La Navidad capitalista es puro shopping, ¿o es en verdad ocuparse y preocuparse de los demás?

Dale Steinreich comenta sobre la Navidad en un artículo publicado en 1995: http://mises.org/library/capitalist-christmas-0

“Halloween tiene un tinte socialista. Figuras amenazantes llegan a tu puerta si ser invitadas, demandan tu propiedad y amenazan con realizar algún truco no especificado. En síntesis, es como funcionan los gobiernos.

El día de Acción de Gracias ha sido reinterpretado por el hombre blanco, luego de quemar, violar y robar al noble indio, tratando de arreglarlo con una cena barata de pavo. El Año Nuevo puede arruinarse porque es el comienzo de un nuevo año fiscal, y sabemos que estaremos trabajando para el gobierno por los siguientes cinco o seis meses.

santa2

Por eso amo la Navidad. Hasta hoy sigue siendo una celebración de libertad y vida privada, como también un necesario descanso de la incesante politización de la vida moderna. Es la más pro-capitalista de las celebraciones porque sus alegrías temporales se basan en la propiedad privada, el intercambio voluntario y el beneficio mutuo.

En las compras de Navidad, encontramos persistentes señales de programas de caridad en acción y pocas de aquellas (burocracias paternalistas) que no funcionan. El Ejército de Salvación, quienes reparten saludos y las cajas llenas de productos y juguetes que se reparten son verdadera caridad. Estas donaciones están basadas en la volición, no en la coerción, lo cual es la clave de su éxito.

La gente se queja de la “comercialización”, pero todas las compras y ventas están dirigidas hacia satisfacer las necesidades de otros. Aun si el receptor no da regalos a su vez, el que regala recibe satisfacción. No existe aquí el juego de suma cero o negativo del proceso político que transfiere propiedad de un grupo a otro.

Santa Claus, a diferencia de las figuras de Halloween, llega a tu casa con regalos y Buena voluntad, y nunca toma nada excepto leche o galletitas. Nunca pensarías en esconderle la platería. A diferencia de los burócratas del gobierno, Santa Claus y sus trabajadores son totalmente confiables, e incluso trabajan horas extras para crear los productos deseados por millones.

Si el Departamento de Trabajo llegara alguna vez a investigar el Polo Norte, encontrarían todo tipo de violaciones laborales: salud (muy frio) y seguridad, seguro de desempleo (¿lo pagan?, salario mínimo (¿hay explotación ahí?), horas extras (Dios sabe las horas que trabajan), derechos civiles (¿no emplean gnomos?). Pero el punto es que allí todos están voluntariamente, y lo consideran un honor y un privilegio.

Los árboles de Navidad son encantadores y las granjas que los producen son el último modelo de política ambiental. Los árboles se cosechan y se replantan para futuras celebraciones, un proceso totalmente guiado por la demanda de mercado. Si se trasladara esta política a los parques y bosques nacionales, podríamos satisfacer la demanda de madera, bajar su precio y asegurar que los árboles siempre tienen valor.

Las tarjetas de Navidad son un producto de arte atractivo, comunicado a las masas en formas que el gobierno nunca apoyará. Quienes las producen tienen que satisfacer a consumidores reales, quienes tienen mejor gusto que los administradores de subsidios públicos.

El punto débil de las tarjetas navideñas es que tienen que llegar vía el monopolio estatal del correo. Cada día, éste se enoja y advierte a los consumidores cautivos que las envían con dos semanas de anticipación. Si eres un burócrata del correo, no hay nada más irritante que los consumidores confundan tus operaciones con otras competitivas.

¿Qué hacemos cuando tenemos que enviar paquetes? Usamos servicios privados que proveen servicios por lucro aunque tienen prohibido por ley enviar cartas. Esas empresas dan la bienvenida a nuestros pedidos y no se quejan por el gran volumen.

En algún punto durante Navidad, la cultura oficial del gobierno y los medios –dominados por Obama y otros en Washington- desaparece de nuestra vista y no podemos sino recordar aquello que es más importante. Es la familia, la comunidad, el hogar, la tradición, los seres queridos, y otras las otras cosas que el gobierno desplaza durante el resto del año.

Este año, acordémonos de apreciar el papel que las instituciones capitalistas cumplen hacienda que sea éste un día más especial. Ni el gobierno nos puede quitar el espíritu navideño.”

Mises sobre el papel que cumplimos en el mercado, tanto como productores y consumidores

Parece básico pero no lo es. Comenta Mises sobre el funcionamiento del mercado, en “La Acción Humana”, Cap XVI, Apartado 12: “El individuo y el mercado”:

Mises3

“Se acostumbra hablar metafóricamente de las fuerzas automáticas y anónimas que actúan en el ‘mecanismo’ del mercado. Al emplear tales metáforas la gente está dispuesta a olvidarse del hecho que los únicos factores que guían al mercado y la determinación de los precios son las acciones humanas con un cierto propósito. No hay automatismo; sólo hay personas consciente y deliberadamente buscando alcanzar los fines elegidos. No hay misteriosas fuerzas mecánicas; sólo la voluntad humana que busca remover la insatisfacción. No hay anonimidad; sino solamente tú y yo, y Billy y Joe y el resto. Y cada uno de nosotros somos tanto productores como consumidores.”

Mises se dirige aquí a contrarrestar un enfoque común en todo tratamiento de los temas económicos que describe el funcionamiento del mercado como alejado de las decisiones de personas reales, de carne y hueso. Así, por ejemplo, se dice que “el mercado bajó” o “el mercado subió” y, por supuesto, entendemos lo que se quiere decir con eso, pero al formularlo así perdemos de vista que fueron personas las que empujaron el precio en el mercado hacia arriba o hacia abajo, que estuvieron de acuerdo en pagar más o menos. En una clase anterior vimos como quienes determinaban el precio eran las “parejas marginales”, pero siempre de trata de parejas de individuos, de personas que actúan para superar esa insatisfacción producto de la escasez. Esto lleva, también, a que se culpe al mercado de esto o de aquello cuando lo único que hace es reflejar cuáles son las valoraciones de las personas, nada más.

Y esas mismas personas que actúan, no necesariamente comprenden su propio papel en el mercado, en su doble carácter de oferentes y demandantes, de productores y de consumidores.

Continúa Mises:

“El mercado es un cuerpo social; es el principal cuerpo social. Los fenómenos de mercado son fenómenos sociales. Son la resultante de la contribución activa de cada individuo. Pero son diferentes a cada una de esas contribuciones. Aparecen ante el individuo como algo dado, que él mismo no puede alterar. Y pocas veces ve que él mismo es parte, aunque pequeña, del conjunto de elementos que determinan cada estado momentáneo del mercado. Porque no comprende esto se cree libre de criticar al fenómeno del mercado, de condenar respecto del resto de las personas un modo de conducta que considera correcto para sí mismo. Condena al mercado por su insensibilidad y desconsideración por las personas y demanda el control social del mercado para ‘humanizarlo’. Pide, por un lado, medidas para proteger al consumidor de los productores. Pero, por otro, insiste más enfáticamente en la necesidad de ser protegido él mismo como productor frente a los consumidores. El resultado de estas demandas contradictorias da como resultado el moderno método de gobierno intervencionista cuyos principales ejemplos son la Sozialpolitik de la Alemania imperial y el New Deal en los Estados Unidos.”

El capitalismo de amigos funciona solamente para los amigos, y amigos no podemos ser todos

En una conferencia dictada en el Faculty Club de la New York University (Aspects of American Foreign Trade Policy, 15/3/1943), Mises comenta la actividad empresarial bajo el proteccionismo: Mises3

“El mercado sin regulaciones es una democracia en la cual cada centavo da un derecho a voto. Su operación fuerza a los capitalistas y emprendedores a ajustar sus actividades a la demanda de los consumidores. Los consumidores deciden a través de sus compras o abstenciones de comprar lo que debe producirse, su calidad y cantidad. Un empresario que es lento para ajustar su producción a las demandas de los consumidores sufre pérdidas y, si no cambia sus métodos, será finalmente desplazado por otros más eficientes. La producción con afán de lucro significa la soberanía de los consumidores. En el manejo de los negocios el emprendedor es solamente un intermediario. Los reales jefes son los consumidores cuyas necesidades debe el emprendedor satisfacer de la forma más eficiente que el estado de la tecnología y la disponibilidad de factores de producción permita.”

“La gente no es misericordiosa como consumidores. No les preocupan los intereses creados del capital o del trabajo. Cuando el progreso tecnológico les ofrece un nuevo método de entretenimiento, van tras la novedad y abandonan lo viejo. Están deseosos de comprar en el mercado más barato. Están continuamente empujando a las empresas a su máximo esfuerzo.”

“La ausencia de algún privilegio para el productor menos eficiente es un rasgo característico del capitalismo moderno. Los gremios medievales tenían el derecho a cerrar el acceso al comercio a quien no fuera miembro, de forzar a sus miembros de continuar con métodos de producción tradicionales, y a impedir que se venda a un precio más bajo al que fijaran ellos monopolísticamente. La abolición de este sistema abrió la puerta a un progreso económico sin precedentes en la era del vapor y la electricidad. Fue la gran suerte de América que los colonizadores no trajeron con ellos desde sus viejos países ningún plan para restringir a los negocios.”

“Un privilegio que protege a un emprendedor o grupo de emprendedores contra la competencia de quienes producen más barato y mejores productos impulsa, con cargo al resto de la población los intereses de clase de esta rama de la producción, siempre que el acceso a esta rama esté restringido. Si cualquiera es libre de entrar en este campo de los negocios, el privilegio tiene solo un valor pasajero; el ingreso de nuevos emprendedores reducirá los excesivos ingresos a su nivel normal.”

“Un privilegio sirve los intereses de clase solamente de los privilegiados si las otras clases no están privilegiadas a su vez o no en la misma magnitud. Si todos son privilegiados en el mismo grado, todos pierden, como consumidores, lo que ganen como productores. Pero eso no es todo. Cada miembro de la comunidad resulta perjudicado por las restricciones impuestas en la producción más moderna y barata.”

 

El uso del conocimiento dentro de las organizaciones. ¿Planificación o mercados?

Lowell Bryan y Claudia Joyce, de la consultora McKinsey, publicaron el libro “Mobilizing Minds: Creating Wealth from Talent in the XXIst Century Organization”: http://www.amazon.com/Mobilizing-Minds-Creating-Century-Organization/dp/0071490825/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1417809885&sr=8-1&keywords=mobilizing+minds

No sé si los autores habrán leído el artículo de Friedrich Hayek “El uso del conocimiento en la sociedad”, un clásico de la economía: http://www.hacer.org/pdf/Hayek03.pdf, pero lo cierto es que su análisis y su propuesta parecen inspirados en ese texto. Su planteo es que el conocimiento no es perfecto y se encuentra disperso entre los miembros de una organización, una empresa, y que es necesario algún procedimiento para saber dónde ese conocimiento se encuentra y cómo darle el mejor uso.

Hayek

Esto dicen en un artículo que resume el libro, cuando analizan si es importante administrar el conocimiento existente o crear conocimientos nuevos: http://www.mckinsey.com/insights/strategy/making_a_market_in_knowledge

“Lo cierto es que el verdadero valor proviene menos de administrar el conocimiento y más –mucho más- de crearlo e intercambiarlo. Y la clave para alcanzar este objetivo es comprender que el conocimiento realmente valioso de una compañía se encuentra básicamente en las mentes de sus empleados más talentosos. Más aún, es poco probable que éstos intercambien su conocimiento sin un retorno apropiado por el tiempo y la energía que han puesto para ponerlo en alguna forma en la que pueda intercambiarse. También debe ser suficientemente valioso para buscarlo.”

“En síntesis, intercambiar conocimiento en forma eficiente dentro de toda una empresa es menos un problema tecnológico que organizacional: incentivar a personas que no se conocen a trabajar en conjunto por un su propio y mutuo interés. Existe, por supuesto, una solución bien conocida y probada para permitir intercambiar cosas de valor entre partes que no se conocen. Lo llamamos un mercado.”

“Por supuesto que han existido mercados de conocimiento durante mucho tiempo, a través de libros y artículos o servicios públicos como las bibliotecas. Más recientemente, empresas como Amazon, America Online o Yahoo!, han actuado como mercados externos para el conocimiento público. Pero no hay un equivalente mercado interno para el conocimiento valioso localizado dentro de la empresa.”

“Entonces, ¿cómo hace una empresa para crear mercados internos efectivos cuando el producto es algo tan intangible como el conocimiento ganado por la experiencia y el razonamiento personal? Los mercados efectivos necesitan, entre otras cosas, objetos de valor para el intercambio, precios, mecanismos de intercambio y competencia entre proveedores. A menudo hay también estándares, protocolos y normas, y facilitadores que los hacen funcionar mejor.”

“El papel de la empresa es proveer un mecanismo de intercambio para que los autores y quienes buscan conocimiento lleguen al Mercado por su propio interés. Alcanzar este objetivo requiere inversiones en infraestructura tecnológica y en el personal que hará su mantenimiento, para que funcione.”

“Un mercado interno de conocimiento tiene características especiales. Para empezar, la empresa es el beneficiario último del esfuerzo para formar y mantener un mercado de conocimientos. Por lo tanto, la empresa, más que el comprador, es responsable de recompensar a los autores para asegurarse de que estén motivados a producir objetos de conocimiento valiosos.”

El avance de los mercados no es solamente porque cayó el Muro de Berlín y muchos países se sumaron a las economías de mercado, es también por este tipo de desarrollos que ocurren a nuestro alrededor. No digo que este avance sea un proceso irreversible, pero si pensamos en la simple división entre mercados y planificación, desde hace años que éstos vienen superando al control y el constructivismo social.

Se equivocan, lejos estamos del fin del dinero (salvo el estatal), y se multiplican los mercados

Una vieja utopía se renueva en este artículo con el título de “Cómo reemplazar el dinero en el siglo XXI”: http://www.lanacion.com.ar/1745969-como-reemplazar-el-dinero-en-el-siglo-xxi

Que el dinero billete vaya a desaparecer en el futuro no extraña a nadie, ya viene siendo desplazado desde hace rato, primero por los cheques, luego por las tarjetas de débito. Pero que vaya a desaparecer tal cosa como un “medio de intercambio” no solamente es una ilusión sino que además sería un enorme paso atrás desde que hace cientos de años abandonamos el trueque.

Bitcoin

Es más probable que terminemos reemplazando a los dineros estatales, con el Bitcoin u otra cripto-moneda. Ni la creadora de la red Bioecon ni el periodista entienden esto. Comenta un sicólogo que también es electricista:

“Desde que ingresé a Bioecon volví a ofrecer tareas de electricidad. Los puntos que obtengo por los servicios que doy los canjeo dentro de la plataforma por masajes, alimentos, muebles o hierbas aromáticas, por ejemplo.»

«La idea de Bioecon es reemplazar el dinero. No utilizar nada que se parezca a una moneda para vehiculizar intercambios, y que la gente se conozca», explica Cecilia Hecht, creadora de esta red social en la que sus casi 800 usuarios -en la Argentina y en países como los Estados Unidos, China o España, entre otros- ofrecen y solicitan servicios y bienes, ya sea a través de un sistema de puntos, el trueque, el uso compartido o, simplemente, regalándolos.”

Cecilia, en verdad, está reemplazando un dinero por otro: los puntos que se obtienen en esa red. Lo cual está muy bien, por supuesto. Esos «puntos» son una nueva «moneda privada», es de esperar que tenga éxito y no se vean tentados a emitirla por demás. Algo similar creyeron, luego de la crisis de 2002, todos los que se lanzaron a los centros de trueque, pero en verdad utilizaban una moneda alternativa, que llamaban “arbolitos” por el dibujo que tenían sus “billetes” y que terminó como muchas monedas estatales: hundida en la hiperinflación.

Para el que le interese, analicé la moneda de los centros de trueque aquí: http://works.bepress.com/cgi/viewcontent.cgi?article=1010&context=martin_krause

En verdad, Bioecon es otra de las tantas redes de cooperación que surgen en la web y que lo que reemplazan es a los intermediarios, no al medio de intercambio. Este trabajo de la consultora Booz & Co., analiza lo que está sucediendo, particularmente entre empresas: http://www.strategy-business.com/article/00281?gko=88e49&cid=20141125enews&utm_campaign=20141125enews

Algunas redes de este tipo han florecido en estos meses, tales como las que permiten alquilar departamentos (Airbnb) o para compartir transporte (Uber), entre “consumidores”, pero lo más importante es lo que sucede entre empresas que hacen lo mismo para alquilar oficinas que no estén usando, o el conocimiento de sus investigadores, o su tecnología. Es la misma historia de E-bay o de Mercado Libre.

Todos estos son “mercados”, aceitados por un medio de intercambio, tal vez mañana si los gobiernos no lo condenan, el Bitcoin o el E-gold. Lejos está de ser el fin de la “economía mercantil” como parece sugerir la nota.

 

El «mercado» de las religiones es muy competitivo. Y parece que eso las favorece

En estos días se publicaron algunos artículos que muestran datos acerca de las preferencias religiosas de los argentinos. Así, por ejemplo, en este artículo de Denise Rabin, informa que:

“El 87% de los argentinos cree en Dios, 4% menos que en 2011. Y el 87% de aquéllos se identifica como católico, 13% más que hace dos años. Sin embargo, entre los católicos, sólo el 18% asiste a algún oficio religioso por semana. Mientras los matrimonios por Iglesia cayeron casi 70% desde 1990, los bautismos se mantienen estables, con una leve disminución de 1,2%. En 2012, el 74% de los bebes fue bautizado.” http://www.lanacion.com.ar/1745370-fe-y-familia-son-menos-los-que-creen-en-dios-pero-mas-los-que-se-dicen-catolicos

Al día siguiente, en la sección ADN Cultura, Nora Bär publica un excelente artículo titulado: “Las neurociencias de la fe: en busca de respuestas”. Si bien el principal contenido del artículo se relaciona con las investigaciones científicas que buscan explicar la existencia de creencias religiosas a partir del análisis del funcionamiento del cerebro, también trae datos acerca de la configuración religiosa del país y del mundo: http://www.lanacion.com.ar/1745534-las-neurociencias-de-la-fe-en-busca-de-respuestas

“Hay alrededor de 10.000 diferentes religiones, cada una de las cuales está convencida de que la suya es la única Verdad y que sólo ellos la poseen. [.] Alrededor del 64% de la población mundial pertenece al catolicismo, protestantismo, islamismo o hinduismo. Durante muchos años, el comunismo era la única creencia permitida en China [.]. Pero en 2007, un tercio de los chinos de más de 16 años dijeron que eran religiosos. Dado que esa cifra viene de un diario controlado por el Estado, el China Daily, el número verdadero de creyentes es probablemente más alto. Alrededor del 95% de los norteamericanos creen en Dios, el 90% reza, el 82% cree en los milagros, más del 70%, en la vida después de la muerte.”

Religiones

“En la Argentina, el doctor Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, investigador del Conicet y docente del seminario Sociedad y Religión, hizo un atlas de religiones en el país, el primero desde 1960, cuando el Censo Nacional de Población preguntó sobre esta temática. Hace medio siglo, más del 90% se identificaban con el catolicismo. Hoy, este culto sigue siendo mayoría: es la religión que profesa el 76% de la población; un 11% dice ser agnóstico o ateo, y el 11,3%, evangélico. En el estudio de Mallimacci, el 61% dijo que se relacionaba con Dios por su propia cuenta, sin mediación institucional. A este grupo, el científico lo cataloga como «cuentapropistas religiosos».”

“Según un estudio de Marita Carballo de 2005, hoy son casi 3000 los grupos religiosos inscriptos en la Secretaría de Culto de la Nación. Y a pesar de que hay quienes suponen que el avance de la ciencia y la tecnología destierran la religiosidad, las estadísticas sobre este punto son controvertidas. El estudio de Carballo sugiere que, por el contrario, ésta iría en aumento: en 1984 el 62 % de los argentinos se consideraban personas religiosas; en 1991, el 70%; seis años después, el 79% y, en 1999, el 81%. La misma tendencia mostraban quienes opinaban que la religión era muy importante en su vida: pasaron del 40 al 55% entre 1991 y 1999.”

En términos económicos, este parece ser un “mercado” bastante competitivo. Esta es precisamente la visión que presenta Gary Becker (1930-2014), quien recibiera el Premio Nobel de Economía en 1992. Becker visitó Argentina en 1999 y dictó una conferencia titulada: “La Naturaleza de la Competencia”; Gary Becker (Libertas, 2000), : http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/11_9_Becker.pdf

Allí dedica una sección específica a la religión comentando cómo algunas religiones han recibido privilegios por parte del poder político en distintos momentos de la historia, que Adam Smith era crítico de los privilegios de la iglesia de Inglaterra, y analizando algunas investigaciones que concluyen que cuando mayor es la diversión religiosa, mayor es la devoción. ¿será que esto explica el aumento de la religiosidad que verifica Carballo en su investigación? ¿Que, por ejemplo, la “competencia” de los evangélicos explicaría ese mayor crecimiento?

 

¿Cómo decidimos a qué precio vender? ¿Me dicen algo las curvas de oferta y de demanda?

En muchos casos el mundo de la economía parece divorciado de las acciones que realizan las empresas. La teoría económica no parece explicar lo que las empresas hacen. Uno de estos casos es el de la decisión empresarial de establecer un precio para sus productos. La visión “popular” es que se suman los costos y se agrega un margen esperado de ganancia para determinarlo. Es más, esto es en verdad lo que el verdulero hace: va al mercado central, compra y agrega ese margen para establecer sus precios minoristas.

Pero si bien este es un método sencillo de poner un precio no es lo esencial ya que, como decía El Principito, “lo esencial no es visible a los ojos”. ¿Acaso el verdulero puede poner cualquier margen que desee? Está claro que no, que conoce, más o menos, los precios de sus potenciales competidores y los tendrá en cuenta, incluso para ajustar algunos establecidos como costo+ si es que está muy alejado de sus competidores. Siempre estará tomando en cuenta qué precio estarán los consumidores dispuestos a pagar, de forma tal de vender todo el stock que haya comprado antes de que (dado que es un producto perecedero) se eche a perder.

¿Entonces el costo no cumple ningún papel? Por supuesto, el verdulero tiene que cubrir sus costos y ganar algo si va a seguir en esa actividad, pero no son los costos los que “determinan” los precios.

Un buen libro de management donde aparecen claros conceptos económicos vinculados a la demanda y el precio es “El Arte del Precio”, de Rafi Mohammed. De allí surge el mismo concepto. Comenta Mohammed que se encontró con un amigo, chef, quien recién abrió un restaurante:

“- Rafi –dijo. No sé cuánto cobrar por los platos que ofrezco en el menú.” Con una pisca de exasperación se preguntó en voz alta:

¿Debería cobrar el filete de primera con champiñones a 18 o a 31 dólares? ¿Cómo puede afectar esa diferencia de 13 dólares al número de clientes que frecuenten mi restaurante?… No quiero que mi restaurante solo se llene de un puñado de ricachones; quiero servir a un grupo de clientes más diverso. Pero tengo un negocio y he de obtener beneficios.”

Mohammed (aunque en el libro está más desarrollado), le plantea la solución: “La forma idónea de concebir la fijación de precios es verla como la aplicación de una serie de estrategias adecuadas (que captan márgenes de beneficios diferentes) para clientes que realizan valoraciones del producto distintas”.

Desde el punto de vista económico esto es totalmente correcto, las valoraciones individuales son subjetivas y, por lo tanto, diferentes. Tómese nota que están considerando los costos porque no quieren perder, pero que los precios son determinados por las valoraciones subjetivas del chef y de los clientes.

Llegaron a esta solución: precios especiales para los clientes de la mañana; descuentos para la tercera edad; precios para el menú del día; afiliaciones por 200 dólares anuales que proporcionaban un 25% de descuento en todas las comidas durante un año; paquetes de descuento en comidas de tres platos; un menú en barra a bajo precio y un precio extra por sentarse en la mesa del chef.

Correcto también desde el punto de vista económico. Para los alumnos que recién se encuentran con el gráfico de demanda y oferta, lo que está sucediendo es que el chef se enfrenta a una demanda con pendiente negativa pero no puede saber qué consumidor tiene una valoración subjetiva mayor y está dispuesto a pagar un precio más alto, y cuál la tiene menor y pagaría solo un precio más bajo. Como no puede leer sus mentes cuando entran al restaurante, les ofrece un “menú de opciones” para que sean ellos mismos “revelen” en qué punto de la curva están.

¿Los costos? Es cierto, hay que cubrirlos, pero para establecer los precios hay que buscar dónde estarán las utilidades marginales de los clientes.

Hayek, el uso del conocimientos en la sociedad, y el mercado de talentos dentro de una empresa

Las empresas internacionales, con muchas sedes en diferentes países del mundo, se enfrentan con un problema similar al que planteara Friedrich A. Hayek en su famoso artículo “El uso del conocimiento en la sociedad”. El conocimiento se encuentra disperso entre todos los miembros de la organización y no resulta sencillo aunque sea conocer siquiera donde está. Entre otros, es necesario conocer dónde se encuentra cada talento dentro de la organización.

Hayek

En la revista McKinsey Quarterly, de la consultora de ese nombre Lowell L. Bryan, Claudia I. Joyce, y Leigh M. Weiss plantean una solución “hayekiana” aunque no mencionan al autor. El artículo se llama: “Organizando un mercado de talentos”: http://www.mckinsey.com/insights/organization/making_a_market_in_talent

“Las compañías inteligentes comprenden el valor competitivo de contar con gente talentosa y ocupan considerable tiempo para identificar y reclutar a individuos de alto calibre, donde sea que se encuentren. El problema es que muchas empresas prestan poca atención a asignar sus talentos internos efectivamente. Pocas empresas ocupan a la gente talentosa en forma que generen ventajas competitivas –maximizando su visibilidad y movilidad y creando experiencias laborales que los ayuden a desarrollar sus capacidades y experiencias. Muchos gerentes frustrados han buscado en vano por la persona indicada para una tarea en particular, sabiendo que se encuentra en algún lugar de la empresa. Y mucha gente talentosa ha sufrido la experiencia de quedar escondido en algún rincón de la empresa, nunca encontrando las experiencias y desafíos indicados para crecer y, finalmente, se van.”

¿Cuál es la solución para este tipo de problemas? Organizar un mercado:

“Los estudios de abogados y otros grupos de servicios, academia, y unidades de Investigación y Desarrollo suelen tener mercados de talentos informales, donde los empleados senior buscan a los mejores empleados junior y éstos, a su vez, pueden elegir las posiciones más atractivas. Estos mercados funcionan generalmente bajo normas informales de conducta y lo hace mejor cuando sus miembros son menos de 100 y se conocen unos a otros.

En el complejo mundo corporativo, que involucra a miles de profesionales y gerentes, el mejor camino es formalizar un mercado de talentos –esto es, un mercado creado para relacionar los intereses de los individuos con los intereses de la compañía. Un mercado formal de talentos no surge espontánea y naturalmente, la empresa tiene que invertir para asegurarse que se terminan realizando intercambios que generan valor para ambas partes de la transacción; de lo contrario, fracasan. Los mercados formales de talentos pueden desarrollarse alrededor de áreas funcionales o puestos gerenciales. Grandes empresas con mercados formales de talentos incluyen a American Express e IBM.”

El “mercado” interno de talentos básicamente funciona como un externo. Quien necesita cubrir una determinada posición, define el puesto y las condiciones, luego publica la búsqueda en la página web interna para que los empleados de la empresa puedan verlo y postularse. En conjunto con Recursos Humanos, se realiza la selección y se otorga el puesto al candidato seleccionado.

“Las diferencias entre este Mercado formal de talentos y enfoques más tradicionales de gestión son considerables. Un mercado formal de talentos hace que los empleados mismos (más que los gerentes de línea o los de Recursos Humanos) sean responsables de gran parte de sus carreras. Segundo, abandona la idea que los gerentes ‘senior’ son dueños de talento. En un mercado de talentos, los empleados son “agentes libres restringidos” (las restricciones definen, por ejemplo niveles de pago y términos de servicio). Se espera que ellos encuentran las mejores oportunidades por sí mismos, y el mercado abre una competencia (no sobre el precio) a todo el campo de candidatos y alternativas de trabajo.”

Halloween: ¿Qué pueden los vampiros, zombies u hombres-lobos enseñar sobre la economía?

Cada vez está más difícil ser original en economía. Por estos pagos no festejamos “Halloween” pero parece que es por estas fechas. Stephen J. Dubner, uno de los autores del conocido libro “Freakonomics” y sus secuelas, comenta ahora otro libro. Su comentario se titula: ¿Qué pueden los vampiros enseñar sobre la economía?

Aquí va:

“¿Emplean los vampiros una estrategia óptima para elegir a sus parejas? ¿Crearía empleos una invasión zombie?, y ¿Qué pasaría si los vampiros no tuvieran que atacar a los humanos para obtener su sangre?

Vampiros

Estas son algunas de las importantes preguntas que planteamos en el episodio de esta semana, titulado “¿Qué pueden los vampiros enseñar sobre la economía?” (disponible aquí: http://freakonomics.com/2014/10/30/what-can-vampires-teach-us-about-economics-a-new-freakonomics-radio-podcast/ ).

Fue inspirado por un libro titulado: “La economía de los no-muertos: Zombies, Vampiros y la ciencia lúgubre”, una colección de 23 ensayos académicos editados por los economistas Glen Whitman y James Dow: http://econundead.com/table-of-contents/

Whitman enseña economía en la California State University y también escribe para la TV. Sus capítulos en el libro se enfocan en las relaciones románticas (Jóvenes humanas y Muchachos Vampiros, partes 1 y 2) y la gestión de recursos (La tragedia de los comunes en la sangre: el caso por la privatización de los seres humanos). En el podcast, Whitman habla sobre la economía de los “no-muertos” y de cómo su trabajo académico se mezcló con sus salidas sociales.

También escucharán a Enrique Guerra-Pujol, profesor de derecho en la University of Central Florida, quien sostiene que los vampiros son impulsados a la violencia por la ausencia de un mercado legal de sangre:

“Guerra-Pujol: Los economistas hablan a menudo de fallas de mercado cuando ciertas transacciones voluntarias imponen costos sobre otros o la sociedad. Aquí yo hablo sobre el fracaso de la ley. Lo que quiero decir es que cuando la ley, por una serie de razones, impide que se realicen transacciones, está impidiendo que se hagan en el mercado. Y en verdad, esto lleva a la intuición de que, sabes, si los vampiros pudieran elegir comprar la sangre, probablemente lo harían.”

¿Cuál es la solución de Guerra-Pujol a la violencia de los vampiros?

“Guerra-Pujol: Como un académico del derecho…., pienso que la solución está debajo de nuestras narices: dejar que los vampiros compren sangre.”.

También escucharán a Steve Horwitz, profesor de economía en St. Lawrence University, sobre un ensayo que escribió con Sarah Skwire llamado “Comiendo cerebros y rompiendo ventanas”. Utiliza la premisa de la famosa “Parábola de la Ventana Rota” de Frederic Bastiat para preguntarse si un apocalipsis zombie sería en realidad una buena noticia para la economía, como dice la gente sobre las ventajas de un desastre natural.

Esto, con la esperanza que si pasarán Halloween como un vampiro, zombie u hombre-lobo, estarán ahora armados con una base económica para que su presentación sea más convincente.”

En fin, tal vez parezca ridículo relacionar la economía con estos temas, pero debo decir que esta relación con la ficción tiene una larga historia, comenzando con los clásicos y su análisis sobre la conducta de Robinson Crusoe, solitario en la isla….

Coase, Hayek, Mises y Buchanan sobre los mercados dentro de las empresas

El enfoque económico basado en modelos de equilibrio general desvió la atención del análisis del papel de emprendedor y la microeconomía terminó considerando a la empresa como una “función de producción”, una caja negra en la que entran inputs y salen outputs. De hecho, se desentendió de lo que sucede dentro de la empresa y de lo que la economía podría decir al respecto. Del texto de Wayne Leighton “El uso del conocimiento en la economía y la gestión: ¿pueden los mercados funcionar en las empresas?”:

Una mirada más de cerca a los aportes realizados por Coase, Hayek y la bibliografía posterior revela similitudes en cuanto a su relevancia para las teorías de gestión y el papel que desempeña el empresario, así como las limitaciones para aplicarlas en forma independiente. La visión coasiana de la empresa como un enfoque para minimizar los costos de transacción –lo que más adelante se describirá como un nexo de contratos– se mejora al entender en qué sentido dichos costos de transacción están relacionados con el conocimiento disperso y tácito. La visión hayekiana de que los precios transmiten información y asignan recursos eficientemente en una economía de mercado y, de modo similar, pueden asignar recursos eficientemente en una empresa, mejora al reconocer las limitaciones relacionadas con el problema de los costos de transacción. Coase y Hayek brindan aportes complementarios pero que se deben aplicar con conocimiento de la crítica misesiana.

La crítica misesiana de “jugar al mercado” dentro de la empresa es útil, porque demuestra que, en última instancia, es el empresario el que toma las decisiones vitales. Al mismo tiempo, el empresario, propietario o gerente pueden asignar recursos eficientemente dentro de la empresa, pero sólo mediante el uso del conocimiento disperso y tácito de los empleados. Algunos medios para aprovechar este conocimiento (es decir, algunos enfoques gerenciales) serán más efectivos que otros. Para la mayoría de los gerentes, la información necesaria para tomar decisiones efectivas (por ejemplo, qué proporcionar a los consumidores; qué combinación de recursos utilizar dentro de qué tipo de arreglos contractuales) estará totalmente en manos de esa única persona. Esto ocurre principalmente a medida que la empresa crece, lo que permite hacer que una analogía con la observación de Alfred North Whitehead (que la civilización progresa cuando se expanden las actividades que se pueden realizar sin pensar en ellas) sea especialmente apta para los gerentes de las empresas grandes o en crecimiento.

En parte, el desafío para la persona que toma las decisiones es cómo aprovechar este conocimiento disperso cuando existen asimetrías en la información, y cuando los propietarios y los empleados se ven ante incentivos diferentes. Este es un problema entre mandante y mandatario, relacionado con los costos de transacción. Más aún: el desafío es crear un ambiente en el que todas las personas de la empresa tengan incentivos para estar alerta, utilizar la información que quizá sólo ellos posean, y actuar sobre las oportunidades que quizá sólo ellos perciban. Los propietarios y los gerentes (actuando de un modo decididamente empresarial) pueden crear un valor adicional al crear una estructura organizacional que optimice estos incentivos, para que todos los empleados puedan utilizar el conocimiento y realizar acciones que generen ganancias.

Esto no significa que la empresa y el mercado sean equivalentes. Pero las diferencias pueden estar menos relacionadas con la efectividad de los precios en la asignación de recursos, y más con quién fija las reglas para el uso de los precios y quién crea las instituciones en las que opera la empresa. No existe la creación de un orden espontáneo en la empresa ni en ninguna otra parte; sólo la cultura, las reglas y otras instituciones hacen que el orden sea posible. En resumen, la cultura de la empresa (que se comentará más adelante) y sus reglas del juego son determinadas por procesos muy diversos en la sociedad, si la comparamos con la empresa. Como han advertido James Buchanan y otros, las reglas sobre la toma de decisiones son vitales para determinar los resultados. En una sociedad, las reglas constitucionales (o meta) proporcionan un marco idealmente diseñado para proteger los derechos fundamentales, como, por ejemplo, el derecho a la propiedad.

Dentro de este marco de reglas, las personas negocian, cooperan, contratan y comercian en acuerdos de mejora paretiana. La empresa también opera dentro de este conjunto de reglas establecido por la sociedad. Sin embargo, el empresario agrega otro nivel de reglas, en este caso diseñadas alrededor del juego de la creación de riqueza, además de cualquier otra cosa que produzca utilidad para él.

Las reglas del juego desempeñan un papel central en la opción pública, en la nueva economía institucional y en la economía austriaca. Pero estas reglas, útiles para explicar la asignación eficiente de recursos dentro de una sociedad, han sido aplicadas pocas veces a la teoría de la empresa y a la función del empresario. Excepciones notorias incluyen las obras de Langlois, Gifford y Foss.