Mises analiza el fin de la primera globalización. No entendería a quienes no quieren la segunda

Mises analiza la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, pero lo hace en 1940, varios años antes de que esta guerra concluyera, en una conferencia en la Universidad de Columbia: “Postwar Reconstruction of Europe”. Allí considera el fin de la primera “globalización” (durante el siglo XIX), en cierta forma adelantando lo que sucedería en esos años en Argentina y el resto de América Latina:

Mises3

“Pero la transferencia de capital y trabajo se ha frenado hace tiempo ya. Fue la “Realpolitik” la que dio fin con el período de laissez-faire y laissez-passer. Hoy, la migración internacional es prácticamente imposible y puede que, en un futuro no muy distante, las migraciones sean restringidas aun dentro de las mismas fronteras de los países por los mismos factores que ya han reducido las migraciones internacionales.

La movilidad del trabajo había generado una tendencia hacia la ecualización de la productividad marginal del trabajo. Las grandes disparidades en salarios y niveles de vida entre distintas áreas del mundo disminuían gradualmente. Hoy, el trabajo es prácticamente “nacional”. Este hecho tiene la tendencia no solamente de perpetuar sino de agravar las desigualdades en los niveles de vida y civilización entre las distintas naciones. Los salarios son hoy mucho más altos en los Estados Unidos y en los dominios británicos que en la misma Inglaterra; en Europa los salarios son más bajos cuando más nos alejamos hacia el este y hacia el sur de Inglaterra.

No menos ha cambiado la situación con respecto a la oferta de capital. La inversión extranjera se basaba en el supuesto de que se respetarían los derechos de propiedad. Precisamente lo opuesto ha ocurrido. Podemos, con seguridad, decir hoy que la expropiación de los derechos de los inversores extranjeros y el repudio de los préstamos internacionales son considerados como un instrumento regular de la política económica y financiera. Es una práctica gubernamental generalmente tolerada que utilicen sus poderes soberanos para la nacionalización de empresas en manos de extranjeros. Es una regla común establecer regulaciones al mercado de cambios para anular los créditos de los acreedores extranjeros.”

Lo que, tal vez, le hubiera costado imaginar, es que la misma historia se repitiera en el siglo XXI, no ya en cuanto a un fin de este segundo proceso de globalización que actualmente vivimos, sino que algunos países decidieran aislarse y no participar del mismo.

Todos los problemas raciales en los Estados Unidos se originan en la esclavitud. ¿Es cierto?

Recientes noticias sobre disturbios o problemas raciales en los Estados Unidos han reabierto la discusión sobre sus causas y, como siempre, el legado de la esclavitud aparece por detrás.

Comenta el profesor de economía de Stanford University, Thomas Sowell, en su libro “The Quest for Cosmic Justice”:

“En los Estados Unidos, por ejemplo, muchos de los problemas sociales de la actual subclase negra son casi automáticamente atribuidos al ‘legado de la esclavitud’. La prevalencia de familias sin padres en los guetos negros, por ejemplo, ha sido en general explicada por la ausencia de familias legalmente constituidas bajo la esclavitud. Pero si uno va un poco más allá de la plausibilidad y la culpa para analizar los datos reales, emerge una perspectiva totalmente diferente.”

Esclavitud

“Hace cien años, cuando los negros estaban a tan solo una generación de la esclavitud, la tasa de matrimonios en la población negra de los Estados Unidos era levemente superior a la de la población blanca. La mayoría de los niños negros crecía en familias con padre y madre, aun durante la esclavitud, y por varias generaciones después. La caída catastrófica de la familia núcleo negra comenzó, como tantas otras catástrofes sociales en los Estados Unidos, durante la década de los años 60. Antes de los 60s, la diferencia entre las tasas de matrimonio entre hombres negros y blancos nunca fe mayor a cinco puntos porcentuales. Sin embargo, hoy la diferencia es más de 20 puntos, y se amplía, aun cuando la familia núcleo también ha comenzado a declinar entre los norteamericanos blancos. Cualquiera que sea la explicación de estos cambios, están mucho más cerca del hoy que de la era de la esclavitud, aunque esto sea frustrante para aquellos que quieren ver los problemas sociales como melodramas morales.”

“La trágica y monumental injusticia de la esclavitud ha sido utilizada a menudo como una explicación causal de otros fenómenos sociales, aplicados tanto a negros como blancos en el sur de los Estados Unidos, donde se concentrara la esclavitud, sin ninguna verificación de los hechos o comparación con otras explicaciones más mundanas. El hecho de que hay hoy un gran número de norteamericanos negros que no forman parte de la fuerza laboral ha sido también relacionado causalmente con la esclavitud. Pero, de nuevo, si vamos cien años atrás, vemos que la participación de los negros era relativamente superior que los blancos, y continuó así hasta más allá de la mitad del siglo XX. Si queremos saber por qué esto ya no es así, tenemos que mirar nuevamente a eventos y sucesos más cercanos a nuestros tiempos.”

“Todos podemos comprender, en principio, que incluso un gran mal histórico no explica automáticamente todos los males subsiguientes. Pero, usualmente procedemos en la práctica como si no comprendiéramos esto. El cáncer puede, por cierto, ser fatal, pero no explica todas las víctimas, ni siquiera la mayoría.”

By the way…., va una foto del profesor Sowell:

Sowell

Un «amigo» de Marx lo critica, dice que la plusvalía no puede explicar el origen del capitalismo

Hay economistas que aun hoy sostienen la teoría del valor trabajo y que los precios de equilibrio serían, en definitiva, determinados por las cantidades de trabajo socialmente necesarias para producirlos. Es curioso, porque Eugen von Böhm-Bawerk demolió esa teoría hace más de 100 años. En uno de sus trabajos al respecto (Karl Marx y la Conclusión de su Sistema), publicado en 1896 repasa y amplía su análisis desarrollado antes en otras publicaciones.

Bohm Bawerk

Allí presenta un argumento, entre otros, en palabras de Werner Sombart, un economista y sociólogo con bastante simpatía hacia Marx, pero que no puede evitar señalar los problemas del argumento basado en que la “plusvalía” proviene de la porción variable (trabajo) del capital y no de la constante (maquinarias e insumos). Dice Sombart, citado por Böhm-Bawerk:

“El crecimiento nunca ha ocurrido y ocurre en la forma descripta. Si lo fuera se lo encontraría en operación en el caso de una rama nueva de los negocios. Si esta idea fuera cierta, al considerar el avance histórico del capitalismo, uno tendría que pensar que ocuparía primero aquellas esferas en las que el trabajo vivo preponderara y donde, por lo tanto, la composición del capital estuviera por debajo del promedio (poco capital constante y mucho variable), pasando luego lentamente hacia otras esferas, según el grado en que los precios en esas primeras esferas como consecuencia de la sobreproducción. En una esfera que tuviera una preponderancia de medios (materiales) de producción sobre el trabajo vivo, el capitalismo habría conseguido al comienzo una ganancia tan baja, estando limitado a la plusvalía creada por el individuo, que no hubiera tenido incentivo para ingresar en esa esfera. Pero la producción capitalista en el origen de su desarrollo histórico ocurre aun en cierta medida en ramas de la producción de esta última condición, minería, etc. El capital no tendría razón para dejar una esfera de circulación en la cual esté prosperando, hacia una esfera de producción donde no tuviera la expectativa de una ganancia ‘normal’ existente en la actividad comercial previa a toda producción capitalista.”

“En todos los tiempos, más bien temprano que tarde, los capitales se trasladan desde una esfera de producción a otra, siendo la principal causa de ello la desigualdad en las ganancias. Pero esta desigualdad muy seguramente no proviene de la composición orgánica del capital, sino de alguna causa vinculada con la competencia. Aquellas ramas de la producción que hoy florecen más que otras son precisamente aquellas con capital de muy alta composición, como la minería, las empresas químicas, cervecerías, molinos, etc.”

Concluye Böhm-Bawerk:

“Estos comentarios proveerán material para muchas inferencias contra la teoría marxista. Por el momento presento solamente una directamente vinculada con el argumento que es objeto de nuestra investigación: la ley del valor que, se concede, debe renunciar su supuesto control sobre los precios de producción en una economía donde la competencia se encuentra en plena fuerza, no ha ejercido nunca y tampoco nunca lo podrá una influencia real aún en las condiciones primitivas (del capitalismo).

En resumen: ¿cómo puede haberse desarrollado el capitalismo y la revolución industrial si se obtuviera más valor excedente cuanto más trabajo se contratara y no más maquinarias y equipos? En verdad, la inversión en capital es para hacer al trabajo más productivo, para gastar menos esfuerzo por unidad de producto producida, no más. Al hacer al trabajo más productivo, tiende a ser mejor remunerado: los precios de los productos tienden a reducirse, los salarios tienden e incrementarse. La inversión de capital explica el enorme crecimiento de la riqueza desde la llegada del capitalismo y la revolución industrial.

 

La lucha por mejores salarios o por aprender nuevas tecnologías

Cuando hablamos sobre el poder de negociación de los trabajadores, muchos aceptaron el argumento que los salarios están determinados por la demanda y oferta de trabajo, pero así y todo manifestaron que la huelga era el único, o tal vez el más importante, medio que poseen para mejorar su situación: https://bazar.ufm.edu/sobre-el-poder-de-negociacion-de-los-trabajadores/

Luddismo

El punto planteado allí fue que un aumento “artificial” del salario por sobre el que determinan esa oferta y demanda genera una caída de la cantidad de trabajo demandada y un aumento de la cantidad ofrecida. Los empleadores contratan menos trabajadores porque no pueden hacer frente a esos mayores costos y, por el otro lado, hay trabajadores que ahora se suman al mercado ante el atractivo de un salario mayor. Esta diferencia se convierte en desempleo: hay menos puestos de trabajo disponibles de los que los trabajadores quisieran tener.

¿Es la huelga lo único que puede hacer el trabajador para aumentar su salario? En realidad lo mejor que puede hacer es desarrollar algún tipo de habilidad que sea muy difícil de encontrar en el mercado. En ese sentido, lo que debe hacer es “diferenciarse” del resto de los trabajadores más que homogeneizarse con ellos. Mejora sus perspectivas de empleo y de remuneración.

Pensemos en Messi, un trabajador del fútbol, si podemos llamarlo así. ¿Por qué gana mucho más dinero que un barrendero? Pues solemos decirlo cuando lo vemos jugar: es único, no hay otro como él. ¿Cuántos pueden jugar como Messi? Tal vez nadie. ¿Cuántos pueden hacer el trabajo de barrendero? Muchos, cientos, miles. Esto quiere decir que uno enfrenta poca competencia, otros enfrentan mucha.

Por supuesto que aquí entra en juego la educación, la que nos ayuda a diferenciarnos, a acceder a mercados donde los pretendientes de un empleo son menos, pero no es solo eso: son habilidades de todo tipo. Las mismas habilidades de Messi no son fruto de la educación, como no suelen serlo las de muchos artesanos, torneros, carpinteros, etc. Incluso sucede con los abogados: laboralistas seguramente hay muchos, cualquiera puede mandar un telegrama ante un despido; pero abogados especializados en contratos financieros hay muy pocos, y son altamente remunerados.

Los trabajos más simples, además, tienden a ser reemplazados por máquinas. En esta nota de la Revista La Nación se comenta sobre el creciente uso de la inteligencia artificial y los robots para realizar muchas tareas: http://www.lanacion.com.ar/1682807-agentes-virtuales

Comenta:

“Gartner Research, empresa consultora y de investigación de tecnologías, pronosticó para 2015 que el 50% de las actividades de búsqueda de los usuarios en canales digitales será conducido por agentes virtuales y que en 2020 -faltan sólo seis años-, los clientes se autoadministrarán en un 85 %, sin interactuar con un ser humano.”

“Los gurús de la informática están trabajando hace rato sobre este tema sosteniendo que es mejor liberar a los operadores de actividades reiterativas, tediosas y mecánicas, que son las que generan una alta rotación en los call-centers, para que puedan ocuparse de cuestiones más complejas, como revisar un tema de facturación, etcétera.”

“La Argentina no queda fuera de las predicciones, ya que algunas empresas e instituciones públicas y privadas ya emplearon full time a agentes virtuales o bots, así como se los denomina. De esta manera, hoy podemos interactuar con el simpático Luigi, de Fiat; con Mariana, la asesora de la UCA; Sofía, de Telefónica/Movistar, que tiene toda la onda, o con Esperanza, que se ocupa de asistir a personas con discapacidad en la Municipalidad de San Isidro. ¿Qué tienen en común todos ellos? Están programados para ser corteses, mantener conversaciones, pero por sobre todo, brindar la información que se les pide los 365 días, durante las 24 horas.”

Y termina:

“Ya fueron presentados autos sin conductores y hay conciertos de robots que despiertan pasión entre los japoneses, los Z-Machines, que sin alma compiten con más brazos. El guitarrista tiene 78 dedos y maneja 12 púas. Y el público aplaude envuelto en una atmósfera artificial. ¿Qué harán los humanos si todas las tareas, aunque sea las que nos disgustan, fueran reemplazadas por robots? Estaríamos condenados al ocio permanente. Y a la pérdida de empleos.”

“El sociólogo Javier de Rivera compara estos tiempos con los de la Revolución Industrial, con la diferencia que esta vez los afectados serán los trabajadores vinculados a áreas de servicios, como la información, comunicación y atención al cliente. «Se recurre a las máquinas para reducir trabajo y ahorrar costos, así como el tener que lidiar con los trabajadores, que podrán ser sustituidos por sistemas automatizados.»

A principios del siglo XIX surgió en Inglaterra un movimiento de protesta contra las máquinas, llamados “luddistas”, quienes tomaron su nombre de un ficticio capitán Ned Ludd y se dedicaron a destruir las máquinas. Ahora hay un movimiento “neo-luddista”, que busca hacer lo mismo contra la tecnología moderna, como en este caso, aunque sus miembros varían desde quienes resisten algunas tecnologías por considerar que atentan contra la vida en comunidad hasta otros, como Unabomber, dispuestos usar la violencia contra la tecnología.

Poco van a ganar los trabajadores resistiendo a la tecnología, más les conviene conocerla y aprenderla.

Demanda y oferta, valor, según John Stuart Mill

El otro texto que tienen para leer los alumnos de Historia del Pensamiento Económico es John Stuart Mill, Principles of Political Economy, Book III,
Chapter II, «Of demand and supply and their relation to value»: http://www.econlib.org/library/Mill/mlP31.html#Bk.III,Ch.II

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Tal vez el mejor comentario sobre esto lo ha hecho Juan Carlos Cachanosky, así que lo cito directamente de su trabajo de tesis doctoral, publicado aquí: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/25_4_Cachanosky.pdf

Un aporte importante de Mill respecto de sus antecesores es que logra distinguir entre los conceptos de «demanda» y de «cantidad demandada». Los clásicos cometían la siguiente ambigüedad: decían que los precios subían o bajaban cuando aumentaba o disminuía la demanda; pero también decían que si el precio subía la demanda bajaba o si el precio bajaba la demanda subía. A partir de John S. Mill sabemos que una variación del precio provoca cambios en la «cantidad demandada», y que una variación de la «demanda» provoca cambios en los precios. Este fue un aporte muy importante de Mill, pero en el resto de la teoría del valor de cambio siguió a Ricardo casi palmo a palmo. Mill se introduce en el tema de la siguiente manera:

“Para que una cosa tenga algún valor de cambio son precisas dos condiciones. Tiene que tener algún uso; esto es (como ya se explicó), tiene que servir para algún fin, satisfacer algún deseo. Nadie pagará un precio, o se desprenderá de alguna cosa que le sirva para algo, para obtener una cosa que no le sirve para nada. Pero, en segundo lugar, la cosa no sólo tiene que ser de alguna utilidad, sino que tiene que haber también alguna dificultad en obtenerla.”

Agregando más adelante:

“La dificultad de obtención que determina el valor no es siempre de la misma clase. Algunas veces consiste en una limitación absoluta de la oferta. Existen cosas cuya cantidad es físicamente imposible aumentar más allá de ciertos límites estrechos. Esto sucede con algunas clases de vinos que pueden producirse sólo cuando se reúnen determinadas condiciones especiales de suelo, clima y situación. También sucede con las esculturas antiguas, los cuadros de los maestros antiguos, libros o monedas raros y otros artículos clasificados como antigüedades. Entre ellos también se pueden contar las casas y terrenos para edificar en algunas ciudades con extensión limitada (como Venecia, o cualquier ciudad fortificada en la que las fortificaciones son necesarias para la seguridad); los emplazamientos más deseables en cualquier ciudad; las casas y los parques especialmente favorecidos en cuanto a belleza natural, en lugares en que estas ventajas son poco comunes. En potencia, toda la tierra es una mercancía de esta clase; y pudiera serlo, en la práctica, en países poblados y cultivados por completo.”

Mill sigue muy de cerca a Ricardo, agregando ejemplos de mercancías cuya oferta no puede expandirse. Y también sigue a Ricardo cuando pasa al segundo grupo de mercancías cuya oferta es limitada, pero puede aumentarse mediante una mayor producción. Dentro de este segundo grupo existen, a su vez, dos subgrupos: 1) las mercancías cuya producción puede aumentarse con costos decrecientes, fundamentalmente las industriales, y 2) las mercancías cuya producción sólo se puede aumentar con costos crecientes, fundamentalmente la producción agropecuaria

Finalmente Mill, el último de los clásicos, también cae en un razonamiento circular al hacer depender los precios de los salarios y los salarios de los precios. En el caso de Mill, el tema es más pasajero ya que dedica mucho espacio a explicar que los salarios suben cuando la acumulación de capital (fondo de salarios) crece más rápido que la población o, en otras palabras, cuando la demanda de trabajo aumenta más rápidamente que la oferta.

John S. Mill fue mucho más claro y sistemático al exponer los principios de la economía clásica que Adam Smith y David Ricardo, pero no logró desembarazarse de sus principales errores. No obstante, como ya señaláramos, realizó un aporte importante al distinguir entre la «demanda» y la «cantidad demandada» de una mercancía. Esta distinción permitió corregir una gran ambigüedad en el razonamiento de los clásicos. Mill plantea la ambigüedad de la siguiente manera:

[…] la demanda depende en parte del valor. Pero antes se ha dicho que el valor depende de la demanda. ¿Cómo nos desembarazaremos de esta contradicción? ¿Cómo resolveremos la paradoja entre dos cosas, cada una de las cuales depende de la otra?

Y la resuelve sin dibujarlas mediante «curvas» de demanda y oferta explicando qué ocurre cuando el precio es distinto del que iguala la cantidad demandada y la ofrecida. Luego de desarrollar la explicación en forma muy clara y precisa, concluye Mill:

[…] la analogía matemática apropiada es la de una ecuación. Demanda y oferta, la cantidad pedida y la cantidad ofrecida, se igualarán. Si en algún momento son desiguales, la competencia las iguala, y esto se realiza por un ajuste del valor. Si la demanda aumenta, el valor sube; si la demanda disminuye, el valor baja: y también si la oferta baja, el valor sube, y baja si la oferta aumenta. El alza o la baja continúan hasta que la demanda y la oferta son otra vez iguales una con otra: y el valor que una mercancía adquirirá en cualquier mercado no es otro que aquel que, en ese mercado, da lugar a una demanda exactamente suficiente para absorber la oferta existente o prevista.198

John Stuart Mill es la culminación del pensamiento de los economistas clásicos. A diferencia de Ricardo, su manera de escribir es muy clara y superó a Adam Smith en la forma sistemática de exponer los temas. Pero el pensamiento de Mill es básicamente ricardiano; salvo en algunos puntos, como el que acabamos de ver, Mill amplía, enriquece y aclara el pensamiento de Ricardo. Dado que su padre, James, era muy amigo de Ricardo y Malthus y que muchas veces el pequeño John tenía que asistir a las discusiones de los tres, esta influencia es claramente explicable. La popularidad que alcanzó la economía clásica con J. S. Mill hizo que la teoría de la utilidad marginal, que sacudía los cimientos de esta escuela, encontrara en sus comienzos una fuerte oposición. Como casi siempre ocurre en el área de las ciencias, aquellos que realizan descubrimientos suelen ser considerados unos excéntricos, teóricos desvinculados del mundo o locos, cuando no son encerrados o quemados. Una de las cosas que más cuesta es romper con ideas arraigadas. John S. Mill hizo de la economía clásica un verdadero baluarte en Inglaterra; derrumbar sus errores no fue tarea fácil.

Sobre el poder de negociación de los trabajadores

Espero recordar en nuestra próxima clase el tema que quiero plantear ahora en forma breve, sobre el poder de negociación de trabajadores y empleadores. Al margen de las herramientas que alguna legislación pueda darle a uno u otro, el análisis económico del tema sugiere que ese poder depende de la fuerza de la oferta y de la demanda de trabajo.

Es decir, cuando hay escasez de mano de obra, el «poder» estaría del lado de los trabajadores, ya que los empleadores competirían entre sí para conseguirlos y no les queda otra alternativa que ofrecer mejores condiciones que sus competidores. De esa forma los salarios suben y las condiciones de trabajo mejoran. Pero cuando lo que hay es escasez de trabajo, el poder está en los contratantes, empleadores, ya que los trabajadores tienen que competir por los pocos puestos disponibles.

Esa «escasez» de trabajo es la que se produce a largo plazo como resultado de un proceso de inversión de capital. Estas inversiones «demandan» más trabajo y, para encontrar esos trabajadores hay que ofrecerles alguna condición mejor a la que actualmente posean (que puede ser cero si están desempleados). Este proceso es el que explica el crecimiento de los salarios en los países ahora «desarrollados» y también en China, por ejemplo, donde han crecido luego de un período de décadas de alta inversión de capital.

Desde esta perspectiva, la legislación sobre huelgas aporta poco en una situación de recesión y desempleo. Los sindicatos podrán hacer todas las huelgas que quieran pero si no hay puestos de trabajo nada de eso los va a crear. En dicha situación, de mayor demanda que oferta de puestos de trabajo, el salario tiende a caer. Situación lamentable, por supuesto, pero en tal caso hay que ver a qué se debe la recesión y la teoría del ciclo económico apunta a erróneas políticas monetarias implementadas por los gobiernos que originaron el auge anterior y ahora imponen esta corrección que llamamos “recesión”.

Desempleo

Si, en un escenario de ese tipo, los sindicatos resisten la caída de los salarios, el ajuste se realiza por otro lado, por la cantidad de trabajo disponible. Recuerden que he planteado más de una vez que si el mercado no ajusta por precio, ajusta por cantidad. Si los salarios no van a caer en esa circunstancia, lo que va a caer es la cantidad de empleo, y esto, a la larga, forzará una caída inevitable (aunque no querida, por supuesto), de los salarios. Algo así ocurrió en la crisis del 2001: alto desempleo, caída de los salarios hasta que el ajuste de esos precios dio pie a la recuperación.

Que ese ajuste es por precio o por cantidad se puede comprender fácilmente, sobre todo para estudiantes de derecho, si se imaginan como empleadores. Ahora tienen un estudio jurídico y, digamos, 10 empleados. Como hay una recesión económica tienen menos clientes, caen los ingresos del estudio. Esos ingresos no alcanzan para cubrir los costos. ¿Qué van a hacer? Como hacen las empresas o podrían hacer ustedes mismos, en principio aguantan un tiempo, tal vez la situación se recomponga, tal vez encuentre nuevos ingresos, etc. Pero al tiempo está claro que no pueden seguir así, algo tiene que ajustar en los costos. Entonces, se enfrentan al dilema: o hablo con los 10 empleados y le digo que todos tendrán que reducir su salario pero que mantendrán su trabajo o, si no quieren o no se puede hacer esto, despediré a alguno.

En este sentido, si un sindicato o la legislación laboral impide el ajuste a la baja del salario, entonces está promoviendo el ajuste por cantidad, el desempleo.

En fin, mi punto acá para los estudiantes de derecho es que no se puede cambiar o impedir la realidad económica con leyes y normas, tarde o temprano la realidad se impone de una forma u otra. En definitiva, lo que pudieron ganar los trabajadores con el “derecho de huelga” para defender un determinado salario, es que aumenten las posibilidades de quedar desempleados, pero no cambiaron la realidad subyacente de la oferta y demanda de empleos.

Derecho de huelga y derecho a trabajar

Este tema no puede  sino generar polémica y discusión entre los alumnos de Derecho, sobre el derecho a la huelga y el derecho a trabajar. Marcos Gallacher, economista, amigo, profesor y secretario académico de UCEMA publica este artículo en InfoBAE, que transcribo:
http://opinion.infobae.com/marcos-gallacher/2014/04/07/derecho-de-huelga-y-derecho-de-trabajar/

 

huelga

Derecho de huelga y derecho de trabajar

Por: Marcos Gallacher

“Hace pocas semanas, un motociclista fue arrojado de un puente por intentar pasar un piquete integrado por trabajadores en huelga. En una entrevista periodística, un dirigente gremial explica el hecho como resultado de que “el motociclista era un rompehuelgas”. El caso mencionado es extremo, sin embargo pone sobre el tapete los límites del derecho de huelga, del derecho de protesta y por supuesto del derecho de trabajar. Las consideraciones anteriores son pertinentes en momentos como los actuales, donde huelgas docentes resultaron en importantes pérdidas de días de clase, y varios gremios resolvieron un paro de actividades para el 10 de abril.

El artículo 14 bis de la Constitución Argentina establece el derecho de huelga de los trabajadores. En contraste con lo anterior, el artículo 14 establece el derecho “a trabajar y ejercer toda industria lícita”. La interpretación que se haga de estos dos artículos tiene profundas implicancias para la generación de riqueza del país, y por supuesto para las perspectivas de progreso de amplios sectores de la población.

Una huelga se ejecuta cuando representantes de los trabajadores de una empresa demandan salarios -o condiciones laborales- que la empresa (u organización pública) no está dispuesta a conceder. La huelga se inicia o mantiene a través de un mecanismo político, donde los trabajadores no deciden en forma individual, sino a través de representantes o una decisión colectiva en asamblea. Si una huelga se decide en una asamblea de trabajadores y el 51 % vota por cesar actividades y el 49 % por continuarlas, las actividades cesarán y la “minoría” del 49 % se verá obligada a un curso de acción no preferido, aún cuando este acaree para ellos importantes costos.

El éxito de los huelguistas depende de la posibilidad de impedir que aquellos que preferirían acordar (y así trabajar) puedan hacerlo. Si los huelguistas pretenden ganar 100 y la empresa ofrece 80, muy bien puede ocurrir que trabajadores tanto dentro de la empresa (actuales empleados) como fuera de ella (empleados potenciales) prefieran aceptar 80 y trabajar que pedir 100 y no hacerlo. El éxito de la huelga, en definitiva, tiene como condición necesaria la coerción (física, psicológica o moral) de unos contra otros.

El hecho de que la huelga se decide en forma “democrática”, ya sea en forma directa (asamblea de trabajadores) o indirecta (representantes de estos) no elimina el carácter coercitivo que ésta en general tiene para con aquellos que preferirían un curso de acción distinto al de los huelguistas. La “democracia” del mecanismo de huelga se asienta, en definitiva en amenaza de violencia, o violencia efectiva de parte de algunos en contra de otros. La existencia del derecho de huelga, consagrado en el Artículo 14 bis de nuestra Constitución no debe hacernos ignorar el derecho a trabajar, claramente establecido en el Artículo 14 del mismo texto legal. Muchos gobiernos, sin embargo, han ignorado estos principios. Las consecuencias sobre la libertad individual resultan evidentes.”

Hasta aquí el artículo. Sin conocer a fondos los temas del derecho, y menos del derecho constitucional, debo decir que la lectura de estos artículos plantean no solamente una clara diferencia entre sí, sino hasta una contradicción entre uno u otro. Me pregunto, y pregunto a los alumnos, si sería posible imaginar una situación en la que los trabajadores pudiera elegir entre ambos. Por ejemplo: que uno pudiera decidir entre una jubilación estatal (art. 14 bis), o quedarse con el aporte e invertirlo por su cuenta (art. 14); entre un contrato basado en la legislación laboral (art. 14 bis) u otro basado en la ley de contratos (art. 14), etc.

Siendo una elección voluntaria no veo que se violen derechos de nadie, y cada cual podría tener el arreglo que se ajuste mejor a sus preferencias.

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