En momentos en que se habla de dolarización, Hayek sobre la competencia de monedas

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos la propuesta de Hayek sobre la banca libre y la competencia de monedas en su libro “Desnacionalización del dinero” Hayek trata el tema de la política monetaria y realiza una propuesta de “competencia de monedas”, cuya discusión es apropiada en todo país, como Argentina, que tiene dos monedas al menos, el peso y el dólar. El libro fue publicado en inglés por el Institute of Economic Affairs de Londres.

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“Si vamos a considerar seriamente la utilización de diversas valutas concurrentes para su aplicación inmediata en un área limitada, es evidentemente deseable investigar las consecuencias de la aplicación general del principio sobre el que se basa esta propuesta. En el caso de que se aboliera —dentro del territorio de un país— el uso exclusivo de una sola moneda nacional emitida por el gobierno, hallándose permitida la circulación de monedas emitidas por otros gobiernos, se plantearía la cuestión de si no sería más conveniente suprimir el monopolio gubernamental de emisión monetaria, permitiendo que la empresa privada ofreciera al público otros medios de cambio que éste pudiera preferir.

Actualmente, los problemas que plantea esta reforma tienen un carácter más teórico que los planteados por mi anterior propuesta [que las monedas de los distintos países europeos fueran aceptadas en los otros, en lugar de tener una moneda única como el euro], toda vez que esta sugerencia más extrema resulta todavía demasiado extraña al público para poder ponerse en práctica. Ni siquiera los expertos conocen suficientemente la problemática que surgiría La generalización del principio subyacente para poder hacer predicciones seguras sobre las consecuencias de dicho plan. Es evidente, sin embargo, que no es necesaria ni ventajosa la incuestionable y universalmente aceptada prerrogativa del gobierno de producir el dinero. De hecho, puede resultar perjudicial y su eliminación constituiría un gran avance, dando paso a repercusiones altamente beneficiosas. No es demasiado pronto, por tanto, para comenzar el debate. Aunque el plan no pueda ponerse en práctica mientras el público no esté mentalmente preparado y continúe aceptando sin críticas el dogma de la necesidad del privilegio gubernamental, tal circunstancia no debe ser un obstáculo para el estudio de los fascinantes problemas teóricos que plantea este proyecto.

Los economistas no han discutido la competencia entre monedas

Increíblemente, la competencia entre distintas valutas no ha sido examinada en serio hasta hace muy poco. En las publicaciones relativas al tema no se cuestiona la creencia universal de que el monopolio del gobierno en orden a la emisión monetaria es indispensable, ni tampoco se explica si esta creencia se deriva simplemente del postulado según el cual en un territorio dado sólo puede haber un tipo de moneda en circulación —lo que podía parecer una ventaja cuando se trataba de elegir entre el oro y la plata como posibles tipos de dinero—. Tampoco encontramos respuesta a la pregunta de qué sucedería si se suprimiera el monopolio y si el suministro de dinero se realizara mediante la competencia entre entidades privadas que proporcionaran distintas divisas. La mayoría de la gente piensa que la propuesta de que el dinero lo emitan empresas privadas significa que todas deben emitir el mismo (en dinero fiduciario, token money, esto equivaldría simplemente a una falsificación) en lugar de distintos tipos de dinero claramente diferenciabas por diversas denominaciones y entre los cuales el público pudiera elegir libremente.

¿Se frena China? Tal vez no sea una sorpresa que la causa fuera la ineficiencia de sus empresas estatales

¿Se frena China? No, por cierto, pero podría ser que haya comenzado a desacelerar su crecimiento. Tal vez no sea tanta sorpresa ver, como aquí dicen, que una de las causas sería la ineficiencia de las empresas estatales. Así lo analizan Diego Cerdeiro y Cian Ruane, del Fondo Monetario Internacional, en un paper titulado “China’s Declining Business Dynamism”;  IMF Working Paper No. 2022/032. https://ssrn.com/abstract=4065452

Esto dicen:

“Después de un crecimiento impresionante en la década de 2000, la productividad de China se ha estancado más recientemente. Utilizamos datos a nivel de empresa para analizar las tendencias de productividad y dinamismo empresarial de 2003 a 2018. Documentamos seis hechos que juntos muestran una disminución en el dinamismo empresarial de China. Mostramos que (i) la participación en los ingresos de las empresas jóvenes ha disminuido, (ii) el crecimiento del ciclo de vida de las empresas jóvenes en relación con las empresas establecidas más antiguas se ha desacelerado, (iii) el crecimiento del ciclo de vida más débil puede explicarse por un crecimiento de la productividad más lento y un crecimiento más débil del ciclo de vida. inversión en intangibles, (iv) las empresas más jóvenes y más pequeñas tienen más restricciones de capital que sus contrapartes más antiguas y más grandes, (v) la capacidad de respuesta del crecimiento del capital al producto marginal del capital ha disminuido, y (vi) persisten grandes brechas de productividad entre las empresas estatales y privadas. Encontramos que el dinamismo empresarial es más débil en las provincias donde las empresas estatales representan una mayor parte del capital social. Nuestros resultados sugieren que la disminución del dinamismo de las empresas privadas es un factor importante para explicar el lento crecimiento de la PTF de China y que la reforma de las empresas estatales podría impulsar indirectamente el crecimiento de la productividad al estimular el dinamismo empresarial.”

Artículo en La Nación: quince años de análisis de la calidad institucional; principales conclusiones

Calidad institucional: algunas moralejas para la Argentina – LA NACION

Calidad institucional: algunas moralejas para la Argentina

 

Calidad Institucional 2022: pandemia, estados de emergencia y recuperación económica

Este lunes (18hs) se presentarán los resultados del Índice de Calidad Institucional 2022 (www.agrositio.com.ar). Así comienza el informe

En el origen de la pandemia, los gobiernos de la región, y en verdad los de todo el mundo, comenzaron a tomar medidas apresuradas para hacer frente al fenómeno, y no tardaron mucho en declarar “estados de emergencia”, una figura constitucional que, de una u otra forma, está presente en todos los países, pero en referencia a amenazas a la seguridad externa, guerras o desastres naturales, no relacionadas con emergencias a la salud pública. Esas iniciativas fueron recomendadas por organizaciones internacionales como la OMS, pero tuvieron una característica nacional, es decir, cada país tomó sus propias medidas (confinamientos y cuarentenas, control de la distancia social y de los contagios e incluso cierre de fronteras o restricciones a los desplazamientos internos). En todos estos casos, fueron sugeridas y apoyadas por la comunidad científica médica y contaron con el apoyo inicial de la población la que, como sucede con muchas crisis, cuando se enfrenta a una de ellas busca una respuesta en la acción estatal, incluso hasta cuando es ésta la que la haya generado, tal como ocurre con muchas crisis económicas.  

Pero los “estados de emergencia” son fácil presa de la sed de poder y sujeto de potenciales abusos. En muchos casos, los gobiernos han buscado que sean parte de la “nueva normalidad”, sobre todo tras la aparición de nuevas cepas del virus. No todos los países recurrieron al uso de esos poderes: Japón, Bangladesh, el Reino Unido o Alemania no lo han hecho, en un caso por las connotaciones históricas relacionadas con el autoritarismo, en otro por no calificar como una “emergencia” según su ordenamiento constitucional. Pero el autoritarismo puede no necesitar poderes de emergencia. En Dinamarca se modificó la legislación sobre salud pública en doce horas, en el Reino Unido en cuatro días, cuestiones que normalmente hubieran requerido mayor tiempo de discusión y debate.  

Es cierto que pueden darse situaciones que requieran respuestas rápidas y precisas, de hecho, ninguno de los autores que dieron forma al sistema republicano que hoy predomina en muchos de nuestros países negó tal cosa. Macchiavello (The Discourses, Penguin Books, 2003.), Rousseau (The Social Contract, Penguin Books, 1968.); John Locke (Two Treatises of Government (Student Edition), Cambridge University Press, 1988.), Montesquieu (The Spirit of the Laws, Cambridge University Press, 1989.) o Benjamin Constant (Political Writings, Cambridge University Press, 1988.) reconocieron la potencial necesidad de esto, basando su análisis en la figura de la “dictadura” desarrollada en la República romana. En ese entonces la palabra tenía una connotación muy diferente a la actual en la que se le asigna a quienes usurpan el poder. En ese caso, el poder extraordinario les era concedido para hacer frente a una emergencia bélica, pero por un tiempo limitado y bajo el control de los otros órganos de poder y no se extendía a áreas que no estuvieran directamente relacionadas con el suceso que la generara. Terminado el lapso se volvía rápidamente a la normalidad e incluso, en el caso de Inglaterra, el gobernante y todos los funcionarios que hayan actuado haciendo uso de esos poderes quedaban sujetos a demandas judiciales por quienes se hubieran visto afectados por sus medidas (A.V. Dicey: Introduction to the Study of the Law of the Constitution, Liberty Fund, Inc., 1982). 

No obstante, otra visión prevalece o influencia a los ámbitos del poder, una que no centra todo el uso de ese poder extraordinario en la protección de los derechos individuales de las personas, sino en la protección y supervivencia del Estado, lo que se encontraría por encima de aquellos (Carl Schmitt: Political Theology: Four chapters on the concept of Sovereignty, The University of Chicago Press,1985, 2005.) Esto termina justificando todo tipo de concentración del poder y su continuidad en el tiempo, más allá de la peligrosidad de la pandemia.  

Por cierto, contener y limitar al poder es la esencia de lo que llamamos “instituciones”: la división de poderes, la independencia de la justicia, la libertad de prensa, la independencia de otras agencias del Estado como los estados subnacionales, los bancos centrales o los sistemas de pensiones configuran un reparto del poder que busca evitar su concentración y potencial abuso. Por supuesto que esto no es nada fácil y mucho menos en situaciones de emergencia cuando es la misma gente, aquella cuyos derechos pueden terminar siendo violados, la que demanda acciones rápidas y está dispuesta a entregar ese poder, aunque luego se arrepienta o sufra las consecuencias, o decida desobedecerlo. Los poderes extraordinarios tienen que estar siempre restringidos por el “imperio de la ley” (rule of law) y tener fundamento constitucional. Cualquier medida restrictiva que no incluya una fecha de finalización o que pueda ser extendida en forma continua sin aprobación parlamentaria contradice ese propósito. Esto ha de incluir decretos de “necesidad y urgencia” que se dictan para obtener luego una sanción parlamentaria sin debate ni consideración y tiempo después de haber sido dictados.  

¿Puede haber tal cosa como mercados «nocivos»? El comercio internacional de armas

¿Puede haber tal cosa como mercados “nocivos”? En este trabajo “NOXIOUS GOVERNMENT MARKETS: EVIDENCE FROM THE INTERNATIONAL ARMS TRADE”,  YAHYA ALSHAMY, CHRISTOPHER  J. COYNE de George Mason University y ATHAN  GOODMAN de New York University lo tratan, analizando el comercio internacional de armas. Department of Economics Working Paper No. 22 08 Electronic copy available at: https://ssrn.com/abstract=3988444

Comentan:

“Cuando los economistas analizan los mercados, por lo general se refieren a los intercambios entre particulares y empresas. Sin embargo, los funcionarios del gobierno también participan en el intercambio de mercado. Para llevar a cabo sus negocios, por ejemplo, operaciones mundanas, provisión de bienes públicos, aplicación de leyes, guerras, etc., los funcionarios gubernamentales necesitan recursos. Mientras que algunos de estos recursos serán producidos internamente por el gobierno o requisados ​​por la fuerza, otros se compran en mercados donde el gobierno asume el papel de comprador del lado de la demanda. Por ejemplo, los gobiernos tienden a ser los únicos compradores de artículos militares específicos. Por el contrario, los funcionarios gubernamentales también suelen actuar del lado de la oferta de un mercado. Si bien muchos servicios gubernamentales se brindan sin cargo en el punto de servicio, los funcionarios gubernamentales venden una variedad de bienes, servicios y recursos. Los ejemplos incluyen subastas de derechos mineros en tierras federales, subastas de propiedad incautada a través del decomiso de activos civiles y la venta de derechos del espectro electromagnético por parte de la FCC. En algunos mercados gubernamentales, los funcionarios gubernamentales actúan como compradores y vendedores; el comercio internacional de armas es un ejemplo. Los mercados gubernamentales difieren de los mercados del sector privado porque los funcionarios gubernamentales operan bajo diferentes instituciones y enfrentan diferentes restricciones que las partes privadas (Buchanan 1954; Wagner y Yazigi 2014; Wagner 2016). A diferencia de los particulares típicos, los funcionarios del gobierno están legalmente facultados para coaccionar a terceros. Los funcionarios del gobierno no suelen ser demandantes residuales del gobierno que representan o los resultados de las políticas que votan y aplican. En el caso de los gobiernos democráticos, se supone que los funcionarios representan a un electorado disperso, y se supone que se retroalimenta a través de elecciones periódicas. Las características institucionales de la acción gubernamental tienen implicaciones para los mercados gubernamentales, incluidos sus aspectos morales.”

Los inmigrantes que llegan desde Venezuela, ¿quitan puestos de trabajo a los locales?

Lamentablemente, muchos venezolanos han tenido que emigrar como resultado de las consecuencias del “socialismo del siglo XXI”. Los encontramos en todos los países de América Latina y los vemos trabajando con responsabilidad y dedicación. Pero, ¿su llegada quita trabajo a los locales? En un Working Paper de la Lima School of Economics, Celia P. Vera de la Universidad de Piura Bruno Jiménez de la Universidad Nacional de La Plata, analizan el tema en relación a Perú, bajo el título “Do immigrants take or create natives’ jobs? Evidence of Venezuelan immigration in Peru”:

 

“Perú es la segunda nación receptora de migrantes venezolanos. Este documento combina datos recientemente disponibles sobre los venezolanos que residen en Perú y la Encuesta de Hogares Peruanos para evaluar el impacto de la migración en los resultados del mercado laboral de los nativos. Primero nos basamos en grupos de educación y experiencia para definir los mercados laborales y encontrar que la inmigración no afecta los salarios de los trabajadores nativos que compiten. Luego dividimos el mercado laboral en ocupaciones con base en la observación de que en Perú, es probable que los inmigrantes y los nativos con educación y experiencia similares trabajen en diferentes ocupaciones. Nuestras estimaciones de variables instrumentales confirman el efecto nulo sobre los salarios. Finalmente examinamos si los nativos responden con cambios en el empleo y encontramos que 10 trabajadores venezolanos crean empleo informal para 38 peruanos y desplazan a 13 peruanos de trabajos formales, lo que sugiere un cambio en la composición del empleo peruano hacia la informalidad.”

Donde la justicia social no es justicia, ni es social. La manipulación de la retórica sobre «derechos»

Como siempre, la revista online Quillette trae artículos muy interesantes, al margen de que uno esté de acuerdo con ellos o no. En esta oportunidad quiero presentar el artículo de Nicolas Agostini, titulado “A Suicide Foretold: How Social Justice Rhetoric is Turning People off Human Rights”, donde, como dice su título el uso y abuso de ciertas palabras termina quitándoles sentido o modificándolo, a veces, hasta terminar siendo todo lo contrario. Ya Hayek había afirmado que la “justicia social” no es ni justicia, ni social. Aquí algo del artículo:

“Una de sus características más llamativas es su dependencia de las palabras de moda. Tomemos, por ejemplo, la palabra «equidad». Como un espectro en un pasillo, es difícil de describir, difícil de atrapar y difícil de entender. No se encuentra en ninguna parte de los tratados internacionales de derechos humanos, las leyes nacionales o las sentencias judiciales. Su ambigüedad está en desacuerdo con la ligereza con la que la gente de derechos humanos ha llegado a usarlo (intente buscar en Google «equidad de vacunas», «equidad racial» o «equidad de género»). En un taller reciente sobre derechos humanos, el uso ad nauseam de “equidad” por parte de los oradores llevó a un colega mío a preguntarme si de hecho estábamos discutiendo sobre igualdad. Incluso la gente de derechos humanos está perdida.

Tome las palabras «justicia» y «rendición de cuentas». A primera vista, no plantean ningún problema: una gran parte del trabajo de derechos humanos es hacer que los abusadores rindan cuentas, garantizar que se respete el debido proceso y obtener reparación para las víctimas. Sin embargo, los activistas han llegado a usar estas palabras de una manera tan expansiva que el sentido común ya no puede definirlas. Uno escucha sobre “justicia reproductiva”, “justicia ambiental” o “rendición de cuentas para mujeres y niñas en entornos humanitarios”. Iteración tras iteración, incluso la gente de derechos humanos se esfuerza por comprender qué significa «equidad» y por qué está reemplazando a la igualdad, o por qué «justicia» y «rendición de cuentas» se usan tan vagamente que pueden referirse a cualquier resultado social deseable. Estas palabras significan miles de cosas. Se han convertido en fetiches.

La pedagogía se basa en la repetición y, dado que la promoción es una forma de pedagogía, la repetición suele ser buena para la promoción. Pero la condición es transmitir mensajes claros. Si las palabras son vagas, los mensajes no son claros y la repetición se vuelve contraproducente. Abusar de las palabras significa estropearlas y despojarlas de su valor.”

https://quillette.com/2022/03/24/chronicle-of-a-suicide-foretold-how-social-justice-rhetoric-is-turning-people-off-human-rights/

La confianza en el Estado y los gobiernos durante y después de la pandemia. Primero confianza, después desobediencia

Creo que todos hemos visto el impacto de la pandemia en la confianza que la población tiene hacia el Estado. Primero fue una demanda fuerte para que hiciera algo, pero al poco tiempo comenzó la desconfianza y la desobediencia a las cuarentenas y aislamientos, que algunos llevaron hasta la misma vacunación.

En un trabajo publicado como parte de Tulane Economics Working Paper Series,  por James Alm, titulado “Trust, the Pandemic, and Public Policies” Working Paper 2203 February 2022, precisamente trata ese tema

 

“¿Cuál es el papel de la confianza en el diseño de políticas públicas, especialmente durante la actual pandemia? En este artículo examino investigaciones recientes que demuestran los efectos cruciales de la confianza. Esta investigación sugiere, creo, dos conclusiones principales. Primero, hay mucha evidencia emergente de que la confianza, y especialmente la confianza en el gobierno, es un factor importante en la configuración de la efectividad de las políticas públicas. En particular, cuando la confianza en el gobierno es débil, muchas políticas gubernamentales no logran sus objetivos porque la gente simplemente no sigue las leyes, reglamentos y directivas del gobierno. En segundo lugar, también hay mucha evidencia emergente de que la confianza no es fija, dada e inmutable, sino que está determinada principalmente por la historia, la cultura y las instituciones de un país, como se creía alguna vez. En cambio, la evidencia reciente indica que la confianza puede variar significativamente, incluso en períodos cortos de tiempo. De hecho, cada vez hay más investigaciones que indican que la confianza en el gobierno puede verse afectada de manera sistemática por intervenciones políticas sistemáticas. Estas conclusiones sugieren que hay formas de salir de nuestro desierto actual, incluso si estas estrategias no serán ni fáciles ni rápidas.”

http://d.repec.org/n?u=RePEc:tul:wpaper:2203&r=&r=soc

Si así piensan los «milenials», el mundo está en problemas, aunque los de acá ya sufren el populismo

Para los que no, tenemos el paper original de Niemetz, en inglés, donde las preocupantes conclusiones son las siguientes:

  • Durante mucho tiempo se ha retratado a los millennials como una generación políticamente desconectada y apática. En los últimos años, sin embargo, esa representación ha cambiado drásticamente. El surgimiento de movimientos de masas como Black Lives Matter, Extinction Rebellion, el ‘movimiento Greta Thunberg’ y Momentum, junto con las ‘guerras culturales de los campus’, han puesto patas arriba las percepciones. Hoy en día, los Millennials se describen mucho más comúnmente como una generación hiperpolitizada, que adopta ideas «despertadas», progresistas y anticapitalistas. Esto se extiende cada vez más a las primeras cohortes de la siguiente generación, la ‘Generación Z’.
  • Las encuestas muestran que hay mucho de verdad en el cliché del ‘millennial socialista despierto’. La gente más joven realmente expresa bastante consistentemente su hostilidad hacia el capitalismo y puntos de vista positivos de las alternativas socialistas de algún tipo. Por ejemplo, alrededor del 40 por ciento de los millennials afirma tener una opinión favorable del socialismo y una proporción similar está de acuerdo con la afirmación de que “el comunismo podría haber funcionado si se hubiera ejecutado mejor”.
  • Para los partidarios de la economía de mercado, esto debería ser motivo de preocupación, pero hasta ahora han optado mayoritariamente por ignorar este fenómeno, o descartarlo con frases como «Los jóvenes siempre han pasado por una fase socialista juvenil» o «Van a crecer fuera de él ‘. Pero esto simplemente no está confirmado por los datos. No hay diferencias detectables entre las actitudes económicas de las personas al final de la adolescencia y las personas que tienen poco más de 40 años. Ya no es cierto que las personas «desaparezcan» de las ideas socialistas a medida que envejecen.
  • Para llenar algunos de los vacíos restantes en la literatura, la AIE ha encargado una encuesta exhaustiva sobre las actitudes económicas de los Millennials y los ‘Zoomers’ (es decir, la Generación Z), que confirma y profundiza en términos generales la impresión que tenemos de encuestas anteriores. Por ejemplo, el 67 por ciento de los jóvenes dicen que les gustaría vivir en un sistema económico socialista.
  • Los jóvenes asocian “socialismo” predominantemente con términos positivos, como “trabajadores”, “público”, “igual” y “justo”. Muy pocos lo asocian con el “fracaso” y prácticamente nadie lo asocia con Venezuela, la antigua vitrina del “socialismo del siglo XXI”. Mientras tanto, el capitalismo se asocia predominantemente con términos como «explotador», «injusto», «los ricos» y «corporaciones».

https://iea.org.uk/publications/left-turn-aheadsurveying-attitudes-of-young-people-towards-capitalism-and-socialism/

Difícil entender lo que pasa, lo que la gente piensa, y lo que piensa sobre lo que pasa

Ya suficiente tenemos en tratar de entender lo que pasa, y más difícil aún es entender lo que la gente piensa sobre lo que pasa, y ahora además parece que no interpretamos bien los cambios que ocurren en la opinión de la mayoría. En un trabajo titulado “Widespread misperceptions of long-term attitude change”, Adam M. Mastroianni, de Columbia Business School y Jason Dana, de Yale Management School, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the US, PNAS, Vol 19, Nr 11: https://doi.org/10.1073/pnas.2107260119, lo pantean:

“Las actitudes estadounidenses han cambiado drásticamente en los últimos 50 años, pero tal vez no de la forma en que uno podría pensar. Considere las siguientes afirmaciones: la mayoría de los votantes habrían rechazado con vehemencia a un candidato presidencial negro en la década de 1970; unas décadas más tarde eligieron a Barack Obama dos veces. El cambio climático, negado y descartado incluso hace 20 años, finalmente es aceptado como un problema real y serio por la mayoría de los estadounidenses. La creencia en Dios ha pasado de ser ubicua a poco común. Una avalancha de tiroteos masivos ha socavado lo que solía ser un apoyo casi universal al derecho a portar armas. Mientras tanto, la presidencia de Donald Trump revirtió el creciente apoyo a la inmigración.

Quizás sorprendentemente, todas estas afirmaciones están en desacuerdo con las encuestas de opinión de los estadounidenses. La mayoría de los estadounidenses han expresado su voluntad de votar por un presidente negro y su preocupación por el cambio climático desde que los encuestadores comenzaron a preguntar en 1978 y 1990, respectivamente (1, 2). La creencia en Dios ha disminuido solo un 10% en los últimos 60 años (3). El apoyo a la prohibición de rifles de asalto y pistolas ha disminuido, no aumentado, desde las décadas de 1980 y 1990 (4), y los años posteriores a la elección de Trump vieron uno de los mayores apoyos a la inmigración en décadas (5).

¿Los estadounidenses entienden estos cambios? Si no lo hacen, es preocupante. A la gente le encanta subirse al carro: es más probable que elijan la opción vegetariana, usen menos agua, dejen de fumar, apoyen los derechos de las mujeres, limiten el tiempo que pasan frente a la pantalla, eviten las bebidas azucaradas y den más a la caridad cuando creen que más y más personas también lo están haciendo (6–9). Sin embargo, las actitudes son invisibles, lo que hace que sea fácil pasar por alto los carros que existen e inventar otros que no existen. Así, las tendencias imaginarias podrían moldear falsamente las creencias y los comportamientos reales de las personas.”