¿Qué es ser “libertario”? y ¿Quiénes los son? En un reciente libro publicado por Cato Institute, David Boaz responde a esas preguntas: http://www.cato.org/libertarianmind
Comenta Boaz que las ventas de “La Rebelión de Atlas”, el libro de Ayn Rand y “Camino de Servidumbre” de F. A. Hayek, se han multiplicado en los últimos años. Según investigadores, solamente entre un 2% y un 4% de norteamericanos se dicen “libertarios”, pero entre 15 y 20% tienen visiones libertarias en muchos temas (entre 30 y 40 millones de personas). La encuesta e Gallup “Governance Survey” encuentra que el 25% de los encuestados caen en el cuadrante “libertario”, monto similar al de “conservadores” o “socialdemócratas”. Y si se les pregunta si se definirían como “conservadores fiscales” y “liberales sociales” un 44% (100 millones) aceptan esa definición.
Pero, ¿qué es ser “libertario”? Así lo define Boaz:
“Libertarianismo es la filosofía de la libertad. Es la filosofía que, en distintas formas, ha inspirado a través de la historia a quienes lucharon por la libertad, la dignidad y los derechos individuales –los primeros partidarios de la tolerancia religiosa, los opositores de la monarquía absoluta, los revolucionarios de América, los abolicionistas (de la esclavitud), los protestantes contra la guerra y los anti-imperialistas, los opositores al Nazismo y al socialismo.
Los libertarios creen en la presunción de la libertad. Esto es, los libertarios creen que la gente debe ser libre para vivir como elijan a menos que los proponentes de la coerción puedan presentar un argumento sólido. Es el ejercicio del poder, no el ejercicio de la libertad, que requiere justificación. Si seguimos la presunción de la libertad, nuestras vidas serán más libres, más prósperas, y mas satisfactorias.
El peso de la prueba tiene que estar en aquellos que quieren limitar nuestra libertad.
Debemos ser libres para vivir nuestras vidas como queramos en tanto respetemos los mismos derechos de otros. La presunción de libertad debe ser tan fuerte como la presunción de inocencia en un tribunal penal, por la misma razón. De la misma forma que no puedes probar tu inocencia contra los posibles cargos en tu contra, no puedes justificar todas las formas en las que deberías poder actuar.
Pero muy a menudo se nos dice que debemos justificar cada ejercicio de nuestra libertad. ¿Quieres agregar un dormitorio más a tu casa? ¿Quieres fumar marihuana? ¿Quieres tener un arma? ¿Quieres navegar Internet con privacidad? ¿Quieres comenzar una nueva empresa de taxis? Prueba que necesitas esa libertad.
Cuando el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, trató de imponer una prohibición en las botellas grandes de bebidas gaseosas, los activistas del estado “protector” proclamaron que ‘nadie necesita una botella grande de gaseosa’. Puede ser, pero, ¿qué pasa si quieren una? ¿No tiene la gente el derecho para elegir lo que va a comer o beber? El ex senador Richard Lugar dijo que quería prohibir ciertas armas ‘para las que no veo ningún propósito legítimo’. ¿Qué otros productos pueden no tener un ‘propósito social legítimo’? ¿Los cigarrillos? ¿Los cepillos de dientes eléctricos? ¿La cerveza ‘light’? ¿Las autobiografías de los políticos? En una sociedad libre los políticos y las mayorías políticas no deberían ser árbitros sobre lo que puede venderse y comprarse por quienes quieren hacerlo.
En forma similar, los defensores de la supervisión masiva de nuestras llamadas telefónicas y navegación por Internet nos demandan que presentemos nuestros argumentos en favor de nuestra libertad y privacidad. Están equivocados. La carga de la prueba debería recaer en aquellos que están dispuestos a compilar completas bases de datos sobre nuestras actividades. La libertad debería ser la presunción. Las restricciones a la libertad con las que necesitan justificación.





