La desigualdad de ingresos: ¿no solamente no crece (en USA), sino que ha caído en los últimos 70 años?

¿La desigualdad no solamente no crece, sino que se ha reducido? Plantear esta conclusión parece osado en estos tiempos en los que buena parte de los intelectuales, políticos y formadores de opinión de todo tipo plantean que el problema principal en este planeta es el aumento de la desigualdad. No obstante, al menos en lo que se refiere a los Estados Unidos (uno de los ejemplos presentados por Piketty y muchos otros), parece que el asunto es al revés.

Esto se ve en un artículo muy simple y muy gráfico por John Earle, Adjunto Scholar del Cato Institute, bajo el título: “The Myth of American Income Inequality”: https://www.cato.org/study/myth-american-income-inequality

“Las estadísticas oficiales sobre bienestar económico distorsionan el diálogo sobre políticas públicas porque no cuentan más de dos tercios de los pagos de transferencia que el gobierno da a los hogares de bajos ingresos; no reducen los ingresos que el gobierno toma por concepto de impuestos, que promedian el 35 por ciento de los ingresos del quintil superior; y ajustan la inflación utilizando índices de precios que no son los más precisos.

Como resultado, las estadísticas oficiales exageran la desigualdad de ingresos por un factor de cuatro y afirman que la desigualdad ha ido en aumento cuando en realidad ha estado cayendo durante los últimos 70 años. De manera similar, los recuentos oficiales de pobreza son 10 veces mayores que el número real.”

Resolver el cambio climático es un bien público… y la gente está dispuesta a colaborar voluntariamente

El cambio climático es un hecho, un hecho que ha ocurrido siempre. Ahora puede haber algo más por la acción humana. Pero esto se enfrenta a un serio problema teórico para la teoría económica predominante: de ser así, el cambio climático es un “mal” público que requiere para su solución de un “bien público”, pero éstos han de ser provistos por el Estado y el tema es que no hay un Estado global que pueda imponer ciertas normas y límites. Muchas veces he comentado aquí distintos trabajos sobre la provisión “voluntaria” de bienes públicos y esto es lo que también sucede en este caso a través de la capacidad de adaptación de la gente, y como veremos en este artículo, su voluntad de contribuir a esa solución general, sin importar que otros tengan incentivos a ser free riders.

El artículo al que me refiero es “The economic psychology of climate change: An experimental study on risk preferences and cooperation”, por Sven Grüner, Martin Luther University Halle-Wittenberg: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fosf.io%2Fdownload%2F630cea2980b0d841c7fe8f39%2F;h=repec:osf:osfxxx:jq57n

Sus conclusiones:

“Los fenómenos meteorológicos extremos, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad son algunos de los desafíos globales del cambio climático provocado por el hombre. Estimar con precisión las posibles consecuencias y el diseño (política) medidas, es importante comprender cómo se comportan las personas ante tales desafíos. El objetivo de este artículo era examinar la toma de decisiones cuando la gente piensa en las consecuencias futuras del clima cambio. En nuestro estudio principal, reclutamos agricultores para analizar las preferencias de riesgo y su disposición cooperar. Usando un experimento de intervención de información controlada, encontramos que los agricultores aumentan su voluntad de invertir en activos de riesgo, pero su comportamiento de cooperación no se ve afectado en gran medida.

Para decirlo de otra manera, hay alguna evidencia de que las personas se adaptan a los desafíos y que las preferencias de riesgo no son estrictamente exógenas. A diferencia de estudios previos sobre el suministro de información, nuestros resultados sugieren que las emociones no pueden explicar los comportamientos de los sujetos. Argumentamos que recordar Las consecuencias anticipadas del cambio climático pueden reactivar la memoria de las personas de que las acciones son necesarias y, a su vez, superar los comportamientos habituales (es decir, la inercia). Por el contrario, los estudiantes reaccionan muy emocionalmente para recordarles el cambio climático. Sin embargo, esto no implica comportamiento consecuencias en nuestro estudio experimental. La investigación adicional podría abordar la relación entre ciclos de vida emocional y comportamientos del mundo real.

En nuestro estudio, los agricultores fueron reclutados como un grupo de sujetos que es probable que se vean afectados por las consecuencias del cambio climático. Los cambios sociales provocados por el cambio climático son tan perjudiciales que es probable que afecte a muchos grupos ocupacionales. Estudiarlos queda abierto a investigación futura. Es probable que esta sea una vía fructífera porque, dependiendo de sus objetivos concretos ocupación, las personas pueden actuar en un rol específico. También hay que mencionar que nuestro estudio fue realizado en invierno. Esto podría ser relevante para la toma de decisiones. Tal vez, nuestros hallazgos son una subestimación de lo que se habría encontrado en los meses de verano, cuando las consecuencias del cambio climático son mucho más evidentes. Se requieren estudios de replicación sobre esto.”

Un amigo, poeta y ensayista, experto en Don Quijote, escribe una Constitución liberal para Chile

por Graf Eric Clifford

La Constitución chilena de 2022

«Y en el discurso de su plática vinieron a tratar en esto que llaman razón de estado y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquel, reformando una costumbre y desterrando otra, haciéndose cada uno de los tres un nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solón flamante, y de tal manera renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua y sacado otra de la que pusieron».

—Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (2.1)

Gustavo Doré, Don Quijote (2.51)

Dirán que es absurdo que un tejano se dedique a escribir constituciones para latinoamericanos. Mi mejor justificación es que últimamente no veo oportunidad de hacerlo entre los anglos. No quisiera decir con eso que no haya graves problemas constitucionales en lugares como Nueva Zelanda o California, solo que los ciudadanos de esos lugares no se han atrevido a desatar una crisis constitucional con tantas posibilidades como la de Chile.

Mi segunda justificación le será más curiosa al lector común. Me he jubilado del mundo académico y paso los días en un pueblo de Texas cuyo nombre quedará en el olvido por el momento. Hay cierta ironía en el hecho de que solo ahora me creo autor, mayormente poeta, pero también ensayista y no del todo mediocre. Incluso tengo ganas de escribir novelas. De hecho, hace poco estaba a punto de terminar mi primera novela y contemplaba su edición antes de iniciar su publicación, cuando de repente me enteré de que antes de pasarme al más estimado de todos todavía me faltaba experimentar con un solo género más.

Una constitución es un tipo de texto sobre cuyo estilo, contenido e importe he meditado mucho en los últimos años y desde muchas perspectivas. Después de las elecciones de 2020 en mi país, como una especie de consuelo, me puse a estudiar y escribir sobre El federalista de Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, La democracia en América de Alexis de Tocqueville, El rey y la educación del rey de Juan de Mariana y «Nuestro pobre individualismo» de Jorge Luis Borges, además de un manojo de libros secundarios sobre el tema, todos escritos por profesores de las mayores universidades de Occidente (Friedrich Hayek y Russell Hardin en particular). Para ser franco, aunque todos estos textos son densos, me parecen eficientes en el sentido de que unos cinco o seis de ellos te pueden llevar al grano. Al reflexionar sobre el asunto, diría que el libro del vizconde de Tocqueville sigue siendo la meditación más sofisticada acerca de los objetivos, las funciones y los límites de una buena constitución, en el contexto de la modernidad al igual que la actualidad.

¿En qué consiste el éxito constitucional? Desde luego que yo no lo sé, pero mi impresión es que una constitución facilita la coordinación social entre los bloques de ciudadanos que podrían causar el mayor daño al pueblo. Incluso hay cierta paradoja en el hecho de que para incentivar una constitución que pueda persistir nos haga falta la existencia de un conflicto que les parezca a todos los involucrados casi imposible de resolver sin violencia. Aquí el corolario importante es que la mayoría de nosotros tiene que querer evitar la violencia.

Para precisar, la clave del éxito constitucional parece ser localizar el conflicto fundamental de una sociedad y luego estructurar una especie de combate político en su entorno. Con un poco de suerte y con unos frenos procesales —éstos mayormente diseñados para conseguirnos el tiempo necesario para resolver nuestros problemas a través de cualquier otro mecanismo diferente a la guerra, es decir, recurriendo al arte, el deporte, el diálogo, el comercio, el festival, la religión e incluso el sistema jurídico— quizás así sea posible evitar el apocalipsis civil. Para ser más sofisticado, la cuestión, en mi opinión, es la siguiente: ¿Cómo reconocer lo que Tucídides llama la estásis (στάσις) y luego sublimarla para que no resulte en la destrucción de la sociedad?

¿Tal acercamiento al problema constitucional refleja una cosmovisión racional y empírica o más bien pragmática y concesiva? Otra vez, no lo sé. Ya habrá notado el lector que soy adepto apasionado de esa especie de incertidumbre instada por Michel de Montaigne a lo largo de sus ensayos. No obstante, creo que el «dogma de Montaigne» —esa idea específica y común de que cualquier riqueza poseída por uno se habrá conseguido a coste del empobrecimiento de otro— es un error bien grave. Mis propios amigos libertarios, con quienes estoy de acuerdo en mucho, instintivamente me culpan por mi devoción a Montaigne. En parte, tienen razón.

Los libertarios me han enseñado que, aunque parezca imposible a primera vista, la verdad es que con tal de que un intercambio de bienes entre dos comerciantes sea voluntario, si al principio del caso es que 1 + 1 = 2, el resultado será que 1 + 1 > 2. Es decir, los dos participantes saldrán con más de lo que originalmente tenían. Incluso si yo te doy un dulce verde y tú me das a cambio un dulce rojo, nuestras propias felicidades serán ese suplemento de algo que podrá ser nada más que el mero cumplimiento de nuestros deseos. No obstante, tal cumplimiento funda la estabilidad social que al final hay que considerar entre los mayores bienes públicos. Y con bastante frecuencia, los respectivos usos de sus respectivas ganancias seguirán amplificando y multiplicando el valor del intercambio original.

La verdad es que puede haber trampa aquí. Por ejemplo, si solo yo sé que mi dulce es venenoso, te puedo perjudicar al darte el dulce rojo a cambio del verde. Así que querremos ciertas reglas y un sistema jurídico, y aspiraremos a mandar que no se oculte la información necesaria para que sea honesta la transacción. De todos modos, después del intercambio voluntario y decente, el resultado de 1 + 1 no será solo 2, sino 2 + X. Estoy convencido de que tienen razón mis amigos libertarios acerca de esa misteriosa X que siempre tendrá cierto valor difícil de cuantificar. A la vez, he de admitir que algo igual de misterioso me señala que muchas de las demás ideas de Montaigne siguen siendo útiles y valerosas. Afirmar, cuestionar y debatir en el verdadero espíritu del gran ensayista de Burdeos no tiene por qué llevarnos inevitablemente a abrazar el punto ciego de su «dogma»; incluso nos puede liberar de ello. Es más. La experiencia reciente en mi propio país ha dejado en claro que el éxito económico por sí solo no es suficiente para evitar la disolución social. La famosa teoría del «doux commerce» de Montesquieu no puede ser el único objetivo del buen gobierno, ni siquiera en EEUU, el supuesto corazón del capitalismo.

Hay errores en la constitución que hemos compuesto para Chile. Como somos seres humanos no podría ser de otra manera. Por ejemplo, hemos calculado que los objetivos principales de Chile deberían ser: (1) redistribuir los derechos al subsuelo, (2) evitar la corrupción de la policía, y (3) mantener suficientemente asimétrico el sistema de votación para promover la estásis saludable (véase artículos 1.1.2, 1.1.11, 1.4.2 y 1.4.15). La verdad es que hay muchos más y que puede haber unos que no hayamos anticipado. He escrito «hemos compuesto» y «somos seres humanos» porque al final no soy yo el único responsable del documento. He consultado con varios amigos que han preferido mantenerse anónimos y he robado descaradamente las ideas de escritores antiguos como Tucídides y Platón y también de escritores modernos como Karl Marx y Juan Bautista Alberdi. De ellos deriva mis hincapiés en la estásis, el sacrificio, el capital de inversionistas extranjeros y el «ser genérico», aunque claro está que no siempre aparecen estas ideas en el sentido de lo que tenían en mente esos teóricos.

Como soy ex académico del campo de la literatura del Siglo de Oro español, a todos aquellos que estén contemplando el tema constitucional me siento obligado a implorar que atiendan a Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, los siguientes capítulos de la segunda parte en particular: DQ 2.1 (¿cómo se reforman las repúblicas?), DQ 2.8 (¿el poder ejecutivo es una hipóstasis?), DQ 2.17 (¿el estado debería controlar la emisión de las monedas?), DQ 2.23 y DQ 2.45 (¿es el robo del subsuelo el legado del imperio español?), DQ 2.51 (¿las constituciones tienen que ser perfectas?) y DQ 2.71 (¿es injusto el mercado de labor?).

¡Ojo! Como género, la novela no suele ofrecernos respuestas claras a estas preguntas, pero sí señala su importancia y nos urge su resolución dialógica. De hecho, a toda diferencia de una constitución cuya misión es otorgar potencias y establecer orden social, la novela es una forma literaria que promueve la coordinación espontánea y extrajurídica de la vida, coordinación sin la cual una constitución jamás sería posible.

Mencioné a los angloparlantes. Insisto en que una gran lección de la experiencia política reciente en la «angloesfera» ha sido que, por necesario que sea, el gobierno es el mayor enemigo de la libertad. Hemos visto que el objetivo del gobierno es mentirnos y dividirnos, distorsionando la verdad, tanto la social como la científica. La tragedia es que la condición humana solicita todo eso. Al ser inevitable el gobierno, la solución a su tendencia de volverse en tiranía es establecer y mantener un máximo de federalismo, lo que Hayek llamaba el principio de la «subsidiariedad».

La subsidiariedad exige que los problemas sociales se aborden de abajo hacia arriba, en lugar de arriba hacia abajo, eso es, lo más cercano posible a la necesidad de su resolución. Donde las familias, los vecindarios, las iglesias o los grupos comunitarios puedan abordar un problema, deberían hacerlo. Donde no pueden, los gobiernos municipales o estatales deben intervenir. Empero seamos optimistas. No siempre, pero en la mayoría de los casos, los individuos, las familias y las asociaciones locales son fuentes de sabiduría social más eficaces que los políticos. Ergo hay que dividir las potencias tanto horizontal como verticalmente.

¿Qué competencias tengo yo para construir constituciones? Ningunas. Pero estimado lector, ¿quién de verdad pudiera reclamar tal competencia? Al final, creo que da igual de dónde venga una constitución. He estudiado toda la historia del mundo hispano desde el Cono Sur al Río Bravo y desde Miami hasta Covadonga. Conozco su literatura y su cultura. Soy adepto de los toros y del fútbol a la vez. Y soy partidario de Villareal precisamente porque cualquier club de fútbol hispano que se apropia una canción de los Beatles para su himno ya me ha ganado el corazón. Vamos: ¡Sí podéis! Y por favor, aprovechad la oportunidad para aclarar la confusión sempiterna entre las banderas de Texas y Chile (véase el artículo 1.1.7). Si un tejano es capaz de admitir que un francés ha entendido su país mejor que nadie y todo gracias a haber leído al mayor novelista de todos los tiempos (compárense DQ 2.12–14 y La democracia en América 2.3.18), entonces la buena gente de Chile puede hacerle caso a un loco obsesionado con liberar el subsuelo de los políticos y ponerlo en manos de gente infinitamente más productiva.

En fin, aunque esperamos que los chilenos adopten la siguiente constitución —que lejos de ser como «El Ladrillo» anterior es ahora corto, legible y divertido— en el interín y para que los chilenos puedan tranquilamente considerar las ventajas de ella, abogaríamos por el mando temporal de la siempre mesurada doña Cayetana Álvarez de Toledo, XV marquesa de Casa Fuerte, quien es cada vez más española que argentina. Así el actual período de transición podría llamarse «El Marquesado», que a toda diferencia de la tiranía de «El Principado» debería resultar en la mayor gloria de la República de Chile. Esperemos que la locura chilena que creó y aprobó la más exitosa constitución jamás vista en el mundo hispano, esa misma locura que ahora ha acabado con el legado de los «Chicago Boys», pueda volver a liderar no solo a Latinoamérica sino al resto del mundo, así recuperando para todos los países esa sanidad fiscal y esa harmonía social que nos faltan más que nunca. ¿Cómo se reforma una república? Pues, sin miedo y reformándola.

Vale,

ECG, 11/15/22

ENLACE A LA CONSTITUCIÓN CHILENA DE 2022

En el año 1000, el progreso parecía estar en China o Medio Oriente. Fue Europa, ¿porqué? Cambio institucional

Timur Kuran es un académico turco experto en economía y ciencias políticas, y con especial atención al Medio Oriente. Publica un libro que trata de explicar porqué esa región, que era la más adelantada en un momento, se estancó y fue Europa la que desató el progreso generado por el capitalismo. La nota es publicada por Ideas Beyond Borders con el título: Dr. Timur Kuran on The Long Divergence: https://ideasbeyondborders.substack.com/p/dr-timur-kuran-on-the-long-divergence

Una entrevista que comienza así:

“IBB: ¿Por qué escribiste este libro?

Timur Kuran: En el año 1000, si te preguntaran qué región del mundo lideraría la Revolución Industrial, probablemente responderías, China o Medio Oriente. En ese momento, era inimaginable que Europa, un remanso económico, superaría a las dos superpotencias económicas de la época. Sin embargo, Oriente Medio (estoy usando esto en el sentido de MENA) no logró generar las instituciones de la economía moderna por sí solo. Y, durante su crisis existencial del siglo XIX, tuvo que trasplantar la infraestructura de la economía moderna desde el exterior, a toda prisa.

¿Por qué este cambio de fortuna? Para la primera década de los 2000, ninguna teoría coherente había abordado el rompecabezas en profundidad. Hubo teorías superficiales y fácilmente desacreditadas que culpan a los extranjeros, como si Oriente Medio careciera de agencia. Una clase de teorías atribuía la responsabilidad a los colonizadores europeos: Francia, Gran Bretaña y, finalmente, Estados Unidos. Otra teoría se remontaba más atrás, al saqueo de Bagdad por los mongoles, como si sus ondas de choque pudieran poner de rodillas también al norte de África y a la España musulmana. Nadie se había molestado en examinar, usando modernas herramientas de análisis, si las instituciones tradicionales de Medio Oriente habían jugado algún papel en la reversión. Sí, existió una gran literatura sobre instituciones clave del Medio Oriente premoderno, como el waqf y la asociación islámica. Pero nadie había explorado cómo estas instituciones dieron forma a la trayectoria económica de Oriente Medio. Y no existía nada en absoluto en la literatura sobre cómo interactuaban estas instituciones, o sobre por qué las innovaciones institucionales de Occidente no fueron emuladas, o sobre si el Islam realmente bloqueaba ciertas adopciones, como muchos creían.”

Más sobre la relación entre democracia y progreso económico…, pero lo importante es el respeto al Derecho

¿Cuál es la relación entre la democracia y el progreso económico? No es una pregunta que tenga una fácil respuesta y algunos autores han debatido el tema. La democracia puede dañar el desempeño económico porque genera incentivos para que la política busque resultados positivos a corto plazo pero que son dañinos a largo plazo, tal el caso del gasto público y el déficit fiscal. Algunos autores han señalado que lo importante es en realidad el “rule of law”, ya que podemos encontrar muchas democracias que violan derechos básicos como el derecho de propiedad.

En un artículo publicado en la revista Public Choice se vuelve a tratar el tema: Krieger, T. “Democracy and the quality of economic institutions: theory and evidence”. Public Choice 192, 357–376 (2022). https://doi.org/10.1007/s11127-022-00990-6 El autor es miembro del Department of Corporate Taxation and Public Finance, ZEW – Leibniz-Centre for European Economic Research, Mannheim.

“Tanto en economía como en ciencias políticas, se reconoce ampliamente que las instituciones juegan un papel clave en la explicación de las diferencias entre países en el desarrollo económico.  Sin embargo, una pregunta abierta es qué factores influyen en el surgimiento de instituciones que mejoran el crecimiento. Abordamos este tema examinando si la calidad de las instituciones económicas está determinada por el régimen político. Más específicamente, estudiamos si las transiciones de la autocracia a la democracia provocan mejoras en la calidad institucional económica.

Partimos de la simple observación de que la calidad de las instituciones económicas se correlaciona positivamente con el nivel de democracia. La Figura 1 muestra este hecho estilizado para cuatro años particulares (1920, 1950, 1980, 2010), utilizando un índice de democracia continua y una medida de protección de la propiedad privada basada en expertos. La teoría económica proporciona dos explicaciones para la correlación presentada en la figura 1. La primera es que la democratización requiere instituciones económicas que funcionen bien (ver Friedman, 1962; Hayek, 1944). Una explicación alternativa es que los gobiernos democráticos tienen un mayor interés en las buenas instituciones económicas que los gobiernos autocráticos (ver Przeworski y Limongi, 1993; Olson, 1993).”

¿La tendencia del gasto público es siempre creciente? No. Baja cuando cambian las ideas

¿Hay una tendencia siempre creciente del gasto público? Parece, pero si así fuera, en algún momento tendría que llegar al 100% del PIB, pero no llega. Antes, la economía colapsa, por supuesto. Y las ideas cambian. Es lo que comenta el artículo de Gallegati, M., Tamberi, M. “Long swings in the growth of government expenditure: an international historical perspective”. Public Choice 192, 227–248 (2022). https://doi.org/10.1007/s11127-022-00979-1

“En la era de la posguerra, la ideología (es decir, el keynesianismo) puede haber sido la causa principal de la expansión del gobierno impulsada por el estado de bienestar. La rápida expansión del tamaño absoluto y relativo del sector público entre 1950 y 1970 fue consecuencia de una actitud positiva hacia un papel intervencionista del gobierno con respecto a las fallas del mercado en las economías industrializadas y la introducción y/o expansión de las políticas del estado de bienestar ( Tanzi y Schuknecht, 2000). Tras la expansión del estado de bienestar en la posguerra, el surgimiento de la escuela de elección pública (Buchanan, 1975) reflejó una conciencia cada vez mayor de las limitaciones del gobierno a la hora de corregir los fallos del mercado. Los teóricos de la falla del gobierno plantearon dudas sobre la eficacia de las políticas públicas óptimas para corregir las fallas del mercado sobre la base de que tales políticas pueden generar costos e ineficiencias considerablemente mayores que las de la falla del mercado. Esto favoreció un replanteamiento del rol adecuado del gobierno, con actividades regulatorias reemplazando la producción directa de servicios y el control de precios dentro de los objetivos de la política pública. Luego de este cambio en la creencia ideológica sobre el rol del gobierno (Tanzi, 2011), la visión que surgió se reflejó en la desaceleración del crecimiento absoluto y relativo del gasto público y del PIB que se puede observar en todos los países. Desde mediados de la década de 1970, el gasto público siguió creciendo a un ritmo más bajo en comparación con la década de 1970 en casi todos los países de la muestra, con la tasa de crecimiento del gasto público ahora estabilizada dentro del rango de 0% a 2% y aún desacelerándose. Aunque nuestra interpretación se basa en Conjeturas en lugar de hipótesis comprobables, creemos que el cambio en la creencia ideológica sobre el papel del gobierno de un enfoque en el mercado a las fallas del gobierno parece ser la explicación más plausible de la actual tendencia general a la baja del crecimiento del gasto público.”

No podés ser populista y ambientalista a la vez: controlaron el precio del gas y generaron daños por millones de dólares

El populismo quiere ahora presentarse como amistoso con el ambiente, pero eso contradice sus políticas de controles de precios que estimulan el consumo de energía. El mayor daño ambiental es analizado por Alexander Hill, del Departamento de Economía de Arizona State University:  Hill, Alexander, The Environmental Consequences of Price Regulation: Lessons from the U.S. Natural Gas Market. Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4200066  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4200066

“La regulación de precios puede generar grandes distorsiones en los resultados, en particular consecuencias ambientales no deseadas. Este documento utiliza la imposición de un precio máximo de gas natural en boca de pozo de EE. UU. de 1954 a 1989 como marco para estimar estos impactos ambientales. Utilizando un enfoque basado en microdatos para estimar el consumo contrafactual de gas natural y combustible para calefacción residencial entre 1960 y 2000, este documento muestra que el precio máximo provocó un daño ambiental promedio de $5600 millones anuales. Esta cantidad más que duplica las estimaciones previas del costo del precio máximo. Las pérdidas fueron más altas en el noreste y el Atlántico medio y alcanzaron su punto máximo entre 1967 y 1980 con $ 8 mil millones anuales. (JEL Q48, L51, Q51) palabras clave: pérdida de bienestar, precio techo, gas natural, medio ambiente”

¿Deberían las revistas académicas (y la investigación científica) ser guardianes de la justicia social?

¿Deberían las revistas académicas designarse guardianes de la justicia social? Es la pregunta que plantea y responde Jonathan Rauch, Senior Fellow, Brookings Instituttion, en un artículo publicado por la Foundation for Individual Rights and Expression (FIRE). Se titula “ Nature Human Misbehavior: politicized science is neither science nor progress”: https://www.thefire.org/nature-human-misbehavior-politicized-science-is-neither-science-nor-progress/

“Nature Human Behaviour, un miembro respetado del grupo Springer, así lo cree. “La ciencia ha sido cómplice durante demasiado tiempo en la perpetuación de las desigualdades estructurales y la discriminación en la sociedad”, declaran los editores en un manifiesto reciente. “Con esta guía, damos un paso para contrarrestar esto”.

Los editores nos aseguran que “promover el conocimiento y la comprensión es un bien público fundamental”. Bueno. Dicen que la investigación debe evitar dañar a los individuos que estudia; No es una propuesta controvertida. Pero luego, en un movimiento que merece ser muy controvertido, amplían su definición de daño inaceptable para incluir consecuencias sociales negativas para los grupos estudiados.

Los investigadores deberían «minimizar tanto como sea posible… los riesgos de daño a los grupos estudiados en la esfera pública», dicen (cursivas mías). “La investigación puede, sin darse cuenta, estigmatizar a individuos o grupos humanos”, agregan (nuevamente, cursivas mías). “Puede ser discriminatorio, racista, sexista, capacitista u homofóbico. Puede proporcionar una justificación para socavar los derechos humanos de grupos específicos, simplemente por sus características sociales”.

Las frases que puse en cursiva hacen mucho trabajo. Un investigador podría no tener un hueso discriminatorio en su cuerpo, y podría tener un cuidado exquisito para evitar sesgar su investigación. Su evidencia puede ser sólida, sus métodos sólidos y sus conclusiones realmente verdaderas. No obstante, los editores pueden rechazar su artículo, solicitar revisiones o incluso retractarse y repudiarlo si creen que “socava la dignidad o los derechos de grupos específicos; asume que un grupo humano es superior o inferior a otro simplemente por una característica social; incluye discurso de odio o imágenes denigrantes; o promueve perspectivas privilegiadas y excluyentes”.”

Tocqueville sobre los franceses pero podría ser sobre nosotros: quieren igualdad en la libertad, y si no pueden tenerla, la quieren aún en la esclavitud

Me llamó la atención porque el autor se llama Olivier Zunz, y me hizo recordar al cuento de Borges Emma Zunz, pero en realidad se refiere a Alexis de Tocqueville. Gustav Jönsson comenta el libro de Olivier Zunz, The Man who saw America: https://www.americanpurpose.com/articles/the-man-who-saw-america/

El libro comentado es: The Man Who Understood Democracy: The Life of Alexis de Tocqueville by Olivier Zunz (Princeton University Press, 472 pp., $26.49)

“Alexis de Tocqueville, aristócrata de nacimiento y corazón y demócrata por principio, amaba la libertad y temía una búsqueda incesante de la igualdad a expensas de ella. Sus temores no eran infundados: la mayor parte de su familia había sido guillotinada en el Terror de 1793-1794 que siguió a la Revolución Francesa. Los franceses, escribió, “quieren igualdad en la libertad, y si no pueden tenerla, la quieren aún en la esclavitud”. En lugar de ponerse del lado de los legitimistas reaccionarios, incluida su propia familia ultrarrealista, sostuvo que Europa debe finalmente seguir el ejemplo establecido por la América democrática.”

Así se gestó lo que ahora llamamos «Silicon Valley»: el progreso que cambió buena parte de nuestras vidas

 

Mucho de lo que estamos usando al momento de leer esto comenzó en el famoso Silicon Valley. ¿Cómo fue realmente ese comienzo”? ¿Cómo se formó ese polo de conocimiento, capital y emprendedores para dar origen a ese fenómeno? En un artículo, que es parte de la serie Human Progress, del Cato Institute, se cuenta la historia: https://www.humanprogress.org/centers-of-progress-pt-40-san-francisco-digital-revolution/

Chelsea Follett es managing editor de HumanProgress.org y policy analyst en el Center for Global Liberty and Prosperity del Cato Institute.

Parece que comenzó así:

“El mayor reclamo de fama de San Francisco y Silicon Valley se produjo con el surgimiento de una tecnología digital más conveniente y poderosa. En 1956, el inventor William Shockley (1910–1989) se mudó de la costa este a Mountain View, una ciudad en la bahía de San Francisco ubicada a unas 40 millas al sur de San Francisco, para vivir más cerca de su madre enferma. Ella todavía vivía en la casa de su infancia de Palo Alto. Ese año ganó el Premio Nobel de física junto con el ingeniero John Bardeen (1908-1991) y el físico Walter Houser Brattain (1902-1987). El premio los honró por coinventar el primer semiconductor funcional casi una década antes, en 1947, en Bell Laboratories en Nueva Jersey.

Después de mudarse a California, Shockley fundó Shockley Semiconductor Laboratory, la primera compañía en fabricar transistores y procesadores de computadora con silicio; las versiones anteriores usaban germanio, que no puede soportar altas temperaturas. Su trabajo proporcionó la base para muchos otros desarrollos electrónicos. También en 1956, los laboratorios de IBM en San José inventaron la unidad de disco duro. Ese mismo año, Harry Huskey (1916–2017), profesor de la Universidad de California, Berkeley, a unas 14 millas de San Francisco, diseñó la primera computadora digital de Bendix, o G-15.

Shockley tenía una personalidad abrasiva y luego se convirtió en una figura controvertida debido a sus puntos de vista marginales vocales relacionados con la eugenesia y la esterilización masiva. En 1957, ocho de los empleados de Shockley dejaron desacuerdos con Shockley para iniciar su propia empresa junto con el inversor Sherman Fairchild (1896-1971). Lo llamaron Fairchild Semiconductors. Shockley los llamó “los ocho traidores”. En la década de 1960, Fairchild Semiconductors fabricó muchos de los componentes informáticos para el programa espacial Apolo dirigido desde Houston, nuestro anterior Centro de Progreso. En 1968, dos de los «Ocho traidores», Gordon Moore (n. 1929) y Robert Noyce (1927-1990), el último de los cuales se ganó el apodo de «el alcalde de Silicon Valley», dejaron Fairchild para iniciar una nueva empresa en Santa Clara, a unas 50 millas al sureste de San Francisco. Lo llamaron Intel. Moore sigue siendo conocido como el creador de la Ley de Moore. Fue él quien predijo en 1965 que el poder de procesamiento de las computadoras se duplicaría cada 18 meses.”