Sobre el poder de negociación de los trabajadores

Espero recordar en nuestra próxima clase el tema que quiero plantear ahora en forma breve, sobre el poder de negociación de trabajadores y empleadores. Al margen de las herramientas que alguna legislación pueda darle a uno u otro, el análisis económico del tema sugiere que ese poder depende de la fuerza de la oferta y de la demanda de trabajo.

Es decir, cuando hay escasez de mano de obra, el «poder» estaría del lado de los trabajadores, ya que los empleadores competirían entre sí para conseguirlos y no les queda otra alternativa que ofrecer mejores condiciones que sus competidores. De esa forma los salarios suben y las condiciones de trabajo mejoran. Pero cuando lo que hay es escasez de trabajo, el poder está en los contratantes, empleadores, ya que los trabajadores tienen que competir por los pocos puestos disponibles.

Esa «escasez» de trabajo es la que se produce a largo plazo como resultado de un proceso de inversión de capital. Estas inversiones «demandan» más trabajo y, para encontrar esos trabajadores hay que ofrecerles alguna condición mejor a la que actualmente posean (que puede ser cero si están desempleados). Este proceso es el que explica el crecimiento de los salarios en los países ahora «desarrollados» y también en China, por ejemplo, donde han crecido luego de un período de décadas de alta inversión de capital.

Desde esta perspectiva, la legislación sobre huelgas aporta poco en una situación de recesión y desempleo. Los sindicatos podrán hacer todas las huelgas que quieran pero si no hay puestos de trabajo nada de eso los va a crear. En dicha situación, de mayor demanda que oferta de puestos de trabajo, el salario tiende a caer. Situación lamentable, por supuesto, pero en tal caso hay que ver a qué se debe la recesión y la teoría del ciclo económico apunta a erróneas políticas monetarias implementadas por los gobiernos que originaron el auge anterior y ahora imponen esta corrección que llamamos “recesión”.

Desempleo

Si, en un escenario de ese tipo, los sindicatos resisten la caída de los salarios, el ajuste se realiza por otro lado, por la cantidad de trabajo disponible. Recuerden que he planteado más de una vez que si el mercado no ajusta por precio, ajusta por cantidad. Si los salarios no van a caer en esa circunstancia, lo que va a caer es la cantidad de empleo, y esto, a la larga, forzará una caída inevitable (aunque no querida, por supuesto), de los salarios. Algo así ocurrió en la crisis del 2001: alto desempleo, caída de los salarios hasta que el ajuste de esos precios dio pie a la recuperación.

Que ese ajuste es por precio o por cantidad se puede comprender fácilmente, sobre todo para estudiantes de derecho, si se imaginan como empleadores. Ahora tienen un estudio jurídico y, digamos, 10 empleados. Como hay una recesión económica tienen menos clientes, caen los ingresos del estudio. Esos ingresos no alcanzan para cubrir los costos. ¿Qué van a hacer? Como hacen las empresas o podrían hacer ustedes mismos, en principio aguantan un tiempo, tal vez la situación se recomponga, tal vez encuentre nuevos ingresos, etc. Pero al tiempo está claro que no pueden seguir así, algo tiene que ajustar en los costos. Entonces, se enfrentan al dilema: o hablo con los 10 empleados y le digo que todos tendrán que reducir su salario pero que mantendrán su trabajo o, si no quieren o no se puede hacer esto, despediré a alguno.

En este sentido, si un sindicato o la legislación laboral impide el ajuste a la baja del salario, entonces está promoviendo el ajuste por cantidad, el desempleo.

En fin, mi punto acá para los estudiantes de derecho es que no se puede cambiar o impedir la realidad económica con leyes y normas, tarde o temprano la realidad se impone de una forma u otra. En definitiva, lo que pudieron ganar los trabajadores con el “derecho de huelga” para defender un determinado salario, es que aumenten las posibilidades de quedar desempleados, pero no cambiaron la realidad subyacente de la oferta y demanda de empleos.

El café: consumidores y emprendedores

En la sección Sábado de La Nación, un artículo sirve como ejemplo para considerar el papel de los emprendedores en la economía. Título: “Ensei Neto: ‘Starbucks y Nespresso abrieron el camino; ahora el consumidor quiere más’. “Músico e ingeniero químico, este brasileño es considerado uno de los grandes expertos cafeteros en el mundo; trabaja tanto con grandes marcas de la industria como con productores artesanales”.

Café

¿Cuál es el rol de los consumidores y el de los emprendedores en el mercado? ¿Quién impulsa a quién? ¿Son los consumidores quienes, en definitiva, determinan quien gana y quien pierde, quien prevalece en el mercado, cómo se asigna el capital? ¿O son los empresarios los que generan las necesidades de los consumidores e imponen sus productos?

La respuesta es que la primera interpretación es correcta, son los consumidores los que determinan la evolución del mercado y, en última instancia, el éxito o fracaso de los emprendedores. Estos son los que tienen mayor o menor capacidad para detectar que las preferencias de los consumidores están cambiando y la visión para ofrecerles un producto o servicio que las satisface.

Pero, tomemos el caso del Ipad. ¿Acaso fueron los consumidores quienes enviaron la señal que necesitaban una Tablet, o más bien fue la idea de Steven Jobs la que impuso en ellos la nueva necesidad de este producto? Son los emprendedores los que crean esas necesidades.

Aclaremos este punto. Los consumidores, por supuesto, no tienen idea del Ipad hasta que lo conocen, su creación y promoción es la gran genialidad de Jobs, pero él supo detectar una demanda insatisfecha. No era de Ipads específicamente, pero sí de algo que fuera liviano, cómodo, fácil, touch, y en el que pudiéramos ver videos, sacar fotos, mandar mails. En definitiva podríamos sintetizar la demanda latente así: quiero algo más cómodo (y divertido) que la laptop. Podría haber sido el Ipad u otra cosa, pero Jobs detectó esa necesidad, como antes lo había hecho con la de “mucha música portátil y de alta calidad”, presentando el Ipod.

Entonces, hay una necesidad latente, nueva, modificada, no claramente definida, y no está dicho qué producto o servicio la va a pegar. Muchos competirán entre sí y se verá quien acierta.

¿Qué tiene esto que ver con el artículo sobre el café? Es que muestra lo mismo. Es común en los mercados, que cuando aumenta el interés por un producto entonces ya no se trata de satisfacer una necesidad básica sino de competir con una creciente sofisticación de los consumidores. Ha pasado con el vino: antes en las casas se tomaba simplemente el “vino de mesa”, ahora hay un mundo de varietales y de marcas. Algo similar sucede con el café.

¿Qué significa hoy Brasil en el café?

Neto: Es un gran protagonista. Por un lado, es el productor más grande de café del mundo. En Brasil se elabora el 40 por ciento de la producción de granos de especie arábica (los cafés más delicados y de alta calidad) y el 30% de robusta (muy utilizados en la elaboración de cafés solubles, pero que hoy forman parte de blends de calidad). Pero lo más novedoso es que, a su vez, Brasil lidera hoy el consumo de café, con casi 18 millones de bolsas de 60 kilos, lo mismo que Estados Unidos. Y con una gran tendencia a mejorar la calidad, con el surgimiento de nuevos consumidores, en especial los jóvenes.

¿A qué se deben estos cambios?

Neto: Lo primero que surgió es un nuevo profesional, el barista, que hace la relación entre la bebida y el consumidor. Es una suerte de maitre o sommelier. El barista debe tener conocimiento suficiente de los granos que existen en su tienda para lograr el mejor servicio. En Brasil comenzaron las competencias nacionales de baristas, y con esto los consumidores percibieron que era posible beber un buen café. Pero la base sobre la que se sostiene todo es económica: antes, los países productores eran pobres, exportaban sus cafés de calidad. En los 90, el mundo estaba muy polarizado. De un lado, los países ricos, principalmente Estados Unidos, Europa, Japón. Del otro, los pobres. Hoy somos los países emergentes quienes estamos sorprendiendo al mercado, Brasil, China, la India, Rusia, Corea. Y permite nuevos consumos y nuevas exigencias.

¿Cómo ves a la Argentina en este proceso?

Neto: Está pasando exactamente lo mismo. Recorrí varias cafeterías, y encontrás gente joven con mucha pasión y con mucho conocimiento. Lugares como éste, donde estamos ahora, Barrio Cafetero [en Florida 833], no tienen nada que envidiar a los otros lados del mundo. Hoy las personas quieren experimentar más calidad y otros sabores. Al entender que una taza puede tener notas florales, de frutas, apareció un nuevo consumidor, los jóvenes. Tradicionalmente, el café era consumido por una población adulta. Y a los más viejos es muy difícil sacarlos de su zona de confort, no quieren cambiar. La entrada de jóvenes significa que el mercado es bueno y fuerte, le da largo plazo. Esto anima a que se produzcan mejores semillas, a que haya más profesionales educando  a sus consumidores, y así se forma un círculo virtuoso, con la calidad como atributo principal.

¿Quién lideró estos cambios?

Neto: Sin dudas, los Estados Unidos. Todo el movimiento, incluso el nombre de cafés especiales, se acuño allí….El mercado es inmenso, y es necesario que los grandes ayuden y empujen el proceso. Hay dos nombres que sobresalen. Starbucks fue clave para que el café se expandiera entre los jóvenes. Allí sirven bebidas con leche, con dulces, con modificadores, pero a su vez es el principio para que nuevas generaciones lleguen al café. El otro nombre es Nespresso, que permitió algo que hace una década era impensable: que cualquiera en su casa pueda probar un café de Kenia, de Costa Rica, de la India, de Brasil. Llevó el mundo a los hogares. Ambos son casos que educan, que muestran posibilidades. Abrieron un camino y ahora el consumidor quiere más. La experiencia es la base de todo. Hay que comparar, conocer, probar.

Toda revolución tiene un final. ¿En qué etapa de la revolución del café estamos?

Neto: El mercado está en un momento fantástico de cambio, y recién empieza. Es fantástico cuando uno ve que grandes empresas están asustadas, esto significa que hay un cambio y que ellos no saben muy bien hacia dónde se dirige. No hay recetas fijas sobre cómo proceder, en calidad, servicios, baristas. Es todo nuevo. Los pequeños elaboradores y cafeterías hacen un trabajo de hormiga que mueve a su vez a los grandes.

Derecho de huelga y derecho a trabajar

Este tema no puede  sino generar polémica y discusión entre los alumnos de Derecho, sobre el derecho a la huelga y el derecho a trabajar. Marcos Gallacher, economista, amigo, profesor y secretario académico de UCEMA publica este artículo en InfoBAE, que transcribo:
http://opinion.infobae.com/marcos-gallacher/2014/04/07/derecho-de-huelga-y-derecho-de-trabajar/

 

huelga

Derecho de huelga y derecho de trabajar

Por: Marcos Gallacher

“Hace pocas semanas, un motociclista fue arrojado de un puente por intentar pasar un piquete integrado por trabajadores en huelga. En una entrevista periodística, un dirigente gremial explica el hecho como resultado de que “el motociclista era un rompehuelgas”. El caso mencionado es extremo, sin embargo pone sobre el tapete los límites del derecho de huelga, del derecho de protesta y por supuesto del derecho de trabajar. Las consideraciones anteriores son pertinentes en momentos como los actuales, donde huelgas docentes resultaron en importantes pérdidas de días de clase, y varios gremios resolvieron un paro de actividades para el 10 de abril.

El artículo 14 bis de la Constitución Argentina establece el derecho de huelga de los trabajadores. En contraste con lo anterior, el artículo 14 establece el derecho “a trabajar y ejercer toda industria lícita”. La interpretación que se haga de estos dos artículos tiene profundas implicancias para la generación de riqueza del país, y por supuesto para las perspectivas de progreso de amplios sectores de la población.

Una huelga se ejecuta cuando representantes de los trabajadores de una empresa demandan salarios -o condiciones laborales- que la empresa (u organización pública) no está dispuesta a conceder. La huelga se inicia o mantiene a través de un mecanismo político, donde los trabajadores no deciden en forma individual, sino a través de representantes o una decisión colectiva en asamblea. Si una huelga se decide en una asamblea de trabajadores y el 51 % vota por cesar actividades y el 49 % por continuarlas, las actividades cesarán y la “minoría” del 49 % se verá obligada a un curso de acción no preferido, aún cuando este acaree para ellos importantes costos.

El éxito de los huelguistas depende de la posibilidad de impedir que aquellos que preferirían acordar (y así trabajar) puedan hacerlo. Si los huelguistas pretenden ganar 100 y la empresa ofrece 80, muy bien puede ocurrir que trabajadores tanto dentro de la empresa (actuales empleados) como fuera de ella (empleados potenciales) prefieran aceptar 80 y trabajar que pedir 100 y no hacerlo. El éxito de la huelga, en definitiva, tiene como condición necesaria la coerción (física, psicológica o moral) de unos contra otros.

El hecho de que la huelga se decide en forma “democrática”, ya sea en forma directa (asamblea de trabajadores) o indirecta (representantes de estos) no elimina el carácter coercitivo que ésta en general tiene para con aquellos que preferirían un curso de acción distinto al de los huelguistas. La “democracia” del mecanismo de huelga se asienta, en definitiva en amenaza de violencia, o violencia efectiva de parte de algunos en contra de otros. La existencia del derecho de huelga, consagrado en el Artículo 14 bis de nuestra Constitución no debe hacernos ignorar el derecho a trabajar, claramente establecido en el Artículo 14 del mismo texto legal. Muchos gobiernos, sin embargo, han ignorado estos principios. Las consecuencias sobre la libertad individual resultan evidentes.”

Hasta aquí el artículo. Sin conocer a fondos los temas del derecho, y menos del derecho constitucional, debo decir que la lectura de estos artículos plantean no solamente una clara diferencia entre sí, sino hasta una contradicción entre uno u otro. Me pregunto, y pregunto a los alumnos, si sería posible imaginar una situación en la que los trabajadores pudiera elegir entre ambos. Por ejemplo: que uno pudiera decidir entre una jubilación estatal (art. 14 bis), o quedarse con el aporte e invertirlo por su cuenta (art. 14); entre un contrato basado en la legislación laboral (art. 14 bis) u otro basado en la ley de contratos (art. 14), etc.

Siendo una elección voluntaria no veo que se violen derechos de nadie, y cada cual podría tener el arreglo que se ajuste mejor a sus preferencias.

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El precio del agua y la conciencia sobre el agua

Comentaba ayer que el problema de recursos que se agotan es por la falta de precios, y que la existencia de estos depende de la configuración de derechos de propiedad. Cuando un recurso no tiene propietario, todos tienen incentivo para consumirlo pero nadie para cuidarlo, o mejorarlo. Así es como el recurso se agota, se depreda. Cuando la propiedad es estatal existe un propietario, que se ha demostrado no ser bueno, ya que sucumbe a las tentaciones o presiones políticas.

Tomemos el caso del agua, planteado en un artículo de la revista La Nación:  http://www.lanacion.com.ar/1677270-bendita-agua

El estado es el propietario del agua, o la provee directamente, o subcontrata a alguna empresa para que lo haga. En todos los casos establece la tarifa, que no es un precio, sino una suma establecida administrativamente. Esa tarifa puede tener diferentes objetivos. Así lo comenta el artículo:

“En Madrid sólo se baña el arquero. Si un equipo quiere pagar lo mismo de agua que en Buenos Aires sólo él podrá ducharse: el agua cuesta once veces más. Un departamento de dos ambientes de Las Cañitas paga 34 pesos bimestrales contra los 35 euros (374 pesos) de uno en la capital española. En Bogotá, Colombia, depende mucho de la categoría en la que juegues: hay subsidio estratificado, por lo que un vecino del estrato 3 paga alrededor de 160 pesos y al del 5 la boleta le llega por 1150 pesos. Si nuestro equipo viene de Brasil, podemos recibir sólo a ocho jugadores: con nuestro bolsillo no podríamos pagar la ducha de los otros tres, porque la boleta es de 44 reales mensuales (144 pesos).”

Drop in water

Las tarifas son claramente diferentes, pero eso no debería extrañarnos, ya que la disponibilidad de agua no es la misma en todos lados, y sería lógico esperar precios más altos en lugares con mayor escasez. Donde es más escasa hace falta reducir su consumo y el precio genera ese incentivo. Seguramente la gente no despilfarra mucha agua en Madrid, si no es por su consciencia, por su precio. Pero aquí el objetivo es otro:

“Para Carlos Ben, presidente de AySA, hay una decisión política que determina la boleta: «Nosotros la consideramos un derecho humano; otros, un bien de mercado. Entonces, no es el mismo enfoque económico. En todos los casos siempre se podrá establecer un costo o un precio. En el nuestro lo que establecemos es un costo de operación; en otros, como en Europa, un precio. El agua no puede ser comercial porque está vinculada con la vida, con la inclusión social, con la salud; sería muy difícil para un gobierno decir el que puede pagarla vive y el que no puede pagarla no vive».”

Por supuesto que el agua está vinculada con la vida, no podríamos vivir sin ella, pero a los precios locales no existe ningún incentivo para cuidar su consumo que no sea la consciencia. La pregunta es: ¿y si eso no es suficiente?. Veamos estos casos: “En Francia «se mide hasta el baño que usted toma, de ahí trasladan hasta el último costo a la persona que utiliza agua. Chile subsidia al usuario según la condición económica y social. El gobierno le da dinero a la persona para que pague su factura», dice Ben.”

Tanto en Francia como en Chile el precio refleja más la natural escasez y no promueve su descuido. En el caso chileno se subsidia el consumo de las personas de bajos recursos, pero no se incentiva el cuidado de su consumo. Si a uno le pagan la cuenta del agua es lo mismo que si fuera gratis; no resuelve el problema del exceso de consumo.

La discusión, no obstante, se vuelve emocional, más que el bien en sí.

“En el último Foro Global de Creación de Valor Compartido que organizó Nestlé, en Cartagena de Indias, hubo un panel de expertos en agua. Allí Asit Biswas, presidente de Third World Centre for Water Management, dijo que se puede vender cualquier cosa, pero agua, jamás, porque es un bien emocional. Energía, comida, metales, cereales, no hay problema. Agua, no. «Trabajé en Canadá, cada político que dijo que vendería agua a Estados Unidos a la siguiente elección estaban fuera de carrera. Cualquier político que diga que venderá agua a otro país comete suicidio político.»

Más que emocional, el agua parece satisfacer una necesidad concreta y específica. ¿Cuál es la diferencia entre el agua y la comida, por ejemplo? Pues que primero nos moriríamos de sed que de hambre. Para que un bien tenga precio no hace falta que sea o no emocional, simplemente que sea escaso. ¿Es escasa el agua? Parece que no mucho, pero que podemos estropear su calidad:

“El sueño de la pyme húmeda tercermundista es papel mojado: nadie va a comprarnos agua. Tampoco van a invadirnos. Porque a la guerra se va porque quiero sacarte algo que sólo vos tenés o algo que se me acabó. Y pasa que el agua no se acaba. Comellas explica que la cantidad que hay en el planeta, en todos los estados posibles (líquido, sólido y gaseoso), «es casi exactamente la misma que ha existido desde millones de años. De producirse un significativo incremento en la radiación solar (lo que sería un cataclismo que nada tiene que ver con el cambio climático), probablemente siga siendo también la misma en el futuro».

Lo que sí pasa(rá) es que, porque somos cada vez más -en 1950 la población urbana de América latina era de 64 millones, en 2010 era de 458 y para el CAF en 2030 seremos 566 millones- y contaminamos igual y más, puede que se agote por un tiempo, cambie su estado, distribución y calidad. Por un tiempo en estas cosas quiere decir entre 100 y 300 años; eso dice Ben que tarda en recuperarse una napa subterránea contaminada.

Entonces, las medidas como la reutilización de la toalla en el hotel y no dejar correr el agua mientras te afeitás cobran sentido. Ecológico (realmente importan y sirven las conductas austeras), psicosolidario (estoy haciendo algo por el mundo) y económico: en el Faena Hotel, por ejemplo, el 30% de los huéspedes usa la toalla para más de una ducha. Por esa política de uso racional del agua el hotel ahorra 80 mil pesos al año.”

Termina el artículo con un subtítulo: “Educar es clave”. El punto que hemos querido expresar aquí es que un precio “educa”. El hotel Faena puede apelar a la consciencia de sus pasajeros, también podría cobrarle por toalla usada. En algunos, tal vez clientes de hoteles muy caros, apelará más la consciencia ya que el costo de una toalla adicional no es mucho; a otros, en otros hoteles o en sus casas, el costo de una toalla adicional los motivará a usar la misma.

A todos nos motivan tanto incentivos monetarios como no monetarios, hacemos cosas por el dinero pero también por otro tipo de motivaciones. No parece acertado apelar solamente a unos y no a otros.

Exclusión social y criminalidad: una vida por dos pesos

Los alumnos de Derecho participan mucho más cuando hay algún tema de actualidad que uno de teoría. Veamos uno de estos, aunque desde una perspectiva metodológica. Sin afán de polémica política, tomo esto porque salió en el diario, podría haber tomado cualquier otro ejemplo de políticos opositores.

Dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: «Cuando alguien siente que su vida para el resto de la sociedad no vale dos pesos, no podemos reclamar que la vida de los demás valga para él más de dos pesos».

Es difícil interpretar la frase desde una perspectiva económica. El valor es subjetivo, y el valor de una vida, propia o ajena, no está determinado por el ingreso que uno pueda obtener en el mercado. Fácilmente uno puede imaginar un pobre que tenga un ingreso menor a dos pesos (¿por día, por hora?) pero que tenga una alta valoración de su propia vida, e incluso tenga una alta valoración de la vida de los demás.

Pero, en verdad, la frase es otra forma de expresar una teoría ya planteada otras veces: que la exclusión social genera violencia y criminalidad.

Pero “correlación” no implica “causalidad”. Esta es una vieja falacia. Que dos variables estén relacionadas no significa que podamos probar que una es causa de la otra. En este caso la correlación presentada sería la siguiente:

A: Exclusión social…….. por lo tanto…….violencia y crimen

Pero alguien podría también plantear lo contrario

B: Violencia y crimen….. por lo tanto……..exclusión social

Es decir, no basta con plantear la correlación, es necesario fundamentar la causalidad. No digo que no exista, y tal vez es mucho pedir que se presente en un discurso presidencial, pero así como es expuesto, apenas se raspa la superficie del problema.

Porque esa correlación A plantea muchas preguntas, tales como:

  1. ¿Cómo es que encontramos crímenes realizados por gente que no parece “excluida” socialmente? Al menos que no parece ser “materialmente destituido”. Muchos han visto entrar a su casa asaltantes elegantemente vestidos, y lejos de parecer eso.
  2. Más aún, ¿qué explica que haya gran cantidad de gente pobre, por cierto una amplia mayoría, que no comete delitos?
  3. ¿Quiénes comenten delitos son “excluidos” por la sociedad hacia la ilegalidad, o son “atraídos” por el potencial de mayores ingresos allí? Puede ser que alguien enfrente la posibilidad de conseguir solamente un ingreso de dos pesos, pero, ¿puede haber otros que se inclinan por el crimen porque encuentran que el mercado les ofrecería, digamos 10 pesos, y el narcotráfico 50 pesos?

En definitiva, correlación, que la exclusión social y la criminalidad tengan algún tipo de vínculo, no implica, aunque tampoco descarta, que uno sea necesariamente causa del otro.

Si no, veamos este gráfico que vincula el aumento de las temperaturas en el planeta con la cantidad de piratas. Parecen estar relacionados: ¿es que las temperaturas han aumentado porque se ha reducido la cantidad de piratas? ¿sera que las temperaturas promedio han caído en los últimos 20 años porque aparecieron los piratas en Somalia? ¿debería haber más piratas para que se reduzca el calentamiento global?

 

Causalidad

 

Educación para los pobres: ¿pública o privada?

En momentos de conflicto salarial de docentes y clases que no comienzan, es buena coincidencia tratar un tema relacionado con la educación de los pobres.

Una pausa en el tema de los valores y las instituciones.

Un alumno de la materia Applied Economics realizó la presentación de un texto de James Tooley y Pauline Dixon sobre la educación privada para los pobres, disponible aquí: http://www.elcato.org/pdf_files/ens-2006-11-15.pdf

Hace ya más de 20 años, realizando un trabajo para el Banco Mundial, Tooley descubrió, para su asombro, que los pobres del barrio más pobre de Lagos, Nigeria, enviaban a sus hijos a escuelas privadas en lugar de escuelas públicas cercanas. Se sorprendió, no pensaba que existieran. Cuando lo contó a sus compañeros del BM no le creyeron. A partir de allí recorrió los barrios más pobres del mundo, en la India, Paquistán, Ghana, China, y en todos ellos encontró escuelas privadas para los pobres. En el artículo mencionado resume las conclusiones de sus años de investigación.

Escribió recientemente un libro donde comenta todas sus experiencias:

The beautiful tree

En el contexto de los temas que estamos viendo en las clases la investigación es importante por lo siguiente:

–          En la visión predominante, los bienes y servicios se clasifican como privados o públicos según dos características:

  • La capacidad de excluir a los que no pagan
  • La rivalidad en el consumo

–          En cuanto a la exclusión se refiere, si no se puede excluir a quienes no pagan, no habría incentivo para proveer ese bien o servicio a través del mercado. Imaginemos una cafetería en la universidad, si pudiéramos simplemente pasar y llevarnos el café sin pagar, al día siguiente el dueño no estaría allí; para qué comprar café y otros insumos si luego no puede recuperar esos costos y ganar algo.

–          La rivalidad en el consumo se refiere a que un mismo bien o servicio no puede ser consumido por varias personas al mismo tiempo. EL café que yo me tomo, no lo puede tomar otro al mismo tiempo.

–          Según Samuelson, los bienes que tienen características de exclusión y rivalidad, son “privados”, y pueden ser provistos por el mercado; y los que no, son “públicos” y deberían ser provistos por el estado, ya que todos tenderíamos a ser usuarios gratuitos, “free riders”, siendo que todos valoramos pero no nos pueden obligar a pagarlo. El ejemplo más emblemático es el de un faro, que luego Ronald Coase discutiría (se trata este caso en el libro con mucho detalle).

En general, la gente afirma que la educación debería estar a cargo del estado o que éste debería cumplir un papel importante en ella. Pero atengámonos a la clasificación de Samuelson: ¿es la educación un bien público o privado? Bueno, es privado, ya que se puede excluir al que no pague (si no paga no puede ingresar al aula), y hay rivalidad en el consumo (en un aula entra un cierto número de alumnos, luego se produce congestión).

La prueba de que es un bien “privado” en este sentido es que el mercado lo provee sin inconvenientes. Entonces, ¿cuál es el carácter “publico” que justificaría el papel del estado como proveedor?

Tal vez podrúa argumentarse que el mercado puede proveer educación, pero que no va a proveer educación para los pobres. Este es el punto que contradice la investigación de Tooley: el mercado también provee educación para pobres.

Entonces, el problema a discutir tal vez sea otro, no ya si la provisión es posible o no; si no su financiamiento. Tooley muestra que los padres pobres están dispuestos y pagan la educación de sus hijos. En fin, pero son pobres, entonces el tema a considerar sería ése. En tal sentido, remito a los posts anteriores sobre soluciones a la pobreza.

Asimismo, puede ser que estas escuelas sean de muy Baja calidad. Esto es lo que resume el alumno en su presentación:

•Este paper trata sobre una investigación hecha en Ghana, Nigeria, Kenya e India para determinar que tan buena es la calidad de las escuelas privadas –y muchas veces clandestinas- dirigidas a las clases pobres, y que tanta penetración de estas instituciones existe en ese estrato social.
•A su vez, la idea es contrastar estos datos con los obtenidos sobre el sistema publico gratuito, y comparar las preferencias del usuario
•El hecho de que existan un gran numero de escuelas privadas, no registradas, podría ser una fuente de errores en el studio.
•Existe un gran interés en la población de escasos recursos en matricular a sus hijos en escuelas privadas
•Las escuelas privadas no registradas tienden a tener menores precios que las registradas
•Existe una tendencia de las escuelas privadas no registradas a ser fundadas después de la aparición de las escuelas privadas registradas, lo que sugiere una reacción a la falta de oferta.
•Las escuelas tienden a ser administradas por sus propietarios
•Los incentivos de cambiar a un hijo a una escuela publica, ej. la gratuidad de la primaria, no es muy potente en lograr un fuerte numero de cambios, y que estos cambios sean permanentes.
•Como una generalidad, las escuelas privadas –registradas o no- tenían mejor infraestructura que las publicas, y mayor presencia de docentes.
•En exámenes de desempeño la tendencia era clara a que hubiese mejores calificaciones en los alumnos de escuelas privadas
•Contrastando con estos resultados, los docentes de las escuelas publicas recibían salarios varias veces mayores que los docentes en escuelas privadas –ambos mostraron satisfacción con sus niveles de ingresos-

El mejor vino tinto del mundo… y barato

Excelente artículo sobre el vino Famiglia Bianchi Malbec, que acaba de ganar un concurso en Francia como el mejor vino tino del mundo y que, sin embargo, es barato, ya que su precio es (hasta ahora) de 96 pesos, o unos 10 dólares.

http://www.lanacion.com.ar/1674347-puede-un-vino-de-96-pesos-ser-el-mejor-del-mundo

El artículo presenta algunos comentarios muy útiles para explicar el papel que cumplen los costos en la formación de los precios. Hemos señalado en las clases que el valor es algo subjetivo, no objetivo, que depende de las valoraciones “subjetivas” de demandantes y oferentes, y que no puede explicarse a través de teorías que señalan al valor como originado en el trabajo o el costo de producción, o a la utilidad en la demanda y los costos en la oferta.

Sin embargo, la experiencia diaria pareciera indicar lo contrario: uno ve que el verdulero compra su mercadería, luego le agrega un porcentaje que cubra sus costos y le genere una ganancia y así establece su precio de venta. Algo similar plantea el artículo cuando se pregunta si un vino bueno es necesariamente caro o, como en este caso, resulta elegido como el mejor del mundo, pero es barato.

En primer lugar, el artículo señala que, en términos generales, existe un vínculo entre precio y calidad:

«A la hora de catar a ciegas, es posible que un vino de 80 pesos esté a la par de uno de 500, o uno de 40 con uno de 300. Todos pueden obtener buenos puntajes. Sólo que en la media, los vinos elaborados en gamas mayores de precios, y, por lo tanto, más cuidados, ofrecen mayor cantidad de matices y, por ende, suelen obtener puntajes más altos, porque se acercan más a la experiencia tope que busca un catador», agrega Hidalgo, creador de Vinómanos, la primera wine app de la Argentina.”

Este malbec ganó la competencia, ciega, es decir, los jueces cataban los vinos sin saber cuáles eran, pero el consumidor no va “ciego” a comprar, y por eso hay otros factores que entran en juego.

Ahora viene el argumento respecto a los costos:

“… hasta cierto punto el precio del vino refleja el costo de elaboración y, a mayor costo, es de esperar mayor calidad. «Hay una franja en la que el precio tiene justificación de costos: uvas más caras, barricas más caras, botellas más caras, enólogos y profesionales altamente remunerados, bodegas costosas. Esa cuenta se verifica siempre por debajo de los 50 o 60 pesos. Ahí, cada peso de aumento en los costos se traduce en un aumento del precio del vino. Esa brecha se estira hasta los 100/120 pesos hoy, aunque con la inflación es difícil establecer una barrera. De ahí en más, el precio no responde al costo, sino a un planteo comercial: si es más o menos exclusivo, a quién le habla la marca y quiénes son sus consumidores», explica Hidalgo.”

En verdad, como veremos luego con más detalle, el bodeguero que decide gastar “más” en un vino de 50 pesos lo hace tomando en cuenta “costos de oportunidad”, ya que en ese momento el dilema que se le presenta es si gasta más en mejores barricas o botellas para este vino, o gasta ese dinero en otra cosa, en otro vino, o en otra actividad. La evaluación de esas distintas alternativas es “subjetiva”, ya que lo hace evaluando potenciales ganancias futuras, pero inciertas.

«A partir de los 150 pesos, el precio de una botella se explica por una cuestión de marketing y de posicionamiento -coincide Fabricio Portelli, periodista especializado en vinos y sommelier-. El problema es que muchas bodegas miran a la de al lado para fijar sus estrategias de marketing y, entonces, si una sube el precio por alguna razón específica, las de al lado también lo suben. Por eso hay muchos vinos con precios inflados y consumidores que nunca llegan a terminar de enganchase con esas marcas.»

Aquí, ya claramente la demanda es subjetiva y el precio poco tiene que ver con el costo incurrido. Pues cuando se compra un vino no se busca solamente una determinada calidad. Dice el artículo:

“… Iglesias advierte que la calidad del vino no es el único factor que orienta la elección del consumidor. «La mayoría de los consumidores cuando abren una botella buscan la imagen de determinada botella en la mesa o el saber que al regalar un vino van a quedar bien. Y a veces todos esos factores no te los cubre sólo la calidad del vino: te los cubre el peso de la etiqueta. Y creo que eso también es respetable.» «Cada uno sabe lo que puede invertir en una botella de vino -afirma Portelli-. En función de eso, deberá primar la ocasión de consumo y qué quiero lograr: quiero impactar, quiero quedar bien con un regalo, quiero cumplir o que todos hablen del vino. Para lograr este tipo de cosas, hay que hacer el mínimo esfuerzo de informarse un poco.»

Estas valoraciones son claramente subjetivas. Entonces, del lado de los demandantes, está claro que dependerá de las preferencias de cada uno: unos buscan calidad, otros buscan marca, otros impresionar a quien lo invitó a comer, o impresionar a mis invitados, etc.

Es más, seguramente el precio del Famiglia Bianchi va a subir, pero no ya, o solamente, por el afán de lucro de sus productores, es que ahora nos está ofreciendo otra cosa. Aunque físicamente sea el mismo vino, en verdad no lo es. Ahora llego al asado con los amigos y llevo «el mejor tinto del mundo». ¿Cuánto vale eso? Mucho para algunos, nada para otros. Depende de las valoraciones subjetivas que son diferentes en cada uno de nosotros.

¿Y del lado de los oferentes? ¿Sus valoraciones, que llevan a establecer sus precios, dependen de sus costos?

Pues todo depende de qué costos estemos hablando. Si se trata de los costos contables, de los costos de producción, de cuánto me costó producir un vino, está claro que influyen pero no en el precio sino en la decisión de producir futuros vinos, para lo cual tomo en cuenta esos costos históricos, pero sin ninguna seguridad de que se repetirán en el futuro, por eso son “subjetivos”. En el momento en que la familia Bianchi se plantea hacer este malbec o no, realizará un cálculo de costos esperados y de ingresos esperados, y si el resultado es positivo, avanzará en su producción.

Pero una vez que el vino ha sido producido, lo que enfrenta el productor no es ya los costos de producción, que son costos del pasado, hundidos, sino “costos de oportunidad”. El costo de oportunidad son las otras alternativas que uno deja de lado cuando toma una decisión. Ahora la familia Bianchi tiene que decidir a qué precio lo ofrece, o si lo retiene para más adelante, o si lo mezcla con otro, etc.

En ese sentido, el costo de oportunidad de este malbec a 96 pesos puede bien haber sido ofrecerlo a 250 pesos o a 50 pesos. Pero, ¿qué cantidad se iba a vender a un precio o a otro? Tal vez lo ponían a 250 y no se vendía, o le quitaba mercado a otra marca de la misma bodega, y el resultado era negativo. Tal vez lo ponían a 50 y se vendía apenas cubriendo sus costos de producción pero deteriorando su marca, porque ahora quedaba catalogado como un vino “barato” que ya no da un servicio de “prestigio” al regalarlo a un amigo o socio.

Esa valoración respecto a las distintas posibilidades, es decir, respecto al “costo de oportunidad” es claramente subjetiva, vinculada con eventos futuros, y apenas relacionada con el costo de producción, que todo productor quiere recuperar, por supuesto, pero que no “determina” el precio al que finalmente se vende.

Excelente artículo sobre el vino Famiglia Bianchi Malbec, que acaba de ganar un concurso en Francia como el mejor vino tino del mundo y que, sin embargo, es barato, ya que su precio es (hasta ahora) de 96 pesos, o unos 10 dólares.

http://www.lanacion.com.ar/1674347-puede-un-vino-de-96-pesos-ser-el-mejor-del-mundo

El artículo presenta algunos comentarios muy útiles para explicar el papel que cumplen los costos en la formación de los precios. Hemos señalado en las clases que el valor es algo subjetivo, no objetivo, que depende de las valoraciones “subjetivas” de demandantes y oferentes, y que no puede explicarse a través de teorías que señalan al valor como originado en el trabajo o el costo de producción, o a la utilidad en la demanda y los costos en la oferta.

Sin embargo, la experiencia diaria pareciera indicar lo contrario: uno ve que el verdulero compra su mercadería, luego le agrega un porcentaje que cubra sus costos y le genere una ganancia y así establece su precio de venta. Algo similar plantea el artículo cuando se pregunta si un vino bueno es necesariamente caro o, como en este caso, resulta elegido como el mejor del mundo, pero es barato.

En primer lugar, el artículo señala que, en términos generales, existe un vínculo entre precio y calidad:

«A la hora de catar a ciegas, es posible que un vino de 80 pesos esté a la par de uno de 500, o uno de 40 con uno de 300. Todos pueden obtener buenos puntajes. Sólo que en la media, los vinos elaborados en gamas mayores de precios, y, por lo tanto, más cuidados, ofrecen mayor cantidad de matices y, por ende, suelen obtener puntajes más altos, porque se acercan más a la experiencia tope que busca un catador», agrega Hidalgo, creador de Vinómanos, la primera wine app de la Argentina.”

Este malbec ganó la competencia, ciega, es decir, los jueces cataban los vinos sin saber cuáles eran, pero el consumidor no va “ciego” a comprar, y por eso hay otros factores que entran en juego.

Ahora viene el argumento respecto a los costos:

“… hasta cierto punto el precio del vino refleja el costo de elaboración y, a mayor costo, es de esperar mayor calidad. «Hay una franja en la que el precio tiene justificación de costos: uvas más caras, barricas más caras, botellas más caras, enólogos y profesionales altamente remunerados, bodegas costosas. Esa cuenta se verifica siempre por debajo de los 50 o 60 pesos. Ahí, cada peso de aumento en los costos se traduce en un aumento del precio del vino. Esa brecha se estira hasta los 100/120 pesos hoy, aunque con la inflación es difícil establecer una barrera. De ahí en más, el precio no responde al costo, sino a un planteo comercial: si es más o menos exclusivo, a quién le habla la marca y quiénes son sus consumidores», explica Hidalgo.”

En verdad, como veremos luego con más detalle, el bodeguero que decide gastar “más” en un vino de 50 pesos lo hace tomando en cuenta “costos de oportunidad”, ya que en ese momento el dilema que se le presenta es si gasta más en mejores barricas o botellas para este vino, o gasta ese dinero en otra cosa, en otro vino, o en otra actividad. La evaluación de esas distintas alternativas es “subjetiva”, ya que lo hace evaluando potenciales ganancias futuras, pero inciertas.

«A partir de los 150 pesos, el precio de una botella se explica por una cuestión de marketing y de posicionamiento -coincide Fabricio Portelli, periodista especializado en vinos y sommelier-. El problema es que muchas bodegas miran a la de al lado para fijar sus estrategias de marketing y, entonces, si una sube el precio por alguna razón específica, las de al lado también lo suben. Por eso hay muchos vinos con precios inflados y consumidores que nunca llegan a terminar de enganchase con esas marcas.»

Aquí, ya claramente la demanda es subjetiva y el precio poco tiene que ver con el costo incurrido. Pues cuando se compra un vino no se busca solamente una determinada calidad. Dice el artículo:

“… Iglesias advierte que la calidad del vino no es el único factor que orienta la elección del consumidor. «La mayoría de los consumidores cuando abren una botella buscan la imagen de determinada botella en la mesa o el saber que al regalar un vino van a quedar bien. Y a veces todos esos factores no te los cubre sólo la calidad del vino: te los cubre el peso de la etiqueta. Y creo que eso también es respetable.» «Cada uno sabe lo que puede invertir en una botella de vino -afirma Portelli-. En función de eso, deberá primar la ocasión de consumo y qué quiero lograr: quiero impactar, quiero quedar bien con un regalo, quiero cumplir o que todos hablen del vino. Para lograr este tipo de cosas, hay que hacer el mínimo esfuerzo de informarse un poco.»

Estas valoraciones son claramente subjetivas. Entonces, del lado de los demandantes, está claro que dependerá de las preferencias de cada uno: unos buscan calidad, otros buscan marca, otros impresionar a quien lo invitó a comer, o impresionar a mis invitados, etc.

¿Y del lado de los oferentes? ¿Sus valoraciones, que llevan a establecer sus precios, dependen de sus costos?

Pues todo depende de qué costos estemos hablando. Si se trata de los costos contables, de los costos de producción, de cuánto me costó producir un vino, está claro que influyen pero no en el precio sino en la decisión de producir futuros vinos, para lo cual tomo en cuenta esos costos históricos, pero sin ninguna seguridad de que se repetirán en el futuro, por eso son “subjetivos”. En el momento en que la familia Bianchi se plantea hacer este malbec o no, realizará un cálculo de costos esperados y de ingresos esperados, y si el resultado es positivo, avanzará en su producción.

Pero una vez que el vino ha sido producido, lo que enfrenta el productor no es ya los costos de producción, que son costos del pasado, hundidos, sino “costos de oportunidad”. El costo de oportunidad son las otras alternativas que uno deja de lado cuando toma una decisión. Ahora la familia Bianchi tiene que decidir a qué precio lo ofrece, o si lo retiene para más adelante, o si lo mezcla con otro, etc.

En ese sentido, el costo de oportunidad de este malbec a 96 pesos puede bien haber sido ofrecerlo a 250 pesos o a 50 pesos. Pero, ¿qué cantidad se iba a vender a un precio o a otro? Tal vez lo ponían a 250 y no se vendía, o le quitaba mercado a otra marca de la misma bodega, y el resultado era negativo. Tal vez lo ponían a 50 y se vendía apenas cubriendo sus costos de producción pero deteriorando su marca, porque ahora quedaba catalogado como un vino “barato” que ya no da un servicio de “prestigio” al regalarlo a un amigo o socio.

Esa valoración respecto a las distintas posibilidades, es decir, respecto al “costo de oportunidad” es claramente subjetiva, vinculada con eventos futuros, y apenas relacionada con el costo de producción, que todo productor quiere recuperar, por supuesto, pero que no “determina” el precio al que finalmente se vende.

F von Wieser

El concepto de costo de oportunidad fue desarrollado por un economista austriaco, Friedrich von Wieser (1851-1926), uno de los fundadores de lo que luego se llamaría “Escuela Austriaca” de economía.

 

Autogobierno, Crimea, Escocia y James Bond

Me desvío por un momento de las teorías sobre el origen de las instituciones para comentar algo sobre estos temas.

Un artículo en La Nación comenta acerca del próximo plebiscito en Escocia sobre la independencia de este país del Reino Unido. El artículo relata la disputa entre dos James Bond: Sean Connery, quien promueve la independencia de Escocia, y Roger Moore, quien propone mantenerla como parte del Reino Unido.

http://www.lanacion.com.ar/1672331-dos-james-bond-se-enfrentan-por-la-independencia-de-escocia

Sean ConneryRoger Moore

En estos días, también, es noticia un plebiscito en Crimea acerca de la secesión de esa región de Ucrania y su incorporación a Rusia. ¿Cómo considerar estos casos?

En primer lugar, está clara la intención del gobierno ruso de controlar una región sobre la que proyecta un interés militar. También que el argumento expuesto de la existencia allí de ciudadanos de lengua rusa se parece al argumento de Hitler para anexarse Austria o los Sudetes. No son los mismos argumentos que se discuten en el caso de Escocia. Pero veamos por un momento el concepto general.

Un capitulo del libro El Foro y el Bazar trata sobre las limitaciones al poder, como una forma de limitar el oportunismo politico, la discrecionalidad y el abuso de poder. Tal vez tenga que incorporar algo sobre el autogobierno, como una forma en la que las minorías limitan el abuso de las mayorías.

Los escoceses se quieren «autogobernar». No es lo mismo en el caso de Crimea, allí no se quieren autogobernar sino ser parte de Rusia. Pero digamos que el derecho a autogobernarse incluiría también el derecho  a sujetarse a algún otro gobierno existente. Es decir, de la misma forma en que los escoceses quieren tener su propio gobierno podrían los rusos de Crimea querer ser parte de Rusia. ¿Por qué?

Porque al hacerlo se frena la posibilidad de que una mayoría (digamos ingleses en un caso y ucranianos en la otra) abusen de una minoría.

Pero, siguiendo con este mismo principio, una vez separadas Crimea y Escocia, ese principio se aplicaría ahora a otras minorías, esto es, ingleses en Escocia y ucranianos en Crimea. Ellos también tendrían un derecho al autogobierno y a separarse de Escocia y de Rusia. Es más, la aplicación del primer derecho debería incluir la aceptación del Segundo.

La pregunta siguiente seguramente es: ¿hasta dónde llega esto? Podría llegar hasta el nivel individual, pero es bastante probable, por un problema de escala en los servicios comunes, que se llegara hasta los gobiernos locales.

Algo así como ocurriera con los suizos. En época de la Reforma, los cantones decidieron si eran católicos o protestantes, la gente se acomodó en unos u otros (y esto no estuvo exento de problemas, por supuesto), y hasta los bordes pudieron modificarse para acomodar a unos u otros en el canton que preferían.

Pequeños cantones en Crimea podrían ejercer su autogobierno, y decidir si necesitan servicios de tipo «nacional», que podrían «comprar» en Rusia, o en Ucrania, o en la Unión Europea. O no comprar y auto-abastecerse, como Monaco, o Liechtenstein.

Por supuesto, esto está lejos de ser «políticamente posible», pero lo que parece que va a suceder no resuelve el problema y  va a generar otros, que pueden ser aún peores que los actuales.

La economía de Dallas Buyers Club

Muy bueno que esta película recibió varios premios Oscar.
La película cuenta la historia de un texano, ningún angel por supuesto, que se contagia de SIDA y como no consigue los remedios porque no están aprobados por la Food & Drug Administration se va a México donde se da cuenta que los puede conseguir, incluso como mayorista.
Inicia allí un negocio ilegal, llevando estas drogas a Estados Unidos y viendiéndolas a otras víctimas de la enfermedad.

Dallas Buyers Club
Aparece entonces la figura del emprendedor que busca satisfacer las necesidades de los consumidores, la de quienes practican la beneficencia privada voluntaria, los reguladores capturados por los intereses particulares. Incluso como  a través del comercio el personaje (Matthew McConaughey), que detesta a los gays, termina acercándose a ellos y volviéndose su amigo.
Excelente video del Moving Pictures Institute aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=Qu4C1yi_FKw

Agendar también este canal de TV, donde está el ya famoso video con el debate Hayek-Keynes:

http://econstories.tv/?utm_source=March+5+2014+Newsreel&utm_campaign=newsreel+mar+5+2014&utm_medium=email

Dallas Buyers Club ganó también el premio 2014 Liberty in Film Awards que otorga anualmente el MPI. También fue premiada 12 años de Esclavitud.

http://www.thempi.org/2014_liberty_in_film?utm_source=March+5+2014+Newsreel&utm_campaign=newsreel+mar+5+2014&utm_medium=email

 

Subsidios

Otros dos interesantes informes Policy Analysis del Cato Institute, se refieren a los problemas que generan los subsidios.

En el primero, Michael Tanner (SNAP Failure: The Food Stamp Program Needs Reform: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform) comenta sobre este programa, mejor conocido como «Food Stamps». Tiene tantas características de programas que todos conocemos:

1. Fue iniciado como un programa temporario (no hay nada más permanente que un programa temporario de un gobierno), desde 1939 a 1943. Luego volvió para quedarse en 1964.

2. El objetivo inicial era más bien ayudar a los agricultores, permitía a los ciudadanos de bajos ingresos comprar lo que el Departamento de Estado de Agricultura consideraba «excedentes». Cuando los excedentes se acabaron, el programa terminó.

3. Fue cerrado porque nunca tuvo autorización del Congreso y hubo casos muy publicitados de fraude y corrupción.

4. Volvió en 1964 por medio de una ley que recibió apoyo bipartidario, lo que lo hace imbatible. Por un lado, les gusta a los demócratas como programa social, y a los republicanos porque subsidia a los agricultores.

5. Los dos últimos gobiernos, además, han salido a «venderlo» y a conseguir nuevos clients. Los beneficarios pasaron de 17 millones al comienzo de la administración Bush en 2000 a 48 millones en la actualidad. ¿Hay ese número de malnutridos en los Estados Unidos? Y no se refiere a los que se toman baldes de gaseosas o solo comen fast food.

6. Como otros subsidios, parece generar dependencia: casi 56% de los receptores lo hacen por más de cinco años, lo que sugiere que ya no es una ayuda temporal.

7. Esa dependencia parece extenderse a otros programas sociales. Menos de un 20% de los receptores tiene a  este programa como su ingreso, más del 30% tiene algún tipo de ingreso y el 60% tiene como ingreso otros programas sociales.

8. El gobierno federal tiene actualmente 126 programas contra la pobreza, 72 de los cuales proveen ayuda en dinero o en bienes por más de $668.000 millones anuales.

9. Desde que comenzó la «Guerra contra la pobreza» en 1965 se han gastado más de $15 billones en programas pero la tasa de pobreza ha permanecido relativamente constante desde entonces. Desde 2006 la tasa ha incluso aumentado pese a un masivo incremento en estos gastos.

 

El otro Policy Analysis a comentar es de Dalibor Rohac, «Solving Egypt’s Subsidy Problem», (http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform). Los subsidios a los alimentos y combustibles en este país son 1/3 del gasto public, o 13% del PIB, pero su reforma es prácticamente imposible. Hubo varios intentos de reducirlos pero todos han fracasado. El autor propone su reemplazo por subsidios en dinero dirigido a los pobres, no estos que reciben todos.

El estado egipcio, además, controla los precios de los productos subsidiados y los mantiene por debajo de los precios de Mercado. Y para evitar el desabastecimiento que sería su resultado lógico, interviene también del lado de la oferta proveyendo insumos subsidiados y baratos a los productores o proveyendo los productos directamente. Por ejemplo, compra harina en el Mercado internacional, que provee luego más barata a los panaderos.

Dice el autor: «Como resultado, los subsidios a los precios llevan a sobreconsumo, distorsionan la oferta, reducen el ingreso de competidores y llevan a Baja calidad y malos servicios. Como el sistema de subsidios distorsiona los precios, también invita al arbitraje, mercados negros y contrabando».