Sobre free riders y colados

En un libro que causara alto impacto en la ciencia económica, “La lógica de la acción colectiva”, Mancur Olson criticó el supuesto de muchos autores en ciencias políticas, acerca de que los individuos actúan en forma consistente con los intereses del grupo al que pertenecen. En ausencia de incentivos externos, como sanciones o recompensas, el individuo buscaría su propio interés buscando no contribuir a la producción de bienes o servicios que benefician al conjunto, es decir serían “free riders” o diríamos por aquí “colados” de los esfuerzos de otros.
Por ejemplo, si nos pidieran que voluntariamente aportáramos fondos para cubrir el gasto público a cada uno de nosotros nos convendría aprovechar ese gasto pero no aportar a él, pensando que otros lo harán. De esta forma, si los otros actúan igual ese gasto no puede financiarse, por eso los impuestos son compulsivos. No obstante, esa actitud individual de frío cálculo maximizador parece no tener en cuenta todas las facetas de los individuos. Por ejemplo, ¿qué pasa con el individuo kantiano que considera un deber cumplir con su parte?
Es lo que plantea Dan Kahan (2002 “The logic of Reciprocity: Trust, Collective Action, and Law”, Yale Law School John M. Olin Center for Studies in Law, Economics, and Public Policy Working Paper Series, paper 281), quien cuestiona a Olson planteando que los individuos adoptan una posición “recíproca” más que “maximizadora”. Es decir, que cuando ven a otros actuando en forma cooperativa y movilizados por sus propios valores, están dispuestos a contribuir a la provisión de “bienes públicos” aún sin la existencia de recompensas o sanciones. En contraste, cuando ven a otros actuando como “colados” o tomando ventaja entonces el resentimiento gana y retiran su cooperación. Incluso sostiene que los incentivos y las sanciones pueden debilitar la confianza necesaria para resolver estos problemas de acción colectiva porque la existencia o el incremento de las recompensas y los castigos sería una señal de que otros no están cumpliendo con su parte, debilitando su motivación a cooperar.
Esto llama la atención a un punto débil de la así llamada “teoría del fracaso del mercado”, pues ésta sostiene que como no se puede confiar en que los individuos aporten voluntariamente para la provisión de bienes públicos, entonces los tiene que tomar en sus manos el Estado y financiarlos con impuestos. Sin embargo, la llamada “economía institucional” muestra que la sociedad desarrolla instituciones o arreglos contractuales que permiten solucionar problemas de provisión de bienes públicos en forma voluntaria.
Entre otras soluciones encontramos las sanciones de los pares a quienes actúan como “colados”, las normas culturales y, dentro de ellas, los valores morales que Kahan señala. Señala también varios casos particulares: ciertas investigaciones empíricas han mostrado que la gente está más dispuesta a contribuir a la caridad cuando ve a otros haciendo lo mismo, o se abstiene de arrojar basura en la vía pública, o espera su turno en la fila cuando los demás también lo hacen. Las empresas que han aumentado sueldos por encima del mercado han visto que los trabajadores responden trabajando más.
Su conclusión es que debería promoverse la confianza, más que las sanciones o recompensas e incluso sugiere que la autoridad impositiva debería hacer más énfasis en mostrar como una mayoría cumple con el pago de sus impuestos que en amenazar a los que no lo hacen.
Pero al margen de sus conclusiones específicas, lo interesante de su trabajo es la atención puesta en otras dimensiones de la acción humana que permiten resolver problemas de acción colectiva en forma voluntaria ya que hasta el momento para la mayoría de los economistas la única respuesta era el Estado. Y conocemos los problemas que esa respuesta trae consigo.
Un número de casos históricos se han convertido ya en clásicos estudios sobre la cooperación en situaciones en las que parecería ser muy fácil actuar como “free rider” y no cooperar para obtener un beneficio inmediato. Los trabajos de Avner Greif (1989), “Reputation and Coalitions in Medieval Trade: Evidence on the Maghribi Traders”, Journal of Economic History, Nº 49 (December), pp. 857-882.; Greif, Avner (1992), “Institutions and International Trade: Lessons from the Commercial Revolution”, The American Economic Review, Vol, 82, Nº 2, Papers and Proceedings of the Hundred and Fourth Annual Meeting of the American Economic Association (May), pp. 128-133) analizan la relación entre los comerciantes magrebíes en la Edad Media y los de Milgrom, North y Weingast (1990), “The Role of Institutions in the Revival of Trade: The Law Merchant, Private Judges and the Champagne Fairs, Economics and Politics, Nº 2 (March), pp 1-23), el funcionamiento de la feria de Champagne en el mismo período. En el primer caso se trataba de comunidades comerciantes judías establecidas en el norte de África, musulmán, en el siglo XI. Estos descendientes de comerciantes judíos en Bagdad se habían trasladado a esta región en el siglo X. Repartidos por todo el Mediterráneo los Magrebíes se contrataban entre sí como agentes, recibían la mercadería en consignación, la vendían y luego liquidaban el resultado. Dadas las distancias y las comunicaciones de la época está claro que el control directo era imposible y los incentivos para engañar estarían siempre presentes. No obstante, todos rechazaban luego interactuar con un representante que hubiera cometido un engaño y el incentivo para hacerlo era el valor de las relaciones futuras con todos los miembros de la red. Champaigne Trade Fair

 

Esto permitía incluso que se cumplieran los compromisos en relaciones puntuales que no se irían a repetir entre dos comerciantes, pero el valor de las relaciones con los demás era un incentivo suficientemente fuerte. En el caso de las ferias de Champagne, se encontraban a comerciar allí personajes provenientes de muy distintos orígenes y los contratos a veces implicaban la entrega futura de bienes. Se creó entonces una corte judicial de la feria formada por los mismos comerciantes, la que, si bien no tenía jurisdicción como para castigar a un comerciante de otros reinos o feudos, llevaba un registro de las operaciones y de su cumplimiento permitiendo así la opción de “no jugar” con quien traicione alguna transacción .

Elefantes, conflicto entre derechos

En La Nación Revista de este domingo, la nota de tapa comenta las actividades de Nicolás Davio, un veterinario argentino de 38 años que se fue a Kenia para salvar elefantes.

http://www.lanacion.com.ar/1669822-el-hombre-elefante
Comenta su experiencia y entre otras cosas dice:
«Los elefantes que nosotros atendimos habían sido todos lanceados. Les tiran de atrás y la lanza, generalmente con cianuro, les pega en el periné. O usan snare, que es como un aro de alambre que al pisarlo se va cerrando en sus patas y les va necrosando las falanges. Entonces se tumban y mueren. El 90% de los casos que tratamos no era por balas, sino por lanzas, flechas y alambres. Para sacarles el marfil, les echan un ácido que en 30 minutos les derrite las encías y permite arrancarles los incisivos -la forma correcta de referirse a sus mal llamados colmillos-. O se los cortan con una motosierra. El bicho puede estar todavía vivo, lo único indispensable es que esté de cubito, acostado. Es una muerte berreta y lenta. Se nota que son los nativos los que los matan. Odian a los elefantes, incluso a los chiquitos. Los ven simplemente como las bestias que les rompen los cultivos. Un bull, un macho grandote, en un noche puede acabar con una hectárea de maíz. El nativo pierde todo y el gobierno no lo indemniza. Es muy fácil usar ese odio a favor del ivory y del furtivismo. Por el marfil les dan dos mangos, pero se sacan de encima al animal. El problema es de seguridad, ni siquiera de veterinaria. El tráfico se nutre del conflicto entre personas y elefantes. A eso se le suma que el mercado necesita abastecerse de unos 15 mil ejemplares al año.»

Elefantes

Algo similar ocurre con los rinocerontes, también cubierto por una nota de la misma revista: http://www.lanacion.com.ar/1669826-el-cuerno-de-la-codicia

«Es feo, sucio y malo. No despierta la ternura del oso panda ni la admiración del tigre de Bengala. Sin embargo, el rinoceronte es hoy el animal más cruelmente perseguido y se encuentra en grave peligro de extinción. La razón es económica y falaz: se adjudica a su cuerno propiedades medicinales casi mágicas y por eso el kilo se cotiza 100.000 dólares, más que el oro y la cocaína. Si pensamos que el cuerno (se lo llama así, pero es en rigor una excrecencia de la piel) de un rinoceronte adulto puede pesar hasta siete kilos, el animal se convierte en un botín viviente de casi un millón de dólares. Lo paradójico es que el cuerno podría ser cortado sin matar al animal que, con el tiempo, regeneraría uno nuevo, y lo más triste es que ninguno de los beneficios a la salud están probados».

Y luego:

«Sudáfrica se encuentra en pleno debate sobre qué otras medidas tomar además de duras penas para los cazadores. Entre ellas está la idea de envenenar el cuerno de modo que sea inocuo para el animal, pero mortal para quien lo consuma. El inconveniente es que sólo los primeros meses el cuerno mostraría el color rojo producto del veneno, pero después el polvo y la tierra volverían a darle su aspecto habitual. Por otro lado hay objeciones éticas si se piensa que algunos cazadores venden el cuerno a enfermos de cáncer. Las leyes sudafricanas prohíben la comercialización del cuerno. Algunos legisladores proponen despenalizarlo y regular el mercado a través de la cría de rinocerontes en granjas y cortando los cuernos, sin matar obviamente al animal, o estableciendo cupos anuales para caza. La ley actual prohíbe el comercio de cuernos aun de los animales fallecidos por muerte natural, y así es como las reservas públicas y privadas deben enterrar los cuerpos en lugares secretos.»

En verdad, el conflicto no es entre hombres y elefantes sino un problema de derechos de propiedad, es decir, un problema «institucional», sobre lo cual hemos comentado ya mucho aquí. Lo que Davio muestra es que ningún agricultor está dispuesto a proteger a los elefantes, es más, son para él una gran molestia, y por eso los matan. Pero el marfil y el cuerno del rinoceronte tienen precios altísimos. ¿Qué pasa entonces que nadie quiere reproducer un recurso tan valioso? La respuesta es que no es posible porque no hay un derecho de propiedad sobre estos animales. No desaparecen las vacas o las ovejas, ¿cuál es la diferencia, la carne o la lana? Pues una diferente asignación de derecho de propiedad.

Esa solución que se estaría considerando en Sudáfrica podría multiplicar a estos animales, con el incentivo de obtener su marfil o su cuerno, de la misma forma que se multiplican las galllinas o las truchas en piscicultura, o los ciervos en los cotos privados de caza. Terry Anderson, del Hoover Institution y PERC, comenta una experiencia acá:

http://www.hoover.org/publications/defining-ideas/article/81076

 

Sobre la pobreza (III)

No es fácil llevar adelante una discusión sobre un tema cargado de cuestiones valorativas y creo necesario intentar ordenar el debate para que podamos sacar algún resultado positivo. Puede ser que esto también sea interpretado en forma diferente, pero al menos, aquí va mi visión.
Veo que hay mucho interés sobre la coyuntura y la transición, sobre el problema político que significa le existencia de pobreza y cómo avanzar en su reducción. Pongámonos de acuerdo en qué estamos discutiendo, si es la coyuntura o la transición, marcada por restricciones políticas de todo tipo, o es una visión de cómo se resuelve el problema en última instancia. Por otro lado, hay una gran mezcla de juicios de valor y apelación a datos. En fin, va un ordenamiento que propongo discutir, puede haber otros:

a. Primero un dato que ya presenté antes (aunque los datos no hacen mella a los juicios de valor en muchos casos): ahora hay 5.600 millones de no pobres que no existían en 1800. En ese entonces los pobres eran un 80%, ahora son 20%

Discusión: ¿aceptamos el dato o lo rechazamos?

b. Ahora viene la interpretación del dato:
Hipótesis: este resultado (nunca visto hasta entonces en la historia), se debe a la formación de un marco institucional (derechos de propiedad, contratos) que disparó el crecimiento económico.

Si no se acepta esta hipótesis, por favor presentar otra.

c. Otro dato: tanto el porcentaje como la cantidad de pobres se ha reducido en los últimos 30 años.
Discusión: ¿aceptamos o rechazamos?
Cantidad de pobres

Fuente: Deepak Lal «Poverty and Progress» (Washington, Cato Institute): http://store.cato.org/books/poverty-progress-realities-myths-about-global-poverty-hardback

d. Ahora la interpretación:
Esos resultados se produjeron gracias a los cambios institucionales en China e India hacia la protección de la propiedad privada y el funcionamiento de los mercados.
De nuevo, si hay otra hipótesis, favor presentar.

e. Vamos ahora a la coyuntura o transición, aunque no es bueno discutir simplemente esto sin discutir cuales son los elementos que mejor contribuyen a solucionar el problema. Planteo este ejercicio sobre todo para los alumnos de Applied Economics. En este sentido, he propuesto cinco elementos que vuelvo a plantear en forma breve como soluciones a la pobreza, agregando un sexton que había olvidado:
1. Liberar la iniciativa empresarial de los pobres
2. Formalizar el derecho de propiedad de los pobres (de Soto)

3. Remover las barreras a la inversión que genera empleos
4. Liberar los obstáculos que frenan la ayuda mutua
5. Remover las barreras y costos de la beneficencia
6. Considerar un plan de ayuda transitorio, local y tipo voucher

Interpreto (aunque no puedo hablar por ellos), que en una supuesta “reunión de gabinete” con Adrián y Nicolás sobre qué hacer con la pobreza, recorreríamos ese camino del 1 al 6. Y no pasaríamos al punto siguiente sin haber completado el anterior.
Nuestro punto es que quienes nos discuten, comienzan con el 6, que no ven a los otros y que aún así terminarían no llegando a ellos por ese camino. ¿Por qué? Bueno, por todas las cuestiones que ha estudiado Public Choice respecto a los incentivos que se generan en la política.

Sobre la pobreza nuevamente

A partir de un reciente post sobre la Escuela Austriaca y la pobreza se desató una intensa discusión, plagada de adjetivos y deducciones falaces, al estilo debate de café o más cerca de los muchachos del tablón. Las acusaciones han llegado a asignarnos el deseo hacer desaparecer a los opositores en un Gulag, de forzar el hambre y la muerte a partir de nuestros propuestas políticas de reforma agraria y persecución de los kulaks, de alcanzar la “solución final” en las cámaras de gas eliminando a seis millones de judíos, de hacer desaparecer a la libertad de prensa y las oposiciones políticas, de generar el culto a la personalidad del dictador, del asesinato de millones de personas por el emprendedor capitalista Pol Pot y de fomentar la dictadura del capitalismo personificada en la actualidad por los hermanos Castro o la familia Kim. Porque, ¿todo esto será fruto del mercado, verdad? Los estados, nada que ver. ¿Cómo podemos pensar otra cosa si están al servicio del bienestar del pueblo?

En estos términos, muchachos, la discusión degenera en un campeonato de chicanas. Mi intención arriba fue mostrar que en este campo tenemos también nuestras municiones, y no son livianas. Mejor las dejamos para un día después de un asado. Ahora quiero responder a ciertas críticas con otro tipo de argumentos.

Los economistas de la Escuela Austriaca hemos sido acusados de:

  1. Insensibilidad hacia los pobres
  2. Promover un sistema económico que o genera pobreza o no puede resolverla
  3. No tener soluciones para el problema

Veamos cada uno de ellos:

  1. Insensibilidad hacia los pobres

En verdad, lo que aquí decimos, es que es muy fácil ser sensible con el dinero de los demás.

Entiéndase bien, esto no es una chicana, es un argumento que en verdad proviene del Public Choice. Algunos autores de esta escuela (Tullock, por ejemplo) sostienen que es racional promover todo tipo de planes sociales y soluciones estatales a problemas como el de la pobreza, porque la persona recibe el beneficio de presentarse como un adalid de los pobres a un muy bajo costo, ya que será solventado por todos los demás.

Distintos es, como sostenemos, poner la mano en la propia billetera o dedicar su propio tiempo: el costo se recibe completo.

No es de extrañar, entonces, que encontremos a muchos personajes (sobre todo de la farándula) fomentando este tipo de ayuda para luego subirse a sus Mercedes o Porsches.

Digamos, entonces, que proponer al estado como solución para la pobreza es “barato”. Por eso hay tantos que lo hacen.

2. En cuanto a que el sistema económico genera o no resuelve la pobreza, parece que el gráfico del primer post no fue suficiente para sepultar la discusión para siempre. Veámoslo de otra forma:

  1. En 1800, el 80% de la población del planeta (de unos 1000 millones de personas), era pobre. Es decir, había unos 800 millones de pobres.
  2. En 2000, luego de dos siglos de capitalismo (más o menos, por supuesto), el 20% de la población del planeta es pobre (de unos 7000 millones de personas). Es decir, hay unos 1400 millones de pobres.

En cantidad, hay más pobres que antes (pasamos de 800 a 1400 millones). Porcentualmente ha caído drásticamente, de 80 a 20%. Este argumento no solo deja de considerar que los “no pobres” pasaron en ese lapso de 200 a 5600 millones de personas (un logro que ningún otro sistema económico ha podido ni siquiera plantearse), sino tampoco toma en cuenta que si no fuera por el progreso económico capitalista esas personas ni siquiera existirían, seríamos todavía unos 1000 o 1200 millones.

3. En los últimos 30 años la cantidad de pobres se ha reducido en términos absolutos y porcentuales, en particular porque dos países muy poblados, China e India, abandonaron ya sea el socialismo o el estatismo ampliando las oportunidades de los puntos a y b que se comentan a continuación. Más libertad económica ha sacado a cientos de millones de la pobreza. ¿Ocurrió esto por algún tipo de plan social? Ningún programa social ha sacado a tantos pobres de la pobreza como el crecimiento económico promovido por la mayor libertad en los mercados.

4. En cuanto a las soluciones que la EA propone para la pobreza son varias:

  1. La primera es la empresarialidad, la posibilidad de desarrollar alguna actividad productiva que le permite a la persona salir de la pobreza proveyendo bienes y servicios a otros. Las economías más libres dan más oportunidades en este sentido.
  2. La segunda es la enorme cantidad de empleos que se generan a partir del proceso de inversión de capital (esperemos que nuestros críticos no tengan todavía temor a las máquinas o a las tecnologías, porque han pasado 250 años de destrucción de empleos por parte de ellas y cada vez hay más trabajos posibles).
  3. La tercera es la ayuda mutua, es cuando los pobres se ayudan entre sí: antes a través de sociedades mutuales o de socorro mutuo, ahora a través de las “remesas” de quienes se vuelven más productivos en países económicamente más libres y envían su ahorro a los familiares pobres que quedaron atrás.
  4. La cuarta es la beneficencia, con una larga tradición de ayuda voluntaria en todos nuestros países. Se argumenta que ésta no es suficiente, pero el tema es que dado el éxito de los tres elementos anteriores, esta actividad ha de cubrir solamente un pequeño sector. Cuanto más riqueza se genera hay más gente con capacidad de dar y menos con necesidad de recibir.
  5. En quinto lugar, y solamente ahora, consideran los autores austriacos la necesidad de implementar un programa estatal, que sería limitado, implementado a nivel gobierno locales, transitorio y tipo voucher, para así evitar, en la medida de lo posible el clientelismo, la politización, la dependencia y otras consecuencias evidentes.

Quienes nos critican comienzan con este último punto, y terminan debilitando o destruyendo los puntos A, B y C de arriba. Convierten al estado en un estado benefactor que es más bien una piñata según la cual todos intentamos vivir de los demás. Ese estado benefactor no reparte solamente a lo Robin Hood, sino en cualquier dirección, y en el medio de esto una clase política crece y vive de eso.

 

Las dos caras de Adam Smith

Analizamos con los alumnos del doctorado este muy interesante artículo de Vernon Smith, premio Nobel de Economía en 2002, sobre el famoso debate relacionado con Adam Smith. ¿Hay dos Adam Smith? ¿Uno de Teoría de los Sentimientos Morales y otro el de La Riqueza de las Naciones? ¿Señala en uno que el ser humano es básicamente altruista y en el otro que es egoísta? ¿Existe una contradicción entre los dos textos?

Acá va un resumen hecho por un alumnus (con algunas modificaciones):
V. Smith sostiene que no, y para demostrarlo comienza planteando como rasgo distintivo fundamental de los hombres su propensión universal al intercambio, que se expresa tanto en el intercambio personal en las transacciones sociales en pequeños grupos, como a través de relaciones impersonales, por medio de intercambios comerciales. Según esto, Para Adam Smith sólo había un supuesto de comportamiento: “la propensión al trueque e intercambio de una cosa por otra”, donde los objetos de intercambio incluyen no son solo bienes, sino también regalos, asistencia y favores, fundados en la simpatía y preocupación por los demás. En los grupos pequeños prevalece el intercambio de favores, en el orden extenso del mercado el intercambio comercial.
Una gran sociedad abierta, con amplia división del trabajo, no podría organizarse en base al intercambio de favores. Tanto un tipo de intercambio como el otro reconoce implícitamente derechos mutuos para actuar, que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”, así, los derechos de propiedad preceden a los estados-naciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus, precede a la revolución agrícola ocurrida hace unos 10.000 años.

AdamSmith
La clave para entender nuestra vieja “propensión al trueque e intercambio” se encuentra, en nuestra capacidad para la reciprocidad (positiva y negativa), que constituye la base del intercambio social, mucho antes que hubiera comercio en el sentido económico convencional.
La reciprocidad positiva es el caso en que el individuo A responde, no simultáneamente y con actos similares, a los bienes o favores que el individuo B le ha transferido previamente. La reciprocidad positiva genera expectativas de recibir beneficios de una actitud altruista.
La reciprocidad negativa ocurre cuando los individuos son castigados por “hacer trampa” en el intercambio social, es decir, cuando no reciprocan a quienes previamente les han entregado bienes o favores. La reciprocidad negativa es el policía endógeno del intercambio social, que define los sistemas naturales de derecho de propiedad.
Estas consideraciones sugieren la hipótesis de que la reciprocidad positiva y negativa favorecen el intercambio social voluntario, que es la base del comercio, el cual permite que las ganancias que genera el intercambio social se extendieran más allá de la familia y la tribu.
Una vez que se establece una relación de comercio (intercambio) en el tiempo, los beneficios recíprocos del intercambio proveen el fundamento para el respeto de los derechos de propiedad. Los seres humanos normales no solo están intuitivamente conscientes del valor de tener ciertos derechos para actuar, sino que también conocen intuitivamente el valor de esos derechos para otros. De ahí la disposición personal a defender a los amigos y/o sus derechos de sus enemigos externos.
Pero el artículo no se queda aquí, extiende además una discusión sobre la Teoría de los Juegos y los aportes de la economía experimental. Es que según el juego del Dilema del Prisionero, un jugador racional y maximizador estará motivado a traicionar, no a cooperar con la otra parte. Se sabe que si se trata de juegos repetidos surge espontáneamente el incentivo a cooperar, pero Vernon Smith va más allá y señala que los experimentos muestran a las personas actuando, en juegos de una sola vez, incluso en base a valores de cooperación lejanos a la maximización inmediata. Los experimentos, en definitiva, llevan a los “juegos” a la práctica, a realizarse con gente de carne y hueso, no con hipotéticos ‘homos economicus’.
VS sostiene que hemos heredado las motivaciones para el intercambio social repetido. Es que aquellos grupos que no lo hicieran, no llegaron hasta aquí. El argumento se vincula aquí con los que aporta la sicología evolutiva (Tooby & Cosmides).
Por experiencia y evolución, los humanos han desarrollado los instintos de reciprocidad los que han demostrado ser adecuados para tomar las decisiones. Los datos obtenidos en otros juegos de este tipo corroboran estos resultados (experimentos cuyo protocolo es de un único juego sin repetición). Si estos juegos se hacen repetidamente con los mismos pares de sujetos, la cooperación aumenta de manera sustancial, de modo que claramente la repetición refuerza el resultado cooperativo, incorporando a la reciprocidad a aquellos que son más cautelosos y desconfiados en los experimentos de juego único.
Estas relaciones de reciprocidad (positivas y negativas) han servido de base para el intercambio entre los humanos y el desarrollo implícito de los derechos de propiedad en los primeros humanos. Todo intercambio lleva implícito una aceptación mutua de derechos para actuar. La reciprocidad, es el fundamento del comportamiento social humano, de las asociaciones bilaterales, de las amistades particulares y de la amistad en general. El intercambio social también requiere de la reciprocidad negativa, es decir, la existencia del policía endógeno que castiga a quien no retribuye, mediante actos inamistosos, por medio de los cuales A le recuerda a B sus obligaciones. Sin reciprocidad negativa, los altruistas recíprocos estarían facilitando la invasión de los free riders.
Así como los humanos nacemos naturalmente como intercambiadores sociales, también los derechos de propiedad, que se fundan en estos sistemas espontáneos, son naturales, y es natural que las sociedades formalizadas incorporen esos derechos en los códigos legales (formales), capturando así la vasta experiencia humana adquirida en nuestras prácticas de intercambio.

La economía de Dallas Buyers Club

Muy bueno que esta película recibió varios premios Oscar.
La película cuenta la historia de un texano, ningún angel por supuesto, que se contagia de SIDA y como no consigue los remedios porque no están aprobados por la Food & Drug Administration se va a México donde se da cuenta que los puede conseguir, incluso como mayorista.
Inicia allí un negocio ilegal, llevando estas drogas a Estados Unidos y viendiéndolas a otras víctimas de la enfermedad.

Dallas Buyers Club
Aparece entonces la figura del emprendedor que busca satisfacer las necesidades de los consumidores, la de quienes practican la beneficencia privada voluntaria, los reguladores capturados por los intereses particulares. Incluso como  a través del comercio el personaje (Matthew McConaughey), que detesta a los gays, termina acercándose a ellos y volviéndose su amigo.
Excelente video del Moving Pictures Institute aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=Qu4C1yi_FKw

Agendar también este canal de TV, donde está el ya famoso video con el debate Hayek-Keynes:

http://econstories.tv/?utm_source=March+5+2014+Newsreel&utm_campaign=newsreel+mar+5+2014&utm_medium=email

Dallas Buyers Club ganó también el premio 2014 Liberty in Film Awards que otorga anualmente el MPI. También fue premiada 12 años de Esclavitud.

http://www.thempi.org/2014_liberty_in_film?utm_source=March+5+2014+Newsreel&utm_campaign=newsreel+mar+5+2014&utm_medium=email

 

Subsidios

Otros dos interesantes informes Policy Analysis del Cato Institute, se refieren a los problemas que generan los subsidios.

En el primero, Michael Tanner (SNAP Failure: The Food Stamp Program Needs Reform: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform) comenta sobre este programa, mejor conocido como «Food Stamps». Tiene tantas características de programas que todos conocemos:

1. Fue iniciado como un programa temporario (no hay nada más permanente que un programa temporario de un gobierno), desde 1939 a 1943. Luego volvió para quedarse en 1964.

2. El objetivo inicial era más bien ayudar a los agricultores, permitía a los ciudadanos de bajos ingresos comprar lo que el Departamento de Estado de Agricultura consideraba «excedentes». Cuando los excedentes se acabaron, el programa terminó.

3. Fue cerrado porque nunca tuvo autorización del Congreso y hubo casos muy publicitados de fraude y corrupción.

4. Volvió en 1964 por medio de una ley que recibió apoyo bipartidario, lo que lo hace imbatible. Por un lado, les gusta a los demócratas como programa social, y a los republicanos porque subsidia a los agricultores.

5. Los dos últimos gobiernos, además, han salido a «venderlo» y a conseguir nuevos clients. Los beneficarios pasaron de 17 millones al comienzo de la administración Bush en 2000 a 48 millones en la actualidad. ¿Hay ese número de malnutridos en los Estados Unidos? Y no se refiere a los que se toman baldes de gaseosas o solo comen fast food.

6. Como otros subsidios, parece generar dependencia: casi 56% de los receptores lo hacen por más de cinco años, lo que sugiere que ya no es una ayuda temporal.

7. Esa dependencia parece extenderse a otros programas sociales. Menos de un 20% de los receptores tiene a  este programa como su ingreso, más del 30% tiene algún tipo de ingreso y el 60% tiene como ingreso otros programas sociales.

8. El gobierno federal tiene actualmente 126 programas contra la pobreza, 72 de los cuales proveen ayuda en dinero o en bienes por más de $668.000 millones anuales.

9. Desde que comenzó la «Guerra contra la pobreza» en 1965 se han gastado más de $15 billones en programas pero la tasa de pobreza ha permanecido relativamente constante desde entonces. Desde 2006 la tasa ha incluso aumentado pese a un masivo incremento en estos gastos.

 

El otro Policy Analysis a comentar es de Dalibor Rohac, «Solving Egypt’s Subsidy Problem», (http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform). Los subsidios a los alimentos y combustibles en este país son 1/3 del gasto public, o 13% del PIB, pero su reforma es prácticamente imposible. Hubo varios intentos de reducirlos pero todos han fracasado. El autor propone su reemplazo por subsidios en dinero dirigido a los pobres, no estos que reciben todos.

El estado egipcio, además, controla los precios de los productos subsidiados y los mantiene por debajo de los precios de Mercado. Y para evitar el desabastecimiento que sería su resultado lógico, interviene también del lado de la oferta proveyendo insumos subsidiados y baratos a los productores o proveyendo los productos directamente. Por ejemplo, compra harina en el Mercado internacional, que provee luego más barata a los panaderos.

Dice el autor: «Como resultado, los subsidios a los precios llevan a sobreconsumo, distorsionan la oferta, reducen el ingreso de competidores y llevan a Baja calidad y malos servicios. Como el sistema de subsidios distorsiona los precios, también invita al arbitraje, mercados negros y contrabando».

La Nueva Economía Institucional – preguntas

Algunas preguntas que plantean los alumnos del doctorado sobre el artículo de North:

  1. ¿Por qué los economistas de la corriente neoclásica suelen menospreciar el papel de los derechos de propiedad y el papel de los contratos económicos, aun cuando la evidencia demuestra la notoria influencia en el crecimiento económico?

El modelo neoclásico buscó simplificar los supuestos para avanzar en el análisis de los mecanismos de funcionamiento del mercado (demanda, oferta, etc.). Es decir, para reducir el número de variables y simplificar el modelo simplemente asumió la existencia de un “dictador benevolente”. ¿Por qué? Pues siguiendo la definición tradicional de la ciencia política, consideró al estado como aquél que detenta el monopolio de la coerción y la violencia. Eso es lo que define al estado, todo el que atenta contra esto o es un delincuente o un subversivo. Es el único que puede hacer uso de la fuerza en forma legal. Por supuesto, si este monopolio es bueno o malo es otra cosa. Por eso es, “Dictador”. Y le sumó a eso que persigue el bien común. Es decir, tiene el monopolio de la fuerza, pero la usa para el bien común.

Esto significa también un entorno en el cual los derechos de propiedad están claramente definidos, no hay costos de transacción, las preferencias de los consumidores no cambian, tampoco las tecnologías ni las dotaciones de recursos. Si todo es se cumple, entonces los mercados alcanzan inexorablemente el punto de equilibrio, o equilibrio parcial, y si todos los mercados lo alcanzan entonces tenemos el equilibrio general, algo así como el nirvana de la economía, donde  todas las cantidades demandadas son iguales a las cantidades ofrecidas, donde no hay faltantes ni sobrantes, donde todos los que querían intercambiar lograron hacerlo.

Es decir, bajo esos supuestos, nuestro conocido gráfico de la oferta y la demanda termina indefectiblemente en el punto donde las curvas se cruzan, en el equilibrio. Este modelo general ha llevado a muchos economistas neoclásicos, incluso sin darse cuenta, a menospreciar o desatender el papel que cumplen las instituciones. Mises creía que ese modelo era importante, pero solo si se removían algunos de los supuestos para entender las limitaciones del mundo real. Hayek, y lo hemos comentado aquí antes, señaló que tal equilibrio general demanda conocimiento perfecto, y eso es algo imposible, por lo que tenemos que concentrarnos en estudiar, no el equilibrio general, sino el proceso de mercado que constantemente buscar llegar a él, pero nunca lo alcanza porque siempre cambian las preferencias de los consumidores, las dotaciones de recursos, las tecnologías, y las instituciones que delimitan los incentivos.

2. ¿Considera que el fracaso del socialismo y aun del populismo puede ser explicado, entre otras causas, debido a la ausencia de incentivos, derechos de propiedad y libertades esenciales?

Ludwig von Mises escribió un libro en 1922, cinco años después de la Revolución Soviética, llamado “Socialismo”, donde no trata si el socialismo es bueno o malo, dice que simplemente es imposible, porque al no haber derechos de propiedad no habrá precios (ya que los precios son intercambios de derechos de propiedad) y no se podrán asignar eficientemente los recursos. Esto generó una importante discusión, aunque hubo que esperar 70 años hasta que cayera el Muro de Berlín. El populismo, por otro lado, es la ausencia de instituciones. El populismo simplemente expresa que toda decisión mayoritaria es correcta, por el solo hecho de que la ha votado la mayoría. Los derechos de las minorías y las limitaciones al poder son irrelevantes si se oponen a la voluntad de la mayoría expresada en el discurso del líder carismático. El populismo, por lo tanto, debilita los incentivos a producir, viola los derechos de propiedad y las libertades individuales.

3. Han pasado tres décadas de la aparición de esta obra, ¿qué puede decirse respecto a nuevos logros de política aplicada- de la NEI?

La NEI ha tenido un importante desarrollo. Existen distintos journals académicos especializados: el Journal of Institutional Economics (http://journals.cambridge.org/action/displayJournal?jid=JOI), el Journal of Institutional and Theoretical Economics (http://www.mohr.de/en/journals/economics/journal-of-institutional-and-theoretical-economics-jite/journal.html). También una International Society of  New Institutional Economics (ISNIE) (http://www.isnie.org/), que cuenta con un ejournal, y muestra la vitalidad de este ámbito de análisis.

La NEI ha logrado imponer la necesidad de considerar las instituciones en el análisis de la teoría económica y de la política económica. Ha impactado en las organizaciones internacionales que ahora prestan atención a los marcos institucionales para aplicar políticas de ayuda, etc.

Desde una perspectiva amplia, podría considerarse que la “economía institucional” es un gran paraguas bajo el cual pueden ubicarse cómodamente tanto Law & Economics, como Public Choice, la Escuela de los Derechos de Propiedad (Alchian), la NIE (North y otros), los clásicos y los austríacos. Después de todo, tanto clásicos como austriacos siempre prestaron atención a las instituciones, a diferencia de los neoclásicos.

Es más, hasta podríamos proponer como el inicio de la Economía Institucional moderna al artículo de Menger sobre el origen del dinero. Sobre esto, estaré comentando en breve.

La nueva economía institucional – North

En la última clase de Applied Economics, en el Doctorado, los alumnos leyeron el artículo de Douglass North: «La Nueva Economía Institucional», disponible aquí: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/33_5_North.pdf

Es interesante porque una de las figuras prominentes de esta «escuela» explica de qué se trata. Su objetivo no es menor, según North la nueva economía institucional es un paradigma alternativo y superior al de la economía neoclásica. En el artículo explica que este útlimo, predominante en la teoría económica durante todo el siglo XX, asume que no existen «costos de transacción», esto es, los costos de utilizar al Mercado.

Estos costos, señalados por primera vez por Ronald Coase, son los de buscar a quien nos pueda proveer el bien o servicio que necesitamos para resolver nuestra necesidad, encontrar quien mejor lo haga, negociar, llegar a un acuerdo, establecer un contrato y luego controlar su cumplimiento. Esto se aplica tanto sea a contratos formales como informales. Al no asumir la existencia de esos costos, la economía neoclásica no presta atención a las instituciones, tomando a estás como las normas, las pautas de conducta, escritas o no escritas, que delimitan nuestros incentivos y nos permiten, en mayor o menor medida, coordinar nuestra acciones. Las instituciones, según North, se desarrollan para reducir esos costos de transacción y facilitar los intercambios.

El Nuevo paradigma de la Economía Institucional es uno, entonces, donde los individuos buscan su interés personal, pero donde las preferencias que pueden satisfacer se encuentran acotadas por el marco institucional existente. Esas normas son básicamente las normas de acción política y los derechos de propiedad.

No les extrañará, entonces, que se hable en el libro de instituciones y que su título sea «El Foro» o donde se discuten las normas políticas, y «El Bazar», el Mercado donde se intercambian derechos de propiedad.

Los supuestos que la Nueva Economía Institucional asume, según North, son los siguientes:

1. Que el individuo persigue su interés personal. Esto es algo clásico, desde los filósofos escoceses. Ese interés personal puede incluir la preocupación por los demás.

2. Que existen costos de transacción, que es costoso medir los atriibutos de bienes y servicios y que las normas e instituciones los reducen.

3. Que es fundamental, y también costoso, «hacer cumplir» esas normas, y estamos hablando particularmente de derechos de propiedad y su transmición por contrato. Que esas normas se cumplen a través de tradiciones, de códigos éticos y, en la economía impersonal, a través de la figura del estado.

4. Y el ultimo punto, muy interesante, es que las preferencias de las personas no solamente están «mediadas» por los incentivos que establecen las normas, sino también por su «vision» de la realidad, esto es, el papel que tienen las ideas.

Dice North:

«Al construir sus modelos, los economistas por lo común han ignorado la ideología, considerando los gustos como importantes, pero constantes. Sin embargo, las preocupaciones por la equidad, así como también la distribución de las ganancias del intercambio, influyen sobre los puntos de vista de las personas acerca de la justicia y la rectitud de los contratos. Más aun, la estructura política hace posible, y en algunos casos deliberadamente, crear un marco en el cual los mandantes están separados de los mandatarios. Estos últimos tienen entonces una amplitud sustancial con respecto a la toma de decisiones políticas, y por lo tanto en la manifestación de preferencias ideológicas en la designación de derechos de propiedad. El análisis político debe tomar en cuenta los costos de convicción ideológica como variables en distintos marcos institucionales».

Luego, presenta la que fuera su posición incial respecto al cambio institucional, que explica a través de cambios en los precios relativos (el típico ejemplo es el de las pestes en Europa que, al diezmar la población, generan escasez de mano de obra y esto lleva al final de las relaciones feudales y el avance hacia la contratación).

Pero luego dice:

«Si bien he descripto el proceso del cambio institucional en términos de modificaciones en los precios relativos, puede quizás producirse por cambios fundamentales en la percepción de la justicia de los contratos como resultado de cambios en los costos de información que llevan a las partes a percibir el potencial de formas alternativas de contratar intercambios, tanto económicos como políticos. En este momento estamos lejos de poder comprender cómo evolucionan las ideologías. Con seguridad están relacionadas con cambios fundamentales en los precios relativos. Pero seria peligroso y verdaderamente temerario asumir que las percepciones acerca de la justicia, de la ecuanimidad y de los valores son puramente un derivado de la función de cambios en los precios relativos, y que no tienen vida propia en el contexto de la evolución de ideales morales y percepciones.»

Más adelante, el artículo es de 1986, se acercaría mucho más a esta última interpretación, basada en el papel que cumplen las ideas y valores, sobre todo en su libro «Understanding the Process of Economic Change».

Pues cambios en los precios relativos tienen que ser «interpretados» a través de una determinada vision del mundo. Sobre esto presento un ejemplo en el libro, analizando las razones de la implementación de políticas agropecuarias en Argentina cuando suben los precios de los bienes exportables. Políticas que castigan a los eficientes productores, basadas en un teoría económica (la enfermedad holandesa), un negocio politico (extraer de pocos y repartir a muchos) y una vision ideological del papel del estado (que solo está para redistribuir).

Pobreza y la Escuela Austriaca

Me pregunta Fernando Escobar desde España: «cómo abordaban el tema de pobreza los pensadores de la escuela austriaca o que teorías manejaban respecto a este tema».

En verdad, ninguno de esos grandes autores (Menger, Bohm-Bawerk, Mises, Hayek) escribió un libro específico sobre el tema, aunque lo tratan en sus obras principales (La Acción Humana de Mises o Los Fundamentos de la Libertad de Hayek), porque analizan las condiciones para aliviar o reducir la pobreza. Asumen, que ésta es la condición natural del ser humano, una condición en la que vivió la mayor parte de su existencia, y que es necesario, por lo tanto, estudiar cómo fue que algunos lo han podido superar.

Esta misma visión es la que plantea Henry Hazlitt, y este autor, si bien no fuera ni economista, ni austriaco pues fue un periodista y analista literario en los Estados Unidos, que escribiera para The Wall Street Journal, The New York Times y Newsweek, comparte los principios y el análisis de esta escuela y lo refleja en un libro llamado: «The Conquest of Poverty», que recomiendo leer y está en pdf de acceso gratuito aquí: http://mises.org/books/conquest.pdf

Hazlitt, recorre la historia de la humanidad y señala que la casi totalidad de la población fue pobre siempre. Sin embargo, hace unos 250 años algo sucedió. Esto se refleja en el gráfico de abajo. Allí aparecen estimaciones de Brad deLong desde el año -10.000 y de Angus Maddison desde el año 0. La forma de la curva debería resolver todo tipo de dudas: es incredible lo logrado en 250 años de capitalismo y revolución industrial:

250 años

Nada ha hecho más para sacar a cientos de miles de la pobreza que el crecimiento económico durante todos estos años. No solamente el ingreso per cápita ha pasado de unos 150 dólares anuales a más de 6.000, sino que la cantidad de gente en el planeta en ese periodo ha pasado de unos 750 millones a 6.000 millones actualmente. Es decir que la riqueza total creada (que es multiplicar ingreso per cápita por el total de personas) es increíble.

Claro, algunos sostendrán que se ha creado mucha riqueza pero que está mal distribuida. Al respecto, y para no alargar esto mucho, invito al que le interese a ver este video de una conferencia sobre el tema que dictara en la Universidad Francisco Marroquín: http://www.youtube.com/watch?v=HMd2rS-KWOA

Dice Hazlitt:

«La pobreza individual o familiar resulta de que quien debe llevar el pan a la mesa no puede de hecho de hacerlo; cuando el no puede producir o simplemente no produce suficiente para sustentar a su familia o incluso al el mismo. Siempre habrán algunos seres humanos quienes temporal o permanentemente carecerán de las habilidades de proveerse incluso de su propio sustento. Tal es la condición de los niños pequeños, de muchos de nosotros cuando enfermamos, y de la mayoría de nosotros en la vejez avanzada. Y tal es la condición permanente de algunos que han sido golpeados por el infortunio –los ciegos, los lisiados, los retrasados mentales. Donde existen tantas causas no puede haber una cura que las abarque a todas.»

«Cuando la mayoría de las familias no puede producir su propio sustento – cuando la sociedad como un todo no logra abastecerse de su propio sustento- ningún “sistema de alivio adecuado” es incluso temporalmente posible. Por ende la “sociedad” no puede resolver su problema de pobreza hasta que la mayoría de las familias haya resuelto (y en realidad un tanto más que tan solo resuelto) el problema de su propia pobreza

«Todo esto es meramente mostrar de otra forma la Paradoja de la Ayuda referida en el capítulo 18: Cuanto más rica la comunidad, menor es la necesidad de ayuda, pero mayor es la ayuda que esta puede proveer; cuanto más pobre la comunidad, mayor es la necesidad de ayuda, pero menor es su capacidad para proveerla. Esto es solamente otra manera de señalar que la ayuda, o la redistribución de ingresos, voluntaria o coercitiva, nunca es la verdadera solución a la pobreza, es, en el mejor de los casos, un alivio provisorio que puede enmascarar la enfermedad y mitigar el dolor, pero que no constituye una cura.»

«Más aun, las ayudas gubernamentales tienden a prolongar e intensificar la propia enfermedad que planean curar. Tales ayudas tienden constantemente a salirse de control. Incluso si se mantienen dentro de límites razonables tienden a reducir los incentivos para trabajar y ahorrar en ambos, aquellos que las reciben y aquellos que son forzados a pagarlas. Se puede decir de hecho, que prácticamente toda medida que el gobierno realiza con el ostensible objetivo de “ayudar a los pobres” tienen el efecto en el largo plazo de hacer todo lo contrario. Los economistas han sido una y otra vez forzados a señalar que casi todos los remedios populares para la pobreza solamente agravan el problema.»

En la conferencia antes citada menciono que redistribuir ingresos reduce el crecimiento económico (y el efecto de la curva que se muestra arriba) y tampoco genera un acto moralmente justificable ya que se trata de ayudar a alguien con el dinero de otros, no el propio. La «Paradoja de la Ayuda» que menciona Hazlitt muestra la salida que ofrece el capitalismo: por un lado permite que la gente produzca, prospere y salga de la pobreza, y, además, genera riqueza que luego éstos pueden ofrecer para ayudar a sus congeneres que necesitan.

Más producción, más riqueza y más ayuda voluntaria es muy diferente de redistribución por el estado, menos riqueza, clientelismo y politización.