica con el Führer. Pero el hecho no puede negarse’

Ahora, si oyen que dicho libro puede ser publicado en idioma alemán, el idioma de una nación que una vez fue aclamada como ‘la nación de los filósofos y de los poetas’, y ven que puede ser traducido al inglés y al francés, no podrán asombrarse del hecho que un pequeño burócrata se considere a sí mismo mejor y más inteligente que los ciudadanos y desee interferir en todo, aunque sea solamente un pobre minúsculo burócrata, y no el famoso Profesor Werner Sombart, miembro honorario de lo que sea.

¿Existe un remedio contra estas cosas? Yo diría que sí, que hay un remedio. Y este remedio es el poder los ciudadanos; tienen que impedir que se establezca un régimen tan autocrático que se arroga una mayor sabiduría que la del ciudadano común. Esta es la diferencia fundamental entre la libertad y la servidumbre. Las naciones socialistas han usurpado para sí mismas el término democracia. Los rusos llaman a su sistema Democracia Popular, probablemente sostienen que la gente está representada en la persona del dictador.”

Ronald Coase y la solución al problema de las externalidades: la definición del derecho de propiedad

Con los alumnos de ESEADE vemos uno de los artículos más citados aunque no podamos decir que forma parte del «mainstream» de la economía, ya que pocos economistas toman nota o hacen caso de sus conclusiones: «El Problema del Costo Social», de Ronald Coase.

Coase fue Premio Nobel de Economía 1991. Comenzó su carrera académica como Profesor en la London School of Economics en Gran Bretaña y en las Universidades de Buffalo y Virginia en Estados Unidos. Desde 1964 se desempeñó en la Universidad de Chicago, específicamente en la Escuela de Derecho, de la cual fue Profesor Emérito en la cátedra Clifton R. Musser.

1. El problema a examinar

Este trabajo se refiere a las actividades de una empresa que tienen efectos perjudiciales en otras. El ejemplo más común es el del humo de una fábrica que provoca efectos nocivos en los que ocupan las propiedades vecinas. El análisis económico de tal situación se ha realizado usualmente en términos de una divergencia entre el producto privado y social de la fábrica, siguiendo el tratamiento de Pigou en The Economics of Welfare. La conclusión a la que parece haber conducido este tipo de análisis a la mayoría de los economistas es que sería deseable responsabilizar al dueño de la fábrica por el daño causado a los afectados por el humo, o, alternativamente, fijar un impuesto variable al propietario de la fábrica según la cantidad de humo producido, equivalente en términos monetarios al daño que causa, o, finalmente, excluir a las fábricas de los distritos residenciales (y presumiblemente de otras zonas en las que el humo tendría efectos perjudiciales).

Mi opinión es que los cursos de acción sugeridos son inadecuados porque llevan a resultados que no son necesariamente deseables.”

Y Concluye:

Si los factores productivos son considerados como derechos, se hace más fácil comprender que el derecho a hacer algo que tenga un efecto dañino (tal como la creación de humo, ruido, olor, etc.) es también un factor de producción. Así como podemos usar un pedazo de tierra de forma tal que evite que alguien cruce por ella, o estacione su auto, o construya su casa, también podemos usarla de forma tal que le neguemos a ese alguien un panorama, o la quietud, o el aire puro. El costo de ejercitar un derecho (de usar un factor de producción) es siempre la pérdida que sufre la otra parte como consecuencia del ejercicio de ese derecho: la incapacidad para cruzar la tierra, estacionar el auto, construir una casa, disfrutar de un paisaje, tener paz y quietud, o respirar aire puro.

Sería deseable que las únicas acciones desarrolladas fueran aquellas en que lo que se ganase tuviere un mayor valor que lo que se perdiese. Pero al elegir entre ordenamientos sociales, en el contexto en el que las decisiones individuales son tomadas, debemos tener en mente que un cambio del sistema existente que conduzca a un mejoramiento en algunas decisiones puede muy bien conducir a un empeoramiento de otras. Además, debemos considerar los costos involucrados en operar los distintos ordenamientos sociales (ya sea el funcionamiento de un mercado o de un departamento de Gobierno), como también los costos que demandará la adopción de un nuevo sistema. Al diseñar y elegir entre ordenamientos sociales debemos considerar el efecto total. Este es el cambio de enfoque que estoy proponiendo.

Alberdi sobre el gasto público y el gasto privado. El privado que sea libre, el público que no se «desvíe».

Con los alumnos de la  UBA Derecho vemos a Juan Bautista Alberdi en el Sistema Económico y Rentístico, sobre el “consumo”. En verdad, está hablando sobre el gasto. Trata en dos páginas el consumo privado, para luego pasar de lleno a analizar el gasto público. Así comienza:

“PRINCIPIOS GENERALES DE LA CONSTITUCION EN MATERIA DE CONSUMOS

La riqueza, tan penosamente elaborada por el hombre con el sudor de su frente, tiene por objeto y fin satisfacer las necesidades de su ser. Esta aplicación a su destino natural recibe en la economía el nombre de consumo. Según esto, consumir la riqueza, es ejercer el derecho más precioso que tenga el hombre a su respecto, porque no es más que alimentar y desenvolver su existencia física y moral. La Constitución Argentina no podía dejar sin garantías especiales este derecho esencial del hombre en sociedad.

Pero esas garantías residen en los mismos principios que la Constitución asegura en favor de la producción y distribución de la riqueza. Esos principios son siempre la libertad, igualdad, propiedad y seguridad, que hemos visto al frente de las funciones económicas de la producción y distribución. En la Constitución argentina, como en el orden natural de los hechos económicos de que esa Constitución es expresión fiel, esas garantías acompañan a la riqueza desde que se produce hasta que desaparece en servicio de las necesidades del hombre. -Libertad en los consumos, como en la pro-ducción y distribución de las riquezas: he aquí el sistema de la Constitución argentina, que no es más que la sanción de las leyes naturales que rigen el fenómeno de los consumos.

En efecto, en el consumo, lo mismo que en su producción y distribución, la riqueza tiene leyes de conservación y desarrollo que le son propias, y que el hombre conoce y observa por el instinto de su conservación misma. – Ese instinto le enseña a consumir sin empobrecer, lo cual constituye la economía, que no es sino el juicio en los gastos. De modo que el arte de gastar forma parte del arte de enriquecer, y parte tan esencial, que ha dado su nombre a toda la ciencia de la riqueza, que se deja llamar economía. – Así también la política económica, es decir, la política de los gastos y consumos, el sistema de rentas, viene a ser tan importante ramo de la ciencia de la riqueza, que el vulgo tiene disculpa, aunque no razón, para confundirla con el plan de hacienda o riqueza fiscal.

Si el hombre sabe gastar por el mismo instinto de conservación que le enseña a producir y enriquecer, ¿qué apoyo exige de la ley a este respecto? – En el gasto privado, el de su abstención completa; un apoyo negativo que no le estorbe, que no le restrinja su libertad de gastar o consumir, de que su juicio propio y el instinto de su conservación son los mejores legisladores. En el gasto público, todo el apoyo que exige de la ley, es que ella intervenga sólo para impedir que se distraiga de su verdadero destino, que es el bien general; para impedir que exceda este objeto, y para cuidar que el impuesto levantado para sufragarlo no atropelle la libertad, ni esterilice la riqueza.

Tal es el sistema que la Constitución argentina establece en favor de la riqueza por sus disposiciones relativas a su consumo, función tan esencial al progreso y desarrollo de aquélla.”

Mises sobre lo que es una moneda sana para cuando discutimos cómo hacer para tener una

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca de UCEMA, vemos el artículo de Mises “Reconstrucción Monetaria”, donde comienza explicando el concepto de moneda sana. ¿Qué es una moneda sana? Aunque nadie dice que no deba serlo ya nadie persigue ese objetivo, que se relaciona con libertades civiles básicas. Así comienza:

“El principio de una moneda sana que guió las doctrinas y políticas monetarias del siglo XIX fue un producto de la economía política clásica. Constituyó una parte esencial del programa liberal, tal como lo desarrolló la filosofía social del siglo XVIII y lo difundieron los partidos políticos más influyentes de Europa y América durante el siglo siguiente.

La doctrina liberal ve en la economía de mercado el mejor, inclusive el único sistema posible de organización económica de la sociedad. La propiedad privada de los factores de la producción tiende a transferir el control de ésta a manos de quienes se hallan mejor capacitados para la tarea, y, de esta suerte, a procurar a todos los miembros de la sociedad la satisfacción más completa posible de sus necesidades. Ella atribuye a los consumidores el poder de elegir a aquellos proveedores que los abastezcan más barato de los artículos que solicitan con mayor urgencia y en esa forma sujeta a los empresarios y a los propietarios de los factores productivos, es decir, a los capitalistas y terratenientes, a la soberanía del público consumidor. Ella hace que las naciones y sus ciudadanos sean libres y proporciona sustento abundante para una población cada vez más numerosa.

Como sistema de cooperación pacífica con arreglo a la división del trabajo, la economía de mercado no podría funcionar sin una institución que garantizara a sus miembros que estarán protegidos en contra de los malhechores de adentro y de los enemigos de afuera. La agresión violenta únicamente puede frustrarse mediante la resistencia y la represión armadas. La sociedad necesita un aparato defensivo, un estado, un gobierno, una fuerza policíaca. Su funcionamiento sin tropiezos ha de salvaguardarse mediante el apresto incesante a repeler a los agresores. Mas entonces surge un nuevo peligro. ¿Cómo es posible mantener bajo control a aquellos a quienes se confía la dirección del aparato gubernamental, a fin de que no volteen sus armas contra aquellos a quienes deben servir? El problema político esencial estriba en cómo impedir que los gobernantes se conviertan en déspotas y esclavicen a los ciudadanos. La defensa de la libertad individual en contra de los abusos de los gobiernos tiránicos constituye el tema esencial de la historia de la civilización occidental. El rasgo característico de occidente se encuentra en el afán de sus pueblos por ser libres, preocupación que es desconocida de los orientales. Todas las maravillosas proezas de la civilización occidental son otros tantos frutos que han crecido en el árbol de la libertad.

Es imposible asir el significado de la idea de la moneda sana si no se hace uno cargo de que se concibió como un instrumento destinado a proteger las libertades civiles contra las invasiones despóticas por parte de los gobiernos. Ideológicamente pertenece a la misma categoría que las constituciones políticas y las declaraciones de derechos. La exigencia de garantías constitucionales y de declaraciones de derechos representó una reacción contra los regímenes arbitrarios y la inobservancia por los reyes de las costumbres tradicionales. El postulado de una moneda sana se esgrimió como respuesta a la práctica de los príncipes de rebajar la ley de la moneda acuñada. Más tarde se elaboró y perfeccionó con cuidado en la época que, como resultado de su experiencia con la Moneda Continental de las Colonias Norteamericanas, con el papel-moneda de la Revolución Francesa y con el período de restricción en Inglaterra, había aprendido lo que un gobierno puede hacer al sistema monetario de una nación.”

¿Valor trabajo o utilidad subjetiva? Trotsky sobre Marx y luego Böhm-Bawerk critica

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico de Económicas, UBA, vemos a Trotsky sobre Marx y luego Eugen von Böhm-Bawerk en una discusión central con Marx sobre la Teoría del Valor. BB lanza sus críticas a las bases teóricas de la teoría del valor-trabajo en varios escritos. Pero no deja de analizar porqué esas teorías erróneas terminaron por tener tanta aceptación. Aquí la esencia de la controversia según Trotsky:

«Es completamente imposible buscar las causas de los fenómenos de la
sociedad capitalista en la conciencia subjetiva –en las intenciones o planes- de
sus miembros. Los fenómenos objetivos del capitalismo fueron formulados
antes de que la ciencia comenzara a pensar seriamente sobre ellos. Hasta hoy
día la mayoría preponderante de los hombres nada saben acerca de las leyes
que rigen la economía capitalista. Toda la fuerza del método de Marx reside en
su acercamiento a los fenómenos económicos, no desde el punto de vista
subjetivo de ciertas personas, sino desde el punto de vista objetivo del
desarrollo de la sociedad en su conjunto, del mismo modo que un hombre de
ciencia que estudia la naturaleza se acerca a una colmena o a un hormiguero.»

Como sabemos, Carl Menger presentó una teoría subjetiva del valor que destruye las bases de la teoría de la plusvalía. Sin embargo, Marx tuvo mucho éxito.  Así lo explica Böhm Bawerk:

“La buena suerte de Karl Marx como autor

Como autor, Marx fue un hombre de envidiable ventura. Su obra no se puede clasificar entre los libros fáciles de leer o de comprender. La mayoría de los libros de este tipo –aun aquellos con una dialéctica más asequible y una ilación matemática más liviana— habrían encontrado completamente obstaculizado el camino hacia la popularidad. Pero, contrariamente, Marx se ha transformado en el apóstol de un amplio círculo de lectores, incluyendo a aquellos que, por norma, no leen libros difíciles. Más aún, la fuerza y la claridad de su razonamiento no eran tales como para convencer a nadie. Al revés, hombres calificados como los pensadores más serios y valiosos de nuestra ciencia, por ejemplo Karl Knies, han afirmado, desde un comienzo, mediante argumentos imposibles de pasar por alto, que la enseñanza de Marx estaba repleta, de principio a fin, de toda clase de contradicciones, tanto de lógica como de hechos. Podría fácilmente haber sucedido que la obra de Marx no hubiera encontrado partidarios ni entre el público común —que no podía entender su difícil dialéctica— ni entre los especialistas, que sí la comprendían, pero captaban demasiado bien sus limitaciones. Sin embargo, en la práctica, ha sucedido lo contrario.

Tampoco ha sido perjudicial para su influencia el hecho de que la obra de Marx haya permanecido como una estructura incompleta durante su vida. Generalmente, y con razón, desconfiamos de los primeros volúmenes, no proyectados a nuevos temas. Los principios universales pueden describirse seductoramente en las «Secciones Generales» de un libro, pero sólo se pueden corroborar si realmente poseen la fuerza de convicción que les atribuye su creador cuando, en la elaboración del sistema, se confrontan con todos los hechos minuciosamente. En la historia de la ciencia, muchas veces se ha dado el caso de que un primer volumen, promisorio y respetable, no ha sido continuado en un segundo volumen simplemente porque, bajo el propio análisis investigador del autor, los nuevos principios no soportan la prueba de las situaciones concretas. Pero la obra de Karl Marx no ha sufrido estos contratiempos. La gran masa de sus seguidores, basándose en la fuerza de su primer libro, tenía una fe ciega en sus obras aún no escritas.

Circunstancias que contribuyeron al éxito de Marx

Esta confianza, por una parte, fue sometida a una severa e inusual comprobación. Marx había expresado, en su primer libro, que todo el valor de las mercancías se basaba en el trabajo involucrado en ellas y que en virtud de esta «ley del valor» deberían intercambiarse en proporción a la cantidad de trabajo en ellas invertido; que, además, la rentabilidad o plusvalía ganada por el capitalista era el fruto de la explotación del trabajador; que, sin embargo, el monto de la plusvalía no estaba en proporción al monto total del capital invertido por el capitalista, sino sólo al monto de la parte «variable» —esto es, a aquella parte del capital pagado en sueldos y salarios—, mientras que el «capital constante», el capital empleado en la adquisición de los medios de producción, no aumentaba la plusvalía. En la vida diaria, sin embargo, la rentabilidad del capital está en proporción al capital total invertido; y, principalmente por esto, las mercancías no se intercambian de hecho en proporción a la cantidad de trabajo invertido en ellas. En este punto, por lo tanto, había una contradicción entre teoría y práctica que escasamente admitía una explicación satisfactoria. Pero esta contradicción manifiesta tampoco escapó al análisis de Marx. Con respecto a ella, el autor dice: «Esta ley (esta ley, a saber, establece que la plusvalía está en proporción sólo con la parte variable del capital) contradice claramente toda la experiencia prima facie». Pero al mismo tiempo declara que la contradicción es sólo aparente y su solución requiere juntar muchos cabos sueltos, postergándose para los siguientes volúmenes de su obra. La crítica especializada pensó que podía anticiparse con relativa certeza que Marx nunca cumpliría su compromiso, ya que, como era difícil probarla, la contradicción era insoluble.

Sus argumentos, sin embargo, no produjeron ninguna impresión en el conjunto de sus seguidores. Su simple promesa excedía todas las refutaciones lógicas. La larga demora de Marx para cumplir con su promesa de resolver la paradoja La inquietud fue mayor aún cuando en el segundo volumen de la obra de Marx, que se publicó después de la muerte del maestro, no aparece ningún intento por lograr la anunciada solución (que, de acuerdo al plan completo de toda la obra, se reservaba para el tercer volumen), y tampoco existía el menor indicio sobre el rumbo que Marx tomaría en la búsqueda de una respuesta. Pero el prólogo del editor, Friedrich Engels, no sólo reafirmaba que la solución estaba en el manuscrito dejado por Marx, sino que también incluía un abierto desafío, dirigido principalmente a los seguidores de Rodbertus, para que, en la etapa previa a la aparición del tercer volumen, intentaran con sus propios recursos solucionar el siguiente problema: «cómo puede y debe ser creada una tasa promedio equitativa de rentabilidad sin contraponerse a la ley de valor, sino en virtud de ella».

Respuesta insólita a la propuesta de Engels de presolucionar la paradoja de Marx

Considero que uno de los tributos más impactantes que pudo recibir Marx como pensador fue que el desafío no lo recogió únicamente el grupo al que estaba dirigido, sino que muchísimas otras personas provenientes de diferentes círculos. No sólo los seguidores de Rodbertus, sino que hombres de la misma línea de Marx, e incluso economistas no adheridos a ninguno de estos líderes de la escuela socialista, aun los que Marx llamó probablemente «economistas comunes y corrientes», se enfrentaron en el intento de penetrar la posible trama teórica de Marx, cubierta aún por un velo de misterio. Entre 1885 (año en que apareció el segundo volumen de «El Capital» de Marx) y 1894 (publicación del tercer volumen) se desarrolló un concurso ordinario de premios en ensayo sobre «la tasa promedio de rentabilidad y su relación con la ley de valor».

De acuerdo con el punto de vista de Engels —ya fallecido al igual que Marx— planteado en su crítica a estos concursos ensayísticos, nadie logró resolver el problema ni obtener el premio.

La «solución» de Marx publicada finalmente en 1894, con 27 años de retraso

Finalmente, después de una larga demora en la conclusión del sistema de Marx, el tema ha llegado a una etapa en la cual es posible establecer una decisión definitiva. De la simple promesa de una solución, cada uno podía pensar como quisiera. Eran incomensurables los argumentos. Incluso las refutaciones acertadas frente a los intentos de solución hechos por sus opositores, aun cuando estos autores afirmaron haberlas concebido y realizado en el espíritu de la teoría de Marx, no fueron aceptadas por los partidarios de Marx, ya que éstos siempre podían apelar a la precaria conformidad del prometido original. Pero, finalmente, éste ha sido publicado y ha proporcionado, después de 30 años de lucha, un campo de discusión sólido, escrupuloso y bien definido, donde ambos bandos pueden adoptar una posición y luchar por sus ideas, en vez de, por un lado, contentarse con la esperanza de futuras revelaciones y, por el otro, pasarse de una interpretación falsa a otra, a la manera de Proteo.”

 

 

Así es: los chismes pueden mejorar la generosidad. Porque nos importa la reputación

Los chismes pueden mejorar la generosidad. Parece raro, pero sería a través de la preocupación que cada uno de nosotros tiene por su reputación social. Junhui Wu, Daniel Balliet y Paul A.M. Van Lange del Department of Experimental and Applied Psychology, Vrije Universiteit Amsterdam, publican un artículo en Evolution and Human Behavior; Volume 37, Issue 3, May 2016, Pages 193-201, titulado “Reputation management: Why and how gossip enhances generosity”: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2015.11.001

Resumen:

“Proponemos un marco para comprender por qué y cómo los chismes pueden promover la generosidad y la cooperación, especialmente en situaciones que pueden resultar en mayores beneficios indirectos de los demás. Basándonos en la teoría evolutiva, derivamos hipótesis novedosas sobre cómo dos propiedades confiablemente recurrentes de las redes sociales humanas (son «pequeñas» y contienen menos personas bien conectadas) brindan información sobre cuándo las personas pueden maximizar los beneficios indirectos de la generosidad. A través de tres estudios, encontramos apoyo para la hipótesis de que las personas aumentan su generosidad cuando el destinatario (o un observador) está conectado y puede chismear con al menos una o muchas otras personas con las que podría interactuar en el futuro. Además, la preocupación por la reputación, en lugar de los beneficios indirectos esperados de las futuras parejas, mediaba principalmente en esta generosidad observada basada en chismes, y el efecto de mediación de la preocupación por la reputación fue estadísticamente más pronunciado para los proself que para los prosociales. Discutimos la importancia de estos hallazgos en el contexto de las perspectivas evolutivas sobre la cooperación humana, junto con algunas ideas novedosas sobre cómo las propiedades de las redes sociales influyen en el comportamiento social.”

Donde la justicia social no es justicia, ni es social. La manipulación de la retórica sobre «derechos»

Como siempre, la revista online Quillette trae artículos muy interesantes, al margen de que uno esté de acuerdo con ellos o no. En esta oportunidad quiero presentar el artículo de Nicolas Agostini, titulado “A Suicide Foretold: How Social Justice Rhetoric is Turning People off Human Rights”, donde, como dice su título el uso y abuso de ciertas palabras termina quitándoles sentido o modificándolo, a veces, hasta terminar siendo todo lo contrario. Ya Hayek había afirmado que la “justicia social” no es ni justicia, ni social. Aquí algo del artículo:

“Una de sus características más llamativas es su dependencia de las palabras de moda. Tomemos, por ejemplo, la palabra «equidad». Como un espectro en un pasillo, es difícil de describir, difícil de atrapar y difícil de entender. No se encuentra en ninguna parte de los tratados internacionales de derechos humanos, las leyes nacionales o las sentencias judiciales. Su ambigüedad está en desacuerdo con la ligereza con la que la gente de derechos humanos ha llegado a usarlo (intente buscar en Google «equidad de vacunas», «equidad racial» o «equidad de género»). En un taller reciente sobre derechos humanos, el uso ad nauseam de “equidad” por parte de los oradores llevó a un colega mío a preguntarme si de hecho estábamos discutiendo sobre igualdad. Incluso la gente de derechos humanos está perdida.

Tome las palabras «justicia» y «rendición de cuentas». A primera vista, no plantean ningún problema: una gran parte del trabajo de derechos humanos es hacer que los abusadores rindan cuentas, garantizar que se respete el debido proceso y obtener reparación para las víctimas. Sin embargo, los activistas han llegado a usar estas palabras de una manera tan expansiva que el sentido común ya no puede definirlas. Uno escucha sobre “justicia reproductiva”, “justicia ambiental” o “rendición de cuentas para mujeres y niñas en entornos humanitarios”. Iteración tras iteración, incluso la gente de derechos humanos se esfuerza por comprender qué significa «equidad» y por qué está reemplazando a la igualdad, o por qué «justicia» y «rendición de cuentas» se usan tan vagamente que pueden referirse a cualquier resultado social deseable. Estas palabras significan miles de cosas. Se han convertido en fetiches.

La pedagogía se basa en la repetición y, dado que la promoción es una forma de pedagogía, la repetición suele ser buena para la promoción. Pero la condición es transmitir mensajes claros. Si las palabras son vagas, los mensajes no son claros y la repetición se vuelve contraproducente. Abusar de las palabras significa estropearlas y despojarlas de su valor.”

https://quillette.com/2022/03/24/chronicle-of-a-suicide-foretold-how-social-justice-rhetoric-is-turning-people-off-human-rights/

La confianza en el Estado y los gobiernos durante y después de la pandemia. Primero confianza, después desobediencia

Creo que todos hemos visto el impacto de la pandemia en la confianza que la población tiene hacia el Estado. Primero fue una demanda fuerte para que hiciera algo, pero al poco tiempo comenzó la desconfianza y la desobediencia a las cuarentenas y aislamientos, que algunos llevaron hasta la misma vacunación.

En un trabajo publicado como parte de Tulane Economics Working Paper Series,  por James Alm, titulado “Trust, the Pandemic, and Public Policies” Working Paper 2203 February 2022, precisamente trata ese tema

 

“¿Cuál es el papel de la confianza en el diseño de políticas públicas, especialmente durante la actual pandemia? En este artículo examino investigaciones recientes que demuestran los efectos cruciales de la confianza. Esta investigación sugiere, creo, dos conclusiones principales. Primero, hay mucha evidencia emergente de que la confianza, y especialmente la confianza en el gobierno, es un factor importante en la configuración de la efectividad de las políticas públicas. En particular, cuando la confianza en el gobierno es débil, muchas políticas gubernamentales no logran sus objetivos porque la gente simplemente no sigue las leyes, reglamentos y directivas del gobierno. En segundo lugar, también hay mucha evidencia emergente de que la confianza no es fija, dada e inmutable, sino que está determinada principalmente por la historia, la cultura y las instituciones de un país, como se creía alguna vez. En cambio, la evidencia reciente indica que la confianza puede variar significativamente, incluso en períodos cortos de tiempo. De hecho, cada vez hay más investigaciones que indican que la confianza en el gobierno puede verse afectada de manera sistemática por intervenciones políticas sistemáticas. Estas conclusiones sugieren que hay formas de salir de nuestro desierto actual, incluso si estas estrategias no serán ni fáciles ni rápidas.”

http://d.repec.org/n?u=RePEc:tul:wpaper:2203&r=&r=soc