Mientras discuten la intervención a la AFSCA, veamos mejor si esta agencia debería existir (I)

Mientras se discute la intervención de la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) presentaré parte del contenido del libro El Foro y el Bazar sobre uno de los aspectos que administra y regula esta agencia, las frecuencias electromagnéticas:

                «Uno de los temas más controvertidos en materia de telecomunicaciones es el del manejo del espectro de frecuencias radioeléctricas, tal vez porque se trata de un tema con alto contenido técnico que parece fuera del alcance de quien no tenga conocimientos avanzados en ingeniería.

                Sin embargo, como trataremos de explicar aquí, no se diferencia de cualquier otro recurso como la tierra, las maquinarias, los minerales o los bosques. No obstante ello, los derechos de propiedad sobre el espectro electromagnético no se han desarrollado por haber quedado bajo el mandato de instituciones de planificación centralizada, tanto a nivel nacional como, a través de tratados e instituciones, internacional.

                ¿Qué es, específicamente, el espectro electromagnético? La energía electromagnética se traslada en forma de campos eléctricos y magnéticos oscilantes. Lo que se denomina “frecuencia” es el nivel de oscilaciones que se mide en unidades de ciclos por segundo, o hertzios. El espectro de frecuencias varía desde 0 Hz hasta los rayos cósmicos, con una frecuencia de 1025 (diez a la veinticinco). Lo que normalmente se denomina frecuencias de radio son las que sirven para las telecomunicaciones, desde 10 kHz hasta 300.000 MHz.

                La transmisión se origina cuando se produce energía en una frecuencia específica en un transmisor, y se carga en ella un mensaje codificado controlando cuidadosamente las características físicas de la energía (modulando). Esa codificación se realiza como variaciones en el modelo de oscilación de la frecuencia. Toda fuente de energía emite estas señales; los transmisores, las manchas solares, el encendido de un auto, etcétera. La energía ya codificada con un mensaje es lanzada por una antena y es interceptada y seleccionada por un receptor que la decodifica.

                Distintos tipos de transmisión requieren distintos anchos de bandas de frecuencias. Así, por ejemplo, una estación de radio FM ocupa unos 240 kHz, una llamada telefónica entre 12,5 kHz para los celulares, 25 kHz utilizando “banda ciudadana” y 36 kHz con modulación FM, un programa de televisión utiliza entre 5.000 y 7.000 kHz y unas diez veces más cuando es transmitido desde un satélite.

                Existen algunos principios que es necesario tener en cuenta:

1.            La potencia de la señal decrece a medida que uno se aleja de la fuente emisora (algo que cualquiera comprueba claramente cuando viaja en automóvil).

2.            Las señales emitidas no pueden limitarse exactamente a la frecuencia señalada sino que generan cierta energía en otras bandas. Esto se debe a un problema de costos y tecnología para evitar esta “externalidad”, es decir, el perjuicio impuesto por los actuales transmisores a otras bandas es menor que el costo que significaría desarrollar nuevos equipos que eliminen el problema, aunque el avance tecnológico con el tiempo lo hará posible.

3.            El comportamiento de la señal emitida no puede predecirse exactamente, ya que, por ejemplo, su alcance depende de ciertos factores como los edificios, las maquinarias y otros de carácter didáctico, como las condiciones atmosféricas, así como de las irregularidades del terreno, de la actividad solar, etcétera.

4.            Lo que interesa es la potencia relativa de la señal, esto es, en cl caso de una radio, que la emisión en una frecuencia determinada supere y “ahogue” la externalidad mencionada en el punto 2. Cuanto más se acerque la relación señal-interferencia a la unidad, mayor será la interferencia y los receptores no podrán diferenciar entre las dos señales que reciben. Si la señal es lo suficientemente superior y puede filtrarse la interferencia, se elimina el problema.

                La necesidad de asignar frecuencias a usos y usuarios específicos se debe a la capacidad limitada de los receptores de diferenciar señales. Por esa razón, si dos transmisores coinciden en la frecuencia de sus mensajes, en el tiempo y en el espacio geográfico, se interfieren entre sí. Debe conseguirse diferenciar entre por lo menos una de las variables antes mencionadas. Esto es, o las transmisiones se realizan en tiempos diferentes (unas por la tarde, otras por la noche, por ejemplo) en las mismas frecuencias y zona geográfica; o se realizan en distintas frecuencias, pudiendo coincidir en el tiempo y en la zona geográfica (como las distintas radios AM y FM en una ciudad ); o deben estar suficientemente separadas para que la potencia de ambas no interfiera entre sí (un radio de una ciudad y de otra) para lo cual existen dos formas de separarlas, sea asignando a un emisor una zona geográfica determinada (por ejemplo, Buenos Aires y un radio de 50 km.) o una potencia de emisión determinada (lo que es lo mismo, pues se calcula que con esa potencia se cubre cierta área geográfica).

                Estas dimensiones componen lo que se conoce como TAF (tiempo/área/frecuencia), que sirve como unidad para definir una unidad de recurso. No puede haber dos usos simultáneos en cada unidad TAF, pues si no se genera interferencia.

Mejor es comer productos alimenticios naturales en Navidad. Pero, ¿qué es un alimento «natural»?

En Navidad solemos comer muchas cosas, aparentemente no muy saludables. Es mucho mejor comer alimentos ‘naturales’, y así es cómo las regulaciones en el mundo en forma creciente apuntan a lograr ese objetivo. Ahora bien, ¿qué es ‘natural’? Henry Miller, Robert Weson Fellow in Scientific Philosophy and Public Policy, Hoover Institution, Stanford University; y Drew Kershen, Earl Sneed Centennial Professor of Law (emeritus), University of Oklahoma College of Law, analizan el tema en relación a las regulaciones sobre el contenido de las etiquetas de los alimentos en la revista Regulation del Cato Institute: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2015/3/regulation-v38n1-7.pdf

Allimentos

El tema no es menor por estos lares, más allá de la cuestión específica de las fiestas de fin de año, ya que el uso de semillas genéticamente modificadas en la producción de soja, por ejemplo, o en la genética animal plantea también la discusión respecto a la característica ‘natural’ o ‘artificial’ de estos productos

Además de tratar sobre esas regulaciones, los autores consideran el tema más general acerca de qué es ‘natural’, parte de la discusión fundamental sobre los productos genéticamente modificados. Dicen:

“… también somos escépticos respecto al intento de la Food and Drug Administration de definir alimentos ‘naturales’. Ese intento es desviar la atención hacia una falacia. En un mundo donde la genética de prácticamente todo organismo que se comercializa ha sido formada en alguna medida por la mano del hombre, ¿puede tener sentido el término ‘natural’?

En la última década, se han presentado numerosos juicios masivos contra las empresas de alimentos solicitando pagos por daños por falsa propaganda cuando la compañía colocaba la frase ‘todo natural’ o ‘100% natural’ en las etiquetas de los productos alimenticios. A pesar de muchos pedidos – algunos realizados por jueces federales- la FDA no ha querido definir el término ‘natural’, la última vez en Enero de 2014. La agencia gubernamental sostiene que tiene prioridades más importantes para su tiempo y sus recursos que meterse en este enredo filosófico e ideológico que lleva años. A lo sumo, este ejercicio poco tendría que ver con la salubridad o la calidad de los alimentos; en efecto, sería el equivalente regulatorio de tratar de determinar cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler.”

Mi primer viaje con UBER: el futuro está cerca, pueden resistirlo pero va a llegar tarde o temprano

Estoy en San José de Costa Rica. Como es usual, para dar un par de conferencias. Me viene a buscar al hotel uno de los jóvenes que dirigen el capítulo local de Students for Liberty para ir a una radio. Uno de sus compañeros iba a buscarnos pero está atascado en el tráfico de la ciudad, tenemos que ir por nuestra cuenta.

Uber

Perfectamente podríamos ir en alguno de los taxis que esperan fuera del hotel, pero Steven (así se llama mi amigo), propone en cambio utilizar los servicios recientemente inaugurados de Uber que cuestan, además, un 25% del costo del taxi en el hotel. Abre su aplicación y se fija primero si hay algún auto de Uber dando vueltas por la zona y cuánto podría tardar en llegar hasta donde estamos. Cuando encuentra uno, realiza su pedido, ingresa la dirección del hotel y a la que queremos llegar. En tres minutos el auto llegará a buscarnos. Podemos ver en el mapa de la aplicación por dónde está y cómo está avanzando hasta nuestro hotel.

Como la señal se demora unos segundos aunque lo muestra a una cuadra Steven me dice que salgamos y apenas afuera del hotel para un auto con las luces de baliza. Steven tiene los datos del auto, el número de su patente y el nombre del conductor. No podemos equivocarnos.

Subimos y nos saludamos, no hay mucho más que decir, él ya sabe adónde vamos. Nos da la bienvenida y nos ofrece pastillas o caramelos. Steven tiene también, antes de subirnos, una estimación del costo del viaje. Le pregunto cómo se determina luego la tarifa y me explica que se toma en cuenta la distancia y el tiempo. También pregunto cómo se resuelve el viejo problema del taxi que lleva a un pasajero que desconoce la ciudad a dar vueltas por allí antes de dejarlo en el destino.

En primer lugar, uno puede ver el mapa en la app y seguir el rumbo del auto. Es más, nos marca el camino más directo, aunque puede ser que el conductor sugiera ir por otro si es que el más directo está más atascado. Esto, en verdad, se puede hacer con cualquier taxi gracias a otras apps como Google maps, Here y otras.

Pero hay una gran diferencia con los taxis normales. Cuando termine el viaje y nos bajemos, la app de Uber nos pide que califiquemos al conductor, y ellos solamente aceptan a los que tengan 4 o 5 estrellas. El incentivo para dar un buen servicio y para dejar al cliente satisfecho es enorme. La disciplina que eso ejerce es fundamental y no se encuentra en los taxis comunes. Y cada vez tenemos más poder como consumidores, ya conocemos el poder de nuestra opinión en otros servicios tales como EBay, Mercadolibre, TripAdvisor y otros por los que los proveedores tienen que ser calificados.

También el conductor nos calificará a nosotros, lo cual también nos impone disciplina, ya que una mala reputación significa que podemos ser rechazados en el futuro.

Nos bajamos y no hay que sacar dinero, ni siquiera una tarjeta de crédito. Uber nos cobrará en la tarjeta que podemos elegir, e incluso podemos pagar con Paypal. ¿Aceptarán el Bitcoin en el futuro?

Nuestro conductor, como muchos otros, es un emprendedor que aprovecha sus momentos libres para obtener algún ingreso adicional En este caso, nos cuenta que tiene un emprendimiento para producir  vegetales por hidroponía, con lo cual además del viaje tenemos una conversación interesante.

Por supuesto que los taxistas tradicionales de San José están que trinan y han tratado de todas formas de frenar esta competencia. Pero los consumidores sabemos que es lo mejor para nosotros. En verdad, da la sensación que están planteando una batalla perdida. Mucho mejor, para ellos mismos, sería que organizaran sus propias apps y que ofrecieran servicios incluso mejores que los de Uber. Estaríamos todos agradecidos.

¿Cómo medir el peso de las regulaciones en la economía? ¿Su cantidad? Una sola puede destruirla

¿Cómo medir el peso de las regulaciones en la economía? No es un tema sencillo ya que podríamos estar tomando en cuenta su cantidad, aunque también es necesario tomar en cuenta sus contenidos: el ‘cepo cambiario’ en Argentina fue implementado con unas pocas normas, pero sus daños son monumentales. La revista “Regulation” del Cato Institute trae un interesante artículo de Pierre Lemieux titulado “A Slow Motion Collapse: Why hasn’t regulation crashed the American Economy?: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/12/regulation-v37n4-3.pdf

“…necesitamos primero alguna forma de medir las regulaciones. Es una tarea difícil. Los intentos comunes se concentran en índices construidos con indicadores sobre la presencia de cierto tipo de regulaciones. El índice de regulaciones laborales y sobre productos de la OCDE es un ejemplo. Pero estas mediciones sufren muchas limitaciones. Hay que elegir participaciones arbitrarias para los distintos componentes de un índice compuesto. Alguno cubren solamente un corto período de tiempo o un limitado número de industrias….

Un enfoque diferente para cuantificar las regulaciones es el trabajo de Melinda Warren y sus co-autores quienes miden la regulación a través de los presupuestos y la cantidad de personal de las agencias reguladoras. Esto estaría mostrando un gran incremento de las regulaciones entre 1960 y 2013. En esos 53 años, el presupuesto regulatorio se multiplicó 17  veces en dólares constantes, y el personal de las agencias se multiplicó por 5.

Otra forma de medirlas ha sido propuesta por John Dawson y John Seater, quienes argumentan que contando el número de páginas de regulaciones es una medida más abarcadora, aunque también incompleta. El número de páginas es probable que sea tenga una relación directa con la cantidad y complejidad de las regulaciones, como también de su potencial de cumplimiento: cuanto más detallada y libre de salvaguardias una regulación sea, más fácil será aplicarla.

Una defensa común de la necesidad de mayores regulaciones es que una economía creciente las requiere. El PBI real de los Estados Unidos también creció siete veces entre 1949 y 2005. Pero el Registro Federal no incorpora las regulaciones estaduales y locales. En su libro Regulation and Economic Performance, Brian Goff estimó que son un 150% de las federales.  Y no toma en cuenta las regulaciones locales.

La importancia del trabajo de Dawson & Seater reside en que no solamente mide las regulaciones, sino que en sus estimaciones econométricas, estiman el efecto de las regulaciones federales en el crecimiento económico. Utilizando lo que los economistas llaman ‘modelo de crecimiento endógeno’, estiman que las regulaciones federales desde 1949 han recortado el crecimiento anual del PIB en dos puntos porcentuales por año. Debido al efecto ‘compuesto’ anual esto se traduce en una pérdida de $39 billones en el PIB de 2011. Así como suena, Dawson & Seater dicen que si las regulaciones federales se hubieran mantenido como en 1949, el PIB del 2011 hubiera sido de $54 billones, no de $15 billones. Desde otra perspectiva, el norteamericano promedio (hombre, mujer, niño) tendría ahora $250.000 adicionales para gastar, lo que equivale a tres veces el PIB per cápita. ¿Si esto no es un colapso económico, qué lo es?

Los autores concluyen: ‘Encontramos que las regulaciones federales explican mucho de la intrigante reducción de la productividad en los años 1970s”.

El nuevo y el viejo proteccionismo: nada como Bastiat y la petición de los fabricantes de candelas

Con los alumnos de UCEMA vemos ahora las nuevas y viejas variantes del proteccionismo. Para considerar las primeras, analizamos el Policy Analysis paper del Cato Institute, “Regulatory Protectionism A Hidden Threat to Free Trade” por K. William Watson y Sallie James: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/pdf/pa723.pdf

“Pese al notable éxito de la liberalización comercial, las industrias locales siguen encontrando formas de usar el poder del estado para protegerse de la competencia externa. La práctica de usar las regulaciones locales ambientales o de protección al consumidor es una forma de disfrazar políticas proteccionistas que se han vuelto un serio problema. Este proteccionismo regulatorio daña a la economía y viola compromisos comerciales.

Factores diversos se combinan para explicar el crecimiento del proteccionismo regulatorio. La globalización económica ha provisto a los norteamericanos de acceso a una amplia variedad de productos importados. Esto ha permitido a los consumidores demandar no solamente productos de alta calidad a bajo costo sino también productos que están producidos según las preferencias filosóficas o éticas de los consumidores. Al mismo tiempo, los productores locales que buscan protección de las importaciones deben encontrar otras vías ahora que el uso de tarifas y cuotas está restringido por la ley internacional y el sentido común económico. La consecuencia es una tormenta perfecta en la que los activistas sociales y los intereses comerciales específicos se combinan para promover regímenes regulatorios que injusta e innecesariamente restringen importaciones”.

Bastiat

Y para el proteccionismo de antaño nada mejor que Frederic Bastiat y “La petición de los fabricantes de candelas”:

“Ustedes están en el buen camino. Rechazan las teorías abstractas; la abundancia y el buen mercado les impresionan poco. Se preocupan sobre todo por la suerte del productor. Ustedes le quieren liberar de la competencia exterior; en una palabra, ustedes le reservan el mercado nacional al trabajo nacional.

Venimos a ofrecerles a Ustedes una maravillosa ocasión para aplicar su… ¿Cómo diríamos? ¿Su teoría? No, nada es más engañoso que la teoría. ¿Su doctrina? ¿Su sistema? ¿Su principio? Pero Ustedes no aman las doctrinas, Ustedes tienen horror a los sistemas y, en cuanto a los principios, declaran que no existen en economía social; diremos por tanto su práctica, su práctica sin teoría y sin principios.

Nosotros sufrimos la intolerable competencia de un rival extranjero colocado, por lo que parece, en unas condiciones tan superiores a las nuestras en la producción de la luz que inunda nuestro mercado nacional a un precio fabulosamente reducido; porque, inmediatamente después de que él sale, nuestras ventas cesan, todos los consumidores se vuelven a él y una rama de la industria francesa, cuyas ramificaciones son innumerables, es colocada de golpe en el estancamiento más completo. Este rival, que no es otro que el sol, nos hace una guerra tan encarnizada que sospechamos que nos ha sido suscitado por la pérfida Albión (¡buena diplomacia para los tiempos que corren!) en vista de que tiene por esta isla orgullosa consideraciones de las que se exime respecto a nosotros.

Demandamos que Ustedes tengan el agrado de hacer una ley que ordene el cierre de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, póstigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas, en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la costumbre de penetrar en las casa, en perjuicio de las bellas industrias con las que nos jactamos de haber dotado al país, pues sería ingratitud abandonarnos hoy en una lucha así de desigual.”

Sigue…, vale la pena leerla completa: http://bastiat.org/es/peticion.html

El gobierno es como la gasolina: sirve para algunas cosas (Seguridad), pero no para beberla (intervención)

En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos con los alumnos de la UBA en Derecho. Su tercera conferencia se tituló “Intervencionismo” y trata ese tema. Mises comenta:

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“Una frase famosa, citada muy a menudo, dice: ‘El mejor gobierno, es el que gobierna menos’ Yo no creo que esto sea una correcta descripción de las funciones de un buen gobierno. El Gobierno debiera hacer todas las cosas para las cuales se lo necesita y para las cuales fue establecido. El Gobierno debiera proteger a los habitantes del país contra los violentos e ilegales ataques de los bandidos y debiera defender el país contra los enemigos foráneos. Estas son las funciones del Gobierno dentro de un sistema de libertad, dentro del sistema de economía de mercado. Bajo el socialismo, desde luego, el Gobierno es totalitario, y no hay nada fuera de su esfera y de su jurisdicción. Pero en la economía de mercado la principal tarea del Gobierno es proteger el aceitado funcionamiento de la economía de mercado contra el fraude y la violencia que provengan de adentro o de fuera del país.

La gente que no esté de acuerdo con esta definición de las funciones del Gobierno podría decir: ‘Este hombre odia el Gobierno’ Nada estaría más lejos de la verdad. Si yo dijera que la gasolina es un líquido muy útil, útil para muchos propósitos, pero que nunca bebería gasolina porque creo que no sería un uso correcto, no soy un enemigo de la gasolina, y no odio la gasolina. Digo solamente que la gasolina es muy útil para ciertos propósitos, pero no es adecuada para otros. Si digo que es el deber del Gobierno arrestar a los asesinos y a otros criminales, pero que no es su deber manejar los ferrocarriles y dilapidar dinero en cosas inútiles, entonces no odio el gobierno porque declare que es adecuado para hacer ciertas cosas pero no es apropiado para hacer otras.

Se ha dicho que bajo las condiciones actuales ya no tenemos más una economía de libre mercado. Bajo las condiciones actuales tenemos algo llamado la ‘economía mixta’. Y como evidencia de nuestra ‘economía mixta’ la gente señala las muchas empresas que son propiedad del Gobierno, y por él son operadas. La economía es mixta, dice la gente, porque en muchos países hay ciertas entidades – como los teléfonos, el telégrafo, los ferrocarriles – que son propiedad del y son operadas por el Gobierno. Que algunas de estas entidades y empresas son operadas por el Gobierno, ciertamente es verdad. Pero este solo hecho no cambia el carácter de nuestro sistema económico. Ni siquiera significa que hay un ‘pequeño socialismo’ dentro de la que – de cualquier otra manera – es una economía no socialista, de mercado libre. Ya que el Gobierno, operando estas empresas, está sujeto a la supremacía del mercado, lo que significa que está sujeto a la supremacía de los consumidores. El Gobierno – si opera, digamos, el correo o los ferrocarriles – tiene que contratar gente para trabajar en estas empresas. También debe comprar las materias primas y otros bienes que necesite para el manejo de estas empresas. Y, por otra parte, ‘vende’ estos servicios o bienes al público. Pero, aún cuando opera estas entidades utilizando los métodos del sistema económico libre, el resultado – como norma – es un déficit. El Gobierno, sin embargo, está en situación de financiar dicho déficit – al menos los miembros del Gobierno o del partido gobernante así lo creen.

Ciertamente, es diferente para un individuo. El poder del individuo para operar algo, con déficit, es limitado. Si el déficit no es rápidamente eliminado, y si la empresa no se convierte en rentable (o al menos muestra que no se incurrirá en pérdidas adicionales, debidas a un déficit), el individuo va a la quiebra y la empresa debe liquidarse. Pero para el Gobierno las condiciones son diferentes. El Gobierno puede tener permanentemente un déficit, porque tiene el poder de gravar con impuestos a la gente. Y si los contribuyentes están dispuestos a pagar más altos impuestos para hacer posible al Gobierno operar una empresa a pérdida – esto es, de una manera menos eficiente en que lo haría una institución privada – y si el público acepta esta pérdida, entonces desde luego la empresa continuará.”

Captura regulatoria: la licencia de un taxi en Nueva York se vende por más de un millón de dólares

En el Cato Journal, Randall Holcombe, De Voe Moore Professor of Economics at Florida State University, analiza el concepto de captura regulatoria en lo que llama ‘capitalismo político’: http://www.cato.org/cato-journal/winter-2015

Así es como lo explica:

“Los buscadores de rentas son capaces de obtener políticas gubernamentales que transfieran rentas hacia ellos pero con el tiempo esas rentas se disipan porque se capitalizan en los activos requeridos para obtener dichas rentas. Un claro ejemplo son los ‘medallones’ o permisos requeridos para conducir un taxi en la ciudad de Nueva York. El número de ‘medallones’ es limitado, se ha creado una barrera de ingreso, generando ganancias por sobre lo normal. Los medallones pueden venderse, y quienquiera ingresar en el mercado debe comprarlo; se han vendido por más de un millón de dólares. Las ganancias transitorias se han capitalizado en el valor de los medallones, por lo que el precio de mercado de un medallón es igual al valor esperado presente de todas las futuras rentas que obtendrá el dueño del taxi porque la entrada se ha restringido. La trampa es que si se fuera a desarmar esta política y permitir el ingreso libre en el mercado, los propietarios actuales de medallones sufrirían una pérdida temporal de más de un millón de dólares por medallón, ya que ahora no tendrían ningún valor. El valor de las rentas futuras se capitaliza en el precio del medallón, por lo que los propietarios actuales no obtienen retornos mayores a los normales de la restricción al ingreso.

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Este ejemplo puede generalizarse a cualquier programa de gobierno que cree rentas para un grupo a costa de otros. Los subsidios agrícolas, por ejemplo, transfieren dinero de contribuyentes a agricultores, aumentado su ingreso. Para obtener subsidios, los receptores tienen que poseer tierra, por lo que el valor del subsidio se capitaliza en el valor de la tierra agrícola. Si se quitaran los subsidios o cuotas, y otros programas bajaría el valor de la tierra, imponiendo en los propietarios una pérdida temporal.

El resultado es que aquellas firmas que han capturado a las agencias que las regulan, o que se benefician de programas gubernamentales que crean rentas, dependen de quienes controlan esos programas para su continua rentabilidad. Tullock da un ejemplo con la ahora inexistente Oficina de Aeronáutica Civil (CAB). La CAB, esencialmente cartelizó a la industria aérea asignando rutas y estableciendo las tarifas. Permitía a las aerolíneas expandir sus rutas solo si podían demostrar que necesitaban capacidad en esa ruta, y autorizaba a las aerolíneas a subir las tarifas, pero no a bajarlas. Esto es lo que un cartel hace: sube precios y restringe producción. EL sistema funcionaba bien para las aerolíneas que participaban.

Esta ganancia temporal se disipó en muchas formas: altos salarios para pilotos sindicalizados, buenos servicios (a un alto precio) para los clientes, y capacidad en exceso. Esto era beneficioso porque si una aerolínea competidora quería ingresar a una ruta ya ocupada por otra aerolínea, ésta podía señalar al exceso de capacidad diciendo que ‘estamos ocupando solamente el 50% de los asientos que tenemos en esa ruta, no hay necesidad de capacidad adicional’.

Cuando las aerolíneas fueron desreguladas a fines de los 1970s y la CAB disuelta, las aerolíneas existentes tuvieron pérdidas temporales y pocas sobrevivieron. Algunas tradicionales como TWA, Eastern y Braniff desparecieron, desplazadas por nuevas empresas como Southwest o USAir”.

 

Agua: precios, regulaciones y lobby. El fracaso del Estado en un elemento esencial para la vida

Tal vez uno de los ejemplos más evidentes de fracaso de las regulaciones estatales, donde predominan los criterios políticos sobre los económicos, sea el caso del agua. El precio “político” del agua termina promoviendo su despilfarro, como veremos, tanto en el sur, como en el norte.

Drop in water

En un podcast reciente de EconTalk, Russ Roberts conversa con David Zetland, profesor de la Universidad de Leiden en Holanda: http://www.econtalk.org/archives/2015/03/david_zetland_o.html

Abre la conversación con lo que los alumnos de Derecho pensarán que es el tema central, el “derecho al agua”:

“Russ: Nuestro tema hoy es el agua, la materia de la vida, y lo que la economía tiene que decir al respecto. Estaremos hablando de su nuevo libro, “Living with Water Scarcity”, disponible gratis en Internet. Mucha gente sostiene que el agua es un derecho, una necesidad, y nadie debería pagar por ella. ¿Qué responde a ello?

Zetland: Hay tres respuestas. La primera es que el agua puede que sea un derecho, pero llevar el agua hasta tu casa o tu canilla o tu campo si eres campesino, va a costar algo en términos de energía, infraestructura y otras cosas. Segundo, si el agua es un derecho –y, por ejemplo, si la vas a dar gratis- entonces la gente va a usar mucha agua en base a ese precio. Y eso puede generar un problema de escasez porque la demanda es mayor que la oferta. Tercero, lo que surge en las discusiones sobre el agua como un derecho humano es que tan sólo que lo hagas un derecho no significa que el gobierno vaya a entregarte el agua. Parece una falacia que desvía la atención, porque la gente se distrae con leyes y derechos en lugar de temas más importantes como la de un régimen sobre el manejo del agua.”

Daniel Shapiro comenta sobre el tema en el blog “Bleeding Heart Libertarians”: http://bleedingheartlibertarians.com/2015/04/pricing-water/

“Es una práctica muy común poner un precio más bajo –a veces mucho más bajo- que su precio de mercado, lo que significa, por supuesto, que la demanda excede a la oferta. Las consecuencias de esto en los países rico como los Estados Unidos incluyen daño ambiental –en parte de California los acuíferos se están vaciando en forma insostenible, también río y lagos enteros, fomento de la urbanización ya que las nuevas comunidades no pagan el costo de su demanda adicional.

Lo que encontré más sorprendente fueron las consecuencias para los países más pobres, donde el subsidio al agua es más pronunciado. Dice Zetland: ‘Una situación típica en la India, por ejemplo, es que el precio es muy bajo. Entonces, no hay ganancias para la empresa. Proveerán agua solamente al centro urbano, no a la periferia o los barrios marginales. Y además la proveen durante ciertas horas del día. Es un escenario típico de país pobre. Lo que sucede entonces es que la gente tendrá que conseguir agua de tanques cisterna, bombear todo lo que encuentren. Esto tiende a generar presión negativa, hace fluir los derrames de las cloacas, si es que éstas existen. Entonces tienen contaminación y todo tipo de problemas en la oferta. Y esto tiene directamente que ver con un gobierno que pone un precio fijo sobre el agua porque creen que es la forma adecuada de ayudar a los pobres.”

“Los controles de precios a menudo dañan a la misma gente que se quiere ayudar. Algo que aprendí de este podcast es que los controles de precios sobre el agua son una de las formas más perniciosas de control, particularmente en países pobres. O, para ponerlo en forma más positiva, un precio adecuado del agua es una reforma que traería enormes beneficios a la gente más vulnerable del planeta.”

Ryan McMaken comenta sobre el problema en California y la influencia del ‘lobby’ agrícola: http://mises.org/library/drought-and-failure-big-government-california

“El gobernador de California, Jerry Brown, anunció que los ciudadanos y pequeños negocios –entre otros- verán restringido su uso de agua, que será monitoreado y sujeto a duras penas si los agentes estatales determinan que se ha utilizado mucha agua. Notablemente ausente de esta lista de aquellos sujetos a restricciones están los mayores usuarios de agua: los granjeros.

La agricultura es el 80% del consumo de agua del estado, pero 2% de su economía. Para ponerlo más claro: bajo el nuevo plan de agua de Jerry Brown, se puede usar un galón de agua subsidiada para producir una sola almendra en el desierto, pero si te das una ducha muy larga debes prepararte para una multa de 500 dólares por día.”

El gobierno australiano adoptó el «día de la derogación» de leyes y regulaciones inútiles

La revista Regulation, del Cato Institute, comenta una iniciativa del primer ministro australiano para derogar normas y regulaciones. http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/10/regulationv37n3-8_1.pdf#page=4

“El Foro Económico Mundial ubica a Australia en el puesto 128 en términos de la carga de regulaciones gubernamentales (en 2014-2015 está en el puesto 124, Argentina se encuentra en el puesto 139 de 144 países). Dice el informe: “la comunidad empresaria dice que las regulaciones laborales y los trámites burocráticos son el primer y segundo problema para hacer negocios en el país.”

El nuevo gobierno del primer ministro Tony Abbott anunció entonces, en Marzo de 2014 el primer “Día de la Derogación” en el Congreso: “para derogar regulaciones y leyes que ya han pasado su utilidad o que hacen más daño que bien”.

“Comprometido a crear ‘la mayor fogata de regulaciones en la historia del país’, Abbott prometió que ese día se ‘removerían más de 9.500 normas innecesarias o contraproducentes y 1.000 leyes redundantes’, y ‘más de 50.000 páginas… de los libros de normas’, ahorrando a las personas y organizaciones más de 700 millones de dólares por año.”

“Algunas de esas derogaciones pasaron rápido por las dos cámaras del Congreso, incluyendo menos procedimientos para la aprobación ambiental de grandes proyectos, una reducción de los formularios relacionados con agroquímicos y medicamentos veterinarios, y la eliminación de algunas leyes redundantes o dudosas, tales como la conversión en 1970 del sistema imperial al métrico. Otras iniciativas, tales como menos formularios requeridos a las universidades y agencias de empleos, se introdujeron sin necesidad de aprobación parlamentaria.”

No todas fueron aprobadas, ya que el actual gobierno no tiene el control del Senado. Se estima que las derogadas hasta ahora permitirán un ahorro de $300 millones anuales. El Primer Ministro se ha comprometido a realizar dos días “derogatorios” cada año, diciendo que “a veces es más importante derogar algunas leyes que aprobar nuevas”.

“El actual éxito de la agenda de reforma regulatoria dependerá de las acciones del usualmente hostil Senado. Además, el apetito del gobierno de coalición para tomar una posición agresiva en materia de reforma se verá puesto a prueba dados las estridentes protestas de grupos de intereses creados en el primer día derogatorio. Las protestas más fuertes se realizaron a la idea de abolir la Comisión Australiana de ONGs, de derogar el impuesto al carbono, y reformas a los límites para el asesoramiento financiero de quienes venden esos productos. En particular, el tema que ha generado más perjuicio a la posición competitiva internacional de Australia, la legislación laboral, está todavía fuera de la agenda.”

“No obstante, el doble enfoque de derogar regulaciones ineficientes y de tomar en cuenta beneficios y costos cuando se aprueban nuevas es un primer paso importante en la reforma regulatorio australiana. El mundo observará con interés los efectos de estas acciones sobre la posición Australia en los rankings tal como el del WEF, como también sobre el crecimiento del país y su competitividad global”.

Banca libre en la teoría y en la historia. Y también como fue en la Argentina

En un próximo libro sobre el sistema institucional monetario (Vanberg & Köhler, Renewing the Search of a Monetary Constitution), Larry White tiene un capítulo sobre “Banca libre en la historia y en la teoría”.

“Desde 1962, las políticas keynesianas de los bancos centrales han dado muy pobres resultados, y los sistemas bancarios legalmente regulados han mostrado inestabilidad. Se han desarrollado alternativas a las teorías macroeconómicas keynesianas, las más notables aquellas catalogadas como “New Classical Economics”. La visión de banca libre como un sistema de auto regulación ha sido rehabilitada y teóricamente extendida en interesantes direcciones. Pero al mismo tiempo la visión contrastante que una banca de laissez-faire es inherentemente inestable, con la consiguiente conclusión que el seguro de depósitos gubernamental es un remedio de bajo costo, ha sido formalizada de distintas formas. Estos desarrollos reales y teóricos han dado origen a un creciente interés en reexaminar las reales situaciones históricas del patrón oro y sistemas cercanos al laissez-faire.”

La idea de la banca libre se desarrolló a partir del trabajo de Ludwig von Mises “The Theory of Money and Credit” (1912), seguido del trabajo de Vera Smith “The Rationale of Central Banking” (1936). Friedrich A. Hayek, quien fue el tutor de tesis de Smith trató el tema en “Monetary Nationalism and International Stability (1937) y Lionnel Robbins también en “Economic Planning and International Order” (1937).

En 1956, Gary Becker escribió un paper con el título “Free Banking” criticando las ineficientes regulaciones bancarias, pero recién fue publicado en 1993. En trabajos de 1967 y 1972 R. Cameron presentó los favorables resultados del sistema de banca libre en Escocia. En los años 1970 tres autores trabajaron sobre el tema: Hugh Rockoff produjo una tesis (tutor: Robert Fogel) y algunos artículos sobre la experiencia de banca libre en Estados Unidos, Benjamin Klein propuso una teoría sobre la competencia de monedas no convertibles y F. A. Hayek propuso la “desnacionalización del dinero” como un programa de reforma.

Luego vinieron el mismo Larry White, George Slegin, Kurth Schuler, Kevin Dowd, Steven Horwitz y otros en los años 80s y 90s.

“El sistema de banca libre en Escocia entre 1716 y 1845 produjo estabilidad y competitividad. Había muchos bancos compitiendo entre sí, la mayoría de ellos bien capitalizados. Briones & Rockoff muestran que hubo un considerable consenso de que esa banca muy poco regulada fue un éxito. También hubo experiencias de este tipo en Estados Unidos donde el Suffolk Bank actuaba como caja de clearing, Canadá (no tuvo banco central hasta 1935), Suecia, Suiza, Chile, Australia, Colombia, China, Francia e Irlanda.

“Donde el sistema de banca libre tuvo una razonable oportunidad de funcionar, por ejemplo en Escocia y Canadá, funcionó bien para el típico cliente de bancos, usuario de dinero y servicios bancarios. ¿Por qué entonces todas las naciones adoptaron la banca central? La banca libre a menudo dejó de existir por la imposición de pesadas restricciones legales, o la creación de un banco central privilegiado que ofrecía ventajas a intereses políticamente influyentes. El historiador económico Charles Kindleberger ha dicho que hubo “una fuerte preferencia revelada en la historia por un solo emisor”. Como George Selgin y yo hemos mostrado, la preferencia que la historia revela es la de las autoridades fiscales, no la de los usuarios”.

Para los que quieran conocer sobre la experiencia bancaria en Argentina, se pueden leer estos artículos:

María Cristina Gómez, “Free banking en Argentina”: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/24_3_Free%20Banking%20en%20Argentina%20-%20El%20Caso%20de%20la%20libre%20compretencia%20de%20monedas%20en%20la%20historia%20monetaria%20Argentina.pdf

Nicolás Cachanoksy, “The Law of National Guaranteed Banks in Argentina 1887-1890: Free banking failure or regulatory failure?”: http://www.independent.org/pdf/tir/tir_16_04_06_cachanosky.pdf