Douglass North (1920-2015): una evolución hayekiana sobre el origen y desarrollo de las instituciones

Con los alumnos de la materia “Economía e Instituciones” de OMMA Madrid vemos el aporte de Douglass North, economista e historiador, quien recibiera el Premio Nobel en Economía en 1993 junto a Robert Fogel, por sus aportes al desarrollo de lo que ahora se denomina “Economía Institucional”. North falleció recientemente, el 23 de Noviembre de 2015.

North

North, quien comenzara con una aproximación claramente “neoclásica” y economicista sobre el origen de las instituciones, basando su análisis en modificaciones “exógenas” a los incentivos económicos existentes en la sociedad, evolucionó hacia una visión que enfatiza el papel de las ideas, acercándose así a la visión clásica tradicional que sostuvieran Mises, Hayek y Milton Friedman. Veamos, por ejemplo, de su artículo con Robert Thomas, publicado originalmente en The Economic History Review, de 1970  y luego en castellano en Libertas 10: “Una teoría del crecimiento del mundo occidental”:

“En este artículo nos proponemos ofrecer una nueva explicación del crecimiento económico del mundo occidental. Si bien el modelo que presentamos tiene implicaciones igualmente importantes para el estudio del desarrollo económico contemporáneo, centraremos nuestra atención en la historia económica de las naciones que formaron el núcleo del Atlántico Norte entre los años 1100 y 1800. En pocas palabras, postulamos que los cambios en los precios relativos de los productos y los factores de producción, inducidos inicialmente por la presión demográfica malthusiana, y los cambios en la dimensión de los mercados, dieron lugar a una serie de cambios fundamentales que canalizaron los incentivos hacia tipos de actividades económicas tendientes a incrementar la productividad. En el siglo XVIII estas innovaciones institucionales y los cambios concomitantes en los derechos de propiedad introdujeron en el sistema cambios en la tasa de productividad, los cuales permitieron al hombre de Occidente escapar finalmente al ciclo malthusiano. La llamada «revolución industrial» es, simplemente, una manifestación ulterior de una actividad innovadora que refleja esta reorientación de los incentivos económicos”.

Y veamos ahora su visión en 2003, en un artículo publicado por Cato Institute: “Instituciones, ideología y desempeño económico”: http://www.elcato.org/instituciones-ideologia-y-desempeno-economico

“El argumento central de este ensayo es que las instituciones, junto con la ideología, dan forma al desempeño económico. Las instituciones afectan el desempeño económico al determinar (junto con la tecnología usada) el costo de transacción y de producción. Las instituciones se componen de reglas formales, restricciones informales, y características del cumplimiento de éstas. Mientras que las reglas formales pueden cambiarse de la noche a la mañana por la comunidad, las restricciones informales cambian muy lentamente. Ambas son moldeadas en última instancia por las percepciones subjetivas de la gente sobre el mundo que los rodea; a la vez, estas percepciones determinan opciones explícitas entre las reglas formales y las restricciones informales evolutivas. En las secciones siguientes desarrollaré esta estructura analítica, la cual utilizaré para diagnosticar el desempeño contrastante de las economías occidentales de mercado con las del tercer mundo y con las economías socialistas.”

El problema de la obesidad, los incentivos y los ‘leves empujones’ de los diseñadores de decisiones (I)

En buena parte del mundo el hambre ya no es un problema, lo es la obesidad. Michael Marlow, profesor de Economía de California Polytechnic State University y académico senior adjunto del Mercatus Center en George Mason University, analiza el tema en la revista Regulation, del Cato Institute, en relación a lo que se llama ‘behavioral economics’:  http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/12/regulation-v37n4-1.pdf

Se predice que para el 2030 el 42% de los norteamericanos serán obesos y el 11% severamente obesos. Las soluciones tradicionales propuestas por los economistas eran poner impuestos sobre las ‘malas’ comidas, subsidiar las ‘buenas’ y otras políticas que cambien los incentivos. Pero esta nueva disciplina propone que ciertos ‘diseñadores de incentivos’ creen ‘leves empujones’ (nudges) que lleven a la gente a tomar decisiones que mejoren su bienestar. Para  Thaler & Sunstein estas medidas suelen ser más bien gubernamentales que de mercado. Dice Marlow:

“Según los economistas conductistas los individuos no son siempre racionales. Individuos poco informados que siguen normas vigentes y tienen poco juicio toman decisiones inconscientes e irracionales. Estas contribuyen a un no deseado aumento de peso cuando las personas no saben cuánta comida en verdad ingieren. Un estudio de Brian Wansink y Jeffrey Sobal, publicado en Environment and Behavior, concluye que los participantes de un test subestimaron el número de decisiones diarias sobre alimentación en promedio por más de 221 decisiones, en lo que los autores llaman ‘comer inconscientemente’.

Sunstein y Thaler en un artículo en la Chicago Law Review de 2003 sostuvieron que no hay una clara diferencia entre elección y coerción debido a que esos estados son dos extremos de un continuo. Dice que alguien –un diseñador de incentivos- siempre decide la opción ‘default’ brindando la cantidad y calidad de información que determina las elecciones de la gente. Creen que estos diseñadores deberían cambiar esas opciones y proveer información cuando la gente toma decisiones irracionales.”

En este caso algunas opciones serían:

          Exponer comidas tentadoras en lugares más incómodos

          No dejar las fuentes con alimentos en la mea luego de haber servido

          Reducir la cantidad de alimentos almacenados, dejándolos en cajas o congelados

          Reemplazar vasos cortos y anchos por otros angostos y largos

          Reducir las porciones utilizando platos y fuentes más pequeños

          Usar cucharas más pequeñas

Su crítica:

“La evidencia empírica muestra que los ‘empujones’ no funcionan siempre como se planeó. Un artículo de 2007 en la revista Appetite por Barbara Rolls encontró que alterar el tamaño de los platos no tuvo un efecto significativo en el consumo de calorías para comidas en tres experimentos. Los participantes hacían más viajes hacia el buffet cuando tenían un plato más chico.

Agregar opciones ‘saludables’ a otras ‘no saludables’ también es problemático. Un artículo en el Journal of Consumer Research por Karen Wilcox encontró que la mera presencia de comida saludable parecía mostrar que el consumidor alcanzaba objetivos nutricionales y les daba entonces una carta abierta para comer más, con un ambiguo efecto en sus dietas. Sicólogos también informan acerca de la ‘ilusión de las calorías negativas’, por las que agregar una opción saludable a individuos que cuidan su peso reduce su percepción acerca del contenido total de las calorías que consumen. En un artículo de Alexander Chernex, en el Journal of Consumer Psychology de 2007, por ejemplo, participantes conscientes de los problemas dietarios estimaron que una hamburguesa sola contiene 734 calorías, pero cuando estaba acompañada de cortes de apio la estimaban en 619 calorías.”

Si el tema es la desigualdad, la Academia Sueca decidió por el que sabe de eso: Deaton, no Pikkety

Cuanto más avanzo en la lectura del libro “The Great Escape”, del último premio Nobel en Economía, Angus Deaton, más me parece que la Academia de Ciencias de Suecia (este premio es financiado por el Banco de Suecia, no por la Fundación Nobel como los otros), puede ser un intento de balancear el impacto que tuvo el libro de Pikkety. Es decir, si el tema en discusión a nivel global son las diferencias de ingresos, vamos a darle el premio a quien más ha estudiado el tema, y lo ha hecho más profesionalmente: Deaton.

Deaton

Deaton tiene un don: sabe analizar las estadísticas y saca todo tipo de conclusiones, todas ellas interesantes, aunque pueda uno no compartir todos sus juicios de valor. A diferencia de Piketty, Deaton no ve a las diferencias de ingresos como algo inherentemente malo (aunque puede serlo cuando son el resultado del lobby y el capitalismo de amigos). Así dice:

“Comenzando a mediados del siglo XVIII en Inglaterra, la longevidad comenzó a mejorar en todos los países del mundo. A medida que la gente escapaba de las enfermedades y la muerte temprana, los estándares de vida también comenzaban a mejorar y, en gran medida, la salud y el nivel de vida se movían en paralelo. Las ideas de la Revolución Científica y el Iluminismo produjeron eventualmente una revolución en el bienestar material, como también lo hicieron en la extensión de la vida. Estas revoluciones paralelas, impulsadas por las mismas causas finales, trajeron vidas mejores y más largas para muchos, pero también crearon un mundo de diferencias a través de lo que el economista Lant Pritchett ha memorablemente llamado “Divergencia, gran momento”. Le crecimiento económico trajo mejores estándares de vida como también una reducción de la pobreza. Es difícil medir todo esto en forma precisa pero un estudio minucioso estima que el ingreso promedio de todos los habitantes del planeta aumentó entre 7 y 8 veces entre 1820 y 1992. Al mismo tiempo, la fracción de la población mundial en extrema pobreza cayó de 84 a 24%. Este aumento sin precedentes de los estándares de vida llegó con enormes aumentos de la desigualdad de ingresos, tanto entre países como entre individuos dentro de los países. La naturaleza de la desigualdad también cambió. En el siglo XVIII, la mayor parte de la desigualdad se daba dentro de los países, entre los ricos aristócratas propietarios de tierras en un lado, y la gente común en el otro. Para el año 2000, en contraste, las mayores brechas se dan entre países, el resultado final de la gran divergencia.”

“La desigualdad puede, a veces, impulsar el crecimiento, si muestra a los demás una vía para beneficiarse con las nuevas oportunidades. Pero puede también menoscabar la mejora material e incluso extinguirla por completo. La desigualdad puede inspirar e incentivar a aquellos que quedaron atrás para alcanzar a los de adelante, generando mejores para ellos y para otros. O puede ser tan severa, y las ganancias tan concentradas en las manos de unos pocos, que el crecimiento económico se ahoga y se compromete el funcionamiento de la economía.”

Voy al médico. Veo su diploma en la pared. ¿Le cuento sobre el ‘cartel’ que genera el licenciamiento?

Vengo del médico. Mientras esperaba a ser atendido miraba su diploma colgado en la pared, y una serie de certificados de asistencia a distintos cursos en su especialidad. Curiosamente, también leía un artículo titulado “Beyond Medical Licensure”, de Shirley Svorny, profesora de economía de California State University y académica adjunta del Cato: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2015/3/regulation-v38n1-6.pdf

Comenta:

“Quienes apoyan el licenciamiento de los profesionales médicos enfatizan la presencia de asimetrías de información entre pacientes y médicos. El economista George Ackerlof este fallo de mercado en un artículo famoso de 1970 publicado en el Quarterly Journal of Economics, sosteniendo que la regulación gubernamental podría ser apropiada en situaciones donde los consumidores están en desventaja informacional en relación a quienes venden el servicio. Aunque no consideró los incentivos que resultan de la responsabilidad legal, identificó al nombre-marca y a la certificación como instituciones importantes que pueden resolver la incertidumbre respecto a la calidad. Señaló que los mercados educativos y laborales utilizan nombres y marcas para guiar a los empleadores y a los consumidores.”

“En lugar de “colegios” de profesionales aprobados por los gobiernos, los hospitales deciden, por ejemplo, quien practicará neurocirugía. Los miembros del staff de un hospital privado analizan las credenciales y determinan exactamente lo que cada individuo puede hacer. Verifican y evalúan la educación, habilidades, experiencia, historia de mala praxis y la competencia de cada profesional médico antes de realizar ciertas tareas. Las empresas dueñas de seguros médicos (HMOs en Estados Unidos) realizan procedimientos similares, verificando una amplia gama de información cuando establecen redes o paneles de médicos con los que sus pacientes se pueden atender. Hacen esto porque pueden ser considerados responsables de algún error que cometa algún proveedor acreditado, y porque su reputación es importante.”

“Las empresas que aseguran a los médicos contra riesgos de mala praxis también los supervisan. Evalúan a los médicos cada año nuevamente considerando su educación, habilidades, historia de mala praxis y competencia. Pueden denegar la cobertura para ciertos procedimientos si es necesario, o denegarla totalmente.”

“En lugar de controlar a los médicos, el aparato de “licencia” provee un camino para la influencia de los profesionales que ha sido utilizado para restringir la competencia y frenar la innovación en la provisión de cuidado médico. Solamente en estados como Alaska donde escasea el servicio médico en las áreas rurales se han dejado de lado los intereses médicos que limitan la competencia para experimentar con nuevas formas de cuidado. La buena noticia es que, liberada de esas restricciones, la innovación puede reducir costos y mejorar el acceso sin un efecto aparente en la calidad. Es una situación win-win para todos salvo para los médicos que quieren proteger su campo tradicional.”

“Las similitudes entre las acciones de las agencias estatales de licenciamiento y un cartel son llamativas. Las regulaciones gubernamentales facilitan el tipo de restricción a la entrada que un cartel privado tendría problemas en imponer. Dictando el nivel adecuado de entrenamiento las regulaciones estatales benefician a los médicos licenciados a expensas de los consumidores. El aparato regulatorio también permite que grupos de médicos políticamente influyentes limiten el ámbito de práctica de profesionales no médicos.”

“El licenciamiento estatal funciona mal para proteger pacientes, si es que lo hace. Es común encontrar médicos licenciados y con problemas de alcohol seguir practicando mientras participan de un programa de tratamiento aprobado. Pocos profesionales médicos son sancionados por las agencias de control. En realidad, la mayoría de los que están catalogados como de alto riesgo por las empresas de seguros de profesionales médicos jamás han sido sancionados por esas agencias. Una estimación señala que solo un cuarto de los médicos en el mercado asegurador de alto riesgo han sido alguna vez sancionados por las agencias en toda su carrera. La buena noticia para los pacientes es que los profesionales que no obtienen seguro contra mala praxis no podrán acceder a la práctica en hospitales y serán excluidos de redes y paneles.”

Me llama el médico para atenderme…, por las dudas no le comento el artículo.

Un emprendedor de otros tiempos: más que empresas creaba países, o estados como Pennsylvania

Américo Vespucio ha logrado que su nombre sea ahora el de todo un continente. Pero no es el único. William Penn fue una vez dueño de un estado, el cual lleva su nombre hoy en día. Un emprendimiento nada sencillo: convirtió deuda en activos, los hizo florecer al tiempo que aplicaba su filosofía de la libertad en ellos, y lo legó a su familia que terminó vendiendo, aunque con ciertos problemas de cobranzas.

A fines del siglo XVII los Cuáqueros eran perseguidos por Carlos II de Inglaterra, no por sus creencias religiosas sino por no querer pagar sus diezmos a los clérigos, por tutear a los magistrados, y por negarse a prestar los juramentos prescritos por la ley.

En ese entonces, surgió entre ellos un “emprendedor”, William Penn; así lo cuenta nada menos que Voltaire:

Penn

“Más o menos por ese tiempo apareció el ilustre William Penn, que estableció el poder de los cuáqueros en América, y que les hubiera hecho respetables en Europa, si los hombres pudiesen respetar la virtud bajo apariencias ridículas; era hijo único del caballero Penn, Vicealmirante de Inglaterra y favorito del duque de York, desde Jacobo II..

William Penn, a la edad de quince años, encontró un cuáquero en Oxford, donde hacía sus estudios; ese cuáquero le persuadió, y el joven, que era vivo, y de naturaleza elocuente, y que tenía nobleza en su fisonomía y en sus maneras, ganó pronto a algunos de sus camaradas. Estableció sin ser notado una Sociedad de Jóvenes Cuáqueros, que se reunían en su casa; de tal suerte que se encontró siendo jefe de la secta a la edad de dieciséis años.”

Como insistía en el tuteo su padre le pidió de no usarlo cuando viera al Rey, como también quitarse el sombrero en su presencia. Como no quiso hacerlo, lo echó de su casa. Penn continuó con sus atractivos sermones tanto en Londres como luego en Ámsterdam y al enterarse de la enfermedad de su padre volvió a verlo y a reconciliarse con él antes de su muerte.

“William heredó grandes bienes, entres los que se encontraban deudas de la Corona, por adelantos hechos por el Vicealmirante en expediciones marítimas. Nada era menos seguro entonces que el dinero debido por el rey; Penn se vio obligado a ir a tutear más de una vez a Carlos II y a sus ministros, para conseguir su pago. El gobierno le dio, en 1680, en lugar de dinero, la propiedad y la soberanía de una provincia de América, al sur de Maryland: aquí tenemos a un cuáquero hecho soberano. Partió para sus nuevos estados con dos barcos cargados de cuáqueros que le siguieron. Se llama desde entonces al país Pennsilvania, por el nombre de Penn. Allí fundó la ciudad de Filadelfia, que hoy es muy floreciente.”

“Apenas hubo establecido su gobierno cuando varios mercaderes de América vinieron a poblar esa colonia. Los naturales del país, en lugar de huir a los bosques, se conciliaron insensiblemente con los pacíficos cuáqueros: tanto como detestaban a los otros cristianos conquistadores y destructores de América, amaban a estos recién llegados. En poco tiempo, gran número de esos pretendidos salvajes, encantados por la mansedumbre de sus vecinos, fueron en masa a pedir a William Penn que los recibiera como vasallos suyos. Era un espectáculo completamente nuevo, ese soberano al que todo el mundo tuteaba, y a quien se hablaba sin descubrirse uno, un gobierno sin sacerdotes, un pueblo sin armas, ciudadanos completamente iguales, semejantes a la Magistratura, y vecinos sin envidias”.

Volvió a Inglaterra donde finalmente obtuvo la derogación de la legislación hecha contra los no-conformistas (respecto a la religión oficial) y luego de una última visita a Pennsilvania regresó a Londres donde murió en 1718.

“Se conservó a sus descendientes la propiedad y el gobierno de Pennsilvania, y ellos vendieron al rey el gobierno por doce mil piezas de oro. Los asuntos del rey sólo le permitieron pagar mil. Un lector francés creerá quizá que el ministro pagó el resto en promesas y se apoderó de todos modos del gobierno: nada de eso; como la Corona no había podido satisfacer en el tiempo marcado el pago de la suma completa, el contrato fue declarado nulo y la familia de Penn recuperó sus derechos”[1]

[1] Voltaire, Cartas filosóficas, (Barcelona: Ediciones Altaya, 1993), 25-30.

Angus Deaton, último premio Nobel en Economía: desde el Iluminismo, la vida derrota a la muerte

Angus Deaton, el ultimo premio Nobel en Economía, comenta sobre el futuro de la expectativa de vida, las ideas del progreso y la calidad de vida en su libro “The Great Escape”.

“¿Podemos esperar que la esperanza de vida continúe creciendo en los países de altos ingresos? La visión negativa, a menudo asociada con el demógrafo y sociólogo Jay Olshansky, comienza observando que se hace cada vez más difícil aumentar la esperanza de vida. Esto es algo que ya hemos considerado; cuando se salvan las vidas de niños esto tiene un efecto dramático en la esperanza de vida, porque tienen tantos años para vivir; pero una vez que casi todos los niños han sido salvados, salvar a los ancianos hace una diferencia mucho menor.

El gráfico siguiente muestra la desaceleración en el aumento de la esperanza de vida en los Estados Unidos desde los años 1950s, y podemos esperar algo similar en el futuro, aun si continúan las innovaciones, debido a que las vidas que se salven serán de ancianos cada vez mayores. Aun si se eliminara el cáncer en los Estados Unidos, la esperanza de vida se incrementaría solamente unos cuatro años. Los pesimistas también señalan que el aumento de la obesidad en la mayoría de los países ricos puede aumentar la tasa de mortalidad en el futuro. Tal vez, pero hasta ahora no hay evidencia de eso. Esto puede ser porque con mejore tratamientos para las enfermedades cardiovasculares –incluyendo remedios para controlar el colesterol y la hipertensión-, los riesgos de obesidad son menores ahora que cuando se comenzaron a estudiar.

Life expectancy

Por otro lado, los demógrafos Jim Oeppen y James Vaupel publicaron en 2002 un notable diagrama que calculaba la mayor esperanza de vida para las mujeres en cada año desde 1840, y mostraban que esta medida –que puede tomarse como la mayor esperanza de vida posible cada año-, ha aumentado en forma constante por 160 años. Por cada cuatro años calendario, la esperanza de vida aumenta un año. Oeppen y Vaupel no ven razones para que esta vieja tasa de progreso no deba continuar. Su diagrama también señala que muchas estimaciones previas sobre la mayor esperanza de vida ha sido superada por los hechos; muchos sabios predijeron que las ganancias en vida se iban a frenar o a parar, y todos se han equivocado. Además, en apoyo de la visión optimista de una creciente aumento de la esperanza de vida está el hecho que la gente no quiere morir antes de lo que deba; y que si se hacen más ricos tienen más ingresos para gastar tratando de evitar ese resultado y estarán dispuestos a dedicar más y más de sus ingresos para permanecer vivos; y no hay razón para suponer que no tendrían éxito ahora, como ya lo han tenido en el pasado.

Creo que el argumento optimista es más sólido; desde que la gente se rebeló contra la autoridad en el Iluminismo, y se puso a usar la razón para mejorar sus vidas, hay pocas dudas de que obtendrán nuevas victorias contra las fuerzas de la muerte. Habiendo dicho eso, es muy optimista pensar que la esperanza de vida en el futuro crecerá a la misma tasa que lo hizo en el pasado; las menores tasas de mortalidad infantil han hecho crecer la esperanza de vida muy rápido, y esa fuente de crecimiento ha pasado, por lo menos en los países ricos. Durante los 160 años en que la esperanza de vida creció un año cada cuatro, la contribución principal fue por salvar la vida de los niños, y eso no va a continuar. Una vez más, hay buenas razones para no enfocarnos en la esperanza de vida como medida del éxito. Eliminar el cáncer y otras enfermedades de los ancianos eliminaría mucho sufrimiento y mejoraría la vida de millones. Que tenga poco impacto en la esperanza de vida no es el punto.”.

La irresponsabilidad fiscal no es monopolio argentino (ufa!): Estados Unidos también es un desastre

Muchos pensamos que nuestros países muestran una mala gestión fiscal, para decirlo en forma algo benigna. Pero otros países no son ningún ejemplo, tal el caso de los Estados Unidos. Michael Tanner, Senior Fellow del Cato Institute, comenta la situación fiscal de ese país (http://www.cato.org/policy-report/mayjune-2015/running-out-other-peoples-money):

“…Si los crecientes déficits fiscales anuales representan la irresponsabilidad fiscal de un año a otro, el total acumulado de tal irresponsabilidad es la deuda pública, que ha llegado ya a casi 18.200 billones de dólares. Pongamos esto en perspectiva: los Los Angeles Dodgers tienen el equipo mejor pagado del baseball. Por 18.200 billones podríamos pagarles a los Dodgers por 65.204 años y todavía nos quedaría dinero para un par de pitchers libres. Y, hablando de Los Angeles, $18.200 billones permitiría comprar todas las propiedades de la ciudad, 38 veces. Si tuviéramos que repagar la deuda pública a un ritmo de un dólar por segundo nos tomaría 576.736 años. La porción de deuda de cada norteamericano es de 56.750 dólares.

El gobierno de Estados Unidos clasifica oficialmente la deuda de dos formas. La primera es ‘en poder del público’, que son los bonos en manos de individuos, empresas, gobiernos extranjeros y otras entidades que no sean el gobierno federal. Al 1 de Abril esta deuda alcanzaba 13.100 billones y representaba 74% del PIB, el porcentaje más alto desde la Segunda Guerra Mundial.

La segunda clasificación es deuda ‘intra-gubernamental’, deudas del gobierno federal consigo mismo, como la del Fondo de la Seguridad Social. Los más de cien fideicomisos y cuentas especiales tienen hoy 5.060 billones de dólares en deuda, cuya porción principal es con la Seguridad Social (2.730 billones) y Medicare (287.000 millones). Si combinamos la deuda en poder del público y la intra-gubernamental llegamos a los 18.200 billones.

Esto es más del 101% del PIB proyectado para fines de este año. Consideremos esto. Debemos actualmente más del valor total de todos los bienes y servicios que se producen en el país en un año. “

Pero esto no incluye la deuda implícita.

“Las obligaciones futuras no financiadas de la Seguridad Social son ahora más de 24.900 billones de dólares. Las de Medicare son más difíciles de determinar, debido a la reciente reforma de la salud. En 2009 se estimaban en 88.900 billones. Desde entonces la inflación en servicios de salud ha sido algo más baja. Los economistas debate la razón de esto y si va a continuar pero ha resultado en una reducción de los pasivos no cubiertos a solo 47.600 billones.

Así, la deuda federal combinada (la que posee el público, la intergubernamental y la implícita) totaliza 90.500 billones de dólares. Eso es plata en serio, incluso en Washington, casi $282.000 por cada habitante en Estados Unidos. Los estudiantes que hoy se gradúan se preocupan por su deuda universitaria. Eso es nada comparado con lo que deben como su parte de la deuda pública.

Más aún, estas proyecciones asumen que las tasas de interés de la deuda pública se mantendrán a los niveles actuales, cercanos al 2%. Aun a este nivel, los intereses de la deuda son cada vez una porción más grande del presupuesto. Este año el gobierno federal pagará 229.000 millones en intereses. Para 2024 con una modesta suba de intereses crecería a 808.000 millones. Y algo después superaría el billón de dólares cada año. Para 2035, los intereses de la deuda competirían con Medicare como el segundo ítem más importante del presupuesto, detrás de la Seguridad Social.

Y las tasas de interés pueden no seguir tan bajas. Se estima que un aumento de un punto porcentual agrega 1.000 billones en intereses en la década siguiente. En las dos décadas pasadas el promedio de tasa de la deuda pública fue de 5,7%. Por lo tanto, si las tasas retornaran a algo similar a esos niveles tradicionales, se agregarían billones de dólares a las obligaciones futuras.”

Sin precios en la salud se toman malas decisiones: no estamos realmente tomando ‘decisiones’

Cuando no hay precios en las decisiones que tomamos relacionadas con la salud, no estamos asignando nuestros recursos a lo que estimemos que son nuestras prioridades. Comenta el último premio Nobel en Economía, Angus Deaton, en su libro The Great Escape:

Deaton

“Dado que el cuidado de la salud (en Estados Unidos), es de alta calidad y ayuda a mantener y mejorar la salud, es un instrumento importante para la salud. Pero la atención médica es cada, por lo que existen una compensación potencial entre un gasto mayor en atención a la salud  y otros aspectos del bienestar. Si los norteamericanos gastaran el doble en salud, tendrían que reducir el gasto en todo lo demás en un cuarto. O si pudiéramos seguir las recomendaciones de Darmouth para reducir los programas caros y de poco valor, y cortar el gasto en salud, digamos, a la mitad, podríamos aumentar el gasto en cualquier otra cosa en un 10%. Este tipo de compensaciones sucede todo el tiempo en la vida diaria, y usualmente no nos preocupamos mucho si la gente, por ejemplo, gasta mucho en libros o aparatos electrónicos y les queda poco para gastar en vacaciones de verano. Entonces, ¿por qué la salud sería diferente?

El problema es que la gente no está realmente eligiendo cuanto gastar en atención a la salud en la forma en que lo hace sobre los libros o las vacaciones. En realidad, la gente puede no saber cuánto está pagando por esa atención, o lo que están sacrificando a cambio. En los Estados Unidos, la mayor parte de la atención de los jubilados es pagada por el gobierno a través de Medicare, y la mayoría (59%) de los no jubilados reciben coberturas de sus empleadores. Muchos de estos piensan que sus empleadores están pagando por su atención médica, sin costo para ellos. Sin embargo, la mayoría de los estudios han mostrado que no son los empleadores los que terminan pagando, sino los empleados, a través de salarios más bajos. Como resultado, los ingresos típicos, han crecido más despacio de lo que hubieran crecido si los costos de salud no hubieran crecido tan rápido. Pero la gente no lo ve de esta forma, y no piensa en culpar a los mayores costos de salud por el más lento crecimiento de sus ingresos. Como resultado, no logran ver a los costos de salud como el problema que realmente es.

Problemas similares surgen  cuando el gobierno provee atención médica, como en Europa, o en Medicare, que paga por la salud de los jubilados en Estados Unidos. Cuando la gente presiona al gobierno para que provea beneficios de salud adicionales –cobertura para remedios, por ejemplo- no tienden a pensar en lo que están sacrificando a cambio. El decano de los economistas sanitarios de los Estados Unidos, Victor Fuchs, da el ejemplo de una mujer anciana para quien Medicare proveerá costos atención quirúrgica sin costo para ella, incluso cirugía que no sería necesaria o urgente, pero cuya jubilación no le permitiría comparar un boleto de avión para visitar a un nieto. Estas compensaciones se realizan en el proceso político a través de algún tipo de debate democrático, pero ése es un proceso difícil, cuestionable, y muchas veces mal informado. También es un proceso que, al menos en algunos países, está profundamente influenciado por los proveedores, que tienen un interés en sobre-proveer, un interés que  se hace más fuerte y está mejor financiado cuanto más se gasta.”

Personalidades tiránicas, despiadadas, egocéntricas: el capitalismo da a Steve Jobs, el poder a Hitler

Se desató en estos días una polémica por una nueva publicación del libro de Adolf Hitler, Mein Kampf. Asimismo, pasaron por uno de los canales de cable la película “La Caída”, con una impresionante actuación de Bruno Ganz en el personaje del dictador nazi.

La Caida de Hitler.www.dvdrip-audiolatino.com

Su personalidad aparece allí como “tiránico, despiadado, hipercompetitivo, egocéntrico, frío, manipulador y hasta con decisiones bastante cuestionables hacia su ex pareja”.

Sin embargo, esta cita no pertenece a una descripción de la personalidad de Hitler sino de Steve Jobs en una película recientemente estrenada con su nombre: http://www.lanacion.com.ar/1858301-una-sintesis-del-capitalismo-salvaje

El autor de la crítica titula la nota «Una síntesis del capitalismo salvaje» y concluye que “este Steve Jobs de tres cabezas (Boyle-Sorkin-Fasssbender) resulta, claro, un genio y figura, un hombre divertido y seductor, pero también un monstruo despótico incapaz de cuidar a sus seres queridos y colaboradores. Una síntesis y una metáfora perfecta del capitalismo más salvaje e inhumano.”

Jobs

Quisiera ahora hacer un comentario sobre la referencia al “capitalismo más salvaje e inhumano”, comparando esas dos personalidades que parece que tuvieran algunos rasgos en común. Asumamos que Jobs era como se lo describe arriba. Hitler también, e incluso más.

Pero quisiera cuestionar que se denomine ‘capitalismo salvaje e inhumano’ al sistema que vuelve a una personalidad de ese tipo, como Jobs, en  un genio creador que no paró de ofrecernos una innovación tras otra que cambiaron nuestras vidas en forma muy positiva. Comparemos el resultado de la actuación de este tiránico despiadado en el mercado con la de ese otro tiránico despiadado en el poder, con el control del Estado. El primero nos dio el Ipod, Iphone, Ipad y muchas otras cosas; el otro unos 25 millones de muertos, países totalmente destruidos, familias destrozadas, campos de concentración, etc.

Un sistema que vuelve a una personalidad fría y egocéntrica, manipuladora y tiránica en un innovador genial más que “salvaje e inhumano” debería ser considerado todo lo contrario: canaliza las fuerzas y los impulsos de ese tipo de personalidades hacia algo positivo; mientras que la carrera por la búsqueda del poder y el control del Estado ocasiona terror y destrucción.

Es cierto, tal vez no era fácil estar cerca de Jobs, pero todos estaban allí voluntariamente, manteniendo una relación contractual, formal o informal, de la que podían retirarse en cualquier momento sin que Jobs pudiera impedirlo violentamente. Ningún descontento con lo que sucediera en Apple iba a terminar preso o extinguido.

No podían decir lo mismo quienes eran secuestrados por las SS, quienes terminaban en un campo de exterminio o quienes se veían atacados por las tropas alemanas. Incluso esa voluntariedad era discutible en muchos soldados alemanes, reclutados a la fuerza, y hasta en oficiales que temían las consecuencias de una deserción (aunque hubo algunos que valerosamente lo hicieron y no se prestaron a aceptar órdenes tiránicas).

En definitiva, un sistema que vuelve al tiránico un innovador poco tiene de salvaje: limita a las fieras, conduce su ego hacia la satisfacción de las necesidades de los demás, no a su destrucción. Salvaje parece ser la lucha por el poder y su ejercicio ilimitado: el capitalismo no funciona si todos somos más que bondadosos, simplemente con la gente como es, buena y mala; e incluso presiona para sacar algo muy bueno de los peores.

Juan Carlos Cachanosky: un amigo, un colega, y en definitiva un gran profesor que nos enseño a todos

Conocí a Juan Carlos Cachanosky hace unos 25 años y desde entonces trabajé con él de una forma u otra. Él había llegado a las ideas antes que yo, me sacaba varios cuerpos. Había estudiado economía en la Universidad Católica y luego, vinculado con Alberto Benegas Lynch (h), estudió con Hanns Sennholz y formó parte del Departamento de Investigaciones desde ESEADE desde su inicio.

Cachanosky

Tal vez me pierdo detalles en esta breve historia. Me voy a referir más adelante a sus contribuciones académicas. Por el momento quiero señalar que forjó una fuerte amistad con un grupo de economistas e historiadores, quienes vimos en él siempre una referencia en esa materia. Como pocos profesores, pudo lograr establecer una relación con sus alumnos como pocas veces he visto. Son pocos los casos en los que los alumnos dejan otros programas de lado para cenar y conversar con el profesor, y sin embargo eso era lo que ocurría con “Charly”, para nosotros, “Cacha” para los guatemaltecos y el resto de latinoamericanos. He tenido la oportunidad de estar en algunas de esas cenas de exalumnos, la última en el 2015 en Guatemala.

Humor irónico y dedicación al trabajo eran dos de sus características salientes. Su punto débil era ser de Boca…, y recordártelo cada vez que ganaban.

Utilicé mucho en distintas materias su introducción a la Escuela Austríaca de Economía en un artículo de ese nombre en el primer número de la revista Libertas, el Journal académico que comenzara a publicar ESEADE en 1984: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/49_4_Cachanosky.pdf

También fue muy útil la publicación de su tesis sobre el uso de las matemáticas en la economía “La ciencia económica y la economía matemática”, también publicada en Libertas, en dos ediciones, la Nº 3 de Octubre de 1985 y la Nº 4 de Mayo de 1986.

http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/47_6_Cachanosky.pdf

http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/46_4_Cachanosky.pdf

En el número 10 publicó su análisis sobre la crisis de los años 1930: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/40_7_Cachanosky.pdf

No menos importante fue su siguiente trabajo, “Historia de las teorías del valor y el precio”, también publicada en dos ediciones de Libertas, ya en 1995.

http://eseade.edu.ar/files/Libertas/25_4_Cachanosky.pdf

http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/23_6_Cachanosky.pdf

Este es un monumental trabajo donde revisa el avance, y los retrocesos, de la teoría del valor desde los griegos hasta la Revolución Marginalista. Muchos alumnos de Historia del Pensamiento Económico han hecho ese recorrido tan importante y fundamental para el avance de la teoría económica.

Luego de esto Charly cambió de rumbo intelectual completamente, y de la teoría pura o la historia del pensamiento económico se fue a la teoría económica aplicada al management y al cálculo financiero señalando el vínculo entre el análisis austriaco y el Value Based Management, por ejemplo en un artículo que publicó en el número 30 de Libertas: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/14_7_Cachanosky.pdf

Y desde allí, haciendo honor a las ideas, se dedicó a ser emprendedor y a desarrollar la educación online a través de Corporate Training, en proyectos conjuntos con distintas universidades extranjeras, en cuyos programas muchos de sus amigos fuimos y éramos profesores hasta ayer: http://www.corporatet.com/

Su último proyecto era crear una revista académica online, que se llamaría Eleutheria, o Liberalismus, o retomara el viejo nombre de Libertas. Sus últimos mails al respecto son de ese mismo día en que el corazón cedió y nos sorprendió a todos.

Lo recordaremos con mucho cariño y sabemos que ha dejado un legado muy importante, en sus hijos y en sus alumnos, y en todos los que compartimos con él buena parte de su vida.