Individualismo y masculinidad (?)

Estuvimos viendo la relación entre ciertos valores e ideas y la calidad de las instituciones, tomando en cuenta el análisis comparative de Geert Hofstede. Aquí van otras dos de sus categorías.

 

Individualismo, Recordemos su definición: se refiere a cuánto están los individuos integrados en grupos. Por un lado hay sociedades donde se espera que los individuos se arreglen por sí mismos y con sus familias, mientras que otros se encuentran integrados en grupos muy Fuertes y cohesivos, que los protege a cambio de su lealtad.

 

 

País Individualismo Posición ICI País Individualismo Posición ICI
Guatemala

6

108

Suiza

68

3

Ecuador

8

151

Noruega

69

8

Panamá

11

55

Suiza alemana

69

Venezuela

12

182

Irlanda

70

12

Colombia

13

83

Letonia

70

42

Indonesia

14

105

France

71

25

Paquistán

14

154

Suecia

71

5

Costa Rica

15

46

Bélgica francesa

72

Perú

16

64

Canadá francés

73

Trinidad &  Tobago

16

71

Dinamarca

74

2

Taiwán

17

21

Bélgica

75

17

Corea del Sur

18

29

Italia

76

59

El Salvador

19

94

Bélgica holandesa

78

África Occidental

20

Nueva Zelanda

79

4

Bangladesh

20

143

Canadá

80

7

China

20

122

Hungría

80

47

Singapur

20

23

Holanda

80

10

Tailandia

20

80

Gran Bretaña

89

9

Vietnam

20

138

Australia

90

6

Chile

23

22

Estados Unidos

91

11

 

Los países con mayor calidad institucional son los que tienen un índice mayor de individualismo, tal el caso de los que aparecen en la columna de la derecha. Veamos lo que el informe dice respecto a los Estados Unidos, por ejemplo: “Los Estados Unidos, con un índice de 91 en esta dimensión, es una sociedad altamente individualista. Esto se traduce en una sociedad poco estructurada en la que la expectativa es que la gente se preocupe de sí mismos y sus familias. También hay un alto grado de movilidad geográfica y la mayoría de los estadounidenses están acostumbrados a hacer negocios, o interactuar, con extraños. Por lo tanto, no son tímidos para acercarse a sus posibles contrapartes para obtener o buscar información. En el mundo de los negocios, se espera que los empleados tengan confianza en sí mismos y muestren iniciativa. También, dentro del mundo laboral basado en intercambios, las decisiones de contratación y promoción se basan en el mérito o la evidencia sobre lo que realizado o lo que puede realizarse[1]”.

En el otro extremo, respecto de Guatemala: “Con un índice de 6, Guatemala tiene el menor en términos de individualismo, es la cultura más colectivista del mundo. Como los guatemaltecos son un pueblo muy colectivista, pertenecer a un grupo inclusivo y alinearse con la opinión de ese grupo es muy importante. Combinado con altos índices de Distancia al Poder, esto significa que los grupos tienen fuertes identidades. La comunicación es indirecta y la armonía del grupo tiene que mantenerse, se evitan los conflictos abiertos. La relación tiene una base moral y esto es siempre tiene prioridad sobre el cumplimiento de las tareas. Debe invertirse tiempo inicialmente para establecer una relación de confianza. A menudo se encuentra nepotismo. La retroalimentación es siempre indirecta, también en el ámbito de los negocios[2]”.


 

[2] http://geert-hofstede.com/guatemala.html

La otra variable es la «masculinidad», que no se refiere al sexo. Su definición es: los
valores masculinos parecen diferir entre sociedades más de lo que difieren los
femeninos. Los primeros son aquellos que enfatizan una conducta decisoria y
competitiva mientras que los valores femeninos enfatizan la modestia y la
bondad. En los países “femeninos” las mujeres y los hombres comparten esos
valores de modestia y bondad, mientras que en los “masculinos” hay más diferencia
porque los hombres son más decisorios y competitivos.

Masculinidad: Esta variable presenta una compleja relación con la calidad institucional. Por un lado se encuentran países como Suecia, Noruega, Dinamarca e incluso Costa Rica y Chile, todos ellos en destacadas posiciones en el ICI, pero entre los opuestos también encontramos a Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Suiza. ¿Qué significa esto? Veamos lo que los autores dicen respecto a algunos de estos países. En relación a Suecia, el país con menores diferencias entre uno y otro sexo (aclaremos que son diferencias de valores no de trato): “un índice bajo (femenino) en esta dimensión significa que los valores dominantes en la sociedad son la bondad hacia otros y la calidad de vida. Una sociedad femenina es una donde la calidad de vida es signo de éxito y destacarse de los demás no es admirable”[1].

Respecto a Eslovaquia, en la posición más “masculina”, dice: “Con 100, Eslovaquia es una sociedad masculina – muy orientada y motivada por el éxito. Es importante ser considerado exitoso y alcanzar sus objetivos. Los símbolos de estatus como autos, imponentes casas, ropas, etc., juegan un papel importante. La gente trabaja duro para lograr un alto nivel de vida y poder ‘mostrar sus logros’. Se necesitan largas horas de trabajo y dedicación para lograr esto”[2].

No parece haber tampoco una evidente relación entre masculinidad/feminidad y la calidad de las instituciones políticas o económicas.

 

País Masculinidad Posición ICI País Masculinidad Posición ICI
Suecia

5

5

Estados Unidos

62

11

Noruega

8

8

Ecuador

63

151

Letonia

9

42

Colombia

64

83

Holanda

14

10

Filipinas

64

99

Dinamarca

16

2

Polonia

64

39

Lituania

19

30

China

66

122

Eslovenia

19

44

Alemania

66

13

Costa Rica

21

46

Gran Bretaña

66

9

Finlandia

26

1

Irlanda

68

12

Chile

28

22

Jamaica

68

76

Estonia

30

20

México

69

88

Portugal

31

31

Italia

70

59

Tailandia

34

80

Suiza

70

3

Rusia

36

140

Suiza (Alemana)

72

Guatemala

37

108

Venezuela

73

182

Surinam

37

113

Austria

79

16

Uruguay

38

41

Sudáfrica (blanca)

83

Corea del Sur

39

29

Hungría

88

47

Bulgaria

40

61

Japón

95

19

Croacia

40

78

Eslovaquia

110

40

Distancia al poder y rechazo a la incertidumbre

En este intento de análisis sobre la relación entre ideas e instituciones, veremos ahora si el análisis de Hofstede y sus categorías muestra algúna relación entre el predominio de ciertos valores y la calidad institucional según la mide el Índice de Calidad Institucional. Ahora veremos dos: distancia al poder y evitar la incertidumbre.

Distancia al poder:

Recordemos la definición: se refiere a la aceptación de las jerarquías por parte de aquellos que están abajo, no en la cúspide de ellas. Podríamos interpretarlo como en qué medida se aceptan las opiniones de superiores jerárquicos sin mayor cuestionamiento o en qué medida se siente confianza para diferir con el superior.

Parece bastante evidente que aquellos países son más abiertos a diferir con los que están en posiciones jerárquicas muestras mejor calidad institucional; los otros más relacionados con regímenes autoritarios o dirigidos por líderes carismáticos populistas que se apoderan la de cúspide de una jerarquía que luego no se cuestiona:

País Distancia al poder Posición ICI País Distancia al poder Posición ICI
Austria

11

16

Croacia

73

78

Israel

13

38

Singapur

74

23

Dinamarca

18

2

África Occidental

77

Nueva Zelanda

22

4

India

77

98

Suiza (alemana)

26

3

Ecuador

78

151

Irlanda

28

12

Indonesia

78

105

Noruega

31

8

Países árabes

80

Suecia

31

5

Bangladesh

80

143

Finlandia

33

1

China

80

122

Suiza

34

3

México

81

88

Costa Rica

35

46

Venezuela

81

182

Alemania

35

13

Surinam

85

113

Gran Bretaña

35

9

Serbia

86

95

Australia

36

6

Rumania

90

65

Holanda

38

10

Rusia

93

140

Canadá

39

7

Filipinas

94

99

Estonia

40

20

Guatemala

95

108

Luxemburgo

40

14

Panamá

95

55

Estados Unidos

40

11

Malasia

104

57

Lituania

42

30

Eslovaquia

104

40

Evitar la incertidumbre

De Nuevo recordemos su definición: es la tolerancia por la incertidumbre y la ambigüedad. Las culturas que buscan minimizar estas situaciones tienen leyes y normas estrictas y la creencia en una verdad absoluta a nivel filosófico y religioso. Los opuestos aceptan la incertidumbre, son más tolerantes de opiniones diferentes, tratan de tener la menor cantidad de reglas posibles, pero cumplirlas.

En este caso los países con mayor calidad institucional son aquellos que aceptan la incertidumbre, buscan reducirla con su iniciativa individual a diferencia de los otros que lo hacen a través de normas y reglamentaciones. No extraña encontrar aquí a los países con mejores calificaciones en el subíndice de calidad de las instituciones económicas. En el otro extremo se encuentran muchas sociedades latinas y conservadoras, con menor apego al riesgo:

País Evitar la incertidumbre Posición ICI País Evitar la incertidumbre Posición ICI
Singapur

8

23

France

86

25

Jamaica

13

76

Panamá

86

55

Dinamarca

23

2

España

86

28

Hong Kong

29

15

Perú

87

64

Suecia

29

5

Eslovenia

88

44

China

30

122

Rumania

90

65

Vietnam

30

138

Japón

92

19

Gran Bretaña

35

9

Serbia

92

95

Irlanda

35

12

Surinam

92

113

Malaysia

36

57

Bélgica (francesa)

93

India

40

98

Polonia

93

39

Filipinas

44

99

Bélgica

94

17

Estados Unidos

46

11

El Salvador

94

94

Canadá

48

7

Rusia

95

140

Indonesia

48

105

Malta

96

36

Nueva Zelanda

49

4

Bélgica (holandesa)

97

Sudáfrica (blanca)

49

60

Uruguay

100

41

Noruega

50

8

Guatemala

101

108

Australia

51

6

Portugal

104

31

Eslovaquia

51

40

Grecia

112

84

 

 

 

Ideas e Instituciones: elites o masas

He tratado en posts anteriores distintas teorías sobre el origen de las instituciones, para terminar con una de ella que afirma la importancia de los valores e ideas determinando el destino de una sociedad. Más sobre el asunto:

Continuando con el vínculo entre ideas e instituciones buscaremos, entonces, analizar la relación que pueda existir entre el predominio de ciertas ideas y la existencia de ciertas instituciones. La tarea, sin embargo, es muy difícil ya que, ¿qué significa que ciertas ideas predominan en una sociedad? ¿Debemos tratar de analizar las ideas y valores que predominan en toda la población o solamente en las élites?

Este es uno de los tantos dilemas que se presentan y no es menor. Converse (2006) en un trabajo seminal en la materia señala, precisamente, que los sistemas de convicciones nunca han se han rendido fácilmente al estudio empírico y la cuantificación y han llevado a decir que lo que es importante para estudiar no es medible y lo que es medible no es importante para investigar. La tesis de este autor es que existen claras diferencias en la naturaleza de los sistemas de convicciones entre las elites políticas y las masas. En forma similar a la planteada por Rose y Milton Friedman sugiere una descripción basada en una pirámide que se extiende desde un vértice pequeño hasta una base amplia, con distintos niveles basados en el nivel de conocimientos.

¿Qué deberíamos considerar entonces, las convicciones de las elites o las de las masas? En el primero de los casos el sistema de convicciones es más coherente, en el sentido de que podríamos más fácilmente predecir que si un individuo de la elite tiene una cierta convicción, seguramente tendrá otras que normalmente forman un conjunto funcional, mientras que esta coherencia se va debilitando a medida que se baja de la pirámide. Converse (p. 8), menciona este ejemplo: si un legislador se destaca por su insistencia en reducir impuestos y tener un presupuesto balanceado, se puede predecir con cierto grado de éxito que también se opondrá a cierto aumento del gasto público. En el caso del votante común, sin embargo, esto es mucho menos probable. Es más, sería de esperar que apoyara tanto una reducción de impuestos como un aumento del gasto social al mismo tiempo. En su investigación toma en cuentas las opiniones sobre “gasto/ahorro” como indicativas de una visión más amplia “liberal/conservadora” (“liberal” en el sentido usado en Estados Unidos, más cercano a socialdemócrata) y sugiere que un 17% formaría parte del estrato I, con una clara comprensión de la diferencia que captura casi toda su extensión, 37% en los estratos IV y V con un concepto totalmente vago, y un 46% que se divide en dos estratos, el III que presenta mucha incertidumbre y conjeturas en relación a los términos y el II, el que define bien los términos pero en un sentido muy estrecho.

Hofstede

Geert Hofstede

A este problema se le suma la falta de fuentes de datos que permitan un análisis comparativo en cualquiera de esos estratos. Tomemos el caso de las investigaciones realizadas por Gert Hofstede, un sicólogo social pionero en la realización de estudios culturales comparativos. En base a los datos de una investigación realizada originalmente por IBM para entender las diferencias culturales entre los agentes de la empresa en distintos países desarrolló luego un extenso trabajo comparativo que, si bien se basa principalmente en el análisis de los valores de personas como miembros de organizaciones, establece diferencias a nivel nacional. Es decir, el trabajo evalúa las diferencias entre un país y otros, no entre una organización y otras dentro de un mismo país.

Información muy completa, incluso con los resultados por país, aquí: http://geert-hofstede.com/

El universo de las consultas realizadas no se corresponde con las elites que menciona Converse, quien considera principalmente a las elites políticas, pero nos dará una primera vista de las ideas y valores que predominan en algunos estratos medios.

En un primer momento desarrolló cuatro categorías:

  1. Distancia en el poder: se refiere a la aceptación de las jerarquías por parte de aquellos que están abajo, no en la cúspide de ellas. Podríamos interpretarlo como en qué medida se aceptan las opiniones de superiores jerárquicos sin mayor cuestionamiento o en qué medida se siente confianza para diferir con el superior.
  2. Evitar la incertidumbre: es la tolerancia por la incertidumbre y la ambigüedad. Las culturas que buscan minimizar estas situaciones tienen leyes y normas estrictas y la creencia en una verdad absoluta a nivel filosófico y religioso. Los opuestos aceptan la incertidumbre, son más tolerantes de opiniones diferentes, tratan de tener la menor cantidad de reglas posibles, pero cumplirlas.
  3. Individualismo: se refiere a cuánto están los individuos integrados en grupos. Por un lado hay sociedades donde se espera que los individuos se arreglen por sí mismos y con sus familias, mientras que otros se encuentran integrados en grupos muy fuertes y cohesivos, que los protege a cambio de su lealtad.
  4. Masculinidad: los valores masculinos parecen diferir entre sociedades más de lo que difieren los femeninos. Los primeros son aquellos que enfatizan una conducta decisoria y competitiva mientras que los valores femeninos enfatizan la modestia y la bondad. En los países “femeninos” las mujeres y los hombres comparten esos valores de modestia y bondad, mientras que en los “masculinos” hay más diferencia porque los hombres son más decisorios y competitivos.

Luego se agregaron otras dos categorías:

  1. Orientación hacia el largo plazo: Las sociedades orientadas al largo plazo fomenta virtudes pragmáticas como el ahorro, la persistencia, y la adaptación a circunstancias cambiantes. Las orientadas al corto plazo, en cambio, hacia virtudes relacionadas con el presente y el pasado como el orgullo nacional, respeto por la tradición y cumplir ciertas obligaciones sociales.
  2. Indulgencia versus contención: en ciertas sociedades se permite la libre gratificación de ciertos impulsos relacionados con el disfrute de la vida y el entretenimiento y las otras las suprimen y regulan con normas sociales muy estrictas.

Antes de intentar trazar una relación entre estas categorías y distintos niveles de calidad institucional, veremos qué países se encuentren entre unos y otros tipos (Hofstede et al, 2010).

Converse, Philip E. (2006 [1964]) “The nature of belief systems in mass publics”, Critical Review, 18: 1-3, 1-74.

Hofstede, Geert, Gert Jan Hofstede & Michael Minkov (2010); Cultures and Organizations: Software of the Mind, Third Edition; (McGraw-Hill).

La maldición de las instituciones (II)

Otro bien interesante artículo sobre el «Capitalismo de Amigos», en The Economist:

http://www.economist.com/news/leaders/21598996-political-connections-have-made-many-people-hugely-rich-recent-years-crony-capitalism-may

Crony capitalism 2

En cuanto al artículo de Mehlum et al, comentado ayer, sigo:

El modelo simple comentado es el siguiente:

  1. Emprendedores productivos y buscadores de rentas (vía privilegios, protecciones, subsidios), provienen del mismo conjunto de emprendedores
  2. Se asignan en uno u otro grupo según sean los retornos que obtienen de cada actividad, hasta que estos retornos (ganancias) en una y otra actividad se igualan.
  3. Como los buscadores de rentas pujan por la renta de los recursos naturales, cuántos más hay de éstos, menos hay de los emprendedores productivos
  4. Por el contrario, las actividades productivas generan beneficios para otros, por lo que su mayor número aumenta sus beneficios. En otras palabras 3 es un juego de suma cero, y 4 es un juego de suma positiva.

Cuando hay pocos emprendedores productivos, las ganancias son bajas. En este caso, como casi todos los emprendedores se ocupan de producir, los beneficios de los buscadores de rentas son bajos también.

Si hay muchos buscadores de rentas, las ganancias son bajas para éstos porque hay pocos productores de los que extraerlas. A medida que hay más productores, las ganancias son más altas para los pocos buscadores de rentas que quedan.

Cuanto mejor es la calidad de las instituciones menores son las ganancias de los buscadores de rentas en relación con las ganancias que se obtienej en las actividades productivas, por lo que un avance hacia mejores instituciones reduce sus ganancias, hay más productores y menos rentistas.

Si las instituciones se deterioran, mejoran las perspectivas de los rentistas en comparación con los productores, hay más rentistas y menos productores.

Finalmente, en cuanto a la evolución de países con distinto tipo de recursos e instituciones.

La “maldición de los recursos naturales” ocurre ya que el país que los tiene pero con instituciones que promueven la rapiña termina peor que el que no tiene recursos aunque tenga malas instituciones, mientras que el que tiene recursos y buenas instituciones termina mejor, es decir, recibe la “bendición” de poseer un recurso natural.

Ejemplos que se presentan en el artículo:

– Guerras civiles por el control de recursos naturales: Sudan, Nigeria, Angola, Congo

– Deterioro de las instituciones:

Riqueza petrolera: Nigeria, Angola, Sudan, Venezuela

Riqueza de diamantes: Sierra Leone, Liberia, Congo

– Ejemplos de calidad institucional y «bendición» de los recursos naturales

Noruega (petróleo), Holanda (gas), Australia (minerales),

El papel de las ideas

Continuamos con las teorías sobre el origen y evolución de las instituciones:

Los más destacados economistas del siglo XX han señalado la importancia de las ideas para explicar las políticas aplicadas y la evolución de las sociedades. Famosa es la cita de John Maynard Keynes en las Notas Finales de su obra Teoría General:

0 R

“…las ideas de los economistas y filósofos políticos, tanto cuando son correctas como erróneas, tienen más poder de lo que comúnmente se entiende. De hecho, el mundo está dominado por ellas. Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto. Locos con autoridad, que escuchan voces en el aire, destilan su histeria de algún escritorzuelo académico de uno años antes. Estoy seguro que el poder de los intereses creados es vastamente exagerado cuando se lo compara con el gradual avance de las ideas. No, por cierto, en forma inmediata, pero luego de un cierto intervalo; porque en el campo de la economía y la filosofía política no hay muchos que sean influenciados por nuevas teorías luego de sus veinticinco o treinta años de edad, por lo que las ideas que los funcionarios públicos y políticos, y aun los activistas aplican a los eventos actuales no es probable que sean las últimas. Pero, tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados las que son peligrosas para bien o para mal” (Keynes, 1936, p. 383).

mises2

Ludwig von Mises (1949) dedica todo un capítulo de su obra Acción Humana (cap. X) con el título “El Papel de las Ideas”, en el cual afirma que la sociedad es producto de la acción humana guiada por ideologías, entendiendo a éstas como la totalidad de las doctrinas relacionadas con la conducta individual y las relaciones sociales más doctrinas sobre el “deber ser”, sobre los fines que el hombre debería perseguir. Es decir, el conjunto de teorías científicas respecto a los medios más una valoración respecto a los fines de la acción humana. Cualquier situación social es, para Mises, el resultado de ideologías desarrolladas previamente, que emergen y pueden reemplazar a otras existentes anteriormente y así transformar el sistema social, por lo que la sociedad es siempre la creación de “ideologías” temporal y lógicamente anteriores. La acción es siempre dirigida por ideas.

En el mismo año que Mises publicaba su obra magna, F. A. Hayek publicaba su artículo sobre los intelectuales y el socialismo (Hayek, 1949), que comienza así: “En todos los países democráticos, en los Estados Unidos aún más que en otros, prevalece una fuerte creencia de que la influencia de los intelectuales en la política es insignificante. Esto es en verdad cierto respecto al poder de los intelectuales para que sus opiniones particulares del momento influencien las decisiones, de la medida en la cual pueden influir el voto popular en cuestiones sobre las que difieren de las visiones actuales de las masas. Sin embargo, en períodos más largos probablemente nunca han ejercido una influencia tan grande como la que tienen hoy en esos países. Este poder lo ejercen moldeando la opinión pública” (p. 417).

Hayek

Hayek define con la palabra “intelectuales” no ya a los autores originales de ciertas ideas sino aquellos que las reproducen, entre los cuales menciona a periodistas, maestros, ministros religiosos, publicistas, locutores de radio, escritores de ficción, de humor y todo tipo de artistas. En otros trabajos (Hayek, 1933 y 1954), describió el proceso de difusión de las ideas desde esos autores originales, pasando por los intelectuales hasta llegar a las grandes masas como gotas que caen en un estanque y generan círculos cada vez más amplios.

Finalmente, Milton & Rose Friedman (1989) presentan su versión de esta misma teoría en las siguientes palabras:

Milton & Rose Friedman

“…un cambio importante en la política social y económica está precedido por un cambio en el clima de la opinión intelectual, generado, al menos en parte, por circunstancias sociales, políticas y económicas contemporáneas. Este cambio puede comenzar en un país pero, si es duradero, termina por difundirse en todo el mundo. Al principio tendrá poco efecto en la política social y económica. Después de un intervalo, a veces de décadas, una corriente intelectual “tomada en su punto culminante” se extenderá al principio gradualmente, luego con más rapidez, al público en general y a través de la presión pública sobre el gobierno afectará las medidas económicas, sociales y políticas. A medida que la corriente de acontecimientos alcanza su punto culminante, la corriente intelectual comienza a disminuir, compensada por lo que A. V. Dicey denomina las contracorrientes de opinión, que representan generalmente una reacción a las consecuencias prácticas atribuidas a la corriente intelectual anterior. Las promesas tienden a ser utópicas. Nunca se cumplen, y por lo tanto desilusionan. Los protagonistas iniciales de la corriente de pensamiento desaparecen y la calidad intelectual de sus seguidores y partidarios disminuye en forma inevitable. Hacen falta independencia y coraje intelectuales para iniciar una contracorriente que domine la opinión, y también, aunque en menor medida, para unirse a la causa. Los jóvenes emprendedores, independientes y valientes buscan nuevos territorios para conquistar y ello requiere explorar lo nuevo y lo no probado. Las contracorrientes que juntan sus fuerzas ponen en movimiento la próxima marejada, y el proceso se repite”[1].

Desde otra perspectiva, es conocida la visión de Antonio Gramsci sobre la conquista del poder cultural como etapa previa a la del poder político mediante la acción concertada de los intelectuales llamados ‘orgánicos’ infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios.

Gramsci

Asimismo, la conocida tesis de Max Weber (1920) referida al impacto de la religión en el crecimiento económico señalando que el espíritu del capitalismo moderno es caracterizado por la ética del trabajo reflejada principalmente por el protestantismo y, en particular, el calvinismo, podemos considerarla como una tesis que enfatiza el papel de las ideas, si bien restringida a valores provistos por la religión.

Aunque los autores de la Teoría del Origen Legal destacan el papel de las ideas, éste es asignado a un período de formación de los sistemas legales, a partir de los cuales éstos cumplen el rol  determinante en la conformación de los marcos institucionales. Es más, La Porta et al (2008) discuten otras interpretaciones que exploran el papel que cumple la cultura, la política y la historia, y si bien no rechazan el impacto que éstas puedan tener su análisis se centra más bien en el origen de las normas que hacen al derecho societario y financiero, que tiene un gran impacto en el crecimiento económico. Los que enfatizan el papel de la cultura han considerado principalmente el papel de la religión, sobre todo teniendo en cuenta sus reservaciones respecto al interés y la actividad comercial en general, como determinante de los sistemas legales. En cuanto a los que enfatizan la política, mencionan alianzas políticas originadas en crisis, económicas o militares, particularmente en Europa continental que llevaron a sistemas corporativos más cerrados para proteger sus activos, ofreciendo seguridad social y leyes laborales para los trabajadores, conformando así sistemas sociales más extensos que en países como Estados Unidos o el Reino Unido. Finalmente, aquellos que señalan la importancia de eventos históricos enfatizan que países con sistemas legales de “common law” tenían peor protección a los accionistas minoritarios a comienzos del siglo XX que otros como Francia, ejemplo claro de la tradición del Derecho Civil codificado, pero pudieron conseguirla en ese período por contar con sistemas democráticos más abiertos y también porque no sufrieron gran destrucción física durante la Segunda Guerra Mundial, lo que radicalizó la política en los países así afectados, llevándolos a sistemas con mayor grado de regulaciones anti-capital.

El hecho, entonces, que países de common law hayan avanzado mucho y superado a los de tradición continental en materia de legislación comercial y financiera sugiere un papel tanto sea para la cultura como para la política no ya solamente en el origen del sistema legal, sino en un período más cercano, lo cual nos aproxima a nuestro intento de analizar los valores e ideas que predominan en distintas sociedades actualmente, planteando la hipótesis que el predominio de algunos determina la existencia de instituciones más o menos favorables al progreso.



[1] Más recientemente, el profesor de Harvard, Dani Rodrik, sostiene que el análisis que simplemente refiere la causa de toda acción pública a una cuestión de incentivos económicos deja de lado el poderoso papel que cumplen las ideas: “Las ideas dan forma a los intereses, en un proceso que opera por tres vías. En primer lugar, determinan la autopercepción de las elites políticas y los objetivos que persiguen. En segundo lugar, las ideas determinan las creencias de los actores políticos respecto del funcionamiento del mundo. Si los grupos de poder empresariales creen que el estímulo fiscal solamente produce inflación, presionarán a favor de ciertas políticas; si creen que genera aumento de la demanda agregada, presionarán por otras. El gobierno fijará un impuesto menor si cree que es fácil evadirlo y uno mayor si piensa que es difícil. Las ideas determinan las estrategias que los actores políticos creen tener a su disposición”. (Rodrik, Dani; “La tiranía de la economía política”, Project Syndicate, La Nación, 17/2/13.

Instituciones, recursos naturales, origen legal

Hemos visto ya algunas teorías sobre el origen de las instituciones y su relación con el progreso. Ahora veremos una relacionada con el fracaso y el retroceso y otra sobre el origen legal como determinante de la calidad institucional

La maldición de los recursos naturales

Una quinta visión plantearía una relación entre recursos naturales, calidad institucional y progreso, aunque en este caso sería negativa. Conocida como la “maldición de los recursos naturales”, sostiene que el descubrimiento de nuevos recursos naturales puede llevar al deterioro institucional porque desata una rapiña por esas rentas, lo cual impacta esa calidad y los niveles de progreso. Consideramos este tema en la edición 2001 del índice. Podría plantearse de esta forma:

Recursos Naturales/Destrucción Institucional/Retroceso o estancamiento

El incremento inesperado de recursos fiscales genera rentas fácilmente capturadas por los gobiernos, independizándolos de los “contribuyentes” y brindándoles recursos para sobornar a los grupos de presión, evitando la necesidad de un pacto del tipo “impuestos a cambio de instituciones representativas”.

Mehlum et al (2005) desarrollan un modelo para explicar que no necesariamente el descubrimiento de un recurso o un boom de commodities generan deterioro institucional. Según los autores existe una tensión entre las actividades de producción y formas especiales de búsqueda de rentas. Cuando las instituciones son sólidas y tienen buena calidad las actividades de lobby pueden ser complementarias de las actividades productivas, pero cuando no la búsqueda de rentas atrae el esfuerzo emprendedor de políticos, funcionarios, empresarios y sindicalistas hacia actividades improductivas, al mero reparto de la “torta” caída del cielo. Cuanto mejor es la calidad institucional menor es la rentabilidad de la búsqueda de rentas y mayor la de las actividades productivas, por lo que los emprendedores se ubican en las últimas, y menos rentable y más difícil es buscar privilegios y prebendas.

El origen legal

Una sexta visión es la conocida como “origen legal” de las instituciones, resumida por algunos de sus autores originales en La Porta el al (2008), muy similar a la 2, pero sin la intermediación de cuestiones sanitarias. Repasan allí la evolución de esta teoría que se originó en el estudio comparativo de distintas normas de gobierno corporativo para la protección de inversores minoritarios, la posibilidad de catalogar las diferentes normas en un cierto número de países y las diferencias existentes vinculadas con el origen legal, básicamente basado en el sistema de derecho codificado continental o el sistema del “common law” inglés. Países en esta segunda tradición legal ofrecerían mayor protección y, por ello, generarían un mayor volumen de inversión y crecimiento económico. Distintos autores luego extendieron la investigación vinculando esos orígenes a cuestiones tales como la existencia de bancos estatales, regulaciones para el ingreso a mercados, regulaciones laborales, incidencia del servicio militar, propiedad estatal de medios periodísticos e incluso el formalismo de los procesos judiciales y la independencia de la justicia. En todos los casos, países que heredaron el sistema del common law presentarían menores trabas para el funcionamiento de los mercados, y mayor agilidad e independencia judicial.

Sistema legal del colonizador/Instituciones/Progreso

 

Claro que explicar el marco de instituciones en ciertos países en relación a la herencia legal colonial parece tener mucho sentido, pero no explica por qué las potencias coloniales llegaron a desarrollar sus propios sistemas institucionales. No obstante, La Porta et al (2008) señalan un camino que nos interesará explorar aquí:

“La Teoría del Origen Legal rastrea las diferentes estrategias de Common Law o Ley Civil (codificada) en distintas ideas sobre la ley y su objetivo que Inglaterra y Francia desarrollaron hace siglos. Estas ideas y estrategias fueron incorporadas en reglas legales específicas, y también en la organización del sistema legal, como también el capital humano y las creencias de sus participantes” (p. 286).

Es decir, el origen de las instituciones está vinculado a las ideas que predominan en una sociedad en un determinado momento. Nos detendremos ahora a considerar esta hipótesis. Antes de ello, no obstante, resumamos lo considerado hasta el momento. Un cierto número de teorías tratan de explicar el papel que cumplen las instituciones en el crecimiento económico de una sociedad, algunas de ellas lo niegan o le otorgan un papel secundario, otras afirman su causalidad. Como asumimos aquí éstas segundas, tratamos de avanzar un paso más y preguntarnos qué es lo que determina que ciertos países hayan desarrollado instituciones que permiten el progreso y otros hayan desarrollado otras que lo restringen o impiden. Si bien es una relación causal anterior, en la discusión antes mencionada aparecen algunas hipótesis, sin bien no explícitas en todos los casos. Tal vez una visión que incorpore tanto condiciones geográficas originales y luego también la evolución de valores e ideas sea la planteada por Diamond (1999), siendo en el primer caso tanto sea el clima que permitió el desarrollo de la producción de alimentos como también la ubicación geográfica que generó la proliferación de mayor número de grandes mamíferos que ayudaron a las poblaciones humanas tanto sea en el aspecto productivo como en el militar, pero luego una importante influencia de la evolución cultural y el desarrollo de mitos y creencias que cohesionaron, o no, a grupos humanos detrás de ciertos líderes en primer lugar, y estados organizados más adelante.

Así, en el caso de Sachs et al, e incluso de Acemoglu et al, e Easterly & Levine, tal vez también las que consideran los recursos naturales o el tamaño de los países, son las condiciones geográfico-ambientales las que cumplen un papel determinante (visiones 1, 2, 4 y 5). Mientras que por otro lado, las que asignan un papel a los conocimientos e incentivos políticos y el origen legal (visiones 3 y 6) asignan aunque sea en parte, un papel a las ideas.

Referencias

Diamond, Jarred (1999), Guns, Germs and Steel: The Fates of Human Societies; (New York: W.W. Norton & Co).

Mehlum, Halvor, Karl Moene & Ragnar Torvik (2005), “Cursed by Resources of Institutions?” Working Paper Series № 10, Department of Economics, Norwegian University of Science and Technology, Trondheim, Norway.

La Porta, Rafael, Florencio Lopez-de-Silanes, & Andrei Shleifer (2008), “The Economic Consequences of Legal Origins”, Journal of Economic Literature, 46:2, 285–332

Otras dos sobre el origen de las instituciones

Estuvimos viendo distintas teorías sobre el origen de las instituciones. Una primera que considera que no son el determinante principal del progreso, sino las condiciones geográficas y las enfermedades; y otra en la que sí, pero donde esas condiciones determinan el tipo de instituciones que surgiera, algunas promoviendo el progreso, otras retrasándolo.

Una tercera, dijimos, llamada “política”, predominante en organismos internacionales, que hace hincapié en que las políticas e instituciones reflejan el conocimiento actual y las fuerzas políticas. Cambios, tanto sea en el conocimiento acerca de cuáles políticas son mejores para el desarrollo o cambios en los incentivos políticos pueden producir rápidos cambios en las instituciones y en las políticas económicas.

Según esta visión, la historia no juega un papel importante y una herencia negativa puede revertirse rápidamente. Las variables geográficas y ambientales no serían tan importantes para el progreso actual.

Esta tercera visión podría describirse de esta forma:

Conocimiento e incentivos políticos/cambios en instituciones y políticas/progreso

 

Un ejemplo de esta visión es Frankel & Romer (1999) quienes aceptan la importancia de la ubicación geográfica pero a través de la apertura al comercio.

Una cuarta visión sobre el tema es la que relaciona el tamaño del país con la calidad institucional. Por ejemplo, Fors (2007), analiza la hipótesis de si aquellos países insulares o pequeños presentan mejor calidad institucional y, por ende, mayores niveles de progreso. En este caso, sería:

País insular o pequeño/calidad institucional/progreso

 

Según Fors, el número de estados pequeños se ha incrementado en las últimas décadas, lo que aumentó el interés de analizar el impacto del tamaño y la condición de insulares en el crecimiento económico. En general, se considera que países pequeños se ven perjudicados por una fuerza laboral reducida, mercados limitados y un alto costo per cápita de los bienes públicos. Los países insulares sufrirían las desventajas del aislamiento, la lejanía y los mejores costos de transporte. Por ello es que concluyen que estos factores impiden el crecimiento. Fors, no obstante, cita a (Armstrong and Read, 2003) quienes presentan evidencia empírica en contrario y a (Easterly and Kraay, 2000), mostrando incluso que tendrían un desempeño superior. Fors señala ya que los filósofos griegos, y más tarde Montesquieu y Rousseau, creían que la democracia solamente funcionaría bien en poblaciones pequeñas, pero analiza también el impacto en las instituciones económicas y concluye que los países pequeños e insulares muestran mayor calidad institucional y una relación positiva con niveles de PIB per cápita, tomando datos de 1960 a 1995 y de 2004.

No presenta una explicación sobre el fenómeno pero una de ellas podría ser que países pequeños e insulares tendrían un alto costo si se aislaran detrás de barreras proteccionistas que les impedirían aprovechar los beneficios de la división internacional del trabajo. Al ser más abiertos, estarían más sujetos a la competencia institucional motivada por la movilidad de factores y esto los llevaría a tener instituciones de calidad superior.

Referencias

Armstrong, H. & R. Read (2003,) «The Determinants of Economic Growth in Small States»; The Round Table 368: 99—124.

Easterly, W. & A. Kraay (2000), “Small States, Small Problems? Income, Growth, and Volatility in Small States”; World Development 28(11): 2013—2027.

Fors,  Heather Condon (2007), “Island Status, Country Size and Institutional Quality in Former Colonies”, Working Papers in Economics Nº 257, School Of Business, Economics And Law, Göteborg University.

Frankel, J. & Romer, D., 1999. Does trade cause growth?, American Economic Review 89, 379-99.

 

Origen de las instituciones

Ayer vimos la teoría de Sachs. Recuerden que se pueden suscribir al RSS.

Por otro lado, Acemoglu et al (2001) desarrollaron una teoría similar pero “institucional”, para explicar las diferencias de progreso en países que recibieron distinto tipo de colonizaciones. Esta teoría se basa en tres premisas:

Hubo distinto tipo de colonizaciones que crearon diferentes conjuntos de instituciones. Por un lado, potencias europeas establecieron estados “extractivos”, tal el caso de la ocupación belga del Congo. El principal objetivo era trasladar recursos a la potencia colonial y no se preocuparon de establecer derechos de propiedad o límites al poder. Por otro lado, mucho europeos emigraron y buscaron replicar esos derechos y límites, tal los casos de Australia, Canadá, Estados Unidos o Nueva Zelanda.

La estrategia de la colonización fue influenciada por la facilidad para establecerse. En aquellos lugares donde el entorno ecológico y de enfermedades no era favorable al establecimiento de colonos predominó el modelo extractivo.

El estado colonial y sus instituciones predominaron luego de la independencia (p. 1370)

En base a estas premisas, los autores usan datos sobre la mortalidad de soldados, religiosos y marineros como un indicador del índice de mortalidad que enfrentaban los colonos. Relacionando esto con el PIB actual muestran que donde los europeos enfrentaban más altas tasas de mortalidad el nivel bajo, a diferencia de donde no.

Curiosamente, esta teoría también tiene un componente ambiental y relacionado a enfermedades, pero a diferencia de Sachs, no busca explicar el desarrollo económico, sino la existencia de ciertas instituciones que luego permitieran el progreso[1].

¿Cuál es la diferencia entre una y otra teoría? Básicamente, en un caso sería
Condiciones geográficas/enfermedades/progreso
Mientras que en el Segundo sería:
Condiciones geográficas/enfermedades/instituciones/progreso
Compatible con esta segunda teoría es la de Easterly & Levine (2002) quienes se preguntan si el desarrollo económico depende de ciertos factores geográficos como el
clima templado en lugar del tropical, las condiciones ecológicas que generan
enfermedades o un ambiente favorable al cultivo de granos y otras cosechas
comercializables; o si lo hace solamente a través de ciertas instituciones o
políticas. Sus evidencias señalan que los trópicos, los gérmenes y las cosechas
afectan el desarrollo pero solamente a través de influir en el desarrollo de
instituciones. Los autores comparan el desempeño de Burundi en comparación con
el de Canadá, donde si bien el primero cumple con las malas condiciones
geográficas mencionadas por la primer teoría (clima tropical proclive a
enfermedades, lejanía de los principales mercados, sin acceso al mar) el
distinto desempeño se debe al desarrollo de distintas instituciones. Contrastan
esta hipótesis con la primera, y con una tercera, llamada “política”, predominante
en organismos internacionales, que hace hincapié en que las políticas e
instituciones reflejan el conocimiento actual y las fuerzas políticas. Cambios,
tanto sea en el conocimiento acerca de cuáles políticas son mejores para el
desarrollo o cambios en los incentivos políticos pueden producir rápidos
cambios en las instituciones y en las políticas económicas.
Referencias

Acemoglu, Daron, Simon Johnson y James A. Robinson (2001), “The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation”, American Economic Review, vol. 91 (diciembre), págs. 1369–1401.

Easterly, William y Ross Levine (2002), “Tropics, Germs and Crops: How Endowments Influence Economic Development”, NBER Working Paper 9106 (Cambridge,Massachusetts: National Bureau of Economic Research).



[1] La teoría del “determinismo geográfico” tiene una larga historia que se inicia con los griegos y renaciera con Ibn Khaldun y Montesquieu.

Importancia y origen de las instituciones

En este, y siguientes posts presentaré disintas visiones sobre la importancia de las instituciones, para llegar a ver teorías sobre el origen de las instituciones.

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Es decir, ¿si la calidad de las instituciones es importante para explicar el progreso de los países, qué explica que algunos países hayan logrado tener instituciones de mayor calidad que otros?

Empecemos con un cuestionamiento a la importancia del papel de las instituciones:

Por ejemplo, Sachs (2003a y 2003b) cuestiona la relación entre instituciones y progreso considerándolo un concepto vago con el que se pretende explicar el desarrollo económico por medio de una sola variable, sin tener en cuenta otras como “las limitaciones de recursos, la geografía, la política económica, la geopolítica y otros aspectos de la estructura social interna, como los papeles del hombre y de la mujer y las desigualdades entre los grupos étnicos” (2003b).

Sachs atribuye a la explicación “institucionalista” un cierto objetivo “ideológico” ya que con esto, según el autor, se explica al mayor progreso de Estados Unidos, Europa y Japón en esas mismas instituciones, que cuando el crecimiento se produce en otras regiones se debe a eso y, finalmente, que esto libera al “mundo de los ricos” de responsabilidades financieras respecto a los pobres, ya que la causa de su falta de progreso se debe a sus propias falencias institucionales. Sachs afirma que las instituciones no explican todo y que, debido a ello, sería más sensato “intensificar la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y el paludismo; tratar de solucionar el agotamiento de los nutrientes del suelo; y construir más caminos para conectar poblaciones remotas a mercados regionales y puertos costeros”(2003b).

Curioso, ya que una supuesta visión “ideológica”, con la cual se implica exenta de verificación empírica, es criticada con otra que no presenta tampoco esa verificación. Concluye Sachs (2003b): “En otras palabras, África subsahariana y otras regiones que hoy se afanan por mejorar el desarrollo económico necesitan mucho más que sermones sobre buen gobierno e instituciones sólidas, factores que sin duda sirven para aumentar la eficacia de las demás medidas. Necesitan intervenciones directas, respaldadas por más asistencia de los donantes, para superar la enfermedad, el aislamiento geográfico, la escasa productividad tecnológica y las limitaciones de los recursos que los atrapan en la pobreza”.

En 2003a, Sachs comenta distintos trabajos de sí mismo y otros colegas en los que se demostraría que “los niveles de ingreso per cápita, crecimiento económico y otras dimensiones económicas y demográficas están fuertemente correlacionadas con variables claves geográficas y ecológicas tales como, la zona climática, enfermedades ecológicas y distancia a la costa”. En uno de esos trabajos (Gallup, Sachs, and Mellinger, 1998), los autores presentan un modelo teórico que busca explicar que un “entorno físico desventajoso” puede conducir a la adopción de arreglos institucionales menos productivos.

Estos autores, entonces, plantean una hipótesis que es la que realmente nos interesa aquí. Si bien buscan explicar qué determina el desarrollo económico, su teoría presenta también una hipótesis respecto a qué determina la existencia de ciertas instituciones.

La discusión con Acemoglu, Daron, Simon Johnson y James A. Robinson (2001), Easterly,William y Ross Levine (2002) y Rodrik, Dani, Arvind Subramanian y Francesco Trebbi (2002), se basa en un modelo según el cual el ingreso per cápita es una función de la calidad de las instituciones medida por un índice y un conjunto de otras variables que pueden incluir las geográficas, históricas o políticas.

ln(Yi) = β0 + β1 QIi + β2’ Zi + εi

Yi es el ingreso per cápita, QI es la calidad institucional y Zi el conjunto de las otras variables. Los autores antes mencionados, verifican la hipótesis de que β2’ sea cero, es decir que no tenga ningún poder explicativo y lo comprueban, pero Sachs sostiene que no sería así si se toma a Zi como una variable de la transmisión de la malaria, la que entonces explicaría el nivel de ingresos en ciertos países cuyas condiciones geográficas favorecen la extensión de esta enfermedad. Para Sachs la calidad institucional muestra una “fuerte correlación positiva con el porcentaje de la población que vive en zonas con ecologías de zonas templadas” (p. 8).

Es decir, para Sachs son más determinantes los factores geográficos que los institucionales para explicar el progreso o su ausencia. Mañana comentaré otras teorías, que también toman en cuenta factores geográficos, pero que asignan mayor peso a las cuestiones institucionales.

 

Referencias

Acemoglu, Daron, Simon Johnson y James A. Robinson (2001), “The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation”, American Economic Review, vol. 91 (diciembre), págs. 1369–1401.

Easterly, William y Ross Levine (2002), “Tropics, Germs and Crops: How Endowments Influence Economic Development”, NBER Working Paper 9106 (Cambridge,Massachusetts: National Bureau of Economic Research).

Gallup, John Luke, and Jeffrey Sachs D. with Andrew D. Mellinger. «Geography and Economic Development.» in Annual World Bank Conference on Development Economics 1998 (April), The World Bank: Washington, DC.

Rodrik, Dani, Arvind Subramanian y Francesco Trebbi (2002), “Institutions Rule: The Primacy of Institutions over Geography and Integration in Economic Development”, NBER Working Paper 9305 (Cambridge,Massachusetts: National Bureau of Economic Research).

Sachs, Jeffrey D. (2003a), “Institutions Don’t Rule: Direct Effects of Geography on Per Capita Income”, NBER Working Paper 9490 (Cambridge, Massachusetts: National Bureau of Economic Research).

Sachs, Jeffrey D, (2003b), “Las Instituciones son importantes, pero no para todo: no deben subestimarse el papel que cumplen la geografía y los recursos naturales en el desarrollo”, Finanzas y Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, junio.

Sobre free riders y colados

En un libro que causara alto impacto en la ciencia económica, “La lógica de la acción colectiva”, Mancur Olson criticó el supuesto de muchos autores en ciencias políticas, acerca de que los individuos actúan en forma consistente con los intereses del grupo al que pertenecen. En ausencia de incentivos externos, como sanciones o recompensas, el individuo buscaría su propio interés buscando no contribuir a la producción de bienes o servicios que benefician al conjunto, es decir serían “free riders” o diríamos por aquí “colados” de los esfuerzos de otros.
Por ejemplo, si nos pidieran que voluntariamente aportáramos fondos para cubrir el gasto público a cada uno de nosotros nos convendría aprovechar ese gasto pero no aportar a él, pensando que otros lo harán. De esta forma, si los otros actúan igual ese gasto no puede financiarse, por eso los impuestos son compulsivos. No obstante, esa actitud individual de frío cálculo maximizador parece no tener en cuenta todas las facetas de los individuos. Por ejemplo, ¿qué pasa con el individuo kantiano que considera un deber cumplir con su parte?
Es lo que plantea Dan Kahan (2002 “The logic of Reciprocity: Trust, Collective Action, and Law”, Yale Law School John M. Olin Center for Studies in Law, Economics, and Public Policy Working Paper Series, paper 281), quien cuestiona a Olson planteando que los individuos adoptan una posición “recíproca” más que “maximizadora”. Es decir, que cuando ven a otros actuando en forma cooperativa y movilizados por sus propios valores, están dispuestos a contribuir a la provisión de “bienes públicos” aún sin la existencia de recompensas o sanciones. En contraste, cuando ven a otros actuando como “colados” o tomando ventaja entonces el resentimiento gana y retiran su cooperación. Incluso sostiene que los incentivos y las sanciones pueden debilitar la confianza necesaria para resolver estos problemas de acción colectiva porque la existencia o el incremento de las recompensas y los castigos sería una señal de que otros no están cumpliendo con su parte, debilitando su motivación a cooperar.
Esto llama la atención a un punto débil de la así llamada “teoría del fracaso del mercado”, pues ésta sostiene que como no se puede confiar en que los individuos aporten voluntariamente para la provisión de bienes públicos, entonces los tiene que tomar en sus manos el Estado y financiarlos con impuestos. Sin embargo, la llamada “economía institucional” muestra que la sociedad desarrolla instituciones o arreglos contractuales que permiten solucionar problemas de provisión de bienes públicos en forma voluntaria.
Entre otras soluciones encontramos las sanciones de los pares a quienes actúan como “colados”, las normas culturales y, dentro de ellas, los valores morales que Kahan señala. Señala también varios casos particulares: ciertas investigaciones empíricas han mostrado que la gente está más dispuesta a contribuir a la caridad cuando ve a otros haciendo lo mismo, o se abstiene de arrojar basura en la vía pública, o espera su turno en la fila cuando los demás también lo hacen. Las empresas que han aumentado sueldos por encima del mercado han visto que los trabajadores responden trabajando más.
Su conclusión es que debería promoverse la confianza, más que las sanciones o recompensas e incluso sugiere que la autoridad impositiva debería hacer más énfasis en mostrar como una mayoría cumple con el pago de sus impuestos que en amenazar a los que no lo hacen.
Pero al margen de sus conclusiones específicas, lo interesante de su trabajo es la atención puesta en otras dimensiones de la acción humana que permiten resolver problemas de acción colectiva en forma voluntaria ya que hasta el momento para la mayoría de los economistas la única respuesta era el Estado. Y conocemos los problemas que esa respuesta trae consigo.
Un número de casos históricos se han convertido ya en clásicos estudios sobre la cooperación en situaciones en las que parecería ser muy fácil actuar como “free rider” y no cooperar para obtener un beneficio inmediato. Los trabajos de Avner Greif (1989), “Reputation and Coalitions in Medieval Trade: Evidence on the Maghribi Traders”, Journal of Economic History, Nº 49 (December), pp. 857-882.; Greif, Avner (1992), “Institutions and International Trade: Lessons from the Commercial Revolution”, The American Economic Review, Vol, 82, Nº 2, Papers and Proceedings of the Hundred and Fourth Annual Meeting of the American Economic Association (May), pp. 128-133) analizan la relación entre los comerciantes magrebíes en la Edad Media y los de Milgrom, North y Weingast (1990), “The Role of Institutions in the Revival of Trade: The Law Merchant, Private Judges and the Champagne Fairs, Economics and Politics, Nº 2 (March), pp 1-23), el funcionamiento de la feria de Champagne en el mismo período. En el primer caso se trataba de comunidades comerciantes judías establecidas en el norte de África, musulmán, en el siglo XI. Estos descendientes de comerciantes judíos en Bagdad se habían trasladado a esta región en el siglo X. Repartidos por todo el Mediterráneo los Magrebíes se contrataban entre sí como agentes, recibían la mercadería en consignación, la vendían y luego liquidaban el resultado. Dadas las distancias y las comunicaciones de la época está claro que el control directo era imposible y los incentivos para engañar estarían siempre presentes. No obstante, todos rechazaban luego interactuar con un representante que hubiera cometido un engaño y el incentivo para hacerlo era el valor de las relaciones futuras con todos los miembros de la red. Champaigne Trade Fair

 

Esto permitía incluso que se cumplieran los compromisos en relaciones puntuales que no se irían a repetir entre dos comerciantes, pero el valor de las relaciones con los demás era un incentivo suficientemente fuerte. En el caso de las ferias de Champagne, se encontraban a comerciar allí personajes provenientes de muy distintos orígenes y los contratos a veces implicaban la entrega futura de bienes. Se creó entonces una corte judicial de la feria formada por los mismos comerciantes, la que, si bien no tenía jurisdicción como para castigar a un comerciante de otros reinos o feudos, llevaba un registro de las operaciones y de su cumplimiento permitiendo así la opción de “no jugar” con quien traicione alguna transacción .